lunes, 29 de abril de 2013

UN PINO, DOS PINOS, TRES PINOS.... LA RAYA REAL


Aspecto reciente de la calle San Jacinto con  los veladores, toldos, bancos, farolas, estufas y los nuevos maceteros.


Hace ahora dos años que se desbordó aquel río azul que alguna mente privilegiada puso en la calle San Jacinto como homenaje al  Guadalquivir. AL paso de las carretas de la Hermandad del Rocio, y en presencia del recién nombrado “Alcalde de Triana”, el pavimento de vidrio terminó totalmente destrozado. 

Como dos años dan para mucho pensar y pese a que la calle es todo un  muestrario de cachivaches, otra mente privilegiada nos regala una doble fila de enormes maceteros de fundición con unos pinos poco trianeros -esperamos que nuestro amigo Rafa Martín nos explique su procedencia  con una de sus bellas narraciones- colocados marcando un enorme carril central del que desconocemos su función principal: tal vez sea el inicio de  una nueva  vía verde que conecte la Plaza Nueva con el Parque de Doñana, tal vez sea una nueva carretera para los vehículos de Lipasam que con tanta frecuencia,  exceso de velocidad y ruido pasean por esta calle o tal vez se trata de   un homenaje a la Hermandad del Rocío de Triana que este año cumple 200 años.

Todo lo podemos esperar de esta calle que ha homenajeado al río con aquel pavimento iluminado y  a los ceramistas con esos bancos del Ikea.  200 años merecen un gran homenaje a esta hermandad que tanto ha aportado a la romería del Rocío y que, sin lugar a dudas, forma parte de la historia de nuestro arrabal. Por ello  la idea de colocar estas hileras de pinos podría ser la de crear una Raya Real en Triana para que el discurrir de las carretas trianeras sea mucho más auténtico. Todo encaja a la perfección:  el deterioro que está sufriendo el pavimento de la calle con el paso de tantos camiones terminarán convirtiendo el carril en tierra y en varios años, cuando las coníferas adquieran cierta altura, quién advertirá la diferencia de la calle San Jacinto con la del célebre cortafuegos; sólo les quedará ponerle unas vallas y algunas cancelas.

Lo que me preocupa más de este asunto, aparte de los porrazos que podamos sufrir  con los enormes maceteros, es cómo se  lo van a tomar nuestros amigos almonteños.  Me consta que el alcalde de esa ciudad  ha llamado a Zoido para mostrarle su preocupación. La cosa no es para menos y en Almonte pensarán que con la crisis que tenemos encima sólo falta que se lleven el Rocio para Triana. Menos mal que ambos son del mismo partido y la sangre no llegará al río.

A mi me parece muy bien que quieran traerse el  Rocío para Triana pero si hay que saltar alguna reja que no sea la de la Iglesia de San Jacinto porque hay que ver lo alta que la han puesto; y además casi siempre cerrada.

Conjunto de jardinera de fundición con pino. Precio estimado  300 euros.


José Luis Jiménez

sábado, 27 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



25 años de “Juncal”


            Veinticinco años de cuando el gran Francisco Rabal, Paco para todos -según su cercana filosofía vital-, se revistió de “Juncal” y se rodeó de trianeros; fue el capítulo de Triana en la inolvidable serie, y no porque se contemplara tan cercana y propia desde los aledaños de la plaza de la Real Maestranza, sino porque media población arrabalera aguardaba allí la llamada a escena aquella mañana de abril, deslumbrante e idónea.

            Y es que el fichaje de los extras y figurantes había sido tarea de una joven empresa instalada en la calle Alfarería, “Triana de Contrataciones”, de la que era fundador Baldomero Morillo Bernal, ex-secretario de Paco Arcas cuando éste ejerció de delegado municipal en nuestro distrito. Todo se fraguó en “Las Golondrinas” mano a mano con uno de los hijos –Álvaro-del director de la serie, Jaime de Armiñán, que andaba liado con la producción de la obra.

            Era el tercer capítulo; cuando “Juncal” llega a la Maestranza para ver a su hijo debutar como matador. Verlo o no verlo, porque no estaba nada seguro de si sería capaz de domeñar la agitación nerviosa instalada en su estómago, y eso que él había sido matador de toros… o quizás por eso. Nos citaron –estuvimos entre los figurantes- muy temprano. Allí docenas de paisanos controlados para que nadie se despistara, y así estuvimos varias horas, bocadillo por medio, hasta la culminación de la grabación. Rabal se sentó junto a nosotros con su bocata camarada. Por cierto que nos ofrecimos como guía en un paseo por Triana, y hubiera aceptado, pero estaba comprometido a una especie de pregón que habría de dar en la plaza de América por la tarde.

            Y nos llamaron al fin, no por el nombre, sino por el papelillo que íbamos a interpretar como figurante, la de portero de la plaza en la puerta principal. El otro portero era Francisco, el de la taberna “El Zapato”, que sólo debía cortar entradas y dar paso al público. Nos colocaron una gorra y esperamos el grito de Teo Escamilla, director de fotografía, que parecía que mandaba más que el apaciguado director que se limitaba a presenciar la escena. Así que nos vimos en la tarea. Mi intervención consistía en detener a un maletilla que pretende colarse… “¡Eh, eh!, ¿adónde vas? Que ha entrao mi pare con la entrá… ¿Tu pare? ¡Cómo te vea otra vez por aquí te acuerdas de mi…!”. Y a empujones lo echaba fuera. Tras el “incidente”, tenía que dar paso cortando las entradas, pero héteme aquí que estando en ello un vozarrón a mi espalda gritó eso de “¡corten!”. Escamilla era la otra cara de Armiñán, al menos aquella jornada. No iba conmigo, menos mal, sino con uno que traía la entrada por la parte en blanco (sólo estaba impresa por una cara). Bronca al canto, todos temblando y arrepentidos por habernos metido en aquel lío… Se repitió la escena y nuevo grito nunca más cortante, ahora le tocó al pobre de Francisco porque “no se metía en papel”. Así que en la toma siguiente, repitiéndose los empujones al torerillo, a Francisco no se le ocurre otra cosa que gritar, decidido: “¡Cuidado, Ángel, que se te cuela uno…!”. Horror. “¡Pero, hombre, quien le ha dicho a usted que diga nada; sólo tiene que poner cara de circunstancia. Venga, otra vez!”. Ahora sí que hubiéramos salido todos corriendo para el Altozano…

Salvados los destemplados avisos, en mi fila venía Rabal con su traje oscuro y su mascota. Y cuando se planta ante el portero, o sea, ante mí, se queda como petrificado, ni pa´trá ni pa´lante… “Usted, ¿entra o sale?”. Me mira, lo piensa… “Entro…”. Papel el mío, como ven, de “Oscar”; el premio era perder de vista a Teo Escamilla. En el siguiente plano “Juncal” sube, todavía dubitativo, unas escalerillas tropezando con otro figurante… “¿Sube o baja?”, era la voz y presencia de cine de Armando Gutiérrez, nuestro amigo poeta y rapsoda.

