viernes, 27 de mayo de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: COLEGIOS EN LA ORILLA DEL RÍO


         Se celebran los ciento veinticinco primeros años de existencia del colegio Cristo Rey. Cuando una institución docente llega a estas alturas del tiempo habría que hacer cuentas de alumnos, esa delicada materia a la que han dado forma para que sirva a la sociedad a la que pertenece. Ciento veinticinco años ¿cuántas generaciones de niños son...? Puede presumir Triana de disfrutar de varias escuelas con muchos cursos en sus aulas. A saber: San Jacinto, Reina Victoria, Protectorado de la Infancia, el también de monjas de la Caridad dedicado a Nuestra Señora del Rosario, el remodelado de la Dársena, en cuyas instalaciones antiguas íbamos a jugar los chiquillos del barrio; el que gobiernan los curas salesianos y el nombrado en honor de José María Izquierdo (vulgo, Procurador), donde servidor cumplió con los llamados “estudios primarios”.
         El Instituto de las Hijas de Cristo Rey fue fundado un día de abril de 1886 por un catalán, don José Gras Granollers, en Granada donde ejercía como canónigo del Sacromonte. Su labor en Triana fue, primero, de intenciones absolutamente benéficas; las hermanas impartían clases gratuitas a obreras y mantenían un internado, mientras el jesuita Padre Tarín impulsaba las primeras unidades de preescolar en la calle Castilla. En 1888 se adquiere la casa por treinta mil pesetas; una casa con enjundia, pues se trata del lugar que ocupó el antiguo convento del Espíritu Santo, donde se fundara la hermandad de los Gitanos y donde tuvo cobijo la del Cristo de las Tres Caídas. A principios de la década anterior recorrí la calle Betis con micrófonos y una cámara y, claro, entramos en el colegio, visitamos sus modélicas instalaciones y hablamos con la entonces hermana superiora que nos contó esta historia.
         En mis años de colegial Cristo Rey estaba entre los colegios de pago frente a los del Estado o nacionales, aquellos a los que se asistía sin uniforme, con la ropita de mamá que destrozábamos en el recreo. De las antiguas fotografías con las que ilustré el reportaje la que menos me gustó es aquella conocida en la que se ve al alumnado, formado en la puerta de la  calle, saludando brazo en alto según la moda impuesta, el paso triunfal del virrey de Sevilla, el general Queipo de Llano; imagen histórica, no cabe duda.

         Bien. Pues queremos aprovechar la efemérides para recordar otro centro de enseñanza que nada tiene que ver con el de Cristo Rey, me refiero al de don Francisco. Ocupaba una casa y su patio en el primer tramo de la calle, antiguo número 9 de Betis. Don Francisco Romero Íñigo y su hermana instruían, en su primera y segunda enseñanza, a la chavalería en una modalidad de escuela que estaba, por sus instalaciones, entre las populares miguillas y las clases de las nacionales. Y siendo de espacio reducido, cuántos chiquillos del barrio pasaron por las manos y sabiduría de don Francisco, un adelantado pedagogo que empleaba sus propios métodos de enseñanza. Funcionó esta fábrica de ciudadanos varones durante varias décadas, y no fue don Francisco el fundador. En 1908 estuvo regido por don José Poley y Poley y doña Humildad Gutiérrez, hasta que a finales de los años veinte llega a manos de nuestro popular personaje. Sobreviven el maestro y su escuela a la guerra incivil, desapareciendo con la jubilación del admirado educador, exhausto de niños, de responsabilidad y de trabajo.
         Enhorabuena a la superiora y al director de Cristo Rey, clásica y querida escuela trianera, y loas con laureles de sabio al inolvidable don Francisco.

