viernes, 31 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO




Curro Fernández

            Me senté en la plaza del sol de Triana, esto es, la plaza del Altozano, en el mismo vértice de Pureza; ocupé un velador en ese observatorio, eterno terreno de curiosos de bares, con un artista nacido en la inmediata calle Fabié, el gran Curro Fernández. Venía vestido como es, lleno de elegancia y colores. Cumple Curro setenta y dos años, lo que quiere decir que está en edad de maestro. Conserva la medida necesaria de entusiasmo en todo lo que habla con el mismo tono de siempre, a pesar de lo que ha cambiado su vida.

            Su voz suena potente y segura, una voz que sacrificó al servicio del baile. ¿Sacrificó? Es lo que se puede pensar desde afuera, desde mi posición, pero él no cambiaría ni un corto trayecto de su carrera flamenca. Invierte la idea y manifiesta que al baile se lo debe todo, porque nada ama con más pasión que el baile, y hasta lo necesitaba para inspirarse. Y es que como se ha bailao en Triana... amigos, en ninguna parte del planeta. Pero él era cantaor y así se sentía desde que la razón lo hizo consciente. De chico dejó alguna vez sin almuerzo a su padre que trabajaba en el centro porque, canasto en ristre y encargado de acercarle la fiambrera, solía pararse en la barandilla del puente que daba al Puesto de Laureano (de las Flores); allí se embobaba escuchando los discos de Vallejo, de Pastora, de Gracia de Triana y Pepe El Culata que alegraban el ambiente y atraía al personal… La suerte estaba echaba y todavía más cuando una noche de Velá, ahí mismito, se subió al tablao y cantó como un Cagancho reducido.

            La boda del padre de Curro fue la última celebrada en Triana al modo gitano, o sea, que duró tres días. José Fernández El Vega, hijo de la Cava de las fraguas, solía cantiñear cuando lo necesitaba y supo tener amigos: Mairena, Tomás Torre y Pastora Imperio fueron testigos y co-disfrutantes del enlace calé. Así que Curro ya lo traía. Tras la mili se lo toma en serio y decide su posición en el escenario, y desde esa sonora penumbra ha colaborado al éxito de la más noble nómina de artífices de la danza flamenca, desde Matilde Coral, Trini España y Manuela Vargas a Farruco y Manuela Carrasco. Desde ese lugar, de atrás, donde hay que romperse por exigencia del compás pasó su vida de cantaor. Su garganta dijo que había que parar, que era demasiada la generosidad repartida por los escenarios de medio mundo para que los aplausos se lo lleve otro u otra. A él ya nada le importa porque hay que cerrar los ciclos y hacer balance. Pocos haberes tan ricos desde que ejerció como patriarca de un  grupo que asombró a tres continentes: la Familia Fernández. Y ahí están sus frutos, los que han reverdecido la casta: Esperanza, Paco y José, cante toque y baile, cuerpo milagrosamente completo. Para qué más. Cumplió y ahora, después de haber juntado cuatro generaciones en un escenario, se queda con las manitas de sus nietos, porque ahí, a esas alturas, está la calidez, la ternura, el auténtico triunfo. Ellos le cantan y el baila a ritmo.

            Posee, Curro, toda la nobleza de los gitanos de Triana, únicos en el mundo, trabajadores, caballeros, educados, responsables, a los que la palabra gachó les suena a sinónimo de hermano. Pena de Triana que tiraron por la borda, con toda su carga de riqueza, los traficantes de vidas, los fríos especuladores y los ciegos e irresponsables mandantes. Pero mientras existan los Curro Fernández y toda su sangre Triana será siempre Triana.


Ángel Vela Nieto     

miércoles, 29 de mayo de 2013

EL COLEGIO REINA VICTORIA IV. EL BATALLÓN INFANTIL DE MARINERÍA


Un curioso acontecimiento en la historia del Reina Victoria fue la organización del Batallón Infantil de Marinería. La génesis de tan singular agrupación tuvo lugar durante el mes de junio de 1912 cuando se nombró una comisión presidida por Andrés Fernández Mensaque con el apoyo de un nutrido grupo de  personalidades destacadas del barrio entre los que estaban Manuel Carriedo y el director del colegio, D. José María del Campo. El fin de la idea fue la de exaltar el patriotismo de los niños en una época donde había múltiples corrientes antimilitaristas y un enconado conflicto con Marruecos.

Los pequeños marineros usaron como uniforme el del cuerpo general de la Armada e inicialmente estuvieron dirigidos por un teniente de navío de 11 años, el niño José Gómez Rodríguez. En número de ciento cuarenta niños, el batallón se dividió en tres secciones al mando de otros tantos alféreces de navío. Como necesario complemento a la divertida organización militar no faltó una banda de música, con cornetas y tambores, dirigida inicialmente por Manuel  Damas,  que ejercerían de animadores musicales en multitud de actos y festivales.

El abandono paulatino por parte de sus principales animadores  y, tal vez, la falta de los necesarios fondos económicos terminaron con la aventura de este batallón trianero.


