viernes, 30 de mayo de 2014

EL DEDO DE RODRIGO

Ballesteros en su bar. Del archivo de Manuel Cerrejón, extraido del libreto "Triana Cantaora"


Casa Ballesteros (Joaquín y Antonio Ballesteros)


Joaquín Cosme Baeza (1915-1967) nació en la calle Castilla número 96, la casa donde palpitaría una de las tabernas más flamencas de Triana, Casa Ballesteros, existente desde que su tío, Joaquín Baeza Ballesteros, decidiera convertir la antigua tienda de comestibles de su padre, Joaquín Baeza Portela, en taberna (entonces número 92 de la calle) a principios de los años veinte.

El conocido como Joaquinito Ballesteros fue allí, además del regidor, el animador habitual, ya en los años cuarenta, de tantas reuniones y su cante siempre era esperado con interés. En una de estas ocasiones, noviembre de 1963, se le grabaron unas soleares en un magnetófono, cante que Manuel Cerrejón incluye en uno de sus trabajos, Triana cantaora, y que, por razones de edad, no da la dimensión de su categoría interpretativa. A los artistas hay que grabarlos en su mejor momento, pleno de facultades, de lo contrario queda una idea equivocada de su altura. Cuando falleció Joaquín Ballesteros su amigo El Arenero le dedicó esta soleá: Ya se murió Joaquinito/ Joaquinito Ballesteros,/ que cantó por soleá/ mejor que to el mundo entero.
La popular taberna fue hasta la muerte de Joaquín ágora de tradición flamenca arraigada en el hemisferio payo de Triana. La enorme afición y buen estilo interpretativo del que hacía gala y a quien no le iba a la saga su hermano Antonio, dio nombradía en Sevilla a la taberna primordialmente en las décadas de los cuarenta y cincuenta. Antonio, oficinista de profesión, era de carácter serio y sus cantes anhelados por lo sobrios y ajustados, derivaban por los sones más dificultosos, mientras que Joaquín era un muestrario sonoro de los palos alfareros. La clientela estaba compuesta de grandes aficionados por lo que el cante surgía espontáneamente. Se unía a ellos Manolito El Pintor que trabajó allí de camarero. Mairena, Chocolate y cuantos cantaores atravesaban el puente, visitaban a los Ballesteros.

La taberna de Ballesteros no era sólo sitio de gachós… “Nosotros nos íbamos a cá Ballesteros y nos tomábamos cuatro copas y nos entraba unas ganas de fiesta… Empezábamos con las palmas y allí no había ni gitanos ni gachós, tos nos jaleábamos y nos pegábamos nuestros cantes y la fiesta no acababa nunca…” (El Titi, entrevista de 1986. Revista “Triana”). Y entre ellos El Chocolate, que si no estaba por la Cava había que buscarlo en Casa Ballesteros... Y ya que hablamos de Chocolate, recordemos que llegó a Sevilla con seis años de edad; aquí, naturalmente, se hizo hombre y cantaor... “Recuerdo que Triana y la Alameda marcaban la diferencia. Las gentes de Triana siempre han sido muy orgullosas y pocas veces venían a Sevilla; para escucharlos había que cruzar el río, y también tenían a gala que nunca ponían la mano a los señoritos, aunque eso fue al principio, después todo cambió”. De los que él escuchaba en Ballesteros si alguno puso la mano en fiesta de cuarto o señoritos fue la excepción. Chocolate aprendió y grabó (lo escuchamos en un programa de televisión) las soleares de casa Ballesteros, cante que adornó con un exultante y sentido ¡viva Triana!

Y recordemos lo que era para El Arenero la taberna de su amigo Joaquín: “Allí hemos pasao ratos de ensueño, porque allí estaban los güenos afisionaos, iban los periodistas, la gente de la radio y hasta Antonio Mairena daba una vueltecita pa escuchá y disfrutá del ambiente. En menos que cantaba un gallo daba alegría como había treinta que se estaban creciendo por soleá, por seguiriyas y por tonás...”. (A Emilio Jiménez Díaz en El Correo de Andalucía).

