Matilde en su Chapina
En hora
tan señalada, las cinco en punto de la tarde del lunes 16 de diciembre, la
desconocida plaza de Chapina, ese añejo rellano que tiene la Real calle de
Castilla por el centro de su recorrido, dio comienzo el acto de inauguración de
otra plaza, hija o apéndice moderno de la Chapina histórica, compuesta a la
sombra del horrendo edificio que encajaran entre la mencionada Castilla y su paralela
Alfarería para “hogar del pensionista”. Bueno, la plaza ya existía, ahora se
bautizaba con el nombre de uno de los más ilustres hijos de esta zona de Triana
caracterizada por la increíble nómina de artistas que parió. Es mujer, y no por
eso tenemos que escribir lo de “hijos e hijas” como han impuesto algunos
políticos (¿o todos?). Si, una mujer que fue alzando su gigantesca estatura por
las aceras que cercaron a la primera estatua trianera, la de Rodrigo con su
“¡Tierra!” como fe de marino ojo avizor y su catalejo.
Todo
estuvo preparado para que, tras el descubrimiento del rótulo, el alcalde de la
ciudad alzara la voz y bajara la mirada a un texto bien redactado para la
ocasión y mejor desarrollado. Se lució el señor Zoido atento, antes y después, con
todos y especialmente cariñoso con la homenajeada que, digámoslo ya, se trata
de Matilde Coral. Se llenó de afecto y de curiosos el escenario, y entre los
primeros un buen número de compañeros de la artista. Cerca de ella,
arropándola, sus hijos y su hermana Pepa, la también extraordinaria bailaora,
en uno de esos días que se quedan grabados no sólo en la mente -también en el
sentir- de los que llegaron allí saboreando de antemano el acto. Matilde
repartió manojos de agradecimientos con el dominio de la idea de la que hace
gala; da gusto escuchar su palabra sabia, siempre rica e interesante y, desde
luego, embargada por una emoción profunda que supo contener con el aplomo de
quien, a estas alturas, vive todos sus días con emotividad... Mientras, la efigie
de Alberto Lista, se hacía extraño invitado.
Paco
Correal, el último romántico del periodismo de calle, quiso saber cómo era
antes la “Plaza Matilde Coral”; le aclaramos que ésta carecía de pasado y que
para que existiera se derribó todo el tramo de acera de Castilla que se
enfrentaba a la verdadera plaza, la de Chapina, y que en una de sus casas había
nacido otra trianera famosa: Mikaela. Sin previo aviso, la mayoría de los
asistentes se acercaron al edificio que ocupa el solar de la que fue casa natal
de Matilde, y allí sucedió la segunda parte del grato episodio, el
descubrimiento de una placa en cerámica recordando su casa y sus méritos. Sería
absurdo obviar que Manolo Alés, el muy diligente director del distrito, vecino
de la misma calle, nos había dicho que el texto era el mismo que le pasamos,
bastantes días atrás, cuando nos pidió una idea para la leyenda, y como tal
idea se la dimos...
Todo
discurrió con la sencillez, armonía y sabor a pueblo, como ocurren las cosas
grandes en Triana. Y, como también es reposo habitual, un importante grupo
disfrutó del reconfortante café de “La Sonanta”, el bar de nuestro trianero
amigo Juan Manuel, sucesor de aquel también gran personaje que se llamó Artemio
Martín, gobernador, en el mismo lugar, del bar “Centro de Castilla”, parada oficial
y generoso avituallamiento de los cartujanos en tiempos que la gran maestra del
baile conserva en su memoria. Y así se fue consumiendo la tarde, pero sin
perder su brillo. Matilde, con sus hijos
y su hermana Pepa, Cristina Hoyos, Pepa Montes, Rocío Flores, Justo Salao y
tantos artífices del baile más, apuraron la jornada, uno de esos días
relucientes que nos deja la satisfacción de la deuda satisfecha, pero -es
inevitable- con otros nombres en el recuerdo que permanecen donde hasta ahora
estuvo, injustamente, la única Llave de Oro del baile flamenco, la gigantesca
Matilde Coral.
Ángel Vela Nieto
Ha sido una semana intensa para Matilde Coral. A los actos relatados en esta entrada hay que añadirles la Gala Flamenca que le brindó el martes la Fundación Antares. EL Lope de Vega estaba lleno hasta la bandera y con la intervención de artistas del máximo nivel: Pepa Montes y Ricardo Miño, Eva la Yerbabuena, María Pagés, Miguel Poveda, Isabel Bayón y Farruquito.
ResponderEliminarMatilde se merece mucho más y por méritos, experiencia, conocimiento y prestigio debería ser el gran referente artístico de la Triana actual. Lástima ese proyecto de su escuela de baile junto al Teatro de Viento Sur.
Matilde Coral sigue viviendo y paseando por Triana constituyendo una auténtica fuente de sabiduría y, como bien dice ese acertadísimo texto tuyo, la "llave maestra".
Sí, es muy lamentable que el magnifico proyecto de la Escuela de Baile que tenía Dª Matilde no esté logrado. Estimo que no ha tenido Sevilla políticos a la altura humana y artística de esta REINA de los tablaos.
ResponderEliminarPrecioso y sentido homenaje, Ángel, con la magia de tu trianera pluma, has plasmado un merecidísimo testimonio de admiración y cariño a la única bailaora que posee las Llaves de Oro del Baile, entre muchísimos más reconocimientos y premios.
¡Viva Triana!
¡Viva Sevilla!
¡Viva los trianeros!
Amistosamente.
Mari Carmen.
Gracias, Mari Carmen; siempre tan atenta y cariñosa con las cosas de Triana... y con Sevilla, no hay más que asomarse a tu blog.
ResponderEliminarPues gracias, Ángel por asomarte alguna vez por él, (no te prives), jeeeeeee
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