Ángel Vela Nieto

sábado, 21 de mayo de 2011

DE CERCA: DEMOCRACIA EN TRIANA

Durante mis primeros años de estancia en Sevilla, en Triana concretamente, volvía en cada ocasión a votar en San Fernando. Seguramente no quería romper los lazos que me unían a mi tierra, a mi familia, a mi calle, a mi casa, a mis amigos. Por eso, el día en que Andalucía consiguió asombrar a todos con su lucha en las urnas por una autonomía de primera, yo fui primero a votar a San Fernando y luego me volví corriendo para estar a las ocho de la tarde en el Casino de la Exposición para el recuento de votos. Yo fui una de los cientos de personas que estuvieron alli aquella noche y mi imagen se quedó plasmada en la cámara de los fotógrafos que cubrían el acto, apareciendo luego en un libro que se publicó sobre aquello: "Andalucía dijo sí".
Después, me empadroné ya en Sevilla cuando me dí cuenta de que aquí iba a estar la tierra que había elegido para vivir y, desde entonces, voto siempre en Triana, porque también este barrio fue el que elegí, pues estaba cerca del mar, en la otra orilla, a la que se llega desde el río Guadalquivir. Siempre al lado del río, a este lado, nunca he vivido en Sevilla y por eso, para votar, no he tenido que cruzar el puente. Aquí cerca, muy cerca de mi casa, está el colegio electoral y allí me dirijo en cada caso, a renovar las esperanzas y mi fe en la democracia. Sé que está de moda ser descreído o escéptico, pero, en mi caso, es imposible dejar de recordar otros tiempos, algunos porque los he vivido y otros porque los he conocido a través del testimonio de las personas y del estudio de la historia. Por eso siempre digo a mis alumnos que no dejen de pensar en la gran suerte que tienen por haber nacido en un estado democrático de derecho, pues las dictaduras siguen existiendo y la vida sin libertad es algo que, una vez que se ha conocido la democracia, es una losa terrible.
Para mí votar es tener esperanza y creer en el sistema que tenemos porque es el que aceptaron y por el que lucharon tantas personas. Así que Triana será mañana ese escenario maravilloso que nos verá recorrer sus calles después de sentirnos parte de los que deciden que pasará con nuestra ciudad.
Caty León Benítez

jueves, 19 de mayo de 2011

TRAS LAS RAÍCES DE TRIANA: CELINDAS PARA UNA VIEJA TAPIA

A principios de los años noventa comenzó la construcción de pisos en torno a la nueva Ronda de Triana, esa carretera que nos enviaba directamente a la expo, es decir, camino del futuro. Se destruyeron fábricas, almacenes y talleres, la cochera de los tranvías y humildes casas de autoconstrucción, un magnífico suelo quedaba libre para la especulación privada, pues tan sólo se construyeron algunas viviendas de protección oficial para realojar a los vecinos que habían expropiados con anterioridad, mientras muchos jóvenes trianeros se veían forzados a salir del barrio para residir en el Aljarafe y en Sevilla Este.

De aquellos grandes espacios que ocuparan tejares y huertas, sólo queda un corralón entre las calles Tejares y Manuel Arellano, en el muro que da a la calle Uxama, sugerente nombre para un asentamiento celtíbero de la provincia de Soria, las celindas intentan esconder las feas y sucias piedras, dar un poco de vida a una estrecha calle convertida en dormitorio de coches. Un poco más de tres cuartas de espacio verde, que bien podría haberse transformado en un largo corredor cubierto de matorrales desordenados, papeles tirados, botellas, pero el jardinero de la barriada, que ya hemos citado en otra entrada, se empeña en mantener un limpio suelo de césped y varios arbustos con vida.


Las hojas de las celindas son opuestas, es decir que de cada nudo salen dos, una enfrente de la otra, tienen el borde finamente dentado y los nervios muy marcados, se disponen en ramas que con la edad cuelgan, quien no, y su verde intenso les permite captar la energía que se esconde en los rayos del sol.


Cuando florecen, los blancos pétalos llenan de luz la calle, los ramilletes están formados de pocas flores, que exhiben numerosos estambres, de finos filamentos y anteras amarillas, entre ellos está el pistilo siempre a la espera de la llegada del polen.

De la vieja Triana puede que sólo se vean sucias tapias, pero cuando destruyeron los corrales y las casas de vecinos se veían volar por el aire sones flamencos, los olores de guisos que pasaban de unas puertas a otras, los saludos de hombres y mujeres que se veían cada día, ahora unos azulejos marcan hasta donde crecía el río y las placas nos recuerdan muchas celebridades, si cierro los ojos imagino el pasado y se me escapa el presente. 