Dio la parroquia de Casa Ballesteros hasta para un equipo de fútbol; Joaquín era muy aficionado y en su casa se funda el Castilla F.C. bajo la presidencia de Guillermo Pickman, cuñado de Joaquín y tan trianizado, tan bohemio y flamenco, que nada había en él de su distinguido rango. Y entre los futbolistas Antonio El Arenero y los Tudela, soleaeros de la casa. Es fácil suponer cómo y dónde celebraba el equipo sus triunfos o donde despejaban las penas de las derrotas deportivas. Y también surgió en su festivo ambiente una peña humorística, la de los “Sin Belleza”, cuyos componentes estaban, como es de suponer, entre los parroquianos menos agraciados; fue su primer presidente un buen cantaor, El Sopera. Y para que no falte de en Ballesteros latía una tertulia taurina a la que solía asistir (¿por los toros o por el cante?) el faraón Curro Romero.

Seriamos injustos si no abundáramos en la personalidad de Antonio Ballesteros (1911-1974), eclipsada por el brillo personal de su hermano Joaquín. El laureado poeta trianero Juan Lamillar escribió sobre “los silencios de Antonio Ballesteros”; Lamillar, sobrino de la esposa de Antonio, heredó de él varios libros, un bastón de bambú y una pluma. Y da fe, desde sus recuerdos de adolescencia, de su discreción y su señorío, cualidades que le impidieron ser más expresivo en su cante, contrariamente a su hermano. A finales de los sesenta “era una máscara muda para el cante” después de la muerte de Joaquín. “Enfermo conservaba su elegancia, una elegancia que yo -cuenta Lamillar- encontraba entonces demasiado refinada para un ex-flamenco, y que venía de antiguo pues ya en la Triana de los primeros cincuenta se comentaba, por insólitos, sus camisas rusas, sus trajes a medida, sus cigarrillos filipinos, su elegancia realzada por una leve cojera que le da, además, derecho al título de caballero mutilado de guerra”. Había estudiado Magisterio y fue hasta su jubilación administrativo de la Compañía Exportadora de Filipinas. Juan Lamillar vio en su casa tarjetas y saludas firmados por un poeta que entonces no conocía: Jaime Gil de Biedma. Tuvo inclinación por las joyas, los taxis y la cerveza. “La flamenquería de mi tío se me aparecía demasiado confusa, pero pronto corría a restaurarla su mujer, excelente narradora oral, y comenzaba a contar las juergas interminables de la golfería de Triana, las reuniones de aficionados que duraban tres días, las esposas (ella misma) buscando a sus respectivos en un peregrinaje por tabernas y reservados”.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)".

lunes, 26 de mayo de 2014

EL FAROL DE MARCHENA


LOS ANGELES TRIANEROS


Con las ganas de usar el chuzo, contra tanto político desconocedor que campa a sus anchas vociferando en los mítines, se ha quedado el bueno de Marchena que  finalmente ha optado por usar su farol para arrojar un poco de luz en favor de este barrio olvidado y tan frecuentemente ultrajado.

Tenía cien mil argumentos el alcalde Zoido para proclamar la importancia de nuestra ciudad en la gesta del Descubrimiento que él, sin dar demasiadas explicaciones,  considera  fue  una de las claves de la génesis de la Europa del futuro y para ello no se le ocurre mejor idea que aseverar que las naves del primer viaje de Colon no salieron de Palos sino  de Sevilla. Como era lógico, la respuesta desde tierras onubenses no se hizo esperar y  fue el alcalde de la capital, el también popular Pedro Rodríguez, el primero que le enmendó la plana a su colega sevillano dando otra lección magistral de historia afirmando que todos los marineros eran de Huelva llegando incluso a asegurar que Rodrigo de Triana era de Lepe. Podemos entender que el alcalde pacense de Huelva no tenga tiempo de repasar la historia y se permita asegurar con tal rotundidad de dónde eran quienes se inscribieron en la tripulación con el apodo “de Triana”. Le recomendamos, para cuando sus obligaciones se lo permitan, que repase la obra de un trianero docto en la materia y personaje fundamental en el Descubrimiento; nos estamos refiriendo a Bartolomé de las Casas.



