lunes, 30 de septiembre de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


                            Sucedió en Triana (1740-1800)

         En el libro “Triana, la otra orilla del flamenco" contamos algunos sucedidos fundamentales en nuestro barrio durante la época denominada preflamenca que reproducimos aquí:

       -Olavide reglamenta los baños en el río. La Velá de Santa Ana, la primitiva y gran fiesta del arrabal, sufre periodos de censuras y prohibiciones.

       -El año 1742 abrió los ojos a la luz de Triana Marcos Hiraldez de Acosta, que llegaría a ser considerado ilustre figura de la ciencia médica andaluza. Catedrático de Método, su benemérita actuación fue providencial durante la terrible epidemia de 1800.

        -En 1762 se suprimen los fuegos artificiales. Triana es un barrio donde laboran numerosos coheteros.

         -El terremoto de 1775 afectó a todo el caserío trianero soportado por una muy castigada cimentación. Y como el templo de Santa Ana quedó muy afectado no faltó púlpito desde donde se le echara la culpa de la ira de Dios “al libertino barrio y sus pecados”. Diez años después Triana padecería una epidemia de peste.

         -El mismo año del terremoto, nace en la calle Castilla Alberto Lista, gran figura intelectual de la Ilustración Española, maestro de Bécquer y Espronceda... “Feliz el que nunca ha visto/ más río que el de su patria,/ y duerme a la sombra del árbol/ donde de niño jugaba...”, sentenciaría en un poema poco antes de morir en 1848.

        -La hoy conocida como Casa de las Columnas, que fuera sede de la Universidad de Mareantes, se convierte en casa de vecinos el año 1780.

        -Carlos III dicta leyes en 1783 que pretenden dignificar la existencia de los gitanos; esto es, si pasan por el aro de las normas oficiales. Lo cierto es que iban dirigidas a cierta clase de individuos que nada tenían que ver con los censados en Triana.

         -En 1784 eran El Arenal y Triana lugares ideales para la instalación de escenarios teatrales. En Triana, en una nave de Los Remedios, se establece una compañía de títeres y un grupo de cómicos dirigido por María Solís, tonadillera y especialista en el baile del fandango, para alentar el ánimo de sus agobiados vecinos. Aquí permanecen durante varias temporadas cerca de un público aficionado, cálido y fiel.

         -En 1786 llegan a Sevilla las primeras tres cigarreras, eran francesas y traían la misión de adiestrar a las empleadas nativas en las faenas auxiliares para la elaboración del rapé, cuyo consumo hacía furor entre los elegantes. Sin embargo, el cigarro se impuso y hubo que contratar a cientos de mujeres. Nació el mito y parte de él fueron muchas mujeres, gitanas o no, de esta orilla del cante. La estampa de las cigarreras con sus llamativos mantones y su rodete en el pelo, embarcando en las falúas del Puerto Camaronero camino de la fábrica, quedó como un cuadro de costumbres.

       -Grandes inundaciones arruinan aún más el caserío; una de estas terribles plagas fluviales, la de 1796, acaba con el primer barrio satélite del arrabal trianero, el de San Sebastián, antiguo núcleo de pescadores que se amparaba en los muros del convento de la Victoria y donde, por cierto, vivían entonces cuatro familias dedicadas a la herrería.

Ángel Vela Nieto

         

6 comentarios:

  1. Veo que eres seguidor o no de Emilio Jiménez Díaz, un individuo que vive en Córdoba y que se dice flamencólogo. Pues bien, tiene un blog en el que ha publicado un artículo sobre Cataluña y los catalanes que me gustaría que leyeras con detenimiento. Enlace:
    http://desdemitorrecobalto.blogspot.com.es/2013/09/desde-mi-torre-barcelona-barcelona.html#comment-form
    Si te abochorna igual que a mí que en público se utilicen expresiones como tontos y gilipollas, puñaladas traperas, tiros por la espalda, y otras lindezas dirigidas a los catalanes que no pìensan como él, pues eso, que si te abochorna hagas lo que te parezca. En mi blog vas a tener lectura más provechosa. Saludos cordiales, Ángel, del biógrafo de Bambino, que soy yo.

