lunes, 22 de abril de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


La Fuente de lo Jondo. Moreno Galván.


Manuel Cagancho (y 2)


            Pero es el reniego, en el decir de los entendidos, la bandera de su cante: Reniego de mi sino/ como reniego de la horita, mare,/ que te he conosío. El crítico Manuel Bohórquez otorga a Tomás Pavón el mérito de la creación de este cante, entre otras razones porque no cree “que ninguno de los Cagancho cantaran ni la mitad de bien de lo que lo hacía el benjamín de los Pavón”.  Nos extrañó la razón de nuestro admirado amigo cuando estamos ante quien ha sido reconocido, por quienes lo escucharon (Fernando el de Triana uno de ellos), como un consumado seguiriyero y emocionante intérprete de los cantes de fragua, uno de los grandes maestros de la primera historia del flamenco.

            “El señor Manuel Cagancho, principal miembro de una egregia familia cantaora, puede asumir la representación por excelencia del cante de Triana. Por coincidir su apogeo con la primera mitad del siglo XIX, época en la que se estimaba, poco o nada, el arte flamenco, son muy escasos los nombres que han llegado a nosotros; el señor Manuel Cagancho es uno de ellos” (Ricardo Molina).

            De este Cagancho nos quedó su voz grabada en 1899 en el “Café de la Marina” propiciada por técnicos madrileños; sólo unos minutos donde se aprecia una voz rancia, desubicada de lugar y tiempo. José Blas Vega no disimula su decepción, “atendiendo a la leyenda cantaora de esta familia”. Sabía el ilustre estudioso, quizás el más sabio en este campo por lo que vivió y leyó dentro y fuera de su librería anticuaria, que pocos cantaores y cantaoras de aquellos años, si hubo alguno, dieron su medida ante las frías circunstancias de premura y técnica. Y como ejemplo nos remitimos al mito de los mitos, Manuel Torre, en sus alabados “Campanilleros”, cante que grabó en 1929, o en la mayoría de los discos que se conservan de él. En el primer caso resulta un tormento para los oídos. Los duendes tenían prohibida la entrada a aquellos añejos e improvisados cuartos de grabaciones.

            El señor Manuel Cagancho no se prodigó mucho fuera de su ámbito; sin embargo, su amistad con personajes como Caracol, padre, le llevó a participar en alguna fiesta fuera de la Cava. La primera seguiriya que se canta (Juan Talega) en “Rito y geografía del cante”, el mejor programa de flamenco de la historia de la televisión, es de Manuel Cagancho. Se suele destacar su seguiriya de cambio, larga y grande, “titánica”, como la cataloga Romualdo Molina, la conocida como “el sermón de Manuel Cagancho”, la que Naranjito de Triana interpreta con su consabida maestría… Santana repica/ llamando al sermón,/ como doblaban en la horita mala/ que a mí me dejó. Hay que apuntar que un personaje trianero del mundo artístico, Eduardo Durán, apodado El Gitano Poeta, le contó al mencionado Naranjito en Barcelona que “Cagancho paraba en la plazuela de Santa Ana y allí bebía su vino en una botella mientras escuchaba las campanas de la iglesia llamando al sermón, que era un toque especial y, luego, el canto del cura que le gustaba mucho; estas músicas le inspiró su famoso sermón”. Por cierto que tiene otro remate, éste: …como predica un pare gitano/ tengo que di yo.

            Y vamos con los casi infalibles registros de los padrones. Sabemos que en 1865, Manuel, hijo de Antonio Rodríguez Moreno, tenía 15 años, viviendo entonces la familia en la calle Verbena, 53, entre herreros de notables estirpes; tenía un hermano menor, Juan, de 8 años, y dos hermanas, Francisca y Encarnación, de 18 y 12 años.

            En 1875 vivía Manuel Rodríguez García, de 28 años (los desajustes en las edades es habitual en los padrones), en la casa número 80 de la misma calle Verbena (Rodrigo de Triana), arropado por otros familiares herreros como él. Tiene dos hijas, Concepción y Josefa, de 9 y 2 años respectivamente, y un varón, Joaquín, que cumplía 4 años. Y veamos los datos de dos padrones “modernos”, el de 1900 y 1902. En el primero está empadronado en la calle Tulipán, número 7, breve curso de herreros consanguíneos; se anota que tiene 50 años y viven con él dos hijos: Antonio, de 26 y Manuel de 22 años (debió emanciparse muy pronto Joaquín, el padre del torero). Y en el censo vecinal de 1902 está asentado en el 108 de Pagés del Corro (tanta mudanza da la impresión de que este Cagancho no se llevaba bien con los caseros), convivía con su mujer, Juana Vargas, y un hijo, Manuel, de 24 años.

            Señalemos por último que en 1900 su hija Concepción vive en el número 21 de la calle Puerto, casa de herreros, donde también estaba domiciliado un hijo (José) de Juan El Pelao.

Ángel Vela Nieto.
 Del libro “Triana, la otra orilla del flamenco”.  

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