            La serie se emitió al año siguiente y muchos nos sentimos bien pagados por aquel lío en el que nos metió nuestro amigo Baldomero que se empeñó en hacer de Triana un barrio de actores.


Ángel Vela Nieto    

jueves, 25 de abril de 2013

DESHILACHANDO LA RED: CACHORRO MÍO

Un quejío se escapa hacia el cielo y va sembrando el camino de nubes grises, se apaga la tarde, sólo se oye una guitarra que llora, sobre el río tus ojos, Cachorro mío, párpados pesados que se van cerrando al compás, Cachorro mío, ahora si están dormidos y para siempre en el recuerdo, como esa  voz que se ha quedado flotando por el Altozano



Rafael Martín Holgado

miércoles, 24 de abril de 2013

LA CUNA DEL RETABLO CERÁMICO



Retablo cerámico de A. Kiernam en la Iglesia de San Dionisio de Jerez.

Pasear por el centro histórico de la ciudad de Jerez es impregnarse de siglos de arte y cultura; no en vano está catalogado como conjunto histórico artístico.  Desde tiempo inmemorial la industria del vino ha sido la base económica de esta ciudad pese a que en la actualidad la crisis de dicha industria ha convertido al turismo en una alternativa potencial de riquezas donde  los caballos, el Flamenco y el vino son las piezas esenciales de esta nueva fábrica.

En mi última visita - en compañía de amigos trianeros- cuando andábamos pausadamente por las estrechas callejuelas del centro nos encontramos con el retablo cerámico que encabeza esta entrada. Automáticamente se interrumpió la prolongada y recurrente discusión que manteníamos acerca del avance y difusión del Flamenco en Jerez que definitivamente ha logrado oscurecer a Triana que es la cuna de este arte.  Todos supimos distinguir claramente que se trataba de un retablo cerámico realizado en Triana. No había dudas: era idéntico a uno existente en la Iglesia de San Jacinto. Ubicado en la jerezana   iglesia de San Dionisio y dedicado a la Virgen del Mayor Dolor fue realizado por Antonio Kiernam Flores en 1952, dos años después que el ubicado en Triana dedicado a la Virgen de la Estrella.


Retablo cerámico de Kiernam en la Iglesia de San Jacinto.
Fue Francisco Niculoso Pisano, el artista italiano asentado en el barrio de Triana, el creador de los retablos cerámicos. Fechada en 1503, la Lauda sepulcral de Iñigo López,  ubicada en la iglesia de Santa Ana, constituye el primero de los retablos que rápidamente  fueron extendiéndose  por todo el mundo.Han pasado más de 500 años  y  esta técnica nacida en nuestro barrio  sigue estando de moda, como lo demuestran los innumerables retablos que adornan las fachadas de tantísimos pueblos y ciudades. Queremos destacar y recordar el protagonismo de Triana como cuna de estos lienzos cerámicos, auténticas e indiscutibles obras de artes. Pese a que ya estamos alcanzando el ecuador del año en que nos prometieron la apertura del Museo de la Cerámica, ésta aún no se ha producido y en Triana seguimos soñando lo que otros centros cerámicos  de menor importancia ya consolidaron hace años.

El maná del turismo no termina de llegar a esta cuna de la cerámica, en parte por culpa de los que nos gobiernan, auténticos desconocedores de la gran historia del arrabal ¿Qué mostraremos  a los visitantes? ¿Qué contenidos mostrará ese incierto Museo de la Cerámica? Nadie dudó en Jerez donde estaba la cuna del Flamenco y por eso lucharon   hasta ensombrecerla.

Y tras verificar  la firma de Kiermam continuamos nuestro paseo por la ciudad hermana; inmediatamente me acordé de una siguiriya que Agujetas le dedicó a Triana.




José Luis Jiménez

lunes, 22 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


La Fuente de lo Jondo. Moreno Galván.


Manuel Cagancho (y 2)


            Pero es el reniego, en el decir de los entendidos, la bandera de su cante: Reniego de mi sino/ como reniego de la horita, mare,/ que te he conosío. El crítico Manuel Bohórquez otorga a Tomás Pavón el mérito de la creación de este cante, entre otras razones porque no cree “que ninguno de los Cagancho cantaran ni la mitad de bien de lo que lo hacía el benjamín de los Pavón”.  Nos extrañó la razón de nuestro admirado amigo cuando estamos ante quien ha sido reconocido, por quienes lo escucharon (Fernando el de Triana uno de ellos), como un consumado seguiriyero y emocionante intérprete de los cantes de fragua, uno de los grandes maestros de la primera historia del flamenco.

            “El señor Manuel Cagancho, principal miembro de una egregia familia cantaora, puede asumir la representación por excelencia del cante de Triana. Por coincidir su apogeo con la primera mitad del siglo XIX, época en la que se estimaba, poco o nada, el arte flamenco, son muy escasos los nombres que han llegado a nosotros; el señor Manuel Cagancho es uno de ellos” (Ricardo Molina).

            De este Cagancho nos quedó su voz grabada en 1899 en el “Café de la Marina” propiciada por técnicos madrileños; sólo unos minutos donde se aprecia una voz rancia, desubicada de lugar y tiempo. José Blas Vega no disimula su decepción, “atendiendo a la leyenda cantaora de esta familia”. Sabía el ilustre estudioso, quizás el más sabio en este campo por lo que vivió y leyó dentro y fuera de su librería anticuaria, que pocos cantaores y cantaoras de aquellos años, si hubo alguno, dieron su medida ante las frías circunstancias de premura y técnica. Y como ejemplo nos remitimos al mito de los mitos, Manuel Torre, en sus alabados “Campanilleros”, cante que grabó en 1929, o en la mayoría de los discos que se conservan de él. En el primer caso resulta un tormento para los oídos. Los duendes tenían prohibida la entrada a aquellos añejos e improvisados cuartos de grabaciones.

            El señor Manuel Cagancho no se prodigó mucho fuera de su ámbito; sin embargo, su amistad con personajes como Caracol, padre, le llevó a participar en alguna fiesta fuera de la Cava. La primera seguiriya que se canta (Juan Talega) en “Rito y geografía del cante”, el mejor programa de flamenco de la historia de la televisión, es de Manuel Cagancho. Se suele destacar su seguiriya de cambio, larga y grande, “titánica”, como la cataloga Romualdo Molina, la conocida como “el sermón de Manuel Cagancho”, la que Naranjito de Triana interpreta con su consabida maestría… Santana repica/ llamando al sermón,/ como doblaban en la horita mala/ que a mí me dejó. Hay que apuntar que un personaje trianero del mundo artístico, Eduardo Durán, apodado El Gitano Poeta, le contó al mencionado Naranjito en Barcelona que “Cagancho paraba en la plazuela de Santa Ana y allí bebía su vino en una botella mientras escuchaba las campanas de la iglesia llamando al sermón, que era un toque especial y, luego, el canto del cura que le gustaba mucho; estas músicas le inspiró su famoso sermón”. Por cierto que tiene otro remate, éste: …como predica un pare gitano/ tengo que di yo.