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  2. De nuevo te has equivocado de puerto, Santiago, al ignorar que este blog, en el que quieres insultarme, fue creado por mí y realizado con la colaboración de grandes amigos trianeros, como es Ángel. Siento que él no te pueda contestar hasta dentro de unos días, ya que está en Roma disfrutando de unas merecidas vacaciones. Me llegó la alerta a primera hora de la mañana y, como comprenderás, hubiese sido muy fácil para mí eliminar tu comentario de este blog, "Triana en la Red", al que tanto cariñó le tenemos y que has intentado ensuciar con tus torpes palabras.
    No hace falta que envíes mi enlace a Ángel Vela, porque es lector diario de "Desde mi torre cobalto". No he querido borrarlo porque quiero que el propio Ángel te conteste con absoluta libertad. Siento que interpretases mal mi artículo sobre Barcelona, que sólo contiene una crítica a sus políticos, pero ninguna a los que allí habitan, a los que alabo, como amo a esa gran y acogedora Ciudad.
    Yo, evidentemente, soy un individuo, pero como tú, como el otro y como el de la moto. Todos los individuos formamos una sociedad, por eso sobra tu estilo peyorativo.
    Jamás me he dicho flamencólogo; es más, me molesta esa palabreja que inventó el gaditano-argentino Anselmo González Climent. Puedes molestarte en revisar mis más de 4.000 páginas en "mi torre" y consultar con los amigos, independientemente de que pueda vacilar, que jamás lo hago, de poseer tres Premios Nacionales de Periodismo.
    Lo de la lectura más provechosa de tu blog tendrá que decidirlo mi amigo Ángel, creo yo, que de seguro te contestará con la serenidad y ecuanimidad que tanto admiramos los que los conocemos.
    Tú eres el biógrafo de "Bambino", libro al que dediqué una hermosa página en mi blog, dentro del capítulo "Libros con son Flamenco". ¿Qué más quieres, amigo?
    La gente debería saber que tu envidia y ataque hacia mi persona no es por el artículo dedicado a Barcelona, sino porque no envío opiniones a tu blog.
    En qué mal rato me paré en la Cuesta de Moyano madrileña, el 27 de septiembre de 2005, para darme de cara con tu libro "La fiesta infinita".
    Como tú si que eres un experto "rumberólogo", deseo que me apliques la famosa letra de tu biografiado: "Déjame en paz, en paz, en paz..."

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  3. Acabo de llegar de una tierra de grandes hermosuras; vengo sereno y lleno de paz. Por tanto, no estoy para descifrar geroglíficos con puntas de lanzas envenenadas, señor González. Admiro a Emilio Jiménez Díaz porque sabe hacer hermosa la palabra y ya me extrañó su lenguaje en un comentario sobre lo que escribió de una tierra a la que quiere mucho más que yo. Y ya ve que le hablo de usted, porque no creo que hayamos sido presentado nunca. Además, los de Triana preferimos los tangos de El Titi a la rumba...

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  4. Gracias, Ángel, tras tu vuelta del viaje, por esta contestación a tan extraño personaje. Nuestra página sólo es trianera. Así que, quien quiera publicidad a costa de ella, la haga en el diario "El Segoviano". A partir de ya, aunque nos insulte, deberemos filtrar todas sus intervenciones.

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  5. Referente a D. Aurelio Murillo, tengo que decir que lo conocí en el año 1964 cuando servidor trabajaba de empleado del Banco de Bilbao Agencia "A", la primera sucursal tras la central de la plaza Nueva. El director de la entidad vizcaina D. Diego Santos Monterde, trianero de nacimiento que vivía en la calle San Jorge junto a su hermana tambien soltera. Esa acera de la calle San Jacinto empezaba con otro banco, el Santander, despues la célebre cervecería "Los dos hernannos", el BB y Tejidos Bonilla, otro clásico del comercio trianero, luego el callejón donde los Álvarez Pruaño tenian su almacén de aceitunas que perfumaban la calle. Drogueria de Paquito Marin en el interior de la esquina y Casimiro Baras enfrente, etc.
    Perdón por desviarme a lo que iba, solo quería hacer una descripción de ese entorno que bien podia ampliar. MI amistad con D. Aurelio, que por entonces debería tener sobre 50 años vino de una situación ciertamente incómoda y que habla de la grandeza de este hombre. Acaba de estrenar mi 4-L y mi novatez me llevó a aparcar justo en la puerta de su farmacia y cuando salí a desayunar vi una multa sobre mi parabrisa, en principio me contrario y que cara de preocupación tendría que el propio D. Aurelio, al que le había platado el cochecito delante de su farmacia, me dijera..¡¡dáme esa multa y olvídate de ella!! que alivio porqu entonces una multa a parte del costo era una maldición.
    Este era el D. aurelio Murillo que concí y seguí durante muchos años, aparte de ser el Alcalde de esa proclamada Républica de Triana, su ángel de la guarda, el mismo que no cobraba las medicinas a muchas personas necesitadas. Qué feliz debió ser este hombre que no tenía nada suyo.

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  6. Don Aurelio fue una suerte para Triana; en eso estamos todos de acuerdo. Describe con perfección toda esa zona del barrio. Otra Triana...

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