Fotografía de Jean Laurent. Triana 1879-1880 |
CURRO PUYA (1)
Este Curro Puya fue cantaor y torero, bisabuelo
del primer Gitanillo de Triana, también titulado como Curro Puya.
Torcuato Pérez de Guzmán afirma en su libro “Los gitanos herreros de Sevilla”
(1982), siguiendo a Demófilo, que fue uno de los grandes cantaores de todos los
tiempos, poseedor de un eco flamenquísimo. Nació este Fancisco Vega hacia la
mediación del XIX y está escrito que cantaba esta letra: En el barrio de
Triana/ el que no sabe cantá/ sabe tocá bien las palmas. Pero el cante que
lo distinguió fue este: Me araquelo Curro Puya/ po la tierra y po la má,/ y
por rati soy en Serva/ columna fundamentá. Así traduce José Carlos de Luna una de las letras más
reproducidas y significativas de todo el cancionero flamenco. Augusto Jiménez
en su “Vocabulario del dialecto gitano” (1846), le niega a los calés la
valentía, pero aclara que “el que sale con valor es terrible”. No cabe duda de
que el legendario Curro Puya estaba entre estos. Se fabulaba que era un ser
mágico que se reencarnaba en cada generación.
Curro
Puya, según los ecos orales del tiempo, está considerado un maestro en los
llamados cantes de fragua. Se afincó en Cádiz “cuando echaron a casi todos los gitanos de Triana”,
según cuenta Aurelio de Cádiz a José Blas Vega. El origen del apodo puede
estar, en opinión de Joaquín Albaicín, en las puyas para picadores que se
hacían en las fraguas o por los espolones de los gallos de pelea; ambas cuadran
dentro de la lógica. También hay quien cuenta que en su tiempo de matador
mandaba picar mucho los toros gritándole al varilarguero: “¡Puya, puya,
puya...!”. Pero el sobrenombre ya estaba heredado. Manuel López Rodríguez
aporta su teoría particular: “Como tenía fama de valiente, fue el cabecilla de
las revueltas que originaron los gitanos trianeros (por las persecuciones), y
entre las armas blancas que utilizaban los insurrectos se contaban las puyas
que él fabricaba en su herrería”.
Es lo
cierto que este Curro Puya heredó la responsabilidad en la comunidad gitana de
Triana de su honorífico grado de autoridad y que fue un líder, un jefe, donde
clanes castellanos -según se ha escrito- quisieron imponer su hegemonía en
medio del desgobierno que envolvió al arrabal durante gran parte del siglo XIX.
Su coetáneo, Demófilo, lo cita como una figura principal que dominaba
los cantes por seguiriya y por soleá. Adornemos la semblanza de tan relevante
personaje con otra de las letras flamencas que se le dedicaron, variante de la
que ya hemos asentado en caló: En el barrio de Triana/ se han echao a
temblar,/ porque entraba Curro Puya,/ la piedra fundamentá. O ésta, más
extendida y redonda: A mi me llaman Curro Puya/ por la tierras y por la
mar,/ y en llegando a la taberna/ la piedras fundamental.
Ángel Vela Nieto (del libro “Triana, la otra orilla
del flamenco”)
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