Hemos titulado esta entrada “Los Ángeles Trianeros” en referencia al monumento que se puede observar en la trianera  Plaza de Chapina desde el 26 de Julio de 1992 y que fuera realizado por Gabriel-Mozas en homenaje a los marineros trianeros que participaron en el descubrimiento del “Nuevo Mundo” entre los que destacan Rodrigo de Triana, Rodrigo de Bastidas,  Andrés de Morales y otros muchos  marineros trianeros anónimos. Nosotros queremos añadir, para conocimiento del edil onubense, a dos que figuraban en la lista de tripulantes de aquel viaje que partió de Palos:  Juan Verde de Triana y Fernando de Triana. Tampoco queremos pasar por alto al navegante trianero Luis de Cárdenas, pieza fundamental en aquella  conquista  junto con Hernán Cortés, y a tantos lugares trianeros como EL Convento de los Remedios, El Monasterio de la Cartuja,   donde Colón planificó su viaje y estuvo enterrado, La Casa de las Columnas, sede de la  Universidad de Mareantes, el Muelle de las Mulas como punto de partida de la expedición de Magallanes y Juan Sebastián el Cano.  Seguro que fueron muchísimos más esos “Ángeles Trianeros” que tuvieron en el arrabal el apoyo necesario de calafates, carpinteros de riberas, artesanos del barro, de la industria del bizcocho o de la pólvora.

Nadie, salvo los zoquetes, deberían dudar de la importancia que Triana tuvo en el Descubrimiento y que no fue reconocida ni siquiera durante la Expo 92 más allá de este monumento que hoy en día le puede parecer al que lo visite que  representa a un grupo de trianeros huyendo despavoridos ante la amenaza de esa cercana Torre Pelli.


José Luis Jiménez

jueves, 22 de mayo de 2014

EL DEDO DE RODRIGO


TRES TABERNAS DE LA CALLE CASTILLA


Los Dos Hermanos

Taberna de la calle Castilla, número 82, donde dos hermanos, Manuel y Rafael Huerta, llegados de La Mancha en 1927, acogieron a una de las reuniones más flamencas de Triana. Aquí paraban aficionados al cante flamenco, entre los que se encontraban el padre y el tío de Naranjito. Naranjito de Triana los acompañó en muchas de aquellas veladas en la terraza que daba al río y allí cantiñeó cuando no levantaba un palmo del suelo. Y fue la escuela del entusiasta alevín en competencia con El Teoro, crío de su estatura, que también resultaría un buen depositario de los cantes del barro. La taberna cambió de ubicación, pasó a la calle Fabié y de ésta a San Jacinto, en el umbral del Altozano, la última de Triana o la primera, según donde se tuviera el puente. Tres hermanos, hijos de uno de los dos hermanos (trabalenguas), sirvieron mariscos democráticos y la mejor cerveza de Triana. Naranjito continuó siendo fiel parroquiano de la casa, lugar donde también paraban Los Morancos, El Arenero, Paco Vega, Antonio Badía y muchos artistas del barrio. Hasta su cierre a principios del año 2000 por jubilación de Julián, Manolo y Pedro, fue un punto de reunión de los amigos de siempre y establecimiento muy popular en Sevilla. Naranjito de Triana, el más entrañable de los amigos de la casa, acompaña a los tres hermanos Huerta en una de las fotos de despedida del establecimiento.