            Y vamos con los casi infalibles registros de los padrones. Sabemos que en 1865, Manuel, hijo de Antonio Rodríguez Moreno, tenía 15 años, viviendo entonces la familia en la calle Verbena, 53, entre herreros de notables estirpes; tenía un hermano menor, Juan, de 8 años, y dos hermanas, Francisca y Encarnación, de 18 y 12 años.

            En 1875 vivía Manuel Rodríguez García, de 28 años (los desajustes en las edades es habitual en los padrones), en la casa número 80 de la misma calle Verbena (Rodrigo de Triana), arropado por otros familiares herreros como él. Tiene dos hijas, Concepción y Josefa, de 9 y 2 años respectivamente, y un varón, Joaquín, que cumplía 4 años. Y veamos los datos de dos padrones “modernos”, el de 1900 y 1902. En el primero está empadronado en la calle Tulipán, número 7, breve curso de herreros consanguíneos; se anota que tiene 50 años y viven con él dos hijos: Antonio, de 26 y Manuel de 22 años (debió emanciparse muy pronto Joaquín, el padre del torero). Y en el censo vecinal de 1902 está asentado en el 108 de Pagés del Corro (tanta mudanza da la impresión de que este Cagancho no se llevaba bien con los caseros), convivía con su mujer, Juana Vargas, y un hijo, Manuel, de 24 años.

            Señalemos por último que en 1900 su hija Concepción vive en el número 21 de la calle Puerto, casa de herreros, donde también estaba domiciliado un hijo (José) de Juan El Pelao.

Ángel Vela Nieto.
 Del libro “Triana, la otra orilla del flamenco”.  

sábado, 20 de abril de 2013

UNOS GOURMET CON POCO PALADAR



Hace poco más de un año que el mercado de Triana ha comenzado una  profunda metamorfosis que lo está convirtiendo en una especie de feria de muestras de la hostelería.  Una calle San Jacinto pero sin necesidad de parasoles, estufas ni nebulizadores y, de momento, ningún ciclista ni coche que te atropelle. Nuestra  “plazabastos” de toda la vida se está adaptando a los nuevos tiempos en los que las frutas, verduras, carnes y pescados vamos a comprarlas a esas grandes - e inhumanas-  superficies que no dejan de martirizarnos con  ofertas y descuentos. Los gobernantes decidieron facilitar la proliferación de estas nuevas cadenas dejando cada vez menos salida a los pequeños  comerciantes de los barrios, a esos tenderos de cercanía que eran como de la familia.  En el caso concreto de nuestro mercado   la peatonalización de la calle San Jacinto ha sido un duro revés que ha contribuido de manera determinante en el cierre de muchísimos de los puestos tradicionales.

Usando una nueva expresión,  muy de moda en los últimos tiempos, algunos dicen que el mercado de Triana se está convirtiendo en un mercado “gourmet”, a la vez que son varios los proyectos de mercados con ese nombre francés;  el más cercano el que han anunciado en la bella nave del Barranco y que ha suscitado una gran polémica entre varios empresarios muy  famosos.  Toda una gran “extensión gourmet” a un lado y otro del Puente que confirman la acelerada reconversión industrial de este barrio donde parece que el único protagonismo en el turismo de la ciudad será el que le confiera esta legión de establecimientos de hostelería que mayoritariamente no están teniendo ningún miramiento ni respeto con el entorno ni tradiciones de Triana.

Sin entrar en el mal gusto del empleo de este palabro que precisamente parece que se emplea para definir a las personas de gusto delicado y exquisito paladar, sí queremos seguir denunciando el mal gusto, falta de respeto y grave daño que algunos de estos empresarios, denominados “gourmet”, le están causando a nuestro patrimonio; esta vez ni más ni menos que al Puente de Triana, uno de nuestros bienes más preciados y que últimamente está sufriendo demasiadas agresiones. La fotografía que encabeza esta entrada es de hace un par de días y demuestra como sin ningún tipo de miramientos una ostrería con nombre poco sevillano se anuncia colocando una pancarta sobre la barandilla del puente y otro de los citados establecimientos se anuncia sobre una pizarra; ejemplar bienvenida para los que vienen a visitarnos. No teníamos suficiente con esos relojes parados y cada uno marcando una hora distinta sino que  además colocamos panfletos y pancartas sobre nuestros monumentos, anunciando finos y elegantes establecimientos de hostelería.

Y mientras tanto nuestras autoridades hacen la vista gorda y permiten este tipo de tropelías. El caso de esta pancarta sobre el puente de Triana resulta muy sospechoso ya que en diversas juntas del distrito ha sido denunciado y sin embargo ha pasado cerca de un año y el ayuntamiento sigue haciendo  mutis por el foro. Nuestro delegado se limita a decir que da traslado de los hechos a los servicios municipales correspondientes; desconocemos quienes son los mencionados servicios municipales pero damos fe que son tan  inútiles como el propio distrito. Me quedo con la duda de saber qué pasaría si  cualquier trianero que pase por el Altozano arranca estos panfletos publicitarios que tanto daño le causan a Triana.

Sr. Delegado, si es capaz de inventar una ordenanza para que los señores de I.U. no pongan la bandera tricolor sobre la zapata de la calle Betis ¿ por qué no hace otra para que estos empresarios foráneos respeten a Triana?

José Luis Jiménez

jueves, 18 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



Manuel Cagancho (1)



            Manuel Rodríguez García, herrero como toda su estirpe, nació, según datos publicados y repetidos, en la Cava Nueva número 20, el año 1846 en su día muy señalaito, el 26 de julio, día de la Patrona Santa Ana, algo de lo que suponemos presumiría toda su vida. Hijo de Antonio Rodríguez Moreno, primer Cagancho, y de María de la Concepción; asentemos el nombre de sus abuelos paternos: Manuel Rodríguez y Rita Moreno. Casó con María Vargas Flores con la que tuvo a su hijo Joaquín en 1871.

            Quien mejor conoció a este Cagancho, hombre y cantaor, fue su pariente Fernando el de Triana: “Manuel era un hombre noble y honrado a carta cabal y tenía a quien salir, pues me consta que tanto el padre como el hijo murieron sin tener una pelea y no saber lo que hay de las puertas de la cárcel para adentro. Cosa rara, ¿no es verdad?, pues así era, aunque su aspecto parecía decir lo contrario”. Y lo retrata: “Era un gitano cobrizo, de ojazos reventones y pómulos salientes, pero de una simpatía y una modestia que lo hacían acreedor de ser distinguido por todas las personas que tenían la suerte de tratarlo; y luego cuando salía cantando con aquella voz machuna de temple brusco y de gran potencia, esforzando las notas más y más hasta coronar los cantes, daba una sensación de tragedia por el gesto realizado; y para qué decir que presencié muchas veces que al terminar los cantes de este gitano de pura raza, los otros gitanos que le acompañaban y muchos gachés que por fuera le escuchaban, pagaban su arrebatador delirio con romperse la ropa y echar por alto todos los cacharros que tenían por delante. Esto era la compensación de aquella obra magna e inimitable. Cuando más solía ocurrir el destrozarse la ropa  de entusiasmo, era al cantar el gran Manuel esta seguiriya: Al Señor de la insinia/ le ayuno los viernes,/ porque me ponga al pare de mi arma/ donde yo lo viere. Esto no había -continúa Fernando- quien fuera capaz de escucharlo sin estremecerse y experimentar una sacudida de nervios que sólo con el vino se aplacaba”.