Rafael Martín Holgado.

martes, 17 de mayo de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: ANDANDO Y POR EL PUENTE

       
 Ya me ocurrió una vez con ABC, fue en una crónica de Velá de Santa  Ana de hace varios años, y la sorpresa estaba en el título: “En Triana hay que entrar andando y por el puente”, y a continuación se añadía: “como reza el dicho popular”. Sentí entonces el roce divino del laurel en la frente por haber alcanzado ser “pueblo”. Sí, porque con esa invitación comenzaba yo mi libro-guía “Triana en tres tiempos”, obrita que primero publiqué en páginas de El Correo de Andalucía, en 1988, y, dos años más tarde, en forma de libro, como ya he indicado (por cierto: lo presentó Emilio Jiménez Díaz). Fue ésta una edición patrocinada por el Ayuntamiento de Sevilla con un galimático prólogo -era el canon obligatorio- del entonces delegado del distrito, el señor Fernández Floranes, un político-lírico-barroco con rostro de Bécquer que vino a Triana a “inspirarse”.
         Puedo prometer y prometo que jamás había leído antes la susodicha frase, y estoy seguro de que a cualquiera en el rol de escribidor de una guía de Triana se le hubiera ocurrido porque es de cajón. Otra vía de entrada es falsa, y si se pasa al arrabal a la velocidad de un automóvil es como si nos dejan en el mismo Altozano de un salto. Y la otra noche, mirando blogs trianeros, volví a ver la frase y con la misma indicación de origen, ya era un dicho del pueblo como las coplas de Manuel Machado.
         Pues esta misma mañana he atravesado el río llevado a la fuerza por los invisibles celadores de Hacienda, y, claro, regresé a Triana andando y contemplando. Siempre que lo hago recuerdo una noche de verano con el inolvidable Manolo Pacheco sentado frente a su casa de Santa Cecilia, en el bar de Diego. Le llevé el libro-guía para que le echara un vistazo y me diera su sabia opinión. Y no llegamos a pasar de la primera página; es más, ni del primer párrafo; todavía más, ni del renglón inicial..., y como en el circo: no pasamos de la primera palabra que, ya hemos visto, es hasta monosílaba. ¿En Triana hay que entrar...? o A Triana hay que entrar...?”. Ahí nos enganchamos y como no existía Internet tuvimos que dejarlo hasta consultarlo en los libros. Puede ser pueril y hasta prueba evidente de nuestra cultura a lo salvaje. Pero ocurrió. Y cuántas veces nos reímos recordándolo.

         Pues sí, entré andando y por el puente y en la próxima edición de la guía (que nunca se hará) habrá que añadir: “aunque pueda ver algo que dañe su vista y su sensibilidad”. Lo primero que me dolió es la dejadez de los pilares a los que le han crecido una horrible barba, crespa, desaliñada, como de puente jubilado. Un día en vez de preocuparse el Ayuntamiento por los candados de los enamorados debería mirarle los pies al puente. Luego, la herida vino del lado del murallón de la orilla de Betis, ese que sueño ver bellamente exornado de pinturas en un corcurso que tampoco se llegará a organizar nunca; pues ese sueño es ahora una pesadilla en forma de desconchones, de abandono, como si estuviéramos hablando de un rincón oscuro y estamos ante la portada del arrabal. Y ya el remate: el reloj de El Faro, un parado de larga duración que no costa en el Inem y por el que tantas veces hemos clamado.
         A un lugar histórico que no cuida su muy cantado y emblemático paso de hierro decimonónico; que desprecia lo que mejor se le ve desde la otra orilla y, además, olvida el reloj público que debiera saludar a los visitantes con un son de guitarra por soleá de Triana... a un lugar así poco importa por dónde se entre.
         ¿Y en estas jornadas de forzadas visitas habrá entrado algún político andando y por el puente?

Ángel Vela Nieto


           

BELMONTE Y LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES

Lo de "Alianza de Civilizaciones" lo inventó Belmonte igual que inventó su toreo, que no vengan ahora los políticos de turno, que lo de torear sin arrimarse  mareando a los borregos se les da tan bien, a apuntarse el tanto. Lo bueno a pesar de todo es que quieran copiar al Pasmo de Triana, mucho hablar pero ninguno ha tenido valor para vestirse con la chilaba, el turbante y el láud moruno para que no le digan "con la música a otra parte" que estamos hasta los...




