sábado, 10 de mayo de 2014

EL DEDO DE RODRIGO

LUGARES  FLAMENCOS DE TRIANA



Peña Trianera


La Peña Trianera fue inaugurada en 1928 en la calle Callao, entre San Jorge y Castilla, como casino de La Unión Patriótica, el partido del general Primo de Rivera que lo visitó en noviembre del mismo año. Después de ejercer como Casino Republicano, se transforma en la apolítica peña en 1932. Desde entonces se convierte en tribuna cultural y cónclave de comerciantes de los aledaños y la plaza de abastos. Llegó a disponer de conserje y botones como los clasistas casinos de la calle Sierpes.

En 1934, la Agrupación Coral de Sevilla interpretó, junto a una zambra gitana llamada “Soleá” que dirigía el maestro Miguel Defrane, el tango “Suspiros de la Cava”, ejemplo de las actividades musicales de la Peña Trianera en esta época. En el mismo año y en día de Santa Ana se presentó El Trío Garfia que había triunfado ante los micrófonos de Unión Radio y “desarrollaron un extenso programa con interpretación de fandangos, soleares y bulerías. Terminado el concierto se organizó una cena en la que no faltó el típico bacalao ni la clásica sandía” (“La Unión”, 31 de julio).

Decorada con hermosos azulejos cervantinos de Mensaque, hermanada con la paredaña cafetería “Casa Cuesta”, fue sede de La Gimnástica Trianera, un equipo de fútbol del que fue presidente honorario Juan Belmonte. De tantos socios implicados en la vitalidad de la peña, remarquemos como ejemplo a Vicente Flores Navarro y José Romero Moreira, prohombres y promotores de la cultura del barrio. Sin serlo lícitamente fue, además, peña taurina. Por el salón de la Peña Trianera ha pasado una generosa nómina de artistas flamencos en ciclos, charlas ilustradas o recitales, permaneciendo con escenario abierto para estas manifestaciones.

En el otoño de 1972 se grabó, entre el bar Casa Cuesta y la peña, un capítulo de la serie “Rito y geografía del cante”, de Televisión Española, dedicado a Oliver de Triana, así llamado en los títulos haciendo gala de su maestría por tonás, seguiriyas, serranas y soleares; le acompañó Manolo Carmona, un guitarrista habitual de las reuniones en la peña. Entre los testigos varios socios, destacando Campito, popular personaje taurino, abuelo de la actriz Paz Vega y comerciante de la inmediata plaza de abastos, y con él miembros del “Club Garrafa”, grupo de amigos devotos de Baco y del duende del cante. El también popular Chato de Triana, entonces barman de Casa Cuesta, le sirvió al maestro Oliver su café negro.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)". 

4 comentarios:

  1. Me incorporo de nuevo, Ángel, y aunque sea por alusiones paternas escribo este comentario. La peña tuvo antaño más tinte taurino que flamenco aunque ya sabemos que el flamenco y la fiesta de los toros van de la mano. Hoy en día la Peña es una cosa desvaída, ni toros ni flamenco, Ni sí ni no, sino todo lo contrario, que no sabe uno muy bien donde encajarla. Un ente sin personalidad propia, más bien navegando en el oleaje político que era la idea más lejana desde su fundación, como debe de ser un ateneo. El popular Chato de Triana era primo de mi padre y antes de Casa Cuesta trabajó muchos años en el Bar de los Toreros sirviendo las mesas. El bar estaba, tú lo sabes mejor que yo, en la esquina del Altozano con calle San Jorge, mi calle.

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  2. Demostración clara de que tenemos que charlar un rato.
    Como el libro va de flamenco, el epígrafe de estos lugares trianeros llevan exclusivamente ese tinte; no es una historia de cada establecimiento, sino lo que significaron en el cante, el baile y el toque.
    De acuerdo con lo que señalas respecto a la Peña de hoy; está ahí, se hace escenario de actos, pero carece de la identidad que tuvo.

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  3. Tengo que reconocer, Ángel, que con esto de la edad y las prisas y en las nebulosas de mis recuerdos y vivencias infantiles suelo trabucar personas y personajes. Es lo que me ha pasado a mi pesar con el Chato de Triana, El Chato de Triana no era primo de mi padre. Hablando de primos sabes que era un parentesco muy mencionado por los habitantes de la Cava de los Gitanos y ha sido otro primo, este de verdad, el que me ha sacado de dudas y volver a la razón. El primo de mi padre que servía las mesas en el bar de los Toreros se llamaba Eduardo y no era chato, pero seguro que el Chato de Triana andaba por allí y mi papa como repartía parentescos de primo por todas partes me lo hizo creer y me llevó a la confusión. Te pido perdón.

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  4. Qué importa, Antonio; más que primos en la Triana pura éramos hermanos en todo. Todo aquel espacio era del Chato y el Chato era -y es- muy nuestro.

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