José Luis Jiménez

lunes, 27 de mayo de 2013

DE PASEO: LOS BOXES DE SANTA CECILIA




Los tiempos cambian y Santa Cecilia no se queda atrás. Limitada al sur por Ruperto y al norte por Diego el de los caracoles, esta avenida presenta en su acera oeste un continuado muestrario de tiendas y locales, que en estos tiempos de crisis sufren más traspasos que antes. Pero es en la otra acera, la que linda con unos jardines sombríos y poco vistosos, donde acaban de abrir dos nuevos negocios y ambos pertenecen a la nueva generación. Uno, naturalmente, es otro bar. Están abriendo tantos, que me pregunto si hay clientela para tantas parroquias, si no estamos hinchando ahora la burbuja de los bares, si tal como pasó con la envenenada burbuja inmobiliaria, igual termina estallando en poco tiempo y nos quedamos sin tasquitas, ni bodeguitas. El establecimiento en cuestión pertenece a otra nueva franquicia, cuyo poder de atracción se basa en servir las cervezas más baratas de Sevilla y tapas a buen precio, de la calidad no hablamos, sin embargo acuden muchos jóvenes que sienten la llamada del céntimo como si de un potente imán se tratara. 





El otro negocio no es fácil de definir. No hay ninguna persona que te sirva, son sólo máquinas, que en cuestión de segundos son capaces de prepararte un trozo de pizza, una hamburguesa o un kebap. También tiene bebidas y caprichitos como patatas fritas, frutos secos, galletas, chocolates y demás golosinas. Se supone que deben funcionar de noche, cuando, desesperado y muerto de hambre no encuentres ningún lugar para comer, aunque no me extraña que una juventud tan adicta a las nuevas modas les de por reunirse alrededor de los boxes, como si fueran coches de fórmula 1 esperando la gasolina para salir a correr la noche a la máxima velocidad posible.

Con los nuevos estudios que se vienen haciendo de células madres y de corazones artificiales, a lo mejor aparecen dentro de poco unos boxes sanitarios, donde lo mismo te sustituyen todos los órganos que no funcionen correctamente, que te colocan dos o tres vértebras nuevas, para terminar con un limpiado a fondo de venas y arterias y la renovación de neuronas tristes, gastadas y sin memoria.  

Rafael Martín Holgado   

sábado, 25 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



Ya está aquí…


            Si, se ha asentado ya en la historia del flamenco y cada vez el daño se hará mayor. Hace tiempo que venimos denunciando cómo los jóvenes interesados en nuestra música y sus artífices muestran un casi absoluto desconocimiento de lo que Triana ha representado y representa en el devenir de algo que tanto nos afecta como andaluces. Por determinados intereses, hace tiempo se sembró lo que ahora se recoge; los potentes altavoces pregonaron lo que a ellos les interesaba, despreciando todo aquello –o aquellos- que podía –o podían- interferir en la consecución del objetivo: que el flamenco se circunscriba a una o dos comarcas, aquellas que han sabido sacarle todo el partido material. Pongamos el caso de Jerez con su Centro Andaluz, su festival del baile, su Cátedra, etcétera. Bien es verdad que sus poderes oficiales están por la labor porque saben la riqueza que genera, lo que aquí, en esta ciudad de tanto arte y tanto olvido, se desestima por penosa incultura y franco desinterés. Con la Semana Santa y la Feria lo tenemos todo hecho, y queremos vivir el año completo de la industria turística…

            Acabamos de leer en El Diario de Sevilla el anuncio de una nueva publicación con el título “Flamenco y Cómic”. Se trata del trabajo de veinte historietistas gráficos que han puesto en viñetas la vida de sendos artistas más un apartado sobre los orígenes del flamenco. Hemos visto sólo las dos páginas que el citado diario le dedica a la noticia bien ilustrada, como es natural, tratándose de un libro esencialmente gráfico. Pero ni falta que nos hace, con lo leído y contemplado tenemos bastante. Las ilustraciones corresponden a Moraíto Chico, Manuel Soto Sordera, Enrique Morente, Camarón, Carmen Amaya, Caracol, Macandé, Bambino, La Niña de los Peines y la Paquera. Jerez se lleva la palma, como no. Lo que suena es lo que se repite; lo demás no existe.

            Otras modernas historias de flamenco, pongamos como ejemplos la de José Manuel Gamboa y la del crítico del diario citado, Juan Bergillos, ya son evidentes muestras de lo que va quedando de la verdad de un género con más de siglo y medio de existencia y su honda prehistoria. Y nada podemos hacer contra lo que ya se ha institucionalizado, porque quién le quita tanta tierra encima a lo que esta orilla ha supuesto en el génesis del cante y el baile, y quién menciona ya a los Frasco El Colorao, Los Fillos, Caganchos, Pelaos, La Andonda (en Triana), Ramoncillo el Ollero, La Gómez, La Cuende, La Bilbá, La Guaracha, Ana la Manca, La Ruca, Maruja La Trianera, Amparo de Triana, Angustias Cruz, Curro Puya, Tío Martín, Martinillo, Tío Rivas, Tío Noriega, El Cojo Pinea, El Quino, El Canela, El Pancho, Diego El Lebrijano (mucho más trianero), Fernando el de Triana, Pepe de la Matrona, Rafael Pareja, Faíco, Mojigongo, Antonio Triana, Maestro Matos, La Perla de Triana, Rosalía de Triana, La Posaera, Pastora Moreno, Conchita de Triana, Carmen La Trianera, La Trianita, La Finito, Lolita Triana, Felipe de Triana, El Titi, El Tumba, El Niño de Triana, Moralito, Lorente, Garfias, El Sordillo, Mazaco, Los Ballesteros, Gracia de Triana, Carmen Florido, Rosarillo de Triana, La Bella, La Moreno, Lola Triana, El Maní, Tragapanes (y toda “Triana Pura”), Los Culata, Manuel Maera, La Negra, El Perlo de Triana, Juan Montoya, Rafael El Negro, Curro Vélez, Los Amador, Luisa Triana, Matilde Coral, Chiquito de Triana, El Cojo de Huelva, Domingo El Alfarero, Emilio Abadía, Manolo Oliver, Niño Segundo, El Goro, Gordito de Triana, Naranjito de Triana, El Arenero, Los Casado, Manolo León, Caracolillo, Manolo Domínguez …

