martes, 21 de enero de 2014

EL DEDO DE RODRIGO


Los Remedios, convento y raíz (y 2)


         Tras un largo periodo de abandono, el edificio pasa a ser el Instituto Hispano Cubano, fundado por Rafael González Abreu, vizconde de Los Remedios. Al socaire de la Exposición Iberoamericana se practican obras de restauración que fueron dirigidas por el arquitecto Juan Talavera y Heredia, quedando inaugurado el mencionado instituto en un acto en el que estuvo presente el rey Alfonso XIII, celebrado en 1929.

         Después de la construcción del puente de San Telmo, aún aparecía el antiguo convento como un oasis en medio de un inmenso solar, el anchuroso espacio que ocupara la huerta de la Victoria y la propia de Los Remedios que se extendían hasta la margen sur del río, por donde existió la nombrada Quinta de los Remedios.

         La empresa inmobiliaria “Los Remedios, S.A.” tiene fundación en 1920, también alentada por las transformaciones de la ciudad que preparaba el certamen internacional mencionado y es, lógicamente, la más interesada en el funcionamiento del puente abatible proyectado. Cuatro años después se aprueba el plan del sector y el ensanche interior de Triana (el de la futura barriada fue realizado por Fernando García Mercada en 1927, proyecto que no se respetó). Lo cierto es que el puente no se inaugura hasta 1930 y hasta mediados de la década siguiente no se construyen las primeras calles que estarán compuestas de viviendas de protección oficial y que se rotulan con estos nombres: Niebla, Miño, Turia, Arcos, Arqueros, Ánimas, Nao y Béjar, un viario completamente asentado en el sitio de la antigua huerta del convento de la Victoria, quedando todo el entorno como paraje ideal para las excursiones camperas de las familias de los corrales de Triana.

         En 1950 se rotula su arteria principal, Asunción, en recuerdo de la celebración del dogma mariano, una hermana menor de Pureza que sufriría el ataque frontal de la especulación. “Arrabal trianero”, denominó certeramente a Los Remedios el ilustre periodista Joaquín Carlos López Lozano; “la nueva urbanización de Triana”, proclamaba en su publicidad inicial la sociedad promotora, pero... ¿le queda algo de vocación trianera a esta criatura...? Y todo por negarse a escarbar en sus raíces; si lo hiciera encontraría vestigios asequibles de su identidad... y se sentiría orgullosa.


Ángel Vela Nieto (del libro “Triana, sitios y presencias”).

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