esta casa es un milagro que se
esconde en la calle Covadonga, un corral que se deshace en silencio, que se
deja llevar por el tiempo camino de la nada, pero sus moradores actuales la
muestran orgullosos, como un tesoro, porque los artesanos pueden con facilidad imaginar
cómo quedaría arreglada, na más hay que darle caló, le escuché a alguien el
otro día, de los caliches cuelgan unos recuerdos, que no eres consciente de
tener, pero que al estar allí se hacen presentes como el aroma de alhucema de
la casa de tu abuela o el sabor de los primeros besos con tu amada…
¿cómo puede alguien dejar tan
bellos rincones caerse de aburrimiento?, se ha quedado la casa sin el retablo,
despojada de una parte de su Historia y si nadie lo remedia, se tumbarán sus
muros y el eco de los alfareros que allí trabajaron, sus arcos de ladrillos no
hacen falta, para eso tenemos el nuevo museo, corren tiempos virtuales y en vez
de levantar este trocito de arte hacia el futuro, nos contentamos con guardar
las vivencias en fotografías y cerámicas, dejamos que la vida de los artesanos
se acabe para sublimar su recuerdo en las tristes paredes de un museo, el hombre
es así de incongruente, le parece vital lo que ha perdido, y no lucha por lo
que puede mantener…
esta casa es un milagro que se
nos escapa, el taller de Augusto es un laberinto donde perderse es un juego sin
fin, y se acumulan proyectos, útiles, sueños, olvidos, que hacen flotar la
magia en una atmósfera espesa que te envuelve, el sábado pasado quisimos estar
allí para no olvidar el retablo perdido, cantó el Bari, ojitos cerrados,
sentimiento o ya estaba sintiendo el olor de la asadura, y esa media sonrisa de
niño alegre delante de un lebrillo de pestiños…
Rafael Martín Holgado
Rafa, esta entrada debería de dedicarse a tantos "genios" que el Ayuntamiento de Sevilla tiene dedicados a promocionar el turismo en nuestra ciudad. ¿Tú crees que algunos han venido a visitar este lugar?
ResponderEliminarEse aspirante de arco mozárabe -tembloroso, parkinsoniano- en sardiné de ladrillos de taco de barro de ribera, esos barandales rojos de montaña rusa para vagonetas de juegos infantiles,la media barriga timida y oronda de una tinaja alfarera, el megáfono inventado a modo de cámara televisiva de seguridad, el rincón trasvasado desde la isla de Capri a esta isla artesana de Triana, el utillaje de un artista, "El Bari" olisqueando el aroma de un micro que debía de ser suyo en grandes espectáculos, plasmas en el tiempo que no debían ni tenían porqué perderse.
ResponderEliminarSanta Ángela no quiere verlo y deja los ojos sin los elementos anatómicos necesarios para que cumplan su función, la media cara del Jano da un grito de alarma y de angustia, "El Bari" cierra los ojos para no enterarse y las plantas siguen frescas, verdes, lozanas, llenas de vida porque hay una mano que les da el agua y no quieren que se vaya y las deje morir. Protestan enseñando su color. Son un canto a la vida.