Y qué saben los jóvenes de Angelita Vargas, Manolo Marín, Remedios Amaya, Juana la del Revuelo, La Susi, Los Montoya, Los Fernández, Manuela Carrasco, Chiquetete, Lole y Manuel, Paco Taranto, Milagros Mengíbar, María Pagés, Pepa Montes, Ricardo Miño y Pedro Ricardo Miño, Pilar Astola, Meme Mengíbar, Antonio Canales, El Mimbre, Paco Vega, Lupe y Luis, Rafael Riqueni, Gualberto, José Acedo, La Tremendita… y tantos que no hemos nombrado.  

¿Conocen algo de los Montes Pirolo y Marianillo, de las Cavas, del Zurraque, de Estébanez Calderón, Ford, Davillier y los demás viajeros de las viejas crónicas? ¿Saben de los cantes paridos en esta orilla? ¿Cómo es posible que desconozcan cuál es la verdadera cuna del cante?

Y nuestras autoridades ¿qué saben…?

Ángel Vela Nieto.

               

jueves, 23 de mayo de 2013

EL COLEGIO REINA VICTORIA (III). A DOÑA EMILIA MARTÍN MANCERA




Cuando comenzamos esta serie de entradas acerca del Colegio Reina Victoria disponía de poca  bibliografía relacionada con el colegio. Algún artículo de la Revista Triana, pequeñas referencias en libros sobre la historia de Triana, libros-catálogos sobre Aníbal González y tratados sobre la escuela pública sevillana era todo lo que disponía de información. Sin embargo, una búsqueda en la web me llevó hasta un blog creado para dar a conocer un libro que se había publicado sobre la historia del colegio. Poco conocía de su autora, Dña. Emilia Martín Mancera, así que rápidamente  comencé a buscar datos sobre la misma y alguien que me llevara sobre el libro que, de momento,  nadie conocía. El citado blog sólo disponía de dos entradas; la primera, del mes de febrero de 2009, anunciando el libro y la segunda, de septiembre de 2009, anunciando la muerte de Dña Emilia.El blog lo firmaba Mariano Ganfornina Álvarez, persona desconocida para mí y  para aquellos a los que realicé una primera consulta. Investigando en la red pude encontrar el correo electrónico del Sr. Ganfornina y gracias a dicho medio pude ponerme en contacto con él. En un intercambio de correos, Mariano, antiguo alumno del Reina Victoria, me puso en antecedentes del libro y  de su autora. Incluso me mandó la fotografía que encabeza la entrada así como un adelanto en forma de archivo escaneado de la portada y contraportada del libro.

El libro, de título exacto “Historia del Colegio José María del Campo, es un trabajo fruto  de su experiencia como directora del Colegio además  de tres años de investigación en hemerotecas. Contó con el apoyo  del propio Mariano Ganfornina y del jerezano Fernando Álvarez Montes que, según cuenta Mariano, pudo limpiar los documentos gráficos para su publicación. La autora no tuvo fines lucrativos con la edición de este libro; todo lo contrario ya que la única entidad que aportó dinero, no más de 200 euros, fue la Fundación Cajasol.  Se editaron 75 ejemplares que en su mayoría,  a la muerte de Dña. Emilia, quedaron sin distribuir.

De la biografía de Dña. Emilia podemos aportar que nació en Bodonal de la Sierra en diciembre de 1924, maestra de primera enseñanza y licenciada en ciencias químicas por la Universidad de Sevilla. Tras pasar por diversos centros escolares termina en el colegio Reina Victoria, del que fue muchos años directora. Dña. Emilia murió viuda sin hijos y sólo tenemos referencia de una sobrina de nombre Laura, de la que desconocemos su paradero. Pero lo más importante de todo, y es por lo que le hemos querido dedicar esta entrada, es que gracias a su tesón el colegio Reina Victoria sigue en pie y goza de un buen estado de salud.  Por el año 1969 el alcalde de la ciudad, Félix Moreno de la Cova, decide demoler el colegio y enviar a los alumnos a un colegio fuera de Triana.  Eran tiempos donde la especulación inmobiliaria no respetaba nada. Los trianeros, en tristes procesiones, salían de su barrio en dirección a los nuevos polígonos y La Cava iría transformando su fisionomía y sabor. Sin embargo, en el Colegio Reina Victoria, Emilia Martin Mancera hizo frente al alcalde y logró frenar la disparatada decisión. Buscó dinero para la realización de las obras de rehabilitación e incluso planificó las mismas para que se realizaran sin parar la labor docente en el colegio.