            Y aunque fuera difícil verlo fuera de Triana, sólo pasaba el puente para ir al Baratillo a vender su producción herrera, Fernando el de Triana nos dejó una anécdota del señor Manuel Cagancho que tuvo como protagonista a un niño insomne de un pueblo cercano al que el cantaor dejó frito dedicándole la nanarroro. Esta historia que tuvo su repercusión en Sevilla, la amplía Pepe el de la Matrona en sus recuerdos, señalando que unos amigos trianeros, concejales del Ayuntamiento, lo llevaron a un bautizo a “Villanueva la Riscal” (así lo reproduce Ortiz Nuevo) y el niño con su llanto no lo dejaba cantar; se acercó a la criatura, le cantó una nana y lo durmió. Así que cuando un niño en Sevilla no paraba de llorar se decía: “Van a tener que llamar a Cagancho”.

            ¿No estuvieron los Cagancho nunca presos? Leamos lo que monta Núñez del Prado. Asegura el polémico escritor que Manuel conoció la cárcel y que cantando carceleras su voz era como una serpiente de hierro. Y añade que le gustaba cantar esta toná: Me sacan del calabozo/ me llevan a otro más malo/ donde no se diquilaban/ ni los deitos de las manos. Y sobre circunstancia tan especial Saavedra Fajardo concreta y crea la polémica: “Tío Antonio y su hijo Manuel Cagancho, cantaores excepcionales de tonás y seguiriyas, dio la casualidad que por cualquier asunto de la justicia fueron recluidos en el penal de Belén de Granada. La prisión establecida por rara ironía en un antiguo convento, estuvo situada en la calle Molinos. Cantaban estos gitanos de manera asombrosa aquello de Ni el color de la albahaca,/ ni la frescura del río,/ templan el fuego que tengo/ en el corazón metío. El alcalde de la cárcel recibía continuas recomendaciones para que dejasen libre por unas horas a los dos gitanos, en continuas llegadas de turistas de relieve. Y así se les concedía licencia especial para salir a cantar al Hotel Siete Suelos, y tras dejar oír el misterio jondo de sus cantes, volvían a ser encerrados en el bien custodiado penal hasta otra llegada de turistas notables”. Pues a pesar de estos prolijos detalles que Félix Grande transcribe en “Retablo Flamenco” (Peña flamenca de Córdoba, 1977), Fernando el de Triana, que conocía (y quería) bien a los Caganchos, niega –ya lo hemos visto- que tuvieran nunca problema con la justicia, y nada tiene que ver con la delicada cuestión que Manuel cantara también esta letra: Cuando llegó la justicia/ y mi casa registró/ mi compañera llorando/ y yo metío en el colchón.

Ángel Vela Nieto. 
Del libro “Triana, la otra orilla del flamenco”.
             
           



   


martes, 16 de abril de 2013

LA CAVA DE LOS MUNICIPALES

Los tristes ojos del Corral de la Encarnación reflejan la belleza del Colegio Reina Victoria. 


Encantados, eso dice el delegado del distrito que estamos los vecinos de Triana con la ubicación de una comisaria de la policía local en el Corral de la Encarnación. No teníamos bastante con el adefesio blanco que unos arquitectos iluminados, animados por la incultura de los gobernantes,    nos han dejado en lo que fue la Cava de los Gitanos; ya hemos comentado ampliamente esta nueva tendencia y el desprecio hacía la arquitectura tradicional que en este caso, y como lo demuestra la fotografía que encabeza la entrada, tenía el mejor espejo posible en el edificio de enfrente. Si Don Aníbal González levantara la cabeza…

Al delegado hay que recordarle  la historia de este corral para que no siga vendiendo más humo. Sr. Pérez, ¿cómo se le ocurre decir que los trianeros apoyamos el ahorro económico que supone el traslado de la comisaría de Santa Fe a este corral? ¿De qué ahorro económico está usted hablando?  Ni usted ni la mayoría de los forasteros que le apoyan en la Junta Municipal del Distrito saben lo que se traen entre manos. ¿Olvida usted lo que la rehabilitación de la casa le ha costado ya a las arcas municipales? ¿Cuánto van a tener que invertir en adaptar este espacio, pensado para funciones culturales, en una comisaria? ¿Han cuantificado que edificios como estos son los que necesitamos para el fomento de la única industria que aún nos queda en Triana? Claro que nos estamos refiriendo al aprovechamiento turístico y cultural de un bien de interés etnológico. Para eso ya se luchó durante muchos años -Eduardo Corrientes a la cabeza- y la presión vecinal consiguió  salvar de la piqueta a este corral, con el compromiso de que se conservaran las 13 viviendas con fines sociales y que la casa tapón se rehabilitara con fines culturales. Con eso es con lo que estábamos encantados los trianeros y eso es lo que usted debería haber respetado.

En un acto de cinismo nos  venden la seguridad y la austeridad  económica como valores fundamentales de este nuevo proyecto.  Sin embargo muchos trianeros seguimos preguntándonos por aquellos azulejos que tenían previsto colocar en la zapata de la calle Betis. Igual le da un colorido “impactante” a su nueva comisaría, Sr. Delegado; mire a ver si le caben todos los azulejos en la fachada del Corral de la Encarnación y rescátelos del fondo del río. Seguro que ahorrará dinero en pintura.  Y, ¿cómo nos explica que la Junta de Andalucía, con el respaldo legal de su nuevo decreto, prevea sanciones para bancos e inmobiliarias que mantengan viviendas vacías sin ponerlas en el mercado de alquiler y ustedes mantengan más de la mitad de las viviendas de este corral cerradas?

La especulación y el mal gusto terminó con cualquier resto de lo que antaño fue la Cava de los Gitanos, convertida en la actualidad, por las artes de la incultura y el desconocimiento,  en la  “Cava de los Municipales”. En Triana  todo es susceptible de empeorar… ¿HASTA CUANDO VA A DURAR ESTA PLAGA?

Típicos balcones trianeros en lo que será la nueva comisaría de los municipales.

José Luis Jiménez

domingo, 14 de abril de 2013

DE PASEO: ¡A ÉSTA ES!




