sábado, 20 de julio de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


A Manolo Bohórquez


            ¿Qué se puede responder a un amigo que ha tratado de destrozar un libro recién publicado sin saber de qué va? ¿Cómo es posible que se lo haya leído en un solo día con todo lo que hay que hacer en el día, twitter incluido? Advierto que se trata de un tomo en gran formato y de 320 páginas. El miércoles 17, día de la presentación, aún estaba con nosotros al filo de la madrugada, y es de suponer que al llegar a Mairena, donde vive, descansaría. Su artículo semanal de los viernes tendrá que enviarlo en la noche del jueves, como muy tarde… luego no estaría mal que explicara a sus lectores el prodigioso código de lectura que utiliza para conseguir leer, como tiene que hacerlo un crítico, un tomo semejante.

            Sus ansias por despreciarlo no le ha dejado esperar a su próxima entrega después de calibrado el objeto de su aversión, de su predispuesta inquina. Y es que no ha leído ni el principio. Porque es mentira (vocablo que él utiliza) que haya escrito o dicho –ni siquiera puso oídos a la presentación- que es un libro “de flamencología”, sino todo lo contrario puntualizado en mis palabras; que se trata de una “recopilación”, en lo principal, de todo lo ya asentado, pero valorado y ordenado y en muchos casos ampliado, un libro de Triana más que habla de la historia del barrio y de trianeros dedicados a una actividad concreta.

            No es el resultado de la tarea de un investigador de la vida de los cantaores, como es él y otros más, aunque hallamos rescatados datos de muchos nombres trianeros de esos que rara vez mencionan los flamencólogos, entre ellos el sereno Garfias, Cojo Pinea, Niño de Triana, Manolito León, Rafael Pareja y otros más, fruto de muchas horas ante el ordenador rebuscando entre viejos padrones. Y hemos seguido la pista de quienes creemos que son los famosos Pelaos, y sabemos algo más de los Caganchos, aunque para nosotros estos datos sean secundarios porque lo que nos interesaba era  proclamar su existencia para conocimiento de los que aman a este barrio singular y, especialmente, para ponerlo en su sitio después de que se tapen, casi por sistema, demasiados nombres con la estrategia de señalarlos como “nacidos en Sevilla” o “sevillanos”, olvidando que Triana es marca de origen o, al menos, lo que se llamó comarca cantaora. Y en tal situación era más que probable que se hubiera hecho imposible, pasado poco tiempo –ya lo estamos comprobando en los nuevos libros-, valorar el peso de Triana en la verdadera historia del flamenco.

            No era el objetivo, por tanto, descubrir a Frasco El Colorao; no es, repito -pero, claro, si no se lee-, el resultado de un investigador de la vida de los cantaores. Precisamente Bohórquez está mencionado con bastante más generosidad que la que él nos ha demostrado. Porque podíamos haber escrito que él  nunca demostró ser un trianista convencido, más bien lo contrario. Si no fuera así no hubiera subrayado en cierta ocasión que algo tan grande como el flamenco no pudo nacer en Triana, “un simple barrio”, sin saber lo necesario de ese simple barrio. Ahora parece que está cambiando de opinión. Pero si le da más valor a una partida de nacimiento que a un documento que prueba que cierto cantaor (Juan J. Niño López) ya vivía en Triana con cinco años y que aquí transcurre su vida entera, pues apañaos estamos.

            ¿Qué me he metido en un charco y no sabe cómo voy a salir? Pues nunca he estado más orgulloso de un trabajo, ni creo que haya escrito nada más necesario. ¿Le ha molestado que le haya pisado algún dato que guarda como secreto de Estado? ¿O lo lujoso del tomo? ¿O el hecho de un acto de presentación con salón abarrotado de gente singular en el flamenco, con alcalde incluido y copa y tapa?

            Con el libro en la mano me dijo que “sentía una envidia sana”. Pues eso, dejémoslo en envidia… sana. Y tan amigos.