Dña. Emilia murió sin hacer ruido, como a ella le gustaba trabajar,  – según palabras de su amigo Mariano Ganfornina-  en 2009, el mismo año que se celebraba el 100 aniversario de la inauguración del colegio. Sería injusto que pase un día más sin que al menos una simple placa, en el interior del colegio, recuerde a esta persona cuya labor ha sido fundamental en la historia de este colegio trianero.




Continuará…..

José Luis Jiménez

martes, 21 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


            Nevería del Burrero



            “Junto al puente de Isabel II hay un barracón mal llamado Café cantante flamenco, foco de inmoralidad y corrupción…”. (El Progreso, 25 de septiembre de 1885). Conocido más popularmente como Café Sin Techo, estuvo ubicado donde hoy los jardincillos dedicados al poeta Rafael Montesinos y campa en quejío de bronce el Mairena de Augusto, allí donde los chiquillos de Triana se desplazaban hace un siglo con sus banquitos para ver los cuadros de Charlot en el orto del cinematógrafo. Este café-nevería quedó inaugurado en el mismo 1885 venciendo una primera negativa del Ayuntamiento y como sucursal veraniega del café cantante del empresario de El Burrero. Ocupó con éxito de público el sitio “donde estuvo la exposición de fieras de Mr. Cavanna” (El Tribuno) y fue tristemente célebre porque allí cayó asesinado en cantaor apodado El Canario. El diario El Progreso, poco amigo de flamenquerías, avisaría así del suceso: “A las cinco y cuarto de la madrugada de ayer (13 de agosto de 1885), hora en que diariamente se dan por terminados los edificantes espectáculos del café cantante flamenco del Burrero, fue aquel sitio teatro, como casi todos los días, de un drama terrible”.

            Otro diario, El Porvenir, trata con la misma inquina al escenario de la tragedia, haciendo además una curiosa reflexión: “Desde que se estableció en las inmediaciones del puente de Triana un café cantante, de esos del género flamenco, toda la prensa sevillana ha dado cuenta al señor Gobernador del género del espectáculo y del personal que allí se reúne, sobre todo a altas horas de la noche. Ya se dice que en el populoso barrio de Triana se ha sentido la letal influencia del referido café cantante. Padres de familia llegan a sus casas sin su corto jornal; jóvenes que deberían ser el apoyo de sus padres pierden hasta el último céntimo, sin que en sus casas puedan averiguar dónde ni cómo han dilapidado el fruto de una semana de trabajo…”.

            La moral de la época choca frontalmente con el flamenquismo y sus alrededores, especialmente contra un lugar considerado como “Patio de Monipodio” al estar aislado del núcleo vecinal. Cuidaba la prensa de la salud moral y económica de los trianeros mucho más que de la salud física y anímica. No vamos a poner en duda los peligros que entraña el vino mal  bebido, los celos profesionales, las pasiones desmesuradas; no, no tenían buen ambiente los cafés cantantes y a lo mejor hay que buscar por ahí los motivos por los que la mayoría de los flamencos trianeros preferían quedarse en la dulce paz de la afición y en el trabajo de siempre. Está claro que el río separaba demasiado y que el personal arrabalero, salvo esos juerguista que delatan los periódicos, era muy particular en su sentido de la vida y sus placeres. Todo esto al margen de las fiestas públicas que se organizaban en Triana… pero en Triana.

            Blas Vega en su libro sobre los cafés cantantes de Sevilla sigue la información de José María de Mena indicando que el Café Sin Techo estaba en la esquina de Reyes Católicos y el Paseo Colón, frente al Barranco del pescado. Nosotros no creemos equivocarnos por los datos que aportamos de la prensa de la época, por tanto remitimos al lector al primer párrafo de este epígrafe. Y es una pena que no existan imágenes del “barracón” sin techo ni siquiera después de haber sido escenario de suceso tan pregonado.

Ángel Vela Nieto
            

domingo, 19 de mayo de 2013

AQUÍ ESTAMOS OTRA VEZ



El pasado miércoles, casi sin tiempo para que el Barrio despidiera a su Hermandad, dio comienzo este camino doscientos donde el frío y el agua han sido dos grandes protagonistas. Los primeros chaparrones ocurrieron a los pies del Aljarafe y obligaron a la protección de la carreta del  simpecado con el lógico deslucimiento de la misma. La Raya Real también recibió a la comitiva trianera con un gran aguacero momentos antes de la parada para sestear. Con absoluta puntualidad se llegó al Puente del Ajolí donde una marea de trianeros acompañó a La Chiquitita hasta la presentación oficial de la Hermandad ante La Blanca Paloma, uno de los momentos más esperados en El Rocio y de más emoción para los miles de peregrinos trianeros.


Y entre fiesta y alegría, como antítesis a la cruda realidad que nos está tocando vivir, en la aldea de El Rocío quedamos a la espera que los almonteños decidan mostrarnos a su reina de las marismas. Después vendrá el camino de vuelta y la noche del jueves, donde Triana, un año más, estará en la calle esperando a su Hermandad; esperemos que ésta esté a la altura de las circunstancias y olvide las prisas para que el discurrir de la comitiva por las calles de Triana sea la gran fiesta de todo el Barrio.