Dicen que lo vieron volver anoche, parece que pa quedarse con nosotros una larga temporada, llegó cargado con su maleta de cartón y una sombrilla gigante, tres juegos de chanclas, el lebrillo de los gazpachos y varias novelas de aventuras, ¿dónde t’habías metío?, le han increpao algunos, los mismos que muy pronto, como cada año, se irritarán y desearán que se vaya de aquí…

Sí, por fin, anda por aquí el anticiclón, el que aplaca los vientos del norte y las nubes negras, el de las dulces brisas y el cielo azul, el que veranea en las Azores, el jartible que nos castiga luego con un aliento soporífero, el rey de las isóbaras ardientes.

Cuentan que está mu callao, molesto, tristón, que se ha enfadado con esa luna primeriza de primavera, que no quiere verla más, y por eso ha tardado tanto en llegar, mira que algunos lo han buscado hasta en las oficinas de objetos perdidos porque los primeros azahares se caían de los pasos un día sí y otro no, y el agua se llevaba todo el albero de nuestras calles.



Antes te suplicaban las viejas para que llegaras porque tú absorbías la humedad fría de los huesos, limpiabas los pasillos internos, las venas y demás cavidades, ventilabas los escondrijos oscuros donde dormitan el dolor y la pena, reponías los cuerpos molidos de tantas horas de trabajo y sacrificio, dibujabas una sonrisa de luz en las caras escamondás pero ya no quedan viejas pregonando los males de la reuma, la medicina avanza, es tiempo de quiromasajistas, que se le va a hacer, prefiero un viaje de domingo a Sanlúcar, tos metíos en el seiscientos, unos baños de agua y lodo, mucho sol, manzanilla pa los mayores, un atardecer inmenso, el cielo rojo para pasear por la orilla. eso sí que relaja y pone los músculos en su sitio. 


También a mí me hubiera gustado que llegaras antes, anticiclón, pero bueno, parece que a ésta es, yo al menos te abro los brazos, bienvenido a casa.     

Rafael Martín Holgado.  

viernes, 12 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



Triana y la suerte


            Es el título de eso que se suele llamar pequeña gran obra. Y lo de “suerte” nos da una mínima pista, aunque un poco a los Sherlock Holmes. Sí, se trata de un opúsculo cuyo autor es uno de los muchos trianeros envueltos en “la suerte” de la ONCE; su mujer y él la reparten por los alrededores de la Ronda, la nueva gran vía de los autos que van y vienen de la Cartuja. Y en una de sus cafeterías, Juan Moreno Escolar, me dejó un ejemplar de su preciosa obra que está ilustrada con imágenes a todo color.

            El texto engancha desde sus primeros párrafos. Así comienza: “Hace ya mucho tiempo que el cupón de la Once tiene en el popular barrio de Triana filosofía propia, se puede pensar sin temor a equivocarse que el cupón forma parte del alma de este barrio. Triana, tanto por su historia como por su enclave, representa a la propia suerte, sabe esperarla con paciencia y, sobre todo, engrandece a quien la vende, dándole sentido a esa magnífica obra que pretende la venta del cupón. El cupón está presente en todas y en cada una de sus manifestaciones, ya sean paganas, religiosas o festeras; la sabiduría popular premia y dignifica al que se gana el pan todos los días”.

            Y ejerce Juan Moreno de guía para forasteros atravesando Triana partiendo del puente, como Dios manda. Avisa y anima a cada paso de lo que se ve y de lo que hay que describir, y lo hace con una prosa a veces sorprendente sin que falte en ningún renglón la gracia auténtica y justa, proclamando valores y formas… “Para visitarlo no son buenas las prisas, la visita invita a relajarse y ver poco a poco cómo se despiertan la historia, la imaginación y los sentidos. Dicen los que a Triana vinieron, que su orilla tiene un imán que atrae y a su vez identifica al mejor de los anfitriones, destacando su cordialidad extrema. Son muchos los que aseguran y comentan, cuando regresan a su tierra, que este fenómeno viene a ser un maravilloso defecto que tenemos los andaluces en general y los trianeros en particular”.

            Y, claro, en el paseo no puede evitar verter sus recuerdos de cuando cada descampado era un paraíso y las calles parques de juegos infantiles… “El estar en Triana, de alguna manera, te trasladas en el recuerdo, la vida y la forma de cómo se vivía en el barrio, en cualquier casa de vecinos, en las plazuelas llenas de vida donde los mayores tomaban el sol mientras los chavales jugaban incansablemente”.

            Proclama las fiestas, y se detiene ante la Patrona invitando al grato paseo de julio: “Estar en la Velá de Santa Ana es formar parte del lienzo más clásico que tiene el barrio, donde eternamente descansa el reflejo de la Sevilla monumental, se funden el sueño con las manos y el talle de Matilde Coral (…); una Velá que solo Triana sabe interpretar, una Velá que significa mucho para el trianero; una Velá de hermanamiento, alegría propia del sitio con su gente y una explosión de arte” (a ver si se enteran algunos que desde su “forastería” o su partido político se creen que se trata de una verbena de núcleo vecinal).

            Habla de la industria del barro, visita Cerámica Santa Ana, la plaza de abastos, el Castillo y algún que otro bar de los que frecuenta cada jornada, y relata… “En la otra esquina de la barra está Emilio que ya ha visto al cuponero, y dice para él, mascullando entre dientes: Hoy no compro el cupón, que llevo una racha que pa qué; ya me lo decía mi padre: echa el dinero en una hucha y ya verás a fin de mes. Pero se acerca al cuponero y exclama: ¡Ojú, tiene el 37, mardita sea…! Y acaba pidiendo: Dame una tira del 37… Menos mal que no iba a comprar”.

            Y todo ellos salpicado de simpáticos versos con Triana y la suerte por medio: “Por la orilla de los sueños/ caminan mis ilusiones,/ le echo valor a la vida/ y me compro tres cupones (…)/ Volando se va la suerte,/ volando viene otro día,/ que venga cuando ella quiera/ que la espero toa la vía…”.

            No hace falta decir que el coste de la edición corrió a cargo de su autor; quería darle un premio a cada amigo.

Ángel Vela Nieto.    

miércoles, 10 de abril de 2013

DESDE EL MONTE PIROLO



 CENTENARIO DE DOS ALTERNATIVAS (II)


Juan Belmonte  “tomó la alternativa y la confirmó a la vez” de la tirona, tal era la  revolución de su presencia en las plazas de toros que los empresarios  no quisieron perder ni el tiempo ni el dinero, las localidades se pusieron por las nubes con precios más altos en taquilla que en otras corridas sin contar con la reventa. Las dos y juntas ceremonias –alternativa y confirmación- se celebraron a la vez en la antigua plaza de Madrid de la carretera de Alcalá. El padrino de ambas unciones que coronaron a JB como matador de toros y rey del toreo fue el gran Rafael González “Machaquito”, torero cordobés distinguido con el título (ahora sí) honorífico de III Califa del Toreo. “Machaquito” fue una gran figura del toreo destacando por su valor y por su forma de estoquear los toros.  Don Modesto, amigo de Mariano Benlliure, presenciando una tarde la suerte de matar de “Machaquito” le dijo: [Mariano esta estocada del “Machaco” la tienes que plasmar en bronce]. Y dicho y hecho, así lo hizo el escultor  Mariano Benlliure, denominándola: “La estocada de la tarde”.

