Peña Trianera
La Peña Trianera fue inaugurada en 1928 en
la calle Callao, entre San Jorge y Castilla, como casino de La Unión
Patriótica, el partido del general Primo de Rivera que lo visitó en noviembre
del mismo año. Después de ejercer como Casino Republicano, se transforma en la
apolítica peña en 1932. Desde entonces se convierte en tribuna cultural y
cónclave de comerciantes de los aledaños y la plaza de abastos. Llegó a
disponer de conserje y botones como los clasistas casinos de la calle
Sierpes.
En 1934, la Agrupación Coral de Sevilla
interpretó, junto a una zambra gitana llamada “Soleá” que dirigía el maestro
Miguel Defrane, el tango “Suspiros de la Cava”, ejemplo de las actividades
musicales de la Peña Trianera en esta época. En el mismo año y en día de Santa
Ana se presentó El Trío Garfia que había triunfado ante los micrófonos de Unión
Radio y “desarrollaron un extenso programa con interpretación de fandangos,
soleares y bulerías. Terminado el concierto se organizó una cena en la que no
faltó el típico bacalao ni la clásica sandía” (“La Unión”, 31 de julio).
Decorada con hermosos azulejos cervantinos
de Mensaque, hermanada con la paredaña cafetería “Casa Cuesta”, fue sede de La
Gimnástica Trianera, un equipo de fútbol del que fue presidente honorario Juan
Belmonte. De tantos socios implicados en la vitalidad de la peña, remarquemos
como ejemplo a Vicente Flores Navarro y José Romero Moreira, prohombres y
promotores de la cultura del barrio. Sin serlo lícitamente fue, además, peña
taurina. Por el salón de la Peña Trianera ha pasado una generosa nómina de
artistas flamencos en ciclos, charlas ilustradas o recitales, permaneciendo con
escenario abierto para estas manifestaciones.
En el otoño de 1972 se grabó, entre el bar
Casa Cuesta y la peña, un capítulo de la serie “Rito y geografía del cante”, de
Televisión Española, dedicado a Oliver de Triana, así llamado en
los títulos haciendo gala de su maestría por tonás, seguiriyas, serranas y
soleares; le acompañó Manolo Carmona, un guitarrista habitual de las reuniones
en la peña. Entre los testigos varios socios, destacando Campito,
popular personaje taurino, abuelo de la actriz Paz Vega y comerciante de la
inmediata plaza de abastos, y con él miembros del “Club Garrafa”, grupo de
amigos devotos de Baco y del duende del cante. El también popular Chato de
Triana, entonces barman de Casa Cuesta, le sirvió al maestro Oliver
su café negro.
Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)".
Me incorporo de nuevo, Ángel, y aunque sea por alusiones paternas escribo este comentario. La peña tuvo antaño más tinte taurino que flamenco aunque ya sabemos que el flamenco y la fiesta de los toros van de la mano. Hoy en día la Peña es una cosa desvaída, ni toros ni flamenco, Ni sí ni no, sino todo lo contrario, que no sabe uno muy bien donde encajarla. Un ente sin personalidad propia, más bien navegando en el oleaje político que era la idea más lejana desde su fundación, como debe de ser un ateneo. El popular Chato de Triana era primo de mi padre y antes de Casa Cuesta trabajó muchos años en el Bar de los Toreros sirviendo las mesas. El bar estaba, tú lo sabes mejor que yo, en la esquina del Altozano con calle San Jorge, mi calle.
ResponderEliminarDemostración clara de que tenemos que charlar un rato.
ResponderEliminarComo el libro va de flamenco, el epígrafe de estos lugares trianeros llevan exclusivamente ese tinte; no es una historia de cada establecimiento, sino lo que significaron en el cante, el baile y el toque.
De acuerdo con lo que señalas respecto a la Peña de hoy; está ahí, se hace escenario de actos, pero carece de la identidad que tuvo.
Tengo que reconocer, Ángel, que con esto de la edad y las prisas y en las nebulosas de mis recuerdos y vivencias infantiles suelo trabucar personas y personajes. Es lo que me ha pasado a mi pesar con el Chato de Triana, El Chato de Triana no era primo de mi padre. Hablando de primos sabes que era un parentesco muy mencionado por los habitantes de la Cava de los Gitanos y ha sido otro primo, este de verdad, el que me ha sacado de dudas y volver a la razón. El primo de mi padre que servía las mesas en el bar de los Toreros se llamaba Eduardo y no era chato, pero seguro que el Chato de Triana andaba por allí y mi papa como repartía parentescos de primo por todas partes me lo hizo creer y me llevó a la confusión. Te pido perdón.
ResponderEliminarQué importa, Antonio; más que primos en la Triana pura éramos hermanos en todo. Todo aquel espacio era del Chato y el Chato era -y es- muy nuestro.
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