El corresponsal rociero de Tri@ana en la Red.

viernes, 17 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



Rocieros de infantería


            Va de recuerdos. Pongamos como fecha los años cincuenta que igual que en los cuarenta varió la vida muy poquito desde el primero al último año de la década; el mismo gris y las mismas carencias. Fueron los años de mi niñez, mi patria (“la infancia es la patria del hombre”, sentenció un poeta). Y Triana, mi patria física, era todavía un pueblo cercado en su forma de arco de amplios espacios abiertos para el disfrute de los niños, y unas costumbres festivas de siglos para que los mayores se olvidaran, siquiera por unos días, de esas estrecheces que he mencionado y poner un poco de color a sus vidas.

            Estaban la comitiva de los Reyes del Ateneo, la Semana Santa y la Feria, aunque ésta sólo diera para un paseo hasta el Prado de San Sebastián para contemplar la diversión ajena como si fuera propia. Y lucían las Cruces de Mayo, más asequibles y disfrutables; la salida en procesión de alguna imagen de gloria que favorecía el paseo por el barrio e invitaba a la cervecita –sólo una- en la calle San Jacinto o el Altozano… y el Rocío. ¡Ah, el Rocío!, una fiesta para todos porque se partía en dos, el Rocío de caballería (a caballo o “transporte”) y la siempre fiel infantería acuartelada y con día de permiso. Los primeros eran los principales protagonistas, los que podían presumir de circunstancias que les permitían embutir las carnes en el distinguido uniforme y desahogar su buena suerte rociando sus coplas desde el estruendo del primer cohete de salida del Simpecado.

            ¿Y quiénes iban a ser los de la infantería acuartelada en día (o mañana) de permiso”?, pues los que se tenían que conformar con el espectáculo de ver pasar a los primeros, los afortunados, los rocieros de galones, cuyo Rocío llegaba adonde tenía que llegar, mucho más allá del Patrocinio o de la Pañoleta, y a los que no volveríamos a ver en una semana. De niño y algo mayor viví este tiempo rociero reducido a la contemplación de la salida y el regreso, o sea, en plena infantería cuartelera. Estaba, como la mayoría de los trianeros de los corrales, en mi función de activo animador de la rutilante maravilla; incrustado en la masa en un apretado tramo de acera de San Jorge o Castilla, aplaudiendo a los protagonistas de caballería y transportes, admirado de tanta gracia en los adornos de las carretas y en la belleza de las muchachas ataviadas como la Virgen de la romería mandaba, explosivas en su gracia y en sus cantes. No faltaban rostros de cine, estrellas deslumbrantes con la jerarquía de sus palillos repicando y que sólo volvían a su barrio en esa fecha, lo que alimentaba la curiosidad. Y recuerdo que los chiquillos los acompañábamos hasta los límites patrios, el que marcaba la capilla del Cachorro.

            Los presumidos, que los había como es natural, podían, mientras sujetaban al animal, soltar las riendas de todas sus ansias de verse como galanes del cine, admirados, envidiados y hasta aplaudidos por tantos vecinos encendidos y conocidos en su mayoría. Los de mi patio siempre fuimos de infantería, de la clac, que una vez pasada la ola de colores volvíamos al marengo y al cinc del corral, pero con la esperanza de que en una semana el espectáculo -gratuito- se repetía en la tarde-noche por los mismos escenarios. Sólo que sabíamos que algunos de los cruzados regresarían pareciendo soldados de un ejército en retirada. Y así hasta el último cohete, porque parece inimaginable el Rocío sin cohetes…

            Pues nada, otra cervecita en el Cañaveral y para el cuartel o el cine de verano… Y que viva el Rocío, la fiesta para todos los “cuerpos” militantes.

Ángel Vela Nieto

miércoles, 15 de mayo de 2013

VEO VEO: FIN DE CURSO EN EL DISTRITO




 Han llegado las primeras calores, calores locas, como siempre, que te cogen desprevenidos, con el botijo sin preparar y el cuerpo sin hacer, hasta tal punto que no más de treinta y pocos grados son capaces de aplomarte toda la tarde o de hacerte dar más vueltas de las necesarias para dormir. Y acompañando a estas calores han venido las vacaciones para los talleres que organiza cada curso el distrito, este año antes de tiempo, cuestión de recortes. Desconozco el gasto que le supone organizar los talleres al distrito, pero estoy seguro que hay bastantes más actividades, comidas de trabajo, gastos de representación y otros similares, de donde sacar un puñaíto de euros. 
 

El pasado viernes 3 de mayo se celebró la gala fin de curso en el Paseo de la O, en la que los alumnos demostraron sus aprendizajes en bailes latinos, yoga, flamenco, aerobic y otras muchas actividades. ABC digital titula su crónica como “Una gala llena de ritmo y de música” y nos cuenta que “la empresa Arte Aula es la organizadora de este evento”, donde “unos 200 alumnos han mostrado ante familiares y amigos todo lo aprendido durante el curso”, por supuesto no deja de citar a “Un público que se deshacía en aplausos en cada actuación”, para terminar recordando que “al acto también ha asistido el delegado del distrito Triana, Curro Pérez, y representantes de asociaciones y entidades del barrio”.
 