                           

                           
A los toreros famosos los fabricantes de aguardientes siempre le han dedicado marcas de sus mejores licores pero a medida que se iba diluyendo la fama del torero los aficionados moyatosos iban poco a poco abandonando también los idolatrados  licores y se pasaban a otro anisado triunfador, sin embargo el aguardiente “Machaquito” todavía hoy sigue “matando” los gusanillos de fríos mañaneros y alegrando las Pascuas navideñas y otras romerías, me parece que ya no quedará ningún moyatoso partidario, pero la fama no se ha perdido con el paso del tiempo y distintas generaciones. ¡¡Un “machaco”, por favor!!.    

                           


Como se que no nos pierden de vista jugué al despiste con la fecha de la alternativa porque había leído en muchos blog y páginas web una fecha  coincidente pero errónea en el día y en el mes,  ahora lo pueden arreglar.                                            
El día  fue  el 16 y el mes Octubre, el año 193C,  por eso  cumple el CENTENARIO y aunque todavía faltan meses ya han empezado  instituciones, peñas, tertulias…. un marathon loco para ser de los primeros, la excusa  es que se va a celebrar esta efeméride  durante todo el año. Por eso escribo.
                                     
Escribo porque en su día advertí que se debían de celebrar las efemérides –las bodas de plata, las de oro (cincuentenario), las de platino y los CENTENARIOS-  de  los triunfos y no de las tragedias y fracasos, sobre todo si se hace en el lugar de nacencia, crianza o vecindad pero en este caso se tiró por la calle de en medio -ancha- del barrio quizás cegados por un afán de oportunismo y/o protagonismo donde no se escucharon las güenas intenciones de las advertencias.

                                    


En esta instantánea del fotógrafo Alfonso se recoge la llegada a la plaza de Belmonte el día de la alternativa en un automóvil último modelo. Y la de “Machaquito”, del mismo fotógrafo, en una calesa. Cambio generacional.


                                              



Se anunciaban:  6  Hermosos Toros 6 de la acreditada ganadería de Guadalest, para los famosos diestros Rafael González “Machaquito”;  Rafael Gómez “El Gallo” y Juan Belmonte que tomará la alternativa. Un espectáculo totalmente andaluz.  Al cante por caracoles: [Como reluce/ la gran calle de Alcalá/como reluce/ cuando suben y bajan los andaluces…].

De entrada los seis toros de la corrida titular y los sobreros fueron desechados en el reconocimiento previo y sustituidos por otra corrida de la ganadería de Bañuelos.

Empezada la corrida el primer toro, de Bañuelos, con el que Belmonte iba a ser alternativado se llamaba “Lechuguino” (vaya nombre) de pelo retinto y en medio de la protesta fue retirado al corral y sustituido por otro  también del mismo ganadero y con la misma capa retinta, arrecia la bronca y también es enviado por el usía a los corrales, sale otro toro que no es de Bañuelo, sale sin divisa y ni el revistero acierta a saber de que ganadería y  ni como se llamaba para que quedara escrito en la historia, solo sabe que es negro. JB recibe los trastos de manos de Machaco y lo lidia en medio de una bronca considerable. Torea maravillosamente pero el público encrespado después de matar lo despide con división de opiniones más cargadas de pitos que de palmas.
                                     


Para no meterme en más detalles diré que toda la corrida transcurrió con un escándalo permanente hasta el punto que el público saltó al ruedo en dos ocasiones y los toreros ante las dimensiones del escándalo subieron a hablar con el presidente bajo una  gran protección policial en el palco ante el temor que se convirtiera el espectáculo en un conflicto de orden público. El escándalo duró toda la corrida y en el último toro y al entrar a matar salió JB muy lesionado en el brazo, como casi no podía con la espada “Machaco”  le pidió el estoque pero JB no se lo dio  efectuando otro intento baldío de matar al burel, “Machaco” dándose cuenta en las condiciones que se encontraba JB le tiene que arrebatar el estoque casi a la fuerza y de un pinchazo, una estocada corta y un descabello despena al toro que es apuntillado. JB no pudo, por lesión, ni matar  a su segundo toro.
                                              

Rafaé González “Machaquito” a los pocos días de haberse celebrado esta  corrida y sin anunciarlo previamente llamó a su mozoespá y le dijo: ¡¡Córtame la coleta!! ( las coletas de entonces eran de verdad no postizas).  Machaco  se retiró para siempre del toreo dejando tras  él una trayectoria brillantísima. No se le dio al público  razón de tan drástica decisión, por lo tanto no se sabe si el escándalo de esta corrida sumado a la concepción –en aquella época- de saber lo que conllevaba ser, como era, una afamada figura del toreo, aunque ya en el declive de su carrera, después del  lío que se formó pensaría aquello  de: “una retirada a tiempo…..”,  y lo llevó a cabo. Era el momento.
                                       
 
                                     
 Esta es toda la historia de una alternativa triste y para olvidar. Al cabo de los años la quieren recordar cuando JB seguro que la tenía enterrada. En este caso la memoria histórica no debería  tener  vigencia y menos en su barrio. El diario ABC al día siguiente resumía en una sola fotografía de portada lo sucedido la tarde anterior.

Todos los toreros grandes han tenido y tienen tanto fracasos como éxitos que al igual que ellos son de grandes dimensiones……“Cagancho” en Almagro, las broncas toreras  de Rafaé “El Gallo”, de Rafaé de Paula, de Curro…..  estos  petardos son pequeños lunares  -cada toro sale con una leche, mala o güena- y cualquier triunfo los borra y el personal, los partidarios, lo único que  recuerdan son los triunfos, por eso estos toreros son tan grandes, lo que pasa es que en el toro, a veces, canta la gallina cuando no debe, en ciertos días especiales y  señalados de la profesión más difícil del mundo.
                                     


Juan Belmonte, pasado este mal trago, era tal la revolución que tenía formada que este fracaso casi no le pasó factura y rápidamente lo borró con una cadena de triunfos apoteósicos que lo llevaron al Olimpo de los dioses del toreo y estuvo  con el cetro en su poder, día  tras día,   durante cerca de veinticinco años. Incluso en un stand by como torero de a pie actuó como rejoneador.
                                     


Belmonte al igual que Francisco de Posada fundó una trianera dinastía torera larga y brillante, sus hermanos Manuel y José fueron matadores de toros, su hijo Juan Belmonte Campoy, también matador de toros igual que su primo, Juan, hijo de José. Los nietos del gran Juan también fueron toreros,  hijos de una de sus hijas, Juan Carlos Beca Belmonte, matador de toros, y Rafael Beca Belmonte, novillero. Con estos dos últimos toreros, ignoro si hay algunos más, se extinguió la estirpe torera sobre los años setenta y algo. Casi todos los componentes de esta saga torera una vez que dejaron de pisar los ruedos, estuvieron vinculados, de una manera u otra, al mundo del toreo como ganaderos, empresarios y apoderados.

