viernes, 16 de agosto de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


Costa Triana


            Sí, no cabe duda de que esta playa sin mar, pero con río, tiene sus atractivos, aunque este río sestee y nos despiste de su vida anterior, de su plenitud, pero ahí está con su oferta de agua para baños que algunos aprovechan; no tantos como antaño cuando todos los jóvenes se abrazaban a él como a un generoso camarada bienhechor, y hasta había –y no pocos- que clavaban en su falda maternal su cabeza desde las mismas barandillas del puente, trampolín que en tiempos ofrecía todo un espectáculo gratuito.

            Desde que el Seat 600 y la tele irrumpen en la cotidianidad, el veraneo se revoluciona. Las visitas a las playas se hacen cotidianas y las ausencias a los cines de verano también; un nuevo estilo de vida se va a imponer y los patios y corrales de vecinos se “culturizan” y distraen con lo que les cuentan desde lo que se llama la pequeña pantalla y los entusiastas viajeros de la calle. El cine perdió su indiscutible autoridad y el conocimiento se pragmatiza; los sueños del cine, los paisajes del cine, los rostros del cine ya no monopolizan el saber y la curiosidad universales. La silla de enea de la terraza cinematográfica se cambia por la butaquita casera o el skay del seita. Los rostros de la televisión se hacen de la familia, y todo lo que nos dicen será distribuido después por las aceras y las tiendas como se contaban las películas del Avenida, Alfarería, La Estrella o San Jacinto.

            Y así ha ido el veraneo evolucionando hasta la eliminación del cine, mientras se ensanchaban las pantallas caseras y los asientos del coche. Pero lo primero va contra lo segundo porque éste no se mueve por simpatía; exige una paga y dicen que estamos en crisis. Así que resta la posibilidad de veranear en Triana y, como ocurría antiguamente con determinadas playas, cada año se ve más gente disfrutándola. Y es que costa Triana presenta su atractivo intacto. Todo es salir de casa y notamos como unos brazos te estrechan… no es la calor, es lo que te quiere tu barrio y lo que te agradece que lo hayas elegido para pasar tu agosto. Además, su última oferta es la de otro paseo marítimo, el de la nueva calle San Jacinto. Que no nos falte de ná, como canta Manuel Melado.

            La crisis tiene sus ventajas. Una de ellas es que ya no cierran tantos bares como hace unos años. Antes te sabías de memoria las barras cerveceras de guardia, y hasta tenías que andar un rato para alcanzarlas. Ahora raro será que el bar, “tu” bar, no te esté esperando a la hora que sea; así que aprovechando el mal gusto de los que todavía se van a la vera de los mares el mes de agosto, lleguemos a la hora que lleguemos, siempre seremos los primeros; se acabó por este gozoso periodo estival, el coger el vaso por encima de las cabezas de la apretada primera fila y de tenerte que tomar la cerveza -firme como un militar- sin poder expresar tu satisfacción en esa clásica postura de apoyo acodado. Puedes tener la suerte añadida de que el pelmazo de la reunión esté entre los ausentes; nunca te sabrá mejor la “cruzcampo”.

            Además el mes de agosto nos sirve a los veraneantes en Triana para consolidar nuestra amistad con el camarero o dependiente que nos atiende durante el año, y hacerla más íntima; hay sitio para la conversación y no hay mejor cerveza que la que te sirve un amigo.

            “Bienvenido a Triana beach”.




Ángel Vela Nieto   

2 comentarios:

  1. Sobre lo de los bares, creo que puedo opinar. Considero un verdadero mérito estar trabajando en estas fechas tras una barra y no lo digo sólo por la calor. El que esta ahi detrás es porque no se puede permitir estar en otro sitio. Buena entrada, Ángel.

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  2. ... y el que está delante del mostrador igual, amigo José Luis...
    Un saludo.

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