El Centro de Castilla

Casa del tiempo de la Exposición Iberoamericana (1928) levantada en lugar de una vieja tabernilla llamada La Pila. El Centro de Castilla, bar y tienda de ultramarinos, estaba regentado por un montañés-trianero llamado Artemio Martín Santos, sobrino de un industrial puntero del Altozano, Pedro Santos, el fundador del Bar Altozano. Artemio, en el bar, y su pariente Justo en los ultramarinos, se ganaron el cariño de los vecinos por su generosidad. Cartujanos y tejareros tenían aquí su intendencia fiada por muy negra que fuera la fortuna de muchos de ellos. Justo es recordarlo.
Artemio disfrutaba en las horas de amigos con las reuniones de aficionados que él mismo propiciaba. Muchas juergas iniciadas en Sevilla acababan en la esquina de Artemio. Y como tenía la cama en la planta alta no había hora para el cierre. Enfrente abría sus puertas El Tropiezo, una taberna convertida en bar que aún existe y, al lado, por Castilla, le acompañaba una tabernilla conocida por La Bombilla.
Artemio falleció en 1952 y su entierro por lo sentido y concurrido aún se recuerda.

Bar Manolo

También conocido como Casa del Gallego, pues de allá llegó este otro Manolo de la vieja hostelería trianera. En la misma punta del Patrocinio, esquina a la desaparecida calle Aracena y frente al antiguo fielato, Manolo alentó su mostrador secundado por sus dos hijos que nacieron, crecieron y se jubilaron en este puesto de reposo de tejareros y cartujanos, mezclados con el personal de los almacenes y paradores inmediatos, con los tranviarios que hacían parada frente al bar al que servidor recuerda de cuando chiquillo e iba a por la media botella de vino para animar el almuerzo de su padre en el descanso en la tarea del torno, en el inmediato tejar de Cirilo Ruiz Flores; por cierto, cada día se embobaba frente a una reproducción enmarcada de un cuadro de golfillos de Murillo... Y no podía faltar allí la reunión donde el cante sirviera de comunión general siendo, el también tejarero El Sordillo, uno de sus habituales. Paco Taranto, de niño, lo esperaba cada mediodía por si le daba por cantar.
Los sábados se juntaban allí los miembros de una peña -era la moda la formación de peñas entre los parroquianos de tabernas y bares-, y a ella solía acudir el cantaor Niño Salas para amenizar la reunión, pero Manolo no estaba por la labor de mantener aquellas algarabías y acabó con ellas. Esta Casa Manolo del Patrocinio alcanzó en un último esfuerzo el umbral del siglo XXI.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)".

sábado, 17 de mayo de 2014

EL DEDO DE RODRIGO

LUGARES FLAMENCOS DE TRIANA



La Concepción, una posada muy flamenca


Existió esta antiquísima posada, una de las varias de la calle Castilla, en la antigua casa número 30, esquina al Callejón de la O, y allí su “túnel del tiempo” hasta 1971, cuando la regía José Domínguez Limón, impresor que perteneció a la plantilla del periódico “Triana”, un semanario que tenía talleres y redacción en la calle Evangelista. De las personas que ocuparon sus cuartos o, simplemente, sus jergones o camas de forma permanente, hubo en esta época un sorprendente Franconetti, italiano corpulento y elegante, sin oficio conocido, al que “resguardaban” los civiles cuando Franco pasaba por Sevilla. También eran huéspedes habituales una pareja de románticos enamorados conocidos como Manolo Caracol y Lola Flores, porque se buscaban la vida, él tocando la guitarra y ella cantando y bailando imitando a la pareja de moda entonces. La mujer, después y hasta su senectud, ya sola, recorría las calles de Sevilla cantando aquel fandango que la hizo popular… qué te brillan las espuelas/ de qué Regimiento eres… que permanece en la más íntima galería de personajes callejeros sevillanos de posguerra. Y es curioso que también morara en la posada Manuel Rosa, el de los bartolitos, que se fabricó unas marionetas simulando a la pareja Caracol-Flores y a los que hacía “actuar” en una tabla colocada sobre sus piernas. Y otra artista, Conchita, que desde niña vendía moñas de jazmines y bailaba por las calles hasta que un mecenas norteamericano la protegió favoreciendo sus estudios en el colegio Reina Victoria y en una academia donde se enseñaba a cantar y a bailar. Cuentan que como artista se ganó la vida y hasta compró una casa en Camas.