                                    


Lo que he contado y escrito sobre estas dos alternativas, la de Curro Posada exitosa y olvidada en su barrio,  y la de Juan Belmonte, decepcionante  y sin embargo con celebraciones, como se comprenderá no lo he inventado, está mucho más extenso  en bibliotecas, archivos particulares, hemerotecas y sobre todo en el recuerdo de la  voz de mi Bato, de mi tío agüelo Santiago, de tío Rafaé, compinches y  correligionarios de  “agüaeros” y  tertulianas trastiendas toreras  de Triana (q.D.l.t.e.s.S.G.).

Son símbolos que quedan en la historia y en la trayectoria de las vidas profesionales de los toreros, negros y blancos, malos y güenos,  la oscuridad y la luz, todos le dan el caríz. Pienso que los símbolos importantes de una carrera taurina, de un artista, deben ser la luz, lo güeno y lo blanco  y creo, son los que se deben de celebrar. Los otros al macuto del olvido. Con la cantidad de éxitos que tuvo Juan Belmonte en su dilatada vida torera acordaron celebrar los dos sucesos  más nefastos.
¡OhAlá!, Dios nos libre de caer en manos de sabios “dortores”  que, muy serios y con autoridad, para tapar su osada ignorancia, disponen: éstos sí… éstos no y ¿éstos?, ni sí..ni no… éstos  mediopensionistas. Y el que sea capaz que le lleve la contraria.  



¡¡OJÚ!!....¡¡Que lo mate er Machaco con la coleta, joé!!.......¡¡Sus mulis el último pa Triana, primo!!

                                     

                                                                                              Antonio del Puente
                                                                                                     Primav-3C

     

lunes, 8 de abril de 2013

SAN JACINTO, MÁS QUE UNA CALLE


El homenaje al Guadalquivir no aguantó ni el primer chaparrón. ¿Cuánto dinero costó?

Con este reflejo azul la anterior corporación municipal quiso homenajear al rÍo Guadalquivir. La calle San Jacinto, en su tramo desde El Altozano hasta Pagés del Corro, iba a servir también para homenajear a los ceramistas trianeros con unos bancos que, al día de hoy, muestran un aspecto deplorable. De las farolas azules mejor no hablar; ya lo haremos cuando encontremos al fabricante y al que las eligió. Pero sin lugar a dudas lo que resulta más sorprendente de la calle San Jacinto y su entorno es la facilidad con la que se inaugura un establecimiento de hostelería y su terraza de veladores.



No podemos entender  cómo en una ZONA ACÚSTICAMENTE SATURADA (ZAS) el ayuntamiento permite la apertura de este tipo de establecimientos que van en contra de los acuerdos establecidos por el pleno municipal que, de un modo resumido, son los siguientes:

-      No autorizar licencias de aperturas en las ZAS de establecimiento de hostelería, tiendas de conveniencia y comercios de alimentación y bebidas con horario de funcionamiento entre las 22.00 horas y las 8.00 horas.
-         Se excluyen de los establecimientos  de hostelería anteriores los restaurantes que cumplan con los siguientes requisitos: no disponer de barras o repisas donde consuman los clientes de pie; en caso de disponer de barras estas deben de tener una altura inferior a 70 cm o superior a 120 cm no pudiendo estar  situadas en conexión directa con la entrada del local y en caso que lo estuvieran habría que dotar al local de un vestíbulo previo para el acceso.
-          También están expresamente prohibidos el uso de sillas y mesas altas.
Podrán observar que todos estos acuerdos son sistemáticamente vulnerados y sólo nos queda reírnos cuando  en  las heladerías de esta zona, acústicamente saturada,  se sirven  tostadas con jamón o cervezas; al paso que vamos no me extrañaría nada terminar tomando media de boquerones fritos en Filella.

Sin embargo  un paseo por la calle es toda una actividad de riesgo apta para los amantes de la aventura. Deben de tener  especial cuidado para no ser atropellados por un ciclista o golpeados por uno de los múltiples patinadores que  atraviesan la vía o directamente arrollados por un coche o motocicleta porque todos estos vehículos se puede usted encontrar por este paseo “peatonal”.  Otro problema es que, si ocupan toda su atención con los vehículos mencionados anteriormente, pueden ustedes terminar tropezando con una silla o un velador y lo que es peor todavía, envueltos en un parasol, achicharrados con una de esas horrorosas estufas o, en el mejor de los casos,  pulverizados con los nuevos inventos que dicen refrescan el ambiente y pueden ayudar, si sus propietarios no lo remedian, en esparcir la bacteria de la legionela. Pero no, no se preocupen que, de momento, nuestro ayuntamiento no nos obliga a pasear con mascarilla antibacteriana aunque tanto esta, como un buen casco y, en invierno, un traje antifuego no estaría de más para cruzar por San Jacinto.

Artefactos para todos los gustos: parasoles, estufas, pulverizadores y veladores junto a la Casa de los Mensaque

Mi próxima propuesta al ayuntamiento es que propongan a la calle San Jacinto como de récord Guiness curioso en las siguientes modalidades:

-          Como la calle peatonal con mayor dificultad para andar.
-          Como la calle de una ZAS donde más se potencia el ruido.
-          Como la calle con el mobiliario urbano más cutre y horroroso.

San Jacinto, más que una calle, es toda una historia al último despropósito que los gobernantes municipales han cometido con Triana y sin embargo ninguno ha rendido cuentas de tanto dinero tirado a la basura ni del daño económico que le han causado a la mayoría de los comerciantes del barrio. Y algunos todavía proponen peatonalizar hasta San Martín de Porres.

José Luis Jiménez.   

sábado, 6 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


El primer Cagancho


Tío Antonio Rodríguez Moreno inaugura la casta cantaora, fértil y decisiva, de los Caganchos. Nace en 1820 y es el primer gran seguiriyero cuya fama recaerá después en su hijo que será reconocido como uno de los nombres con mayor raigambre y devoción en el templo flamenco. Estaba casado con Concepción García Vargas, trabajaba en la fragua familiar y el cante será su desahogo vital. Fernando el de Triana, uno de los principales doctores en esta cátedra inabarcable, cuenta que Tío Antonio Cagancho se hizo popular “sin salir en su vida del arquillo de la Cava, porque era mucho Tío Antonio cuando cantaba esta seguiriya: Como jases conmigo/ esta villanía,/ así lo hagan contigo los moros/ de la morería. Alababa, Fernando, el timbre melodioso de su voz y aseguraba que estaba reconocido como la más alta representación del cante fragüero. Y si él era llamado “Tío”, título de autoridad, Manuel, su hijo, alcanzará el rango de “Señor” que le distingue del común por su admirable maestría cantaora.

