Portada del libro-guía "Triana en tres tiempos" |
Fitur
Es el mes de Fitur, la Feria Internacional de Turismo
que se celebra en Madrid. Y es la primera vez en muchas ediciones en la que
apenas se ha hablado, si es que algo se ha dicho, de que Triana iba a disponer
de su destacado lugar en el stand
sevillano. Es más, tampoco se ha comentado nada de ese stand si es que la crisis ha dado permiso de estancia y ha podido
sufragar los gastos de viaje y hoteles de no pocos funcionarios en unas
gratísimas jornadas.
Todo esto nos recuerda otros años en que el histórico
arrabal, el barrio universal, y según se nos decía, iba a ocupar sitial de
honor en el escaparate turístico de la ciudad y en un lugar que nos parece, más
que otra cosa, luminoso campo de batalla donde se dan de codazos los sitios del
mundo de mayor aprecio y agradecimiento al sector turístico por lo que aportan
a su economía. Sonrisas capciosas, deslumbre a discreción, folletos –vendaval
de folletos-, sabrosas degustaciones, pero realmente cada espacio es una
trinchera, una lucha indiscriminada por la captación de los privilegiados que
tienen en los atractivos del viaje uno de los principales gozos de la vida y,
naturalmente, de las empresas que viven de ellos y por ellos.
En el año 2005, Pedro Tabernero, un editor sevillano
de lujo, realizó para el Consorcio de Turismo de Sevilla, unas guías de barrios
históricos. Al que suscribe le encargaron el dedicado a Triana. Este trabajo,
bellamente ilustrado como todos los de la serie, fue presentado en el mismo
Ayuntamiento en acto presidido por el alcalde, señor Monteseirín. Allí se
propusieron acciones para propulsar el atractivo turístico de Sevilla basadas
en la protección de establecimientos y lugares con solera, lo que evidentemente
no se cumplió. Nos dijeron que las guías serían armas para esa guerra a la que
hemos aludido y que –sin saber de ella, o sea, de Fitur, más que lo visto en
los informativos de televisión- nos parece eso, una confrontación de idénticos
intereses. Suponemos que ocuparían su sitio en los mostradores, mas nunca nos
enteramos cómo le fue en la batalla. Eso sí, desaparecieron todas.
Lo más llamativo que nos ocurriera con
Fitur (o sin Fitur), fue en el año 1990 cuando la ciudad era toda Expo´92 y Sevilla, a dos años fecha, ya
ocupaba un lugar protagonista en el mapa nacional. Eran tiempos del señor del
Valle en la Plaza Nueva y del señor Floranes en la Tenencia de la calle San
Jacinto. Y resulta que escribimos un libro-guía titulado “Triana en tres
tiempos” que no era más que una andanada en nuestra particular guerrilla contra
“la isla de la Cartuja” (el “Diccionario Trianero” fue otro intento baldío de
llamar la atención).
La euforia que se vivía en el ambiente
político y económico quizás propiciara que el Ayuntamiento se animara a
publicar el libro. Y, en seguida, nos
señalaron una imprenta. El libro fue presentado en acto previo a la Velá
celebrado en el teatro del colegio Reina Victoria. La mesa estaba ocupada por
el citado delegado, el señor Bretón que era el representante de la oposición
municipal, don Luis como director del centro y por el presentador, nuestro
camarada Emilio Jiménez Díaz. Se repartieron ejemplares después de hablar del
contenido del objeto presentado y lo que se pretendía con él, mientras el
delegado se observaba las uñas.
Después no fueron pocos los amigos que nos preguntaron
la forma de hacerse con el libro, porque iban a la Tenencia inútilmente; la
explicación del delegado es que se habían repartido en el stand de Fitur. Aquello nos desorientó un poco y nos disgustó
mucho, porque no era texto para extraños, sino para quienes deben apreciar lo
propio, lo que tenemos y, muy especialmente, para aquellos paisanos que estaban
colaborando en levantar una ciudad dentro de otra estratégicamente postergada.
Pasaron al poco los políticos citados; los
andalucistas tomaron el Ayuntamiento, y como
la nueva delegada de Cultura, doña
Enriqueta Vila, nos pidió colaboración –ya pasada la Expo- para la organización
de unas jornadas en Triana dentro de un invento que se llamaría “Cultura va por
barrios” –con un costo total de seis platos de cerámica- aprovechamos para
comentarle lo ocurrido con aquella guía. Y héteme aquí que nos llama a los
pocos días para decirnos que en unos de los almacenes municipales habían
aparecido varias cajas, llenas de humedad y de ejemplares de “Triana en tres
tiempos”. Estaba allí casi toda la edición. ¿Qué ocurrió?, sencillamente que
antes de su publicación a nadie del Ayuntamiento se le ocurrió leerlo. Y cuando
se dieron cuenta en qué consistía “el tercer tiempo” decidieron el secuestro.
Estaba claro que nada les interesaba la
Triana de 92, la que se les hurtó a los millones de visitantes; pensaban que
aquellas propuestas eran bobadas, que lo que interesaban eran los macro
proyectos de la flamante e inexistente “isla”.
Así recordamos esta feria anual de las vanidades
turísticas, con ellas se ha demostrado que Triana ha estado muy
por encima de quienes han tenido el deber de colocarla en su sitio dentro del
escaparate del mundo.
Contraportada del libro-guía "Triana en tres tiempos" |
Ángel
Vela Nieto.
Ya te he comentado, Ángel, que esta guía debe ser un libro de cabecera para los trianeros. Los pocos que podemos disfrutar de un ejemplar lo tenemos guardado como a un tesoro. Lástima que muchas de las denuncias de aquellos años sigan estando de actualidad, a la espera de un "cuarto tiempo".
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