Taberna de la calle Castilla, número 82,
donde dos hermanos, Manuel y Rafael Huerta, llegados de La Mancha en 1927,
acogieron a una de las reuniones más flamencas de Triana. Aquí paraban
aficionados al cante flamenco, entre los que se encontraban el padre y el tío
de Naranjito. Naranjito de Triana los acompañó en muchas de aquellas veladas en
la terraza que daba al río y allí cantiñeó cuando no levantaba un palmo del
suelo. Y fue la escuela del entusiasta alevín en competencia con El Teoro,
crío de su estatura, que también resultaría un buen depositario de los cantes
del barro. La taberna cambió de ubicación, pasó a la calle Fabié y de ésta a
San Jacinto, en el umbral del Altozano, la última de Triana o la primera, según
donde se tuviera el puente. Tres hermanos, hijos de uno de los dos hermanos
(trabalenguas), sirvieron mariscos democráticos y la mejor cerveza de Triana.
Naranjito continuó siendo fiel parroquiano de la casa, lugar donde también
paraban Los Morancos, El Arenero, Paco Vega, Antonio Badía y
muchos artistas del barrio. Hasta su cierre a principios del año 2000 por
jubilación de Julián, Manolo y Pedro, fue un punto de reunión de los amigos de
siempre y establecimiento muy popular en Sevilla. Naranjito de Triana, el más
entrañable de los amigos de la casa, acompaña a los tres hermanos Huerta en una
de las fotos de despedida del establecimiento.
El Centro de Castilla
Casa del tiempo de la Exposición
Iberoamericana (1928) levantada en lugar de una vieja tabernilla llamada La
Pila. El Centro de Castilla, bar y tienda de ultramarinos, estaba regentado por
un montañés-trianero llamado Artemio Martín Santos, sobrino de un industrial
puntero del Altozano, Pedro Santos, el fundador del Bar Altozano. Artemio, en
el bar, y su pariente Justo en los ultramarinos, se ganaron el cariño de los
vecinos por su generosidad. Cartujanos y tejareros tenían aquí su intendencia fiada
por muy negra que fuera la fortuna de muchos de ellos. Justo es recordarlo.
Artemio disfrutaba en las horas de amigos
con las reuniones de aficionados que él mismo propiciaba. Muchas juergas
iniciadas en Sevilla acababan en la esquina de Artemio. Y como tenía la cama en
la planta alta no había hora para el cierre. Enfrente abría sus puertas El
Tropiezo, una taberna convertida en bar que aún existe y, al lado, por
Castilla, le acompañaba una tabernilla conocida por La Bombilla.
Artemio falleció en 1952 y su entierro por
lo sentido y concurrido aún se recuerda.
Bar Manolo
También conocido como Casa del Gallego,
pues de allá llegó este otro Manolo de la vieja hostelería trianera. En la
misma punta del Patrocinio, esquina a la desaparecida calle Aracena y frente al
antiguo fielato, Manolo alentó su mostrador secundado por sus dos hijos que
nacieron, crecieron y se jubilaron en este puesto de reposo de tejareros y
cartujanos, mezclados con el personal de los almacenes y paradores inmediatos,
con los tranviarios que hacían parada frente al bar al que servidor recuerda de
cuando chiquillo e iba a por la media botella de vino para animar el almuerzo
de su padre en el descanso en la tarea del torno, en el inmediato tejar de
Cirilo Ruiz Flores; por cierto, cada día se embobaba frente a una reproducción
enmarcada de un cuadro de golfillos de Murillo... Y no podía faltar allí la
reunión donde el cante sirviera de comunión general siendo, el también tejarero
El Sordillo, uno de sus habituales. Paco Taranto, de niño, lo esperaba
cada mediodía por si le daba por cantar.
Los sábados se juntaban allí los miembros
de una peña -era la moda la formación de peñas entre los parroquianos de
tabernas y bares-, y a ella solía acudir el cantaor Niño Salas para
amenizar la reunión, pero Manolo no estaba por la labor de mantener aquellas
algarabías y acabó con ellas. Esta Casa Manolo del Patrocinio alcanzó en un
último esfuerzo el umbral del siglo XXI.
Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)".
Artemio fue mi padrino en mi bautizo en la Iglesia de la O, porque era muy amigo de mi padre Emilio, junto con Diego y Esteban que tenían un negocio de coches usados,, aunque me parece que el año de su fallecimiento debió ser posterior, ya que yo nací en ese año que se cita. 1952.
ResponderEliminarJusto fue tambien el que todas las tardes me preparaba un bocadillo de jamón cuando llegaba acompañado de mi abuela, empezamos por dos pesetas, luego llegamos al duro y aún recuerdo a Justo decirle a mi abuela que ya no podía seguir poniendole ese precio y la cosa subío a dos duros así de repente.
Al lado estaba el bar Las Cancelas y los veladores se ponian en verano al lado de la estatua de D. Rodrigo, ya que por aquel entonces había una explanada que ocupaba todo ese espacio.
Mi padre tenia su taller de fontanería justo enfrente, en la calle Pinzón.
...
He encontrado la esquela de mi padrino, en el ABC de Sevilla del 21 de Agosto de 1956, en la página 28, indicando que su muerte fue el día 20 del mismo mes/año, claro.
ResponderEliminarSaludos.