            Tío Antonio es el primer Cagancho que se conoce, porque no sabemos si su padre, Manuel, ya lo portaba. ¿De dónde viene el sobrenombre? La mayoría de las veces que de una forma u otra ha salido el asunto a colación, casi siempre en viejas entrevistas a un miembro de la familia, se ha dicho que deriva de los ganchos que fabricaban en su herrería sobre la que cuentan que colgaba un letrero que proclamaba: “Ca gancho a…” y el precio a continuación. La idea de que es por un pájaro de buen piar, conocido por este nombre o parecido, nos parece peregrina.

            En nuestra búsqueda por los antiguos padrones vemos que en 1865 Antonio Rodríguez Moreno vive en el 52 de la calle Verbena (Rodrigo de Triana), hijo de Manuel y Baldomera, tiene dos hijos varones, Manuel y Juan, de 15 y 8 años, y dos hembras, Ramona y Encarnación, de 18 y 12. Era herrero y tenía 45 años, lo que demuestra que el dato repetido de su nacimiento es correcto (1820); también el que se maneja de su hijo Manuel (1850). Los números 51, 52 y 53 de la calle Verbena estaban poblados de gitanos herreros de las viejas castas: Vargas, Filigrana, Leiria (Lérida), Bermúdez, Ortega, Moreno y de los Reyes. Cinco años después, 1870, aparece domiciliado en la calle Ardilla, 10, con algún desajuste en la edad de las mujeres (el mundo gitano no admitía el término hembra), y lo que nos resulta más llamativo: los dos hijos que se anotan, también herreros, figuran con los nombres de Manuel y Miguel, éste de 16 años, desapareciendo el llamado Juan que en el año señalado cumpliría los 13. En esta casa de Ardilla estaban censados varios herreros más, entre los que nos llaman la atención, por posible parentesco, Antonio Rodríguez Montenegro, Manuel Rodríguez Flores y Martín de los Reyes Moreno, éste casado con otra Rodríguez, Amparo. En la casa paredaña estaban domiciliados dos alfareros, uno de ellos apellidado Canela. El primer Cagancho vivió también en el 86 de la mencionada calle Verbena donde estaba censado en 1875.

            Por último digamos que en 1900 ocupaba una vivienda en el 93 de Pagés del Corro Miguel Rodríguez García del que se dice tiene 47 años, casado con Antonia Rodríguez Moreno y con dos hijos, Manuel y Ramona. Pues este Rodríguez García es hijo de Antonio y Concepción, lo que nos hace asegurar que se trata de uno de los vástagos nombrados del primer Cagancho. También la casa 93 de la Cava es cobijo de varios herreros apellidados Reyes, Vargas y Ortega. Uno de estos vecinos era José Ortega Vargas, herrero bautizado en Santa Ana, hermano de El Fillo y, por tanto, cuñado de La Andonda.

Ángel Vela Nieto
(Del libro “Triana, la otra orilla del flamenco”).  

jueves, 4 de abril de 2013

5ª PARTE DE "TRIANA EL BARRIO DEL ARTE" DEL LIBRO "HELIOS GÓMEZ LA RÉVOLUTION GRAPHIQUE"





Finalización del capitulo "Triana: El Barrio del Arte" del libro "Helios Gómez La Révolution Graphique.

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El ya referido auge de la industria cerámica trianera, a consecuencia del resurgir de las hermandades religiosas y de la Exposición Iberoamericana, así como de la gran demanda de murales cerámicos publicitarios, empleó a una gran cantidad de pintores ceramistas. Aquí es donde Helios Gómez da sus primeros pasos como pintor, sin saber a ciencia cierta la fábrica donde inició su actividad. Aunque fueron muchos los artistas gráficos trianeros de la época vamos a destacar a uno con muchos puntos en común con el nuestro: Andrés Martínez de León. Nacido un poco antes que Helios Gómez, los comienzos de Martínez de León son como pintor de cerámica, para seguir colaborando como ilustrador en la revista “Sevilla y sus fiestas primaverales”. Crea la famosa figura de “Oselito de Triana” –como arquetipo del trianero tabernario y primer personaje fijo de la historieta gráfica andaluza-. A principios de los años 30 se marcha a Madrid y a mediados de la década a Rusia donde crea “Oselito en Rusia”. Durante la Guerra Civil se alista en el ejercito republicano, y a su término, es arrestado y condenado a muerte. Finalmente es indultado y en 1945 regresa a Sevilla.  Muchas coincidencias para que no tengamos constancia documental de que se conocieran ambos artistas.

De lo que si quedó constancia fue de su relación con Rafael Laffón,  poeta criado en Triana ya que su padre fue director de la Casa de Socorro de la  calle Betis y después vecino de la cercana calle Reyes Católicos, como se desprende de la correspondencia que se conserva entre ambos artistas, sería por tanto El Altozano su lugar de encuentro. Esta plaza, ágora fundamental de Triana,  que enlaza las calles Betis, Pureza, San Jacinto (Manuel Carriedo), San Jorge y al Puente de Triana, era lugar frecuente de reuniones de toreros y artistas. “El Sol Desaparecido”, la  obra de Laffón que ilustró Helios Gómez,  es una obra  vanguardista de este poeta de la Generación del 27, cuya génesis fue aquel homenaje que el Ateneo de Sevilla le rindió al poeta cordobés Luis de Góngora y cuya idea y organización partió del humanista José María Romero Martínez, “El Niño Sabio de Triana”, médico de la trianera calle Pureza que atendía a todos los pobres del barrio y que, incluso, les pagaba las medicinas que necesitaban y que fue fusilado, por orden de Queipo de Llano, durante los primeros días de la toma de Sevilla en la Guerra Civil.  Otra suerte de Helios Gómez, que a buen seguro viviría en primera persona el ambiente literario de la mejor generación de poetas de España y que, de alguna manera,  impregnaría también su espíritu artístico

Hasta aquí esta breve exposición del barrio donde Helios Gómez respiró los primeros aires  que  le causaron  una profunda huella -incluso aquí vivió esa emoción del primer enamoramiento- y que, finalmente, como a muchísimos de los que gatearon por sus calles, lo convirtieron en artista. Desconocemos cuál es el misterio ancestral de Triana para que, con tanta facilidad, sea capaz de parir a tantos artistas. Lo que sí es evidente que aquí todo se vive con un aire propio y distinto.

La triste realidad es que, en la actualidad, Helios Gómez, como tantos artistas trianeros es un auténtico desconocido en Triana, donde se hace urgente traer una amplia exposición suya con la que resarcir a este hijo del barrio de su huida precipitada a finales de los años 20 tras aquella incomprendida exposición en El Kursaal Internacional, aquel típico café de variedades del centro de Sevilla; por tanto nunca expuso Helios Gómez en Triana.

José Luis Jiménez

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