TÓRTOLA VALENCIA (II)
...Y en el distinguido escenario del
Ateneo de Madrid dejó a sus pies y para siempre a personajes ilustres como el
mencionado (en la anterior entrada) Valle Inclán que, envuelto en un juvenil
entusiasmo, le dedica este soneto: Tiene al andar la gracia del felino/ es
toda llena de profundos ecos,/ anuncian sus corales y sus flecos/ un ensueño
oriental de lo divino. Los ojos negros, cálidos, astutos,/ triste de ciencia
antigua la sonrisa/ y la falda de flores una brisa/ de índicos y sagrados
institutos./ Cortó su mano en un jardín de Oriente/ la manzana del árbol
prohibido,/ y enroscada en sus senos la serpiente/ decora la lujuria de un
sentido/ sagrado en la tiniebla transparente/ de sus ojos, la luz pone un silbido.
Rubén Darío, como miembro del excelso coro de verderones deslumbrados, no podía
quedarse atrás en sus piropos a la musa... Bajaban mil deleites por sus
senos/ hacia la perla e iniciaba propósitos obscenos/ azúcar de fresa y miel de
higo... Después Pío Baroja, más comedido: Tus manos son cual dos palomas
blancas/ de tu hermosura en el radiante cielo... Y aparece Ramón Gómez de
la Serna con otra mecha por pluma: Un fuego de rubíes todo tu cuerpo
inflama,/ diríase que sangre te corre por sudor./ La pasión de tus ojos ha
encendido su llama/ y toda tú te abrazas en un fuego de amor. Por algo
Tórtola estaba considerada una de las mujeres más bellas y fascinantes de su
época.
Otro distinguido adorador fue su fiel compañero Antonio de
Hoyos y Vicent, autor de la curiosa novela “La zarpa de la efigie” dedicada al
mágico influjo de su íntima amiga, entronada como una legendaria emperatriz
desde un mundo de golfillos de copla y cante, toreros (Triana) y una Judiht
Israel -que también es ella- especializada en danzas orientales. Cuando era
Cayetana “La Narditos”, nombre de la protagonista de la historia, el escritor
la ve en un sueño encarnada en la diosa Astarté (la legendaria fundadora de
Triana)... “Una leyenda extraña la hacía andar por el desierto con los pies
desnudos, calcinados por las ardientes arenas y la cabellera negra y revuelta
por única defensa del sol. Otra la hacía dormir debajo del puente de Triana
envuelta en la luna como en un mundo real....”. La novela popular también se
ocupó de Tórtola; García Sanchís escribió “El secreto de Tórtola Valencia”, en
una colección de bolsillo, en 1915.
Digamos que en el tercer tomo de “Historia
del Flamenco” aparece bailando con
castañuelas una danza andaluza en París. Y que el destacado investigador Romualdo
Molina en su estudio titulado “Flamencos en el cine” del tomo quinto de tan
recurrida obra, escribe: “En 1915 la bailaora gitana y trianera y exótica
bailarina, Tórtola Valencia, filmó su arte exquisito en “Pacto de lágrimas” y
“Pasionaria”.
Carlos Martín en su blog “El Arqueólogo Musical” nos
desvela una entrevista, de las pocas que concedió. Fue en París, en el estudio
del músico y compositor Quinito Valverde, amigo -añadimos- de otro trianero
genial, el bailaor de la Cava de los gitanos Faíco. Resalta la diva que en
Alemania la tenían como secuestrada; sólo querían que bailara allí. Pero
anunciaba su próxima presentación en Madrid, en el Teatro Romea. Y por eso la
presencia del reportero Javier Bueno de la revista “Por esos mundos”, y a sus
preguntas deja bien claro que no le interesaban los toreros; así que Juan
Belmonte, carente de las espadas de matar de los amigos de su círculo de
intelectuales, no pudo acercarse a ella como le hubiera gustado, pensamos
nosotros. De Madrid prefería La Bombilla... “¿Y de Sevilla?” -pregunta el
periodista-. “Triana, donde yo nací”. Así de tajante su respuesta.
Durante la Bienal del 2010 la bailaora
Isabel Bayón estrenó, bajo la dirección de Pepa Gamboa, la obra “Tórtola
Valencia” en la que colaboró otra
extraordinaria intérprete de la danza, Matilde Coral.
Ángel
Vela Nieto
(del
libro “Triana, la otra orilla del flamenco”).
Nota
aparte: Después de la iniciativa de Isabel Bayón, falta que en Triana se
divulgue la figura de una de los seres más extraordinarios que tuvieron cuna en
esta orilla del flamenco.
No es de extrañar las dedicatorias de los poetas. Desconocido e intrigante personaje trianero del que esperamos saber mucho más.
ResponderEliminar¡Que belleza!. A través de su pose y su mirada sensual de auténtica mujer que se siente altamente femenina se le adivina una gran y fuerte personalidad genial de auténtica artista de nacencia, que es lo difícil. Por eso lo de Belmonte es fácil de entender:"cargas del mismo signo se repelen", ya pasó con Rafaé "El Gallo" y Pastora Imperio. Lo que nos hemos perdido es la grabación, en ese tiempo había máquinas que lo podían haber dejado para la posteridad, de el derroche de arte de Jacinto Benavente taconeando el garrotín -lo escribes, Ángel, en la segunda parte de Tórtola- seguro que le hubiéramos quitado el "Don" como al Cecilio, pero para siempre.
ResponderEliminarNo sé sabe si Juan Belmonte y Tórtola llegaron a conocerse. Aquel día de Nochebuena -y tan buena- andaría por Triana soñando lo que sería poco después. Y hablando de mujeres su amigo Valle Inclán le contaría, alguna vez, la juerga de aquella noche de 1912, y cómo estaba aquella Tórtola que ninguno fue capaz de cazar ni disparándole balas de oro... Y conociendo los gustos del Pasmo, se haría la boca agua. ¿No, Antonio?
ResponderEliminarEn España, entonces, no existían ídolos tan atrayentes como los toreros; pocas se resistían; Tórtola fue una de ellas.
A Benavente en el taconeo se le vería "el plumero", Antonio...