martes, 12 de febrero de 2013

EL DEDO DE RODRIGO

Portada del libro-guía "Triana en tres tiempos"

 Fitur

Es el mes de Fitur, la Feria Internacional de Turismo que se celebra en Madrid. Y es la primera vez en muchas ediciones en la que apenas se ha hablado, si es que algo se ha dicho, de que Triana iba a disponer de su destacado lugar en el stand sevillano. Es más, tampoco se ha comentado nada de ese stand si es que la crisis ha dado permiso de estancia y ha podido sufragar los gastos de viaje y hoteles de no pocos funcionarios en unas gratísimas jornadas.

         Todo esto nos recuerda otros años en que el histórico arrabal, el barrio universal, y según se nos decía, iba a ocupar sitial de honor en el escaparate turístico de la ciudad y en un lugar que nos parece, más que otra cosa, luminoso campo de batalla donde se dan de codazos los sitios del mundo de mayor aprecio y agradecimiento al sector turístico por lo que aportan a su economía. Sonrisas capciosas, deslumbre a discreción, folletos –vendaval de folletos-, sabrosas degustaciones, pero realmente cada espacio es una trinchera, una lucha indiscriminada por la captación de los privilegiados que tienen en los atractivos del viaje uno de los principales gozos de la vida y, naturalmente, de las empresas que viven de ellos y por ellos.

         En el año 2005, Pedro Tabernero, un editor sevillano de lujo, realizó para el Consorcio de Turismo de Sevilla, unas guías de barrios históricos. Al que suscribe le encargaron el dedicado a Triana. Este trabajo, bellamente ilustrado como todos los de la serie, fue presentado en el mismo Ayuntamiento en acto presidido por el alcalde, señor Monteseirín. Allí se propusieron acciones para propulsar el atractivo turístico de Sevilla basadas en la protección de establecimientos y lugares con solera, lo que evidentemente no se cumplió. Nos dijeron que las guías serían armas para esa guerra a la que hemos aludido y que –sin saber de ella, o sea, de Fitur, más que lo visto en los informativos de televisión- nos parece eso, una confrontación de idénticos intereses. Suponemos que ocuparían su sitio en los mostradores, mas nunca nos enteramos cómo le fue en la batalla. Eso sí, desaparecieron todas.

         Lo más llamativo que nos ocurriera con Fitur (o sin Fitur), fue en el año 1990 cuando la ciudad era toda Expo´92 y Sevilla, a dos años fecha, ya ocupaba un lugar protagonista en el mapa nacional. Eran tiempos del señor del Valle en la Plaza Nueva y del señor Floranes en la Tenencia de la calle San Jacinto. Y resulta que escribimos un libro-guía titulado “Triana en tres tiempos” que no era más que una andanada en nuestra particular guerrilla contra “la isla de la Cartuja” (el “Diccionario Trianero” fue otro intento baldío de llamar la atención).

         La euforia que se vivía en el ambiente político y económico quizás propiciara que el Ayuntamiento se animara a publicar el libro. Y, en seguida, nos señalaron una imprenta. El libro fue presentado en acto previo a la Velá celebrado en el teatro del colegio Reina Victoria. La mesa estaba ocupada por el citado delegado, el señor Bretón que era el representante de la oposición municipal, don Luis como director del centro y por el presentador, nuestro camarada Emilio Jiménez Díaz. Se repartieron ejemplares después de hablar del contenido del objeto presentado y lo que se pretendía con él, mientras el delegado se observaba las uñas.

         Después no fueron pocos los amigos que nos preguntaron la forma de hacerse con el libro, porque iban a la Tenencia inútilmente; la explicación del delegado es que se habían repartido en el stand de Fitur. Aquello nos desorientó un poco y nos disgustó mucho, porque no era texto para extraños, sino para quienes deben apreciar lo propio, lo que tenemos y, muy especialmente, para aquellos paisanos que estaban colaborando en levantar una ciudad dentro de otra estratégicamente postergada.

         Pasaron al poco los políticos citados; los andalucistas tomaron el Ayuntamiento, y como la nueva delegada  de Cultura, doña Enriqueta Vila, nos pidió colaboración –ya pasada la Expo- para la organización de unas jornadas en Triana dentro de un invento que se llamaría “Cultura va por barrios” –con un costo total de seis platos de cerámica- aprovechamos para comentarle lo ocurrido con aquella guía. Y héteme aquí que nos llama a los pocos días para decirnos que en unos de los almacenes municipales habían aparecido varias cajas, llenas de humedad y de ejemplares de “Triana en tres tiempos”. Estaba allí casi toda la edición. ¿Qué ocurrió?, sencillamente que antes de su publicación a nadie del Ayuntamiento se le ocurrió leerlo. Y cuando se dieron cuenta en qué consistía “el tercer tiempo” decidieron el secuestro.

         Estaba claro que nada les interesaba la Triana de 92, la que se les hurtó a los millones de visitantes; pensaban que aquellas propuestas eran bobadas, que lo que interesaban eran los macro proyectos de la flamante e inexistente “isla”.
         Así recordamos esta feria anual de las vanidades turísticas, con ellas se ha demostrado que Triana ha estado muy por encima de quienes han tenido el deber de colocarla en su sitio dentro del escaparate del mundo.

Contraportada del libro-guía "Triana en tres tiempos"

Ángel Vela Nieto.                      

1 comentario:

  1. Ya te he comentado, Ángel, que esta guía debe ser un libro de cabecera para los trianeros. Los pocos que podemos disfrutar de un ejemplar lo tenemos guardado como a un tesoro. Lástima que muchas de las denuncias de aquellos años sigan estando de actualidad, a la espera de un "cuarto tiempo".

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