miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL DEDO DE RODRIGO

                                                                              

                 




María Pinar


         José Félix Machuca entrevistó a una vecina de Triana un día de 2009, y pocas veces nos hemos sentido más defraudados por nuestra ignorancia. Bien es verdad que Triana es inabarcable y que es imposible, por tanto, saber de ella como para que no sientas vacíos en tus conocimientos por mucho que la hayas escudriñado, desde la diosa Astarté hasta la peatonalización de San Jacinto y la construcción de esa maléfica deidad, invasora de nuestro cielo, que se llama Torre Pelli. Hablaba, Félix, con una mujer adulta que se quejaba de asuntos relacionados con el tráfico, las bicicletas y lo peatones, pero junto a sus denuncias de ciudadana comprometida, valiente, el periodista revestía la entrevista con detalles de la vida de la señora María Pinar, que así se llama la protagonista. Había nacido en el Barrio Voluntad, tomado clases de baile y actuado en las inolvidables “Galas Juveniles”, que fuera reválida de los jóvenes que en Sevilla soñaban con ser artistas. Hasta ahí, capítulos comunes a muchos que triunfaron y a otros más que se quedaron por siempre en los programas de aquellos espectáculos musicales y domingueros del Teatro San Fernando.

         Pero la joven María estudia, además, Arte Dramático y su baile se reviste de unos atractivos fuera de lo común. Creyendo estar preparada marcha a Madrid donde, después de sufrir los lógicos inconvenientes de la integración en el mundo del espectáculo de la gran capital, un amigo fotógrafo envía a José Luis Uribarri su retrato. Y comienza a actuar bailando en programas de televisión en los antiguos estudios del Paseo de la Habana. La belleza de la trianera no pasa inadvertida a los productores y directores de cine que la llaman para interpretar pequeños papeles hasta que estos se van estirando. La fortuna de su salto a la televisión y al cine se repite con otra intervención fortuita; a su hermana le da por enviar una fotografía suya al periódico España de Tanger, entidad que organizaba el concurso de Miss España. Y un día recibe una carta de cita. El resultado llega poco más tarde en forma de título: la mujer más guapa en el suelo patrio es una trianera, actriz, bailaora y bailarina a la que agasajan en “Chicote” y le regalan un piso en la Costa del Sol.

         Paralelamente, María interviene en obras teatrales al lado de primeras figuras de la escena, pertenece al plantel de aquellos “Estudio 1” de Televisión Española, conoce escenarios de toda España y llega a Sevilla con sus obras, antes y después de que llegaran sus películas; al fin, cuarenta títulos. Y es a donde queríamos llegar, porque después de haber firmado el que suscribe un libro con el título “Triana, un barrio de cine” cuando creíamos que lo sabíamos casi todo después de unos cuantos de años preparándolo, resulta que ni mencionamos a María Pinar. Por extraña circunstancia nadie nos habló de ella ni en ningún sitio leímos o escuchamos su nombre ligado a esta orilla. El resquemor era inevitable, como inevitable reparar el triste efecto de la omisión. Guardamos entre las páginas de un ejemplar la hoja (tardía) del ABC con la entrevista donde ya había algunos apuntes más también llegados con penoso retraso.

         Y resulta que, metido en el trajín de la preparación del segundo libro sobre la Triana flamenca, conozco a un bailaor, Rafael Márquez, vecino de la barriada Santa Cecilia, uno de esos artistas que al cabo de su vida activa guardan un cofre del tesoro en su memoria. Rafael, que es íntimo de Paquita Rico desde la juventud de ambos, me habla de otra de sus grandes amigas a la que visita con frecuencia. Se trata de una actriz, hija de un placero del mercado de Triana que, entre otras actividades, bailaba flamenco para que la tenga en cuenta. ¿María Pinar? En seguida le cuento lo que nos ocurrió con ella. Rafael se compromete a presentárnosla y lo hace. Reunidos, le cuento la historia a María mostrándole un ejemplar del libro en el que ella debería ocupar un sitio de honor; algo así le anoto en la dedicatoria, no sin rubor. Pero ella, que ha visto y sentido tanto, no se molesta por la falta, sino al contrario, lo comprende, y ojea las páginas en un momento de expectación cuando hubiéramos querido escuchar de su voz, por arte de magia, tres palabras... “¡Si estoy aquí...!”.

         Creo que hemos tenido cuatro Miss España en Triana, pero la primera fue María Pinar, una mujer que nació artista, que canta, baila, interpreta y recita y que intervino en varias docenas de películas aunque su nombre sólo aparezca en un ejemplar de “Triana, un barrio de cine”.


Ángel Vela Nieto   

3 comentarios:

  1. María PInar ha sufrido la injusticia del olvido de su Barrio, donde además sigue viviendo. Habrá que localizar una buena fotografía de nuestra primera Miss. La lista de películas en las que ha participado, además de teatro, supera las 40.

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  2. María Pinar nos entregó una buena colección de fotos; las veremos en el segundo tomo de "Triana la otra orilla del flamenco". No hemos podido escanearlas todavía.

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  3. ... desde luego en ella tenemos una buena candidata al título de Trianera de Honor...

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