LUGARES FLAMENCOS DE TRIANA
La vieja calle San Juan
Merece un epígrafe esta vieja calle, la calle de la
libertá, que recuerda el cancionero flamenco. Su formación como vía
habitada es del siglo XVIII, partiendo de la Cava Nueva (de los gitanos) para
desembocar en el campo, mirando a San Juan de Aznalfarache. Y por esa
orientación se llamó así, San Juan (1815), después de rotularse Béjar y antes
de definirse como Evangelista a mediados del XIX. Se trata de la arteria matriz
de los célebres Callejones y fue solar de labradores, clérigos y tejareros que
convivieron con las familias gitanas que laboraban en sus herrerías por los
callejones adyacentes y los que moraban los patios de vecinos del primer tramo,
que era el habitado; más allá tapiales de tejares y almacenes hasta abrirse al
camino de “Los Gordales” hacia San Juan en la que durante el XIX llamaron “la
choza del Botijero”.
El escritor Manuel Chaves Nogales
radiografió la calle Evangelista: “Genuina residencia de gente de color, goza
de cierta leyenda trágica. Viven en sus casuchas miserables casi todos los
gitanos de Sevilla; hay algún que otro refugio para gente maleante”. Una vieja
letra de las que recoge Demófilo evoca el legendario lugar: Cayesita e San
Juan/ le han puesto los esertores/ caye de la libertá. Es la calle de los Cagancho,
los Vega y los Montoya, donde también moró el romancero mayor del reino, el
trianero Juan José Niño López, donde convivieron herreros y jornaleros del
barro, los Vargas y Lérida con los Canela, y donde no faltaron las tabernas y
hasta algún carabinero desnortado. En la casa número siete nació La Lole,
hija de La Negra y Juan Montoya y, más allá, existía el corral de la familia
del Herejía y su hermano El Juto. En estos dos hermanos se
condensa la característica principal de los gitanos flamencos de la Cava,
bailen o canten, cada cual siente de manera única. “Triana Pura” fue la
postrera muestra de esa identidad.
La Plazuela
Nombre común de la plaza de Santa Ana o
Sacra Familia. Con su resto de caserío del XVIII y XIX abandonado por las
familias que lo habitaron hasta los años sesenta, su puerta del templo de la
reforma de 1690 y su reseca y tosca taza de fuente. Fue enclave predilecto del
clasicismo de Triana; espacio interior donde en su discurrir rinden pleitesía
urbana las calles Pelay Correa y Rodrigo de Triana. La plazuela de Santa Ana
que quedó en el título de una historia de Estébanez Calderón (1847), sirve de
escenario de espectáculos flamencos en noches de Velá de la Patrona. Aquí
debutó “Triana Pura y Pura” para mostrar el arte de la Cava de los gitanos;
aquí cantaron Oliver y El Arenero cuando eran prodigiosa novedad pública,
entronando ante la puerta de los pies de la catedral trianera la dulce soleá
del barro, y aquí cantó y pregonó la fiesta de julio Naranjito de Triana.
En los años cincuenta y sesenta, cuando en
ella vivía Luis Caballero, la taberna del Vélez, que evoca El Pali en
sus memorias, acogía el cante al encenderse las gargantas, o el baile en el
momento en que los pies se elevaban haciendo compás y tenían que saltar de la
silla. Hoy, cotidianamente, es lugar tapero, como media Triana. Lejos
quedó aquella plazuela de la vida, de la gracia y la desgracia que canta una
cierta farruca: La Pili nació en Triana/ entre fandangos y olés,/ y al verla
se acabó el cante/ y echaron tos a correr./ Se emborrachó con vinagre/ y la
plazuela explotó./ ¡Ay, Pili, Pilili, Pilili,/ hasta el pavimento se
desintegró.
Pedro Ricardo Miño en su disco “Piano con
duende” (2003) incluye un tema titulado “Una fiesta en la Plazuela”. También La
Lole se acuerda de la emblemática plaza en su trabajo “Metáfora” (2007) y
titula así, “La Plazuela”, al primer cante del cedé.
Ángel
Vela Nieto (del libro " Triana, la otra orilla del flamenco ". 2º.
tomo)
Me viene a la memoria esta letra de Manuel Molina en la que también menciona La Plazuela: "Hay en Sevilla un tesoro que guarda mi corazón: la Giralda, La Plazuela, mis amigos y El Tardón"... En la Cuna del Flamenco hay pocos lugares que no lo sean aunque La Plazuela, la calle San Juan o La Cava sean muy nombrados.
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