Pero el fin de curso no terminó con esta gala, ya que la semana pasada se expusieron en la casa de las Columnas los trabajos realizados en los talleres de manualidades, fotografía, pintura, cerámica, costura y patchwork. Allí te muestran llenos de orgullo el trabajo realizado por ellos mismos o por sus compañeros, sin embargo nadie del distrito aparece cuando estaba previsto un sencillo acto de inauguración, tres renglones en el ABC digital son suficientes para cubrir esta noticia y los propios alumnos son los encargados de preparar la exposición, e incluso de pagar algunos enganches necesarios para mostrar algunos trabajos, eso sí contando con la desinteresada ayuda de los monitores, digo desinteresada porque la empresa Arte Aula no considera este tiempo como horas de trabajo y no les paga.
 

De cualquier forma, lo más importante es que casi todos los alumnos quedan encantados con el curso que han hecho, al final se les hace corto, muy corto y les gustaría continuar algunas semanas más disfrutando con el aprendizaje, de mano de unos monitores mal pagados que son capaces de llevar todos juntos hacia adelante a personas muy heterogéneas en edad, carácter y conocimientos, monitores que te enseñan y te hacen formar parte de un grupo humano que va creciendo con cada sesión, porque los compañeros acuden para pasarlo bien, como buenos vecinos se respetan y conviven, y si hace falta se reúnen fuera de clase, como si el espíritu de los viejos corrales flotara aún por TRiana y nos hiciera a todos mejores personas.
   
Rafael Martín Holgado.

lunes, 13 de mayo de 2013

FORTALEZA




FORTALEZA: de momento el único remedio para paliar los estragos que el paro, los desahucios, los miles de sinvergüenzas , las salidas masivas y obligadas a Alemania y la gran cantidad de “paisanos” que se suman al grito de “ande yo caliente y ríase la gene” están causando a esta sociedad moderna del siglo XXI.

FORTALEZA que se sostiene a duras penas cuando nos están robando la dignidad como seres humanos y que  se cae por completo cuando observamos que la justicia tiene dos varas de medir, una para los grandes, famosos y nobles defraudadores con  cuentas en Suiza y con participación activa en sociedades sin ánimo de lucro y otra para los jubilados, trabajadores y pequeños empresarios que no pueden afrontar el pago de su hipoteca.

La FORTALEZA que aparece en la fotografía que ilustra esta entrada se corresponde con el rótulo de esta trianera  calle del Monte Pirolo.  El lugar exacto es la esquina con la calle Troya donde se encontraba el  “Arquillo de Marco Sánchez”  y que fue derribado a mitad de los años 70, seguro que por algún “amante” del urbanismo moderno.

Pues al igual que la gran virtud, esta FORTALEZA que rotula la calle, se sostiene a duras penas entre grandes desconchones de esta edificación que se mantiene en pie milagrosamente, al igual que nosotros,  a la espera de  una mano restauradora.

 Tenemos que seguir luchando, en estos momentos es donde más necesitamos estas grandes virtudes. Cada días son más los que demuestran su alto sentido de la solidaridad, el amor, la caridad, la humildad, la tolerancia y hasta la paciencia. Sin embargo no podemos perder la FORTALEZA para seguir luchando contra tanta injusticia, ella es la gran virtud que día a día nos va a permitir seguir manteniendo la cabeza alta y mantener la  esperanza que, según dicen, es lo último que se pierde.

Arquillo de la Calle Fortaleza. Derribado en los años 70.

José Luis Jiménez

sábado, 11 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



        Demófilo: 120 años de su muerte


            Era el siempre recordado Alberto Jiménez Becerril delegado de Triana, y atento a las sugerencias que recibía relacionadas con el histórico barrio de su responsabilidad, en seguida puso en marcha la maquinaria. El centenario de la muerte del trianero consorte, Antonio Machado y Álvarez, el renombrado Demófilo, no podía pasar desapercibido en el barrio donde falleció, casa número 35 de la calle Pureza, domicilio de  su cuñado, el marino Rafael Ruiz, que fue quien lo recogió de Cádiz, en su regreso de Puerto Rico gravemente enfermo.

            Hablamos del padre del folklore andaluz y de dos de los más ilustres poetas nacionales, Antonio y Manuel Machado… y Ruiz, por la madre de ambos, la dulce pastelera de la Plazuela de Santa Ana. Escritor estudioso e investigador, “amigo del pueblo”, fue en las cuestiones materiales un hombre infortunado a pesar de su excepcional categoría intelectual, y esta situación lo llevó tan lejos para prácticamente no volver. Así que se dispuso en Triana de un par de jornadas para celebrar la efeméride, el sábado 13 de febrero y el domingo 14 del mismo mes del año 1993. Dos días inolvidables que quedaron en los anales de la moderna historia de Triana, porque la noche del viernes, y en la Casa de las Columnas, se celebró un encuentro poético entre el grupo sevillano “Gallo de Vidrio”, donde militaban poetas de renombre en la ciudad, y un manojo de entusiastas -“francotiradores del verso”- vecinos del barrio de la gentil Ana.