Ángel Vela Nieto
           
               
           

              

10 comentarios:

  1. jimenezjb20/7/13, 1:28

    Siento no leer tan deprisa, Ángel, pero hasta ahora lo leído me llena de satisfacción. Los que conocemos algo de la historia de Triana podemos entender el por qué de la génesis y evolución posterior del Flamenco en esta orilla. Lo importante no es la partida de nacimiento, ni la fe de bautismo ni el día del fallecimiento; el nacimiento de algo tan extraño y único como el Flamenco habrá que buscarlo en la particularidad de un Barrio como Triana; seguro que la forma de vida, el aislamiento causado por la propia geografía del arrabal, el espíritu acogedor del Barrio, el feliz enlace de culturas (negros, gitanos, gachós, etc) que han convivido durante siglos, etc, etc. han marcado mucho más que la leyenda de un tal Tío Luis. Queda claro en tu primera parte del libro que a fuerza de repetir mentiras se crea una leyenda solida que con el tiempo se hace historia. Alguien dijo una vez que el barrio de los toreros era San Bernardo; con más de 100 toreros nacidos en Triana frente a los 2 o 3 de aquella zona.
    No me ha parecido justa ni medida la crítica de Manolo Bohórquez y así se lo haré saber. También me parece que hay algún error en su comentario; no he encontrado donde se dice en el libro que Juan José Niño hubiera nacido en Triana; al menos con una hojeada rápida no he logrado verlo.
    Felicidades amigo Ángel y ánimo, quedan muchas cosas por decir de nuestro querido barrio al que tanto amamos.

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  2. Elisa Santos20/7/13, 1:35

    Si el Flamenco tuviese partida de nacimiento a algunos se les quedaría la cara a cuadros....

    La historia no puede borrarse para desgracia de aquellos que pudieran pretender cambiarla.

    No me cabe la menor duda de que no había mejor sitio en el nacimiento del Flamenco que Triana para hacerlo, al igual que sucedió con el Blues cuando nacía entre los esclavos de las plantaciones de norteamérica.

    Las Cosas Grandes son así, y nacen dónde se les antoja.

    Con el tiempo se hacen grandes y le salen miles de partidas de nacimiento, pero nunca suenan igual, como no sabe igual el agua embotellada por más que se le bautice con nombre de manantial.

    Felicidades Angel, por el libro por supuesto, por el acto y las personas que a él asistieron, pero sobre todo por tu incansable lucha por reivindicar la historia de tu querido Arrabal, de tu querida Triana que a tantas personas parece pesar.

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  3. Amigo Ángel: no sabes cómo te comprendo. Me pongo en tu lugar y admiro tu valentía al hablar tan claro en esta entrada del blog.
    Vayamos por partes: tengo mucho interés en leer tu libro sobre Triana. Sabes que yo también he escrito algo sobre el tema, aunque, indudablemente, no tengo tus conocimientos sobre el barrio y tengo mucho que aprender de lo que tú escribas. Pero sin leerlo ya sé que, por tu trayectoria, estará bien escrito (cosa que otros que se llaman escritores no pueden decir) y será honesto con Triana y contigo mismo.

    Por desgracia, es frecuente vapulear una obra de arte, un libro, una actuación de un artista, sin conocerla a fondo y, a veces, sin conocerla ni superficialmente. Cuando publiqué en 2008 mi ensayo sobre Caracol tuve que soportar la crítica negativa de quien se empeñaba en que era una biografía en la que faltaban cosas. Seguramente esa persona (cuya identidad no hace falta que te la exponga, porque bien habrás adivinado ya a qué persona me refiero) no distingue una biografía de un ensayo biográfico, ni un ensayo de un acercamiento historiográfico, ni etc. etc. Ni aquel libro es una biografía ni ese supuesto crítico o lo que sea entendió absolutamente nada, cosa comprensible si uno se lee los epígrafes y no el contenido completo.

