Francisco Delgado Ramos. "El Pintillo de Triana". |
EL FLAMENCO EN LA VELÁ DE ESTOS AÑOS (1931-1970)
Para el cante
y el baile durante las noches de Velá de Santa Ana, los años cuarenta y
cincuenta fueron los más intensos. Para Aurelio Murillo, eterno alcalde de
Triana, el flamenco era imprescindible en un barrio como el suyo; también lo
fue para otro concejal de fe trianera y flamenca, Alfonso Jaramillo. En 1956
Jaramillo quiso darle más lustre al concurso e invitó como jurado nada menos que a La Niña de los
Peines, Pepe Pinto y Manuel Vallejo, y ocurrió que decidieron contra lo que opinaba el público que daba por ganador al local Niño Segundo, y se formó un
escándalo mayúsculo. Y mientras Jaramillo decía “tierra trágame” el jurado
desapareció sin la menor preocupación. Todo es posible en Triana. En estos años
destacaba en las noches de Velá un cantaor aficionado muy popular: El Pintillo de Triana, el artista ácrata del barrio, sin casa ni obligaciones,
sólo la de darle de comer a sus perros, los más fieles seguidores de sus andanzas. Su
amigo, don Urelio, le administraba el importe de los premios para que no desapareciera en una de sus correrías.
En 1967, en una noche de Velá,
se celebró la primera misa flamenca; fue en Santa Ana: Antonio Mairena, Luis Caballero, Naranjito de Triana y El Poeta fueron los artífices; a don José, el cura, se le mudaba la
cara cada vez que veía circular los güisquis “inspiradores” por la sacristía. Fue un inolvidable acontecimiento. En las décadas siguientes, con la llegada de los
partidos políticos, el nuevo andalucismo militante y las otras novedades
democráticas, el flamenco en la Velá se convierte en espectáculo de
profesionales, como cualquier festival y con acusada presencia de artistas de
esta orilla. Oliver, El Arenero y “Triana Pura”, debutaron en el escenario de la
Plazuela en noche de Sant´Ana.
Una noche de Velá el buen aficionado, Pepe
Huesca, acompañó a Chano Lobato
después del cierre de El Patio Andaluz donde ambos trabajaban. Pasearon
por la calle Betis, aunque ya la fiesta se concentraba en unos cuantos focos
íntimos... Entonces el artista gaditano, afincado en Triana, le dice a su
compañero lo que éste nunca olvidó: “Aquí vienen muchos artistas de todas
partes para ver a esos grupitos de trianeros bailar por fiesta, porque la
verdad es que hacen lo que quieren con los pies... unas vueltecitas y ¡ahí
queda eso! Los profesionales siempre pescan algo nuevo”.
Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"
Chano Lobato era muy amigo de Herejía. He tenido el privilegio de estar con ellos una velá y te aseguro que poquitos ratos en mi vida me han satisfecho más. Ahora, cuando ya se acerca, comienzo a añorar la barca de mi tío Sebastián y tantas noches de río, sardinas asás y buena gente. Un abrazo.
ResponderEliminarChano Lobato gustaba mucho de Triana y de sus amigos trianeros; como de Cádiz que era... Frecuentaba La Cabaña, en el inicio de Pureza, junto a un grupo que no tenía desperdicio. La última vez que lo vi fue en en bar La Blanca Paloma y me dijo que le gustaba venir a Triana en el autobús, y cómo tenía el bonobús de "los viejos"... Ya andaba malito.
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