            Claro, jugábamos en casa y con Emilio Jiménez Díaz de coordinador del acto, pero no hace falta decir quienes merecieron los mayores aplausos. Formaban en el equipo trianero gente como Armando Gutiérrez, Manuel Pacheco, Manuel Lozano, Antonio García Barbeito, Manuel Lauriño, Rafael Sánchez Segura y servidor; además de Emilio. Y de la otra orilla llegaron los Cenizo, Porlán, Rodríguez Baltanás… que leyeron poemas de un libro que acababan de publicar y que nada tenía que ver con el homenajeado. Nosotros, los “francotiradores”, llevamos versos frescos, palpitantes, dedicados a Demófilo y, naturalmente, a nuestra paisana. O sea, que nos lo trabajamos y de ahí el sonado triunfo que celebramos en un cercano bar.

            Al día siguiente, mañana luminosa y blanca de sol de invierno, se inauguró una placa sobre la fachada de la casa donde dio el último suspiro el gran Demófilo. Y ahí quedó su recuerdo. Y nosotros volvimos al mismo bar y al mismo brindis por el providencial folklorista y su esposa… “Fue una tarde fluvial de primavera/ que bailaran en el río los delfines…”. Sí, nos acordamos del encuentro de la pareja sobre el puente de Triana contemplando un insólito espectáculo.

            Este 120º aniversario debería sellarse con otra placa en la Plazuela donde perviva la memoria de Ana Ruiz… “Hijo, ¿queda mucho para llegar a Sevilla…?”. Y qué lejos quedaron los dos…

Ana Ruiz y Demófilo


Ángel Vela Nieto

jueves, 9 de mayo de 2013

EL COLEGIO REINA VICTORIA (II)





Planta superior del teatro.

El Reina Victoria siempre ha sido un colegio volcado al barrio, no sólo por la mencionada biblioteca o el actual teatro -que hasta no hace muchos años ha servido como escenario de presentaciones de libros, representaciones teatrales y otros actos sociales y culturales con protagonismo trianero- sino por la gran cantidad de cursos y  clases-talleres orientadas a la formación profesional de los jóvenes trianeros.  Talleres de repujado, corte y confección, encajes y cerrajería artística entre otros muchos, pero destacando los de cerámica de los que quedan como muestra diversos murales aún conservados en las paredes del propio colegio así como en otras escuelas públicas de Sevilla. 

Corredores con vitrinas expositoras. Se puede apreciar las originales  baldosas hidráulicas
Los trabajos salidos de los talleres eran expuestos, para disfrute del barrio, en unas vitrinas de madera y vidrio,  que aún se conservan en su estado original, sobre los largos corredores existentes en las plantas.  En 1989 Triana reconoció la importancia de este colegio otorgándole el  galardón de Trianero de Honor.

Patio central con magnitud de plaza pública.
Un elemento fundamental del edificio es el patio central con dimensiones de  espacio público, tal vez el mayor de Triana, y concebido como un lugar de encuentro para disfrute de los vecinos. La idea del proyecto de compartir unos espacios comunes, importantes y funcionales, no restó ni un ápice de protagonismo al resto de las estancias propias de la escuela. Las aulas, de dimensiones aproximadas de 10,8 m de largo x 6 m de fondo y 5 metros de altura y  concebidas para  40 alumnos, estaban por encima de la media reglamentaria en cuanto a superficie y volumen.  El diseño de un  sistema de iluminación natural  a través de los  grandes huecos de la fachada principal y de los corredores comunicados con el patio, permitían un máximo aprovechamiento de la luz que no dejaban zonas de sombras en las aulas.

Rejas de ventilación sobre zócalo de revoco a la tirolesa

El diseño consideraba también un sistema de ventilación  por corrientes de aire impulsadas por su diferencia de temperatura; de tal manera que cada ventana comunicada con el exterior dispone de unas rejillas  - con posibilidad de graduación por el interior- ubicadas en los antepechos de las ventanas y en la parte superior de los cerramientos de las aulas se disponen otras rejillas que permiten el movimiento de aire descrito.

Rejillas de ventilación superiores. Se aprecia la gran altura de las aulas
Retablo cerámico del Cachorro ubicado en planta baja.

Aunque originalmente el proyecto no estaba concebido con excesivos  elementos decorativos, y los materiales usados fueron modestos, con el paso del tiempo se han ido introduciendo multitud de mejoras que han dado una gran vistosidad al conjunto tales como: los distintos paños cerámicos, las frescos del forjado del actual teatro así como la aportación de interesantes piezas de mobiliario y diversos retablos cerámicos de contenido religioso de los que sólo se conserva uno del Cachorro.  De especial mención son los pavimentos de losetas hidráulicas que se conservan en muchas estancias y que fueron elementos del proyecto original.


La fachada ha sufrido algunas transformaciones tales como la eliminación de las ventanas que daban servicio al sótano o la modificación de las escaleras originales. En la actualidad destaca un zócalo inferior de revoco a la  tirolesa en acabado gris, que no deja de ser un elemento característico del caserío trianero, por más que se empeñen los arquitectos actuales en sustituirlo  por el zócalo blanco de chapa metálica.

Detalle de la barandilla de la escalera.














Mural de azulejos con original  mesa decorativa. Realizado por la Escuela de Cerámica del Colegio. Se aprecia también las losetas hidráulicas. Interior del despacho de dirección.
Continuará….