    Pero, sobre todo, hay gente que se cree única, que se piensa que posee la verdad y toda la verdad y no es capaz de reconocer los méritos ajenos. Ah, esos catedráticos viejos, esos científicos laureados, esos artistas grandes, que ponen de manifiesto su admiración a sus colegas y su respeto a cada ocasión que se les presenta... Ah, esas gentes que tienen la humildad de reconocer que lo que les queda por aprender es muy ancho y largo en relación con lo que saben... Pero, amigo Ángel (y aquí la palabra amigo que te dedico tiene toda su extensión más completa) tenemos la desgracia de que, en el mundo del flamenco, no tienen cabida los librepensadores, ni tampoco las posturas personales, ni las investigaciones originales, ni la reflexión, porque todo se reduce, o se pretende reducir, a lo que nuestro común y querido amigo Antonio Rincón comentaba jocosamente en la añorada revista Sevilla Flamenca: cómo ser flamencólogo en diez lecciones, la primera de ellas aprenderse una retahila de nombres reales o inventados y largarlos a la primera de cambio.

    No tengas por ello pesar porque existan ¿críticas? que osen publicarse sin que haya tiempo material para reposar una lectura. Mi amigo y el tuyo el poeta de Arcos Antonio Luis Baena, maravillosa persona y escritor, me decía siempre que los libros necesitan reposo, tanto para leerlos como para escribirlos. Pues en el reposo y la reflexión (ay, la reflexión, esa palabra tan difícil de entender para algunos que confunden la lista de la compra con el verdadero conocimiento) se encuentra la raíz del conocimiento, ése que intentamos alcanzar aunque no lo logremos, porque se nos escapa, porque avanza más allá de nosotros.

    Sea pues enhorabuena tu libro, que leeré con atención, lentitud y asombro y que reeleré despacio antes de comentarte mi humilde opinión, que no es más ni menos acertada que la de otros que lean con mayor celeridad, como si esto fuera el Tour de Francia y no un deleite del espíritu. Como siempre, cuenta con mi cariño y admiración totales.

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  4. Obligado a agradecer vuestras palabras. No salgo de mi asombro ante ataques feroces e injustos que sólo pretenden hacer el mayor daño posible. He escrito una carta al director del Correo que espero publique agradeciéndole a su escritor de flamenco el regalo de una crítica tan feroz, porque ello levantará la curiosidad sobre el contenido del libro y mi amigo, el editor Paco Sosa, podrá recuperar antes el dinero invertido en el estupendo continente.
    El libro, querida amiga Caty, es uno más para Triana y los que gusten de sus cosas. No está dedicado a los estudiosos porque estos conocerán parte de él. Se trata de hablar de la historia del barrio, de lugares y vecinos dedicados a una actividad artística, como profesional o no.
    Tras la publicación esperaba disfrutar de descanso mental un tiempo, pero hay "amigos" que no te dejan hacerlo.

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  5. Me incorporo,Ángel,como casi siempre, tarde y probablemente a destiempo pero de momento así tendré que escribir la historia, la mía, si me da tiempo.

    Escribir un libro es muy difícil, escribir varios, como tu has hecho, es casi imposible y hay que elevarlos al infinito multiplicados por el número de páginas y eso no está al alcance de cualquier persona corrientona, salvo los elegidos por la pluma(bien entendida) del saber escribir y su creación. Yo nunca sería capaz.

    El amargo sabor de renuncias de gratas horas familiares, de las infinitas correcciones, de las infinitas reelecturas, de los enésimos cambios de párrafos, las miles de fé de erratas, de las cacerías de los gazapos que se cuelan en los sembrados de las letras, de las batallas con el editor. Una locura, Ángel, una locura, hasta que llega la hora del dificultoso parto, el parto de la burra, y el vástago ve la luz. Al día siguiente llegan los vecinos a cumplir con la visita de toda la vida y en toda tu cara de parturienta y con la cuarentena encima te dicen con toda la desvergüenza der mundo: "Anda que er niño no pué sé mas feo el hijoputa". Y tú con los pechos llenos de güena milk te callas.