Antonio Fernández Cachero

viernes, 13 de mayo de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: ZOIDO CON SU HIJO POR TRIANA


    El aspirante a la alcaldía por el Pepé, ya en plena campaña, se ha paseado con uno de sus hijos por la plaza de abastos de San Martín de Porres. En seguida, como la mayoría de los periodistas de hoy por su edad poseen una corta memoria y, además, no repasan los viejos periódicos, se ha proclamado que pisaba terreno seguro, “porque Triana es un territorio que tradicionalmente siempre ha votado a la derecha” (Diario de Sevilla). Nos parece que la prensa de antes era más fiable que la de ahora. ¿Triana siempre se ha escorado por la diestra? ¿Desde cuando? Si repasamos los periódicos de finales de los ochenta en días como estos veremos que se decía lo contrario y era lo cierto, pero luego venían las coaliciones, los enjuagues, las maniobras para poder mandar durante cuatro años al menos, toda una vida; de esta forma llegaban al despacho de la calle San Jacinto (uno de los menos utilizados de Sevilla) delegados de partidos distintos al más votado. Lo peor que puede ocurrir.
         Por aquí ha paseado de nuevo el señor Zoido, ahora pisando con mayor firmeza y con la sonrisa de campaña puesta (la de siempre, porque  lleva varios años en la tarea). Así que ha recorrido el mercado, y como las señoras ya de cierta edad son por lo general más elocuentes, tiernas y un poquillo conservadoras, le han dicho que si, que cuente con su voto, al par que recibían una hermosa bolsa reciclable con el anagrama del partido. Mientras tanto, los placeros se quejaban amargamente de la falta de aparcamientos a lo que el político argumentó que en su programa se contempla la construcción de un parking subterráneo justo allí. Lo mismo ha prometido su oponente principal, el señor Espadas (el otro “corredor”, señor Rodrigo Torrijos, piensa sobre dos ruedas y ahí no hay problemas porque toda la ciudad es suya). Lo más grave son las señoras que se acercaron a Zoido con lágrimas en los ojos porque nadie en la casa tiene un trabajo. Pues como confíe en que el asunto está en manos de él...
         Otra cuestión planteada es el de la movilidad y sostenibilidad (¡qué lenguaje se gastan!) y, claro, también se revisarán y solventarán “con el consenso de todos los comerciantes afectados”, no como otros. No se prodigó demasiado en  prometer promesas porque ya ha tenido tiempo de hablarnos de ellas, pero nos gustaría saber por qué decidió venir acompañado de su hijo menor, del que desconocemos su edad pero ya ha de ser algo mayorcito; no obstante, la estampa de un padre llevando a su hijo como lo que es levanta siempre simpatías y espanta los malos pensamientos de los ciudadanos y ciudadanas, pero a lo mejor lo mismo quiere para su vástago el oficio que él eligió, que es toda una carrera de muchos kilómetros, y ande tanteando al chaval en tiempo de trincheras en primera línea de fuego. Lo cierto es que no estamos acostumbrados a ver a los políticos tan íntimamente arropados para pedir el voto. Esto me recuerda el título de un poema de Mario Benedetti: “Táctica y estrategia”. No tiene que esforzarse mucho don José Ignacio porque su mejor aliado ha sido el delegado que ha ocupado (es un decir) la Tenencia durante seis años; con él su partido ha ido perdiendo votos en el distrito paulatinamente. Y por ello, lo ascendieron. Así que, de momento, todo el terreno es suyo, y que Dios haga el milagro de que Triana vuelva a ser Triana. Pero, eso, tendría que ser un milagro.

Ángel Vela Nieto   

martes, 10 de mayo de 2011

TRAS LAS RAÍCES DE TRIANA: JACARANDAS


Muchas calles se llenan de color malva porque las jacarandas están florecidas, estos árboles procedentes de Brasil, Bolivia, Argentina y Paraguay, allí lo pronuncian jacarandá y es un término que en guaraní significa fragante, aunque no es por su aroma que llamen la atención, dejan caer sus hojas y frutos viejos, otoño del sur, para llenar las ramas de hermosas flores.