José Luis Jiménez

martes, 7 de mayo de 2013

EL COLEGIO REINA VICTORIA (I)

Plano de perspectiva del edificio. Realizada en acuarela sobre papel.

Medio camuflado entre dos grandes árboles  se alza imponente, a mitad de la Cava de los Gitanos, uno de los mejores edificios de los que dispone nuestro arrabal. El Colegio Reina Victoria, como le llamamos los trianeros a este grupo escolar,  desde  1934 pasó a llamarse José María del Campo, en honor a quién fue su director durante  muchos años.


Construido sobre el solar del antiguo muladar de La Encarnación y lo que posteriormente fue la plaza de la Verbena, este edificio ha sido testigo mudo de la cruel transformación de la Cava de los Gitanos; el último ejemplo el “adefesio” en el que han convertido la casa-tapón del corral de la Encarnación y donde precisamente se refleja nuestro bello edificio.

Con proyecto del arquitecto  Aníbal González - que lo realizó gratuitamente- e iniciativa de Cayetano Luca de Tena, el edificio se inauguró el marzo de 1909. Tanto la redacción del proyecto como la ejecución de las obras se realizaron en tiempo record, ya que el encargo del primero se realizó en 1906 y los trabajos de construcción comenzaron en octubre de 1907.  Sin embargo tanta prisa no pareció empañar el buen hacer de los profesionales que intervinieron en la génesis de este colegio que fue todo un referente nacional y ejemplo a seguir como edificio escolar que además fue el primero en Sevilla en  funcionar como escuela graduada. Era la nueva tendencia del sistema educativo español. Había que  sustituir a la escuela unitaria elemental donde un único maestro estaba obligado a atender a un elevado y heterogéneo  grupo de alumnos, con el agravante añadido de las graves deficiencias de los locales destinados a funcionar como escuelas; la mayoría locales de alquiler con nulas condiciones de higiene y habitabilidad. 


Y tras más de 100 años de funcionamiento, este colegio trianero, ejemplar en sus comienzos, ha sabido mantenerse siempre a la altura de las circunstancias y, sin lugar a dudas, ha contribuido de una manera esencial en la formación cultural de muchas generaciones de trianeros, conservando en la actualidad un formidable estado de salud, tanto físico como mental, ya que a sus envidiables instalaciones hay que añadirle un magnífico grupo de profesores.

Aníbal González estuvo pendiente del menor de los detalles, llegando incluso a proyectar los pupitres. Concebido inicialmente como escuelas de párvulos de ambos sexos y de enseñanza elemental para niños y niñas, disponía de diversas estancias de uso común como el guardarropas, el despacho del director, sala de recreo cubierto, salón de actos, un impresionante patio central que originariamente estaba dividido en 4 partes, abundantes núcleos de lavabos e inodoros repartidos entre las dos plantas y una biblioteca popular con acceso independiente desde la calle – como  servicio cultural al barrio- que se corresponde con lo que actualmente es el teatro.

Detalles de frescos sobre el forjado superior de lo que actualmente es el teatro. 

Continuará….

José Luis Jiménez


domingo, 5 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


 Rodrigo de fiesta


            Cuando elegimos este título para la sesión lo hicimos con doble intención: la primera y principal estaba dedicada al dedo cercenado, amputado por el viento del palo mayor de la nave del olvido. Hace poco escribimos sobre el lamentable estado en que se encontraba la estatua de un personaje de fama mundial, tantas veces retratado por visitantes y turistas a pesar de su ilógica y desacertada ubicación en esa parcela que ahora es tierra de nadie y que en tiempos fue la más gitana y jonda, cuna geográfica donde se forjó el Cante.

            Así que era la causa protestar por el mal estado de nuestro marinero, el de Triana (nada de Lepe ni de Molinos ni de ningún otro lugar). El otro motivo, el otro dedo imaginario, es el que señala el descubrimiento del nuevo Continente, el que apunta al milagro del ansiado avistamiento. Creo recordar que la monumental estatua de Colón que corona el puerto de Barcelona presenta la figura con el brazo derecho extendido en actitud de aviso de por dónde se va a América. Lo mismo haría Rodrigo, loco de contento, en su posición de vigía aquella mañana luminosa, al par que gritaba con voz de Naranjito de Triana lo de ¡tierra!

            Pues gozosamente se nos ha caído la primera intención, porque Triana, al fin, ha aprobado esa asignatura que apuntábamos en nuestro escrito anterior, y es que la estatua se la limpiado a fondo y restaurados sus desperfectos, o sea, que Rodrigo anda estrenando dedos… Y como hemos dado tanta lata con el tema, justo es ahora reconocer y alabar el interés generado y consumado en nuestra Tenencia de Alcaldía. Así que todos estamos de enhorabuena. Y que el hecho de que queda mucho por hacer no empañe este escrito en su legal y justa intención.

            Fui a saludar al nuevo Rodrigo y lo hice con los ojos de Aurelio Murillo –feliz centenario, don Aurelio- y, muy especialmente, con los de Pepe Lemus, el generoso autor de la obra. Y es curioso que este año se cumplan los cuarenta justos de su inauguración. Tiempo oportuno para que, junto a los demás monumentos de Triana, se ilumine. Y el gozo será completo.



Ángel Vela Nieto


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