jueves, 14 de febrero de 2013

DE PASEO: AMOR Y FE





Al salir me he cruzado esta mañana con gente joven que llevaba una flor en una mano y en la otra un regalo, no hay duda, San Valentín sale, como yo, de paseo y  lo mismo visita alguna joyería, que entra en las floristerías para engalanarse de flores rojas o se endulza aún más en alguna pastelería, casi todos los comercios les abren las puertas, incluso algunos bares de copas se estaban adornados con globos rojos en forma de corazón, raro es que los ferreteros no se hayan hecho todavía con candados especiales para este día. el amor se ha envuelto, definitivamente, en papel de regalo, sin que se sepa lo que hizo el mártir romano para sustituir a la atrayente Afrodita, pero al igual que jalowín, en muy poco tiempo, han calado tanto las nuevas costumbres entre la gente, que muchos se enfadan si no reciben hoy, aunque sea un detallito, que yo con poco me conformo.


Vaya, he visto el anuncio de una película de cine y he pensado que era un cristo, es que ya estamos en cuaresma, me digo para perdonarme el despiste, el próximo domingo, mientras muchas poblaciones cercanas siguen inmersas en los carnavales, en Sevilla tendrá lugar, si el tiempo no lo impide, el Via Crucis Magno para celebrar el Año de la Fe. Por iniciativa del arzobispo, catorce pasos saldrán de sus capillas para dibujar en la Avenida la pasión y muerte de Cristo. No hay música, no hay nazarenos, ya lo advirtió Juan José Asenjo en una entrevista el pasado mes de septiembre: «creo que sigue siendo necesario insistir por activa y por pasiva en la genuina identidad cofrade, en los aspectos más espirituales de la pertenencia a una hermandad, de manera que los aspectos externos, culturales folclóricos o costumbristas no ahoguen lo que puede y debe ser una vía preciosa de vida cristiana y de compromiso eclesial». Menos mal que por fin llega alguien de fuera a decirnos cómo hay que sentir la Fe, ya está bien de emocionarse con las saetas y las marchas, que el incienso y el azahar no nos distraigan de la verdad, y yo que pensaba que en estas tardes soleadas y templadas bastaba con sentarse en la calle a ver pasar el cielo azul, mirar hacia un lado y sentir la alegría de unos ojos conocidos que te miran, para comprender el milagro de la vida, dejar pasar el tiempo hasta ver aparecer esa luna creciente, una luna inmaculada con las puntas hacia arriba, que llevaban en sus pies muchas diosas precristianas, que simbolizaban el amor o la fertilidad, tradiciones…
Rafael Martín Holgado

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