Los cinco pétalos están soldados y forman una corola tubular por la que asoma un largo pistilo pubescente y en la que pueden almacenar néctar para recompensar a los insectos polinizadores. Como éstos ya no se alimentan de polen no necesitan estas plantas fabricar una excesiva cantidad, por ello algunos estambres son estériles. Con esta estrategia se ahorra mucha energía pues es menos costoso fabricar un líquido azucarado, que unas estructuras formadas por millones de células vivas.

No es un color muy frecuente para la vida, el azulado de las flores de las jacarandas contrasta con los tonos lógicos de una calle, los grises metálicos de farolas y papeleras, los grises gastados de losas y asfalto se difuminan por unos días, el tiempo que estos árboles son los reyes del barrio.


Rafael Martín Holgado.

lunes, 9 de mayo de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: EL AS DE ESPADAS


     El aspirante socialista al apetitoso sillón de la Plaza Nueva ya ha descubierto el as que se reservaba en la bocamanga de la mano de dar; bueno, estamos en los días de las manos generosas de los políticos que están dispuestos a darlo todo... si salen elegidos, claro. Ya vimos las cartas de su principal oponente, el muy exhibido señor Zoido, que ha tenido tiempo y pies para prometerlo todo, el oro y el moro, mientras que el señor Espadas, por lo que vamos a ver a continuación, va a volcar el cuerno de la abundancia de una vez para, a través del sentido del oído, sobreponerse al otro sentido, al de la vista, que es el que le ha servido de comodín al representante de los populares con todo el tiempo del mundo para excursionear por los barrios prometiendo promesas.
         Una de las primeras visitas del señor Monteseirín a Triana como alcalde de Sevilla fue para reunirse con un grupo de vecinos, a petición de éstos, porque era el momento de comprobar el estado de las promesas. Fue en un restaurante de la calle San Jorge donde se habló de todo menos de lo que nos interesaba. El que suscribe estaba sentado cerca y trataba por todos los medios de refrescarle carencias y proyectos. Previendo lo que podría ocurrir con tan despreocupada fraternidad había preparado una lista que, al fin, de mi chaqueta pasó a la de don Alfredo, y de ahí al infinito...  Realmente se repetía la historia ocurrida con el alcalde andalucista y con la alcaldesa del Pepé. Se imponía el negro sino, porque está por conocer un alcalde que trate a Triana en relación a su significado en la historia de la ciudad. El arrabal ha continuado estando demasiado lejos, como si el puente de barcas, el Arenal y las murallas existieran todavía, y así andamos.
         Pero Espadas nos trae en su as todo lo que le podíamos pedir al más generoso y predispuesto rey mago; nada ha desechado de lo que se ha hablado, proyectado, dolido y soñado en estos años; todo lo que le presentábamos en las baldías reuniones de la comisión de “Hecho en Triana” por mediación de su delegado más ausente cuanto más presente estuviera.    
         Y he aquí la medida de su generosidad expuesta de manera sucinta:

          Construir una red de aparcamientos subterráneos y terrestres (Pues hasta ahora no ha hecho falta).
         Reordenar el tráfico, entradas y salidas del barrio y las líneas de autobuses (por lo bien que se ha hecho).
         Instalación de ascensores donde haga falta (voto de los mayores).
         Creación de itinerarios peatonales por las principales avenidas (?).
         (otro politíco más que habla de la orilla de derecha del río como paseo, y van...).
         Construcción de viviendas a precios asequibles (voto de los jóvenes).
         Creación de Escuelas Infantiles (votos de los papás).
         Ampliación del complejo deportivo del Charco de la Pava con un campo de césped artificial y la adaptación para otros deportes (otro proyecto para el Charco de la Pava, éste ya está en marcha).
         Creación de una Escuela de Cerámica (¿otra?).
         Avanzar en el proyecto del Museo de la Cerámica con la conservación de los dibujos y modelos propios (como, por ejemplo, los respaldos de los bancos de la nueva San Jacinto).
         Plan de fomento de oficios artesanos (Si, si...).
         Reactivación de las actividades artísticas del Paseo de la O con parada de los barcos turísticos (parecido a lo de los bus por la Cava).
         Creación de una oficina de promoción e información turísticas (¿sabe lo del tranvía de San Martín de Porres?).
         Potenciar la marca “Hecho en Triana” (esto también tiene su gracia).
         Creación de un museo taurino-flamenco (nos suena).
         Construcción de un teatro multiuso (que se lo diga a Matilde Coral).
         … y me resisto a seguir escribiendo sobre lo que me parece un queo más, y ya está bien, señores de los ocho años, que por voz de su bien colocada, la trianera Susana, han cumplido gran parte de lo que prometieron entonces, y ahí está la  nueva San Jacinto para quien lo quiera comprobar. Qué bien y qué suerte tenemos.
         Pues nada, señor Espadas, ojalá pudiéramos felicitarle dentro de cuatro años, pero a estas alturas de las desilusiones nos parece de ciencia-ficción. Y es que andamos ya un poco quemao, ¿sabe usted?  Y lo peor es que tampoco esperamos mucho por el otro lado. Así somos de escépticos.