Agustín Pérez González entrevistó a la hija del último regente de la Posada de la Concepción, y de ese estupendo trabajo, publicado en la revista “Triana” correspondiente a la Navidad de 2012, extraemos lo escrito en este epígrafe.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)".

lunes, 12 de mayo de 2014

DESDE EL MONTE PIROLO

                        

 UNA  FECHA


         Ha empezado una nueva temporada taurina esta primavera 2014 con pocos bríos y pocas ilusiones y terminó hace meses, en otoño, la  del año pasado 203C que estuvo dedicada en exclusiva,  a lo largo y a lo  ancho de la temporada,  al fenómeno del toreo trianero Juan Belmonte con dos   efemérides especiales –cincuentenario y centenario- que no fueron las más afortunadas en la vida del torero que tenía otras en el mismo año que lo hubieran merecido mucho más por su relevancia en su vida activa y profesional. Incluso el cartel original  anunciante de los festejos taurinos  también se dedicó  por completo a su persona.

                                    


En Triana hay eslóganes típicos, tópicos, envueltos en papel de pregones kitsch y manidos, “Que bonita está Triana/cuando le ponen ….“Triana puente y aparte”…. “Triana república independiente”….”Triana es diferente”… “Triana, la otra orilla”….  Miles de veces repetidos por  los moyatosos en la Velá…… 

Todos estos slóganes se mandaron al carajo  cuando  al  grandioso Juan Belmonte, en su barrio, le hicieron los mismos recordatorios/actos/rapsodas que en la capitá, en Sevilla, más o menos como si se hubieran realizados también  en Teruel, Soria, Nimes o en San Felíu de Guixol por poné un ejemplo, celebrar lo incelebrable y en plan cutre, cuando  tenía que haber sido de otra manera.   

Triana, en este caso, a través de las personas incorporadas al grupo de trabajo, no sé si empadronados  o no, lo digo por lo de apuntarse a un bombardeo, hicieron lo que le mandaron, para al final disfrazarlo de homenajes y exposición con elementos trágicos incluidos y todo ello compartido con   otro torero sevillano, Joselito “El Gallo”, que ya  le había cumplido el centenario en el año 2012 . A Curro Posada, torero famoso de Triana lo dejaron, missing total, fuera de la convocatoria en el barrio, su barrio. También cumplía centenario, pero como si no.  De nota alta. De cum laude.

Juan Belmonte  estando vivo quizás no hubiese aparecido en ningún acto programado donde  se hablaba o se escribía como si hubieran desayunado con él todas las mañanas. Sin embargo  en la temporada dedicada a él no faltó a la cita, como  hombre cabal, culto y educado que era  apareció donde tenia que aparecer y estuvo donde tenía que  estar, frente a la plazatoros de Sevilla mirando  las terrazas y  vomitorios y a través de ellos  la Puerta del Príncipe, el tendido de los Maestrantes y  el palco Real.

Tocando casi con la mano  los chiqueros y  el patiocuadrillas  y  catando ese olor o aroma mezclado que huele a toros y caballos,  un almizcle que solo se aspira los  días de corridas y esos aplausos,  rumores y silencios que solo se “oyen” desde fuera cuando el toro está en la plaza y a los  que tan acostumbrado estaba JB.

Juan Belmonte apareció por la pared de una casa en la calle Gracia Fernández Palacios,  no en cuerpo y alma, si en “pareidolia”  con la que creo que el autor quiso hacerle su particular y creativo homenaje, acertadísimo por cierto.

                            



Si se me permite la inmodestia y desde mi punto de vista, le faltó que le hubieran puesto una música de fondo, a medio gas, como en Venecia en los momentos puntuales e importantes, debía de haber sonado como acompañamiento un Allegro ma non troppo o mejor un Allegretto en clave tranquila y de Mozart que también está en plan torero de foto de estudio en los alrededores de la plazatoros , por ejemplo la Serenata nº 3C  (otra vez el 3C) para que fuera demostrando Juan su enfado de menos a más en un in crescendo, como las grande faenas.                       

