lunes, 8 de octubre de 2012

EL DEDO DE RODRIGO: TRIANA ANTITURÍSTICA (TRAMO SEGUNDO)



Solar del que fuera cuartel de los civiles. Cava de los Civiles. Octubre de 2012.
    Repuesto un poco, ¿no? Pues salgamos y atajemos por Procurador para mostrarle un patio abierto, este si, pues tiene como dueño al Ayuntamiento, mas si usted aprovecha la oportunidad de asistir a algunos de los espectáculos que, como casa municipal, es su obligación de amparar y la garantía de su futuro, notará que la mayoría de sus vecinos no le van a poner cara de buenos amigos a pesar de la fortuna que supone vivir en tan señalado patio; nada tienen que ver con los antiguos y nada se les ha pegado. Ellos sabrán. Enfrente, la incógnita de la plaza de Naranjito que a veces muestra lo que no debiera. Observará un costoso carril para bicicletas por donde será un prodigio que vea alguna circulando.

    Tampoco vamos a pasar por Manuel Arellano; la razón es evitarle el llanto ante tanto espacio desaprovechado, mustio y oxidado; dejémosla y penetremos en la histórica Cava donde poco verá, en este primer tramo, de lo que fue salvo el colegio de las monjas con un reloj que funciona, menos mal, dando la cara y la hora a un célebre corral de vecinos reconstruido, el del Cura; si, hombre, sus tres patios consecutivos están secuestrados tras esa puerta cerrada a cal y canto, y eso que también tienen los fantasmales vecinos como patrón a la Casa Grande. Se han encerrado ahí convirtiendo el sitio en un sospechoso misterio idóneo para una novela de Agatha Christie, otro más. Pero no ha visto todavía  el tajo más profundo; saque el pañuelo: si, ese es nuestro gran monumento a la desidia oficial, el solar del que fuera cuartel de los civiles que dio nombre a este tramo de la Cava flamenca; treinta años de desolación y desamparo ante sus ojos. ¿Que cuántos alcaldes han pasado por delante? Todos y ninguno. ¿Y delegados? Idem de idem. Y fíjese que lleva clamando Triana toda la vida por un lugar donde exhibir sus valores artísticos; Triana, ya ve, el barrio con fama de ser el de más arte por metro cuadrado, carece de un escenario donde se manifieste y exhiba. ¿Que por qué no se ha construido aquí, pleno corazón del barrio? Recuerde que estamos en la Triana antiturística, amigo. Mis nietos verán lo que aquí se construya algún día, y puedo anticiparle que será un adefesio que haga horrible juego con los que se han levantado junto a estas mismas ruinas; esas preciosidades que ve ahí... Los turistas se santiguan cuando pasan ante ellos en el bus descapotable.

    San Jacinto, espina dorsal del barrio nos llevará, girando a la derecha, a una plaza a la que “adorna” (así, entrecomillas) una fuente que sólo va a merecer que se tape los ojos; pobre Padre Damián. De regreso, comprobaremos que en los amplios terrenos de la antigua y famosa fábrica de aviones, La Hispano Aviación, no hallará ni un sólo atisbo de su rica vida industrial salvo una simple placa en la fachada; la circulación le agobiará porque el siguiente tramo, que era la salida natural del tráfico rodado, se ha entregado a los veladores y a toda suerte de gente extraña tratando de sobrevivir. Es mejor que no pregunte por la Cava de los gitanos, cuna del cante flamenco, ni por su corral de la Encarnación, declarado “bien etnológico” (también merece el entrecomillado). Peligro de infarto.

    Bueno, es hora de pisar la calle que fue paseo comunitario de este santo lugar que está visitando, santo por paciente. Se trata de Pureza; es ésta que se abre al Altozano, la que parece una carretera secundaria; bonito pavimento, ¿verdad? No, no es un prolongado garage, le digo en serio que se trata de la vía más transitada por los que nos visitan. Con el agobio y desconcierto consiguiente pasaremos ante la capilla de la Esperanza, la imagen sagrada y emblemática que, con la iglesia de Santa Ana -un poco más allá- vienen bien señalados en los mapas que traen los que por primera vez pasan el puente; la casa de la Patrona no está en nuestra ruta antiturística por el milagro que obró un santo y reciente párroco. No me vaya a pedir que regresemos por la calle Betis, porque ciertos edificios modernos -y esto tampoco tiene ya solución- le producirán  profunda angustia, y vemos que ya va bien cargado. Otro día le llevaremos a la Casa de los Artesanos y a ver otras lindezas escondidas.

    Que tenga buena estancia en su ignorada mesa de despacho, querido y sensible amigo, y muéstrele al jefe, que nunca hará este recorrido, cómo ha quedado su pañuelo.

El inescrutable Corral del Cura. Cava de los Civiles. Fotografía de Adarquin.

Ángel Vela Nieto

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