Ángel Vela Nieto 

domingo, 8 de mayo de 2011

DESDE MI TORRE NAZARENA

              

         Este pasado y esplendoroso Domingo de Ramos en el Puente de Triana, sin saber el por qué,  llegaron a mi memoria los dos Antonios uno con  “estos días azules y este sol de la infancia” y otro con su Semana Santa: Teoría y Realidad. Son Machado y Núñez de Herrera. Por eso hoy quiero recordar estos días azules y este sol “antiguo” de la infancia  como mi humilde homenaje a estos dos hombres que marcarían en mí un antes y un después tanto en la poesía como en la Semana Santa.

                                                                      EL   BASTÓN

Estaba tocando el tambor con dos palillos del espaldar de una silla rota sobre una lata, vacía, de las que habían vendido, en una tienda de ultramarinos antigua de la Plazabastos, sus aproximadamente 3 kgs. de caballa en aceite, al perreo, poco a poco, al peso en tazas, platos, jarrillos o cuencos  –échame el cominito y un poquito más de aceite- llevados por los clientes  a la misma tienda.
El escenario era el patio del corral de San Joaquín en la calle San Jorge frente a la Plazabastos, la lata amarrada a la cintura con una guita, un  niño delante simulando un crucificado y dos o tres más con las manos semicerradas como si fueran  cornetas, entonces las marchas antiguas que imitábamos  eran las de la antigua policía armada, para eso teníamos un vecino que tocaba en la banda y ensayaba en el patio.
Cuando estaba en lo mejor del redoble, que no lo superaba ni el bajito de la banda de la Cruz Roja, oí la voz en grito de mi bata: ¡Antonio!. ¡ Venga que te tengo que arreglar que está saliendo la Estrella!.
Me negué en vano, porque la promesa de comprarme un bastón me llevó al huerto. Camisa y pantalón corto, que frío en las corvas por la noche, de estreno unos calcetines –quién no estrena el Domingo de Ramos se le caen las manos-  y para rematar el arreglo me roció con la mitad del cuarto de colonia barata por toda la ropa y el pelo, y a la calle requetepeinado y con la raya como la antigua Raya Real

Era uno de estos días azules y con este sol antiguo de la infancia.

A mi no me gustaban los globos, ni los cocos, ni las almendras garrapiñadas, solo su antiguo olor  arrebujado con el de las fritangas de los calentitos y con el de los sahumerios de incienso. No me gustaban los piñonates, ni las arropías, ni los peros caramelizados, ni las arcatufas remojadas, ni los chochos enfriados con nieve, ni las arvellanas, ni las pipas  de calabaza. A mí solo me gustaban los bastones. Y me siguen gustando. De siempre.


El bastón estaba hecho con una vareta blanca decorada con pinturillas rojas y verdes y terminada en una porra de madera, como un trompo al revés, sin púa, incrustado al final de la vareta. Los vendían de dos tamaños según la estatura del niño. En mi mano sudorosa se despintaba  la colorina y en la bulla me secaba la mano en el pantalón y la camisa. A la vuelta, mi bata, decía : “No te tenía que haber comprado el bastón hay que ver como te has puesto el pantalón y la camisa de fuchina”.
Este Domingo de Ramos azul y de sol antiguo no se que me pasó que  volví desde el puente a casa a por uno de ellos, tengo dos, y preparé una excusa por si  alguien conocido preguntaba algo sobre que hacía yo con un bastón de niño. Se lo he comprado a mi nieto, le diría.
Estuve toda la tarde y parte de la noche con el bastón en la mano, encontré a infinidad de conocidos y nadie nos echó, ni al bastón ni a mí,  puñetera cuenta, no se si no repararon en él o no  quisieron preguntar, tan solo cuando recogí a mi nieto lo primero que hizo fue pedirme el bastón y se lo dí. En esos momentos su manita era la mía.  
Cuando llegamos a casa instintivamente miré su mano y su ropa,  quizás con una oculta esperanza de que el bastón fuera intemporal, pero no, ni las manos ni las ropas estaban tintadas de fucsina. La fuchina antigua, a través del tiempo, se había hecho un  todo con la vareta y no se quería separar de ella. 