Lo escribo porque incluso el autor de un artículo, publicado en un diario local, poniéndole  causa al tiro del suicidio de Juan lo achacó  al “gatillazo” que pegó compartiendo cama con una joven rejoneadora, un petardo mental y gordo para un torero tan macho, pero que antes del tiro, con la “depre”, se encerró en la placita de la finca  con un  toro bravo  para que lo matara y dándose cuenta que no ocurría esa posibilidad se fue llorando en busca de la pistola.

Me pregunto: ¿Por qué  sabe este hombre esas cosas? ¿Estaba pasando unos meses como invitado de Juan en la finca? ¿Es que estuvo dentro del dormitorio? ¿Debajo de la cama?  ¿De  observador a través del cristal de una  ventana en plan  “voyeur”?  Pues si fue así eso está feo, pero que muy feo, si de verdad existieron esos momentos que cuenta como si los hubiera vivido en primera persona..

En la vida de Juan riquísima de experiencias ya perdidas sin recuperación posible pero recordadas día a día  en la nebulosa de la soledad y de la  edad ¿Fue esa que menciona el autor del artículo la única causa y tan importante para J.B. como para pegarse un tiro?  ¿No hubo otras o es que  su vida solo giró en torno al lecho del desahogo sexual? ¿Era una persona JB  sin inteligencia ni sensibilidad solo con el pensamiento puesto en una erección y un agujero que la acogiera o había otros problemas  de otra índole y otro calado? Claro, que esa es otra que a lo mejor ni se la han contado.



                            

Es muy difícil la creación por eso vale lo que se abone, pero la copia no  aunque la difuminen, solo hay que comparar los dos carteles entre uno(203C) y otro(1934) hay 80 años de diferencia, una montera y una corbata nueva, un vestío de torear que hay que terminar de cosé y bordá y una cara a la espera de que le hagan un lifting facial de rejuvenecimiento. Solo hay que poner un cartel junto al otro para verlo. Aunque sea mejor que el original  no deja de ser eso, una copia. Los creadores casi siempre han tenido maestros, profesores, influencias, gustos, preferencias,… pero cuando han realizado algo lo han hecho de manera creativa, diferente y original, distinto.
                           
         El día siete de este mismo mes en el boletín informativo que ofrece la empresa Pagés antes de cada corrida de toros y con el título de “Otros Tiempos” se daba una pincelada biográfica del torero Francisco Posada. Sabría poco de este torero el autor del artículo que primero no lo nombró en el título con su nombre artístico “Curro Posadas”, segundo dijo  que era  un torero sevillano cuando se sabe y es histórico que era trianero hasta las cachas y tercero aludiendo a una corrida que alternaba con Juan Belmonte dijo que Curro tuvo que matar las seis reses por cogida del trianero refiriéndose a Juan Belmonte cuando no lo era de nacencia aunque si de presencia. ¿De dónde lo copió? ¿O es que no lo supo ni copiar? ¿Se documentó antes sobre quién escribía? ¿Cuarto de hora de gloria por ponerse como autor en un boletín en la Maestranza?

Este es el mundillo de cuartos o medias hora de euforias exultantes donde  si no se copia se  inventa y aquí paz y después, eso, gloria y que me quiten lo bailao, porque el protagonista no de la historia sino del cuento del alfajor saben que no va a venir a desfacer el entuerto de lo que se habla o se escribe de él, por lo tanto ojaneta de la Barqueta de sabihondo al que lo quiera escuchar o leer. Para todos los gustos.

                                            
 

Y…¡ ojo! que ya lo dije en un anterior párrafo y  otros artículos sobre la sangre trianera de los Posadas borrados en su barrio de actos y homenajes, no así en otros lugares del mundo taurino. Viene la sangre de los Posadas (dinastía más antigua del mundo taurino. Ver biografías)) desde su Extremadura natal a Sevilla corriendo por las venas y arterias de un torero que ya lleva dos o tres temporadas  haciendo sonar sus clarines de triunfos novilleriles por media España, recientemente en Valencia y antes en la feria de Olivenza.  Con el nombre artístico de “Posadas de Maravillas” (Maravillas por su madre y su agüela)   pisará el albero de la plazatoros de Sevilla (Real Maestranza) el día 18 de Mayo –es la fecha del título de este escrito-  matando dos novillos de Cayetano Muñoz en una novillada de lujo y acompañado por Juan Ortega y Lama de Góngora. Si no se me adelanta algún agradaó espero invitarlo a dar una vuelta, antes o después de la corrida,  por el barrio donde floreció su sangre torera.

