viernes, 12 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



Triana y la suerte


            Es el título de eso que se suele llamar pequeña gran obra. Y lo de “suerte” nos da una mínima pista, aunque un poco a los Sherlock Holmes. Sí, se trata de un opúsculo cuyo autor es uno de los muchos trianeros envueltos en “la suerte” de la ONCE; su mujer y él la reparten por los alrededores de la Ronda, la nueva gran vía de los autos que van y vienen de la Cartuja. Y en una de sus cafeterías, Juan Moreno Escolar, me dejó un ejemplar de su preciosa obra que está ilustrada con imágenes a todo color.

            El texto engancha desde sus primeros párrafos. Así comienza: “Hace ya mucho tiempo que el cupón de la Once tiene en el popular barrio de Triana filosofía propia, se puede pensar sin temor a equivocarse que el cupón forma parte del alma de este barrio. Triana, tanto por su historia como por su enclave, representa a la propia suerte, sabe esperarla con paciencia y, sobre todo, engrandece a quien la vende, dándole sentido a esa magnífica obra que pretende la venta del cupón. El cupón está presente en todas y en cada una de sus manifestaciones, ya sean paganas, religiosas o festeras; la sabiduría popular premia y dignifica al que se gana el pan todos los días”.

            Y ejerce Juan Moreno de guía para forasteros atravesando Triana partiendo del puente, como Dios manda. Avisa y anima a cada paso de lo que se ve y de lo que hay que describir, y lo hace con una prosa a veces sorprendente sin que falte en ningún renglón la gracia auténtica y justa, proclamando valores y formas… “Para visitarlo no son buenas las prisas, la visita invita a relajarse y ver poco a poco cómo se despiertan la historia, la imaginación y los sentidos. Dicen los que a Triana vinieron, que su orilla tiene un imán que atrae y a su vez identifica al mejor de los anfitriones, destacando su cordialidad extrema. Son muchos los que aseguran y comentan, cuando regresan a su tierra, que este fenómeno viene a ser un maravilloso defecto que tenemos los andaluces en general y los trianeros en particular”.

            Y, claro, en el paseo no puede evitar verter sus recuerdos de cuando cada descampado era un paraíso y las calles parques de juegos infantiles… “El estar en Triana, de alguna manera, te trasladas en el recuerdo, la vida y la forma de cómo se vivía en el barrio, en cualquier casa de vecinos, en las plazuelas llenas de vida donde los mayores tomaban el sol mientras los chavales jugaban incansablemente”.

            Proclama las fiestas, y se detiene ante la Patrona invitando al grato paseo de julio: “Estar en la Velá de Santa Ana es formar parte del lienzo más clásico que tiene el barrio, donde eternamente descansa el reflejo de la Sevilla monumental, se funden el sueño con las manos y el talle de Matilde Coral (…); una Velá que solo Triana sabe interpretar, una Velá que significa mucho para el trianero; una Velá de hermanamiento, alegría propia del sitio con su gente y una explosión de arte” (a ver si se enteran algunos que desde su “forastería” o su partido político se creen que se trata de una verbena de núcleo vecinal).

            Habla de la industria del barro, visita Cerámica Santa Ana, la plaza de abastos, el Castillo y algún que otro bar de los que frecuenta cada jornada, y relata… “En la otra esquina de la barra está Emilio que ya ha visto al cuponero, y dice para él, mascullando entre dientes: Hoy no compro el cupón, que llevo una racha que pa qué; ya me lo decía mi padre: echa el dinero en una hucha y ya verás a fin de mes. Pero se acerca al cuponero y exclama: ¡Ojú, tiene el 37, mardita sea…! Y acaba pidiendo: Dame una tira del 37… Menos mal que no iba a comprar”.

            Y todo ellos salpicado de simpáticos versos con Triana y la suerte por medio: “Por la orilla de los sueños/ caminan mis ilusiones,/ le echo valor a la vida/ y me compro tres cupones (…)/ Volando se va la suerte,/ volando viene otro día,/ que venga cuando ella quiera/ que la espero toa la vía…”.

            No hace falta decir que el coste de la edición corrió a cargo de su autor; quería darle un premio a cada amigo.

Ángel Vela Nieto.    

1 comentario:

  1. en hora buena ángel no necesitas mucho para poner
    carne de gallina con lo que escribes,eres el mejor un fuerte abrazo.

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