Antonio Fernández Cachero

martes, 3 de mayo de 2011

LA POESÍA DE ANTONIO FERNÁNDEZ CACHERO


LA MUDÁ

A Emilio Jiménez Díaz


Noche en Triana
un pasocristo en silencio
imágenes ensabanadas
no hay música de viento.
Suena el llamador
botines y alpargatas
paso de mudá
racheo.
Sin lirios ni claveles
sin cera
sin incienso.
Sólo las mujeres de los costaleros por acompañamiento.
Es la mudá.
¿Sentirán los costaleros
la misma fe, el mismo ardor
cuando no hay nazarenos?
¿Les llegará la tristeza hasta el fondo de su alma
porque les falta la música
los murmullos y las palmas?
¿Les ganará la desgana cuando no oyen?
¡¡Filigrana!! ¡¡Padilla!!
¡¡A lucirnos que estamos en Sevilla!!
¡¡Padilla!! ¡¡Filigrana!!
¡¡A disfrutá que hemos llegado a Triana!!
Se lo pregunté a una novia
me dijo que la ilusión los embarga
por que empezó hace unos días
la nueva Semana Santa.
Me emociono y voy detrás acompañando la escena
surrealismo sin más de una noche trianera que me regala mi barrio
para que me sienta actor y espectador
de esta Divina Comedia.


Antonio Fernández Cachero
"Desde mi torre nazarena"

lunes, 2 de mayo de 2011

TRAS LAS RAÍCES DE TRIANA: EL ÁRBOL DEL FUEGO

Es terreno de palomas que no saben comer de las manos de los niños, palomas que vuelan muy bajo y se agrupan desafiantes en ese triángulo rodeado de nerviosos coches, junto a una antigua vía del tranvía, palomas que se alzan en un feo y alto latón gastado, una fuente dicen, desde donde observan hacia un lado, las calesitas de Luis, la plaza y el centro de salud, hacia el otro, muchas personas mayores que van y vienen, casi siempre con una extraña sensación de prisa, de llegar tarde a la compra del pan o de los medicamentos, pero que se paran a saludar a esos otros conocidos que están sentados en los bancos, entre máquinas de gimnasia, que muchos nietos usan para distraerse, artilugios modernos que en vez de aliviar artrosis y otros dolores de la vida, se encargan de estirar pequeños músculos incansables, más allá, en la esquina un hombre amable y de palabra fácil abre sobre el suelo una maleta para vender música de segunda mano, películas que venían de regalo en algún periódico y libros leídos, cargados de anotaciones anónimas, ejemplares dedicados y olvidados, enfrente aparecen de vez en cuando en torno a La Estrellita, personas con el rostro desvaído o de andares lastimosos y perdidos solicitando un café, una pequeña porción azucarada de vida en sociedad, más tarde llegan por allí los adolescentes de los institutos cercanos, se sientan sobre el respaldar de los bancos y plantan sus pies sobre el asiento, forman grupos que chillan y ríen, se comportan como niños y esconden su responsabilidad tras enormes bolsas de chuches y latas de refrescos, la publicidad los ha convertido en reyes con la principal función de divertirse y ellos se cuelgan del alcohol, como único entretenimiento, se ha hecho de la juventud el tiempo anhelado por todos, mientras la sabiduría de los mayores, tan cercanos, no parece servir para estos tiempos de técnica y adelantos.