                       
 

Como  fe y esperanza no deben de perderse, no las pierdo, es mi forma de ser,  pelillos a la mar,  de sabios es rectificar y que siempre hay tiempo cuando  se valoran las cosas que se tienen a mano. Oportunidades siempre hay, daré unas pocas más adelante. Triana  debe y tiene que plasmar su homenaje al toreo, al toreo de Triana por la personalidad que les infundió a todos los toreros trianeros  que consiguieron pisar el albero de la Real Maestranza después de pasear esta impronta por casi todas las arenas del orbe del toreo.

 El equipo que tiene el “poder de poder” realizarlo  se les llena y ya les duele la boca a la mayoría de sus componentes  proclamando el entusiasta apoyo  a la fiesta de los toros, pues bien, como  la mujer del César lo tienen que demostrar y no solo con las individualidades, eso que se quede para los barrios que le han nacido pocos toreros, ese apoyo si es verdadero hay que hacerlo valer sobre todo en Triana, que pase a  Sevilla, y de paso, a  España  y al resto del mundo de los toros. El pregón taurino de este año en Sevilla y anteriormente el galardón  de un premio también en Sevilla lo confirma, por eso hablo al principio de este párrafo de  esperanza.
                                                       
Antonio del Puente

                                                                               Mayo-14

sábado, 10 de mayo de 2014

EL DEDO DE RODRIGO

LUGARES  FLAMENCOS DE TRIANA



Peña Trianera


La Peña Trianera fue inaugurada en 1928 en la calle Callao, entre San Jorge y Castilla, como casino de La Unión Patriótica, el partido del general Primo de Rivera que lo visitó en noviembre del mismo año. Después de ejercer como Casino Republicano, se transforma en la apolítica peña en 1932. Desde entonces se convierte en tribuna cultural y cónclave de comerciantes de los aledaños y la plaza de abastos. Llegó a disponer de conserje y botones como los clasistas casinos de la calle Sierpes.

En 1934, la Agrupación Coral de Sevilla interpretó, junto a una zambra gitana llamada “Soleá” que dirigía el maestro Miguel Defrane, el tango “Suspiros de la Cava”, ejemplo de las actividades musicales de la Peña Trianera en esta época. En el mismo año y en día de Santa Ana se presentó El Trío Garfia que había triunfado ante los micrófonos de Unión Radio y “desarrollaron un extenso programa con interpretación de fandangos, soleares y bulerías. Terminado el concierto se organizó una cena en la que no faltó el típico bacalao ni la clásica sandía” (“La Unión”, 31 de julio).

Decorada con hermosos azulejos cervantinos de Mensaque, hermanada con la paredaña cafetería “Casa Cuesta”, fue sede de La Gimnástica Trianera, un equipo de fútbol del que fue presidente honorario Juan Belmonte. De tantos socios implicados en la vitalidad de la peña, remarquemos como ejemplo a Vicente Flores Navarro y José Romero Moreira, prohombres y promotores de la cultura del barrio. Sin serlo lícitamente fue, además, peña taurina. Por el salón de la Peña Trianera ha pasado una generosa nómina de artistas flamencos en ciclos, charlas ilustradas o recitales, permaneciendo con escenario abierto para estas manifestaciones.