    ¿Ladran, Sancho?.Luego cabalgamos. ¡¡Venga Ángel a tener familia numerosa!!.

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  6. Gracias, amigos, (para Bohórquez sois "amiguetes"); gracias de verdad porque acabo de leer los comentarios en La Gazapera a la repetición de la desalmada crítica y, salvo la excepción, señores "devotos" de quien se cree el dios del flamenco, se hacen eco de las palabras del "crítico" -que creía amigo,vaya amigo! SIN HABER LEIDO UNA PÁGINA DEL LIBRO. Y Bohórquez más ancho que largo, y ya es bastante largo. De momento ya sé de algunos de sus seguidores que no lo comprarán.

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    1. Señor Vela, si alguien está de acuerdo con Bohorquez, ¿significa que es su "devoto"?. Siguiendo esa vara de medir todos los que escriben y le dan ánimo a usted, son los suyos, ¿no?, cuando se supone que tampoco han leido y reposado su libro, ni han comprobado si Bohorquez miente decir que el libro está plagado de errores.
      Dejar caer que la opinión de alguien no es apta porque carece de criterio por ser un acólito, no le deja a usted en buen lugar, a demás de ser una falta de respeto. Siendo así todos sus apoyos vienen de amigos y/o admiradores, con lo cual tampoco son muy validos.

      Un saludo.

      Miguel Ángel Jiménez.

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  7. No se puede estar de acuerdo con nada si faltan elementos de juicio, así que no vale esa comparación.
    Los "devotos" son aquellos que creen a pie juntilla, como dogma de fe, lo que dice otro sin tener elementos de juicio. No juzgo a ningún "acólico", sólo me vale lo que piensan aquellos que conocen lo que juzgan.
    Ni uno sólo de los que en La Gazapera aplauden, en este caso, han leído el libro. ¿Usted lo ha leído, señor Miguel Ángel Jiménez? Pues me gustaría saber su opinión después. Mis amigos saben del libro porque lo conocen desde la primera página a la 320, que es la última. Y espero que, al menos, sepa usted de todo lo escrito por las dos partes, empezando por la primera "crítica". Usted debe imaginarse lo que cuestas poner un libro documental (no de investigación) en la calle, para que, pasada unas horas, un señor, al que creía amigo, te pegue una puñalá por la espalda. Bueno, imagino que conocerá toda la historia.

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  8. Señor Vela: el crítico (que no periodista) al que alude es un experto en estos temas, en atacar a otros, quiero decir. Para él (y sus acólitos o cobistas. este miguel ángel jiménez es uno de ellos, como el tal paco de cái, con los papeles perdíos) sólo importa saber en qué número de calle nació un artista. Y sólo importa eso porque es lo único que sabe hacer. Ya ocurrió algo parecido hace uno años con una auténtica investigadora (trianera, por cierto) que sacó el libro definitivo sobre la niña de los peines, citándolo incluso cuanto tocaba por su librito sobre los pavón, y el muy osado ha tratado de desprestigiarla constantemente. Lo peor, señor vela, es que en muchas otras ocasiones usted también ha sido uno de sus acólitos, de los que le aplaudían las gracias. Ahora le ha tocado sufrir en sus propias carnes la actitud de una mala persona. Eso es lo que es, una mala persona.. Mi respeto y un saludo.

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  9. Le agradezco sus palabras. Efectivamente creí ser su amigo y alguna vez le ayudé ante ataques que creía injustos. Darle la enhorabuena ante un descubrimiento documental no es reírle las gracias. En el libro está más que citado y también era lo justo tratándose de datos suyos. Y es que el libro es eso que tantas veces he tenido que repetirle a Bohórquez, un trabajo de recopilación en esencia, pero a él no le interesaba verlo. Reconozco que me equivoqué; nunca pude imaginar su verdadera personalidad. Decirle, además, que su opinión respecto de él es muy compartida.

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