Plaza de San Martín de Porres, tres hermosos árboles de fuego muestran los destellos amarillentos y naranjas de sus flores, que agrupadas en filas destacan entre el verde follaje y los negruzcos frutos abiertos y vacíos que permanecen desde el año pasado. Las hojas, compuestas, están formadas por foliolos de picos estrechos que se levantan como el crepitar de las llamas y aparece el envés cubierto de una pelusa blanquecina, cada árbol es un mar de verdes y espuma, mil soles de fuego, que se dejan dulcemente contemplar.


Las flores están cargadas de néctar, que gotea fuera de los cortos pétalos que tiene, alimento que en su tierra de origen buscan aves y mamíferos australianos, encargados de realizar la polinización. El largo tubo, que al principio está curvado es el estilo, más tarde se estirará y con el extremo pegajoso atrapará los granos de polen, células reproductoras masculinas que bajarán hasta el ovario para unirse al único óvulo que hay, por eso los frutos que se formarán sólo contendrán una semilla.  Es suficiente. 


Rafael Martín Holgado.

domingo, 1 de mayo de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: HÉROES TRIANEROS



      Me llama la atención una noticia alcalareña (ABC, 22 de abril) que tiene como protagonista a un teniente coronel inglés que murió en el pueblo tras participar en la derrota de las tropas francesas en 1812 y a resultas de heridas mal curadas y del ataque, también despiadado, del sol  del día de la batalla final. Y hasta se ha creado una asociación intitulada “La Cruz del Inglés” con la idea de perpetuar su memoria en un lugar estratégico como patrimonio histórico.
         Después de resaltar la importancia del hecho, cuenta Alberto Mallado, autor de la crónica: “Tras una larga y agotadora marcha desde Huelva llegó con sus tropas, entraron por Triana y se alzaron por el entonces puente de barcas. Debían llegar a tiempo porque la destrucción del mismo planteada por los franceses hubiera dejado la ciudad a su merced. Con la ayuda de los vecinos del arrabal y en una acción militar que el ejército británico recuerda aún hoy, lograron salvar el puente y entrar en la ciudad...”.
         Si, el inglés fue un héroe, pero no lo fueron menos los trianeros paisanos que le ayudaron en su acción militar. La historia de Triana tiene aún muchas páginas en blanco, el color del olvido. Esta crónica, expuesta con brevedad, nos lleva ineludiblemente a la mañana del 27 de agosto de 1812, ya en plena retirada de los franceses, cuando apareció por Castilleja la división del general Juan de la Cruz Morgeón encontrándose las tropas invasoras, temiendo ataques de los vecinos, concentradas en la Vega al abrigo de la Cartuja. Entonces, entre cañonazos, el barrio se levantó a toque de rebato, respondiendo toda Sevilla y quedando los franceses entre dos fuegos saliendo despavoridos en todas direcciones “y muchos perecieron en el Altozano -que fue campo de batalla- y calles del antiguo barrio donde el paisanaje había montado una resistencia formidable”. “(Anales de Sevilla de José Velázquez y Sánchez). El papel del arrabal durante la dominación gabacha fue en todo momento heroico, tanto es así que una de las obras  que se va estrenar ese mismo año se titula “Triana, opresión de los franceses”, composición musical patriótica que se repetiría en los escenarios.
         Parece que estamos ante dos versiones distintas del mismo suceso  bélico. Y hay que decir que a la entrada del puente de Triana existió un monumento en forma de pirámide en honor de un oficial inglés que se distinguió por su heroicidad en la batalla del Altozano (no he podido averiguar si se trata del mismo). Además hubo otros héroes vecinos de esta orilla que dieron su vida por el orgullo de una ciudad mancillada por la ignominiosa presencia de Pepe Botella. Son capítulos de una historia que al menos debería tener reflejo en alguna esquina o plaza de nuestro barrio.

         ¿Y si imitando a los alcalareños, y creo que con mayores argumentos, elimináramos el insulso “lápiz de labios” de San Martín de Porres y se lo dedicamos a aquellos valientes paisanos? Tan desconocida es la historia de Triana para los que tienen que decidir que algo más allá han construido una rotonda coronada con un busto de un extraño personaje (véase el cruce López de Gomara con República Argentina)... ¿Alguien ha reparado en esto? Es la Triana de un tiempo sin políticos ni héroes ni orgullo...

Ángel Vela Nieto
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