En el otoño de 1972 se grabó, entre el bar Casa Cuesta y la peña, un capítulo de la serie “Rito y geografía del cante”, de Televisión Española, dedicado a Oliver de Triana, así llamado en los títulos haciendo gala de su maestría por tonás, seguiriyas, serranas y soleares; le acompañó Manolo Carmona, un guitarrista habitual de las reuniones en la peña. Entre los testigos varios socios, destacando Campito, popular personaje taurino, abuelo de la actriz Paz Vega y comerciante de la inmediata plaza de abastos, y con él miembros del “Club Garrafa”, grupo de amigos devotos de Baco y del duende del cante. El también popular Chato de Triana, entonces barman de Casa Cuesta, le sirvió al maestro Oliver su café negro.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)". 

viernes, 2 de mayo de 2014

EL DEDO DE RODRIGO

LUGARES  FLAMENCOS DE TRIANA



Pasaje de Feliciano


Bajando las escalerillas de la plaza de abastos por el Altozano, a la derecha, se situaba el bar de Feliciano, establecimiento heredado de los puestos de bebidas del mercado que en tiempos antiguos pasaron por manos montañesas como tantas tabernas en Triana. Toda la gracia, que no era poca y que andaba distraída tras los mostradores del pescado, la fruta o la carne, se volcaba aquí a la hora del reposo o de un breve respiro. Hay que recordar que en este mercado remataron muchas juergas flamencas. Por aquí pulularon los ecos de los fandangos de El Caracol dedicados a su amigo Pastor, el carnicero, con un café calentito y una copa de aguardiente. Aquí se fundó, a mediados de los cuarenta y por los parroquianos más guasones, “El Mote Club”. Aquí se juntaba el arte de las dos Cavas: El Titi, Pepe Gitanillo, Pepe Casado… La revista “Triana” recogió la entrevista que, sentados ante los veladores interiores, le grabamos a Pepe Gitanillo y a El Titi una mañana de sábado de 1986.

Del personal de Feliciano hay que destacar a El Chato, Francisco Iglesias Aguilar, que entró en el Pasaje con catorce años a principios de los sesenta. El Chato de Triana nació en el inmediato corral de San Joaquín y por sus venas corría la sangre de artista que iba de corredor en corredor de su casa. Uno de sus afanes fue sacar a hombros a los triunfadores de la Maestranza, “capitalista” por afición. Y como enfrente del bar estaba el puesto de pescao frito de Loli no era nada raro ver por allí a cantaores de la talla de Antonio Mairena y su hermano Manuel, Naranjito, Manuel Molina, La Lole y tantos más asiduos parroquianos.

La Manigua


Popular sala de fiestas y salón de variedades establecido en el número 29 de la calle Betis (actual 33). Antes fue esta casa sede de un centro republicano. Por La Manigua, inaugurada en 1941, desfilaron la mayoría de las estrellas de la canción, del cante y la copla en sus comienzos como artistas, probando el pulso de voz y su temple ante un público entendido y en concursos organizados por la dirección de la empresa. En este veraniego escenario se hicieron artistas, entre tantas y tantos, Paquita Rico, Marujita Díaz, Carmen Florido, Lolita Arispón, Armando Gutiérrez y Juanito Díaz. En 1951 proclamaba así su existencia: “Sala de fiestas, grandes atracciones, una orquesta, magnífico cuadro andaluz. Espectáculos hasta la madrugada”. El empresario de La Manigua fue un cajero de El Barranco (mercado del pescado) llamado Miguel Jiménez. El director de la orquesta era José Fontela.

En La Manigua fue el debut en Triana de Naranjito y Narci Díaz. Trescientas cincuenta pesetas tenía prometido cobrar el pequeño cantaor, pero una suspensión por ser menor de edad necesitó la intervención del gobernador civil a petición desesperada del joven artista. “En La Manigua trabajábamos los fines de semana -cuenta en sus memorias-, que era cuando interesaba. Era un teatro de verano precioso; tenía dos zonas, o sea, que había una parte de sillas para sentarse a ver el espectáculo y otra parte donde había veladores, donde se sentaba las gentes, tomaban algo fresquito, o lo que fuera. Durante la semana no se hacía nada, ponían música para bailar. Allí fue donde empezamos a darnos a conocer”. La Manigua quedaba durante el invierno como sala de bailes.

El Pali tampoco olvidaba que en La Manigua ganó un concurso de cante junto a Naranjito; los dos se llevaron el premio que patrocinaba el Puesto de las Flores. Y un adorno calé: La madre del último Curro Puya se instalaba frente a la puerta con sus ricos buñuelos.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)". 
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