Con el programa en la mano lo primero que observo cada bienio es la participación trianera, la presencia que esta orilla tan castigada en sus esencias tiene en la más relevante manifestación del gremio en el cante, el baile y el toque. Y esta, digamos manía o inclinación natural, me da el nivel del baremo, cómo va este poso antiguo resistiéndose, renovándose en tiempos poco propicios. Y en cada ocasión compruebo que, sin estar nunca a su altura (el programa), deja Triana su sello, un sello único e inagotable, aunque la sangre se haya expandido por otros rincones, pero es la misma sangre. Y haciendo mis apuntes me acuerdo del compañero Fernández Cachero que cree que nuestra nómina flamenca apenas da ya para un renglón. Veamos.
El primer día, 3 de septiembre, en el Alcázar, Manuela Carrasco es la llave de lujo del certamen. El 5, en el Maestranza, baila Antonio Canales en una especial colaboración en el espectáculo “Metáforas Flamencas”. El mismo día y en el Espacio Santa Clara tenemos a La Negra y Angelita Montoya. El 7, en el escenario del Alcázar, baila María Pagés, trianera de cuna. Mismo día en nuestro Hotel, frente a la efigie del inmortal Naranjito, “Triana toca, canta y baila”, con Rafael Riqueni, Paco Taranto y Carmelilla Montoya (poca cosa...). El 8, vuelve María Pagés al Maestranza. El mismo día, y de nuevo en el Hotel Triana, las “Boboterías” de las Tres Mil, con El Vareta, Bobote, El Eléctrico y Joselito Fernández, entre otros.
El día 12 y en el homenaje a Camarón en Fibes pisarán escenario La Susi, Remedios Amaya y Raimundo Amador. El 14 y el 15 el protagonista es el Hotel Triana nuevamente; acogerá a Málaga en la primera noche y a Jerez, la segunda. El 20 estará Triana en el Teatro Alameda en la voz de Márquez El Zapatero. Y el 22 es la gran noche de Pepa Montes y Ricardo Miño que estrenan “Una mirada hacia dentro” en el Lope de Vega. Ya en el 25 del mes más flamenco vuelve Antonio Canales al Maestranza invitado en “La Consagración”. No puede faltar una de las más grandes cantaoras de este tiempo, Esperanza Fernández; la tenemos el 26 en el mismo Lope de Vega y en el estreno, con Javier Barón, de “Arrabales”. Y en la gala de clausura dedicada al baile estarán, arropando a varios de sus discípulos, los maestros Matilde Coral y Manolo Marín.
Y podían también figurar este año con todo su realce algunos artistas trianeros más, tales como Gualberto, que cada vez que estrenó en la Bienal cosechó un éxito especial como su música. O Milagros Mengíbar, o Angelita Vargas, Manuela Ríos, Meme Mengíbar, Pilar Astola, Lourdes Recio, Isabel López, José Acedo, José Antonio Carrillo, Juana la del Revuelo, Manuel Molina, Lole Montoya, El Boquerón, los supervivientes de “Triana Pura” (¿no queda arte ahí?: El Perlo, Lérida, El Pati, El Moli, El Coco, Jarillo...), y Chiquetete, los Fernández, Montoya y Amador que faltan, Antonio Saavedra, José Manzano, Pedro Ricardo Miño, La Tremendita... Triana sigue siendo un milagro, ahora más que nunca, porque hicieron todo lo posible por acabar con la veta. Y todo ello a pesar de la desaparición prematura de artistas de la talla de Curro Triana, Changuito, Isidro Vargas, El Lele, Naranjito, El Mimbre, Rafael El Negro, Manolo Domínguez, Javier Cruz... Todos podían haber estado en el programa de esta Bienal. Pero ahí vibra a compás, además, esa desplazada sucursal sanguínea-festera que se llama Las Tres Mil, pero, ojo, sucursal, porque Triana es cosa más profunda.
A Triana la han matado muchas veces; digamos mejor que la están matando constantemente, pero ahí está como el Ave Fénix del flamenco. ¿Queda arte en esta orilla? Compruébenlo este mes.
Ángel Vela Nieto
Es un buen momento para esta reflexión y es cierto que el cartel de la Bienal está lleno de artistas trianeros. Sin embargo seguimos sin contar en Triana con un lugar de encuentro flamenco. La palabra museo suena a pasado y lo que tenemos que conseguir es que el Flamenco en Triana siga siendo futuro. Nos falta ese escenario necesario para desarrollar actos flamencos durante todo el año; el Hotel Triana es un espacio de verano y con muchas limitaciones. Un espacio que aglutine a los artistas para que durante todo el año se pueda disfrutar en Triana del Arte Flamenco.
ResponderEliminarEl proyecto se debería promover con dinero privado y el Distrito sería el motor necesario para incentivar esta iniciativa... pero mientras estemos dedicados a arreglar baches de la calle San Jacinto y discutiendo si se pone o no el azulejo de la zapata no hay tiempo para pensar en cosas serías.
EL Flamenco en Triana si sobrevive será un milagro y, al igual que ha pasado con la cerámica, nos conformaremos con un pequeño museo donde los turistas vean algunas fotografías y recuerdos de poca importancia de lo que fue el Flamenco en su cuna.
José Luis Jiménez
Siempre he imaginado ese museo con un auditorio. Ojalá se te den las cosas, José Luis, para que consigas un espacio en TRiana, donde se pueda escuchar flamenco, como la cosa más normal del mundo.
ResponderEliminarUn museo sabemos que es un escaparate de algo importante que sin él estaría devaluado. Y quizás el flamenco en Triana está en esas circunstancia por la falta de un altavoz potente que bien pudiera ser ese museo, el que seguro echan de menos los turistas avisados. Puesto en su sitio -y fíjate la casa como es de bella, la de la Casa de Socorro-, no faltaría en el barrio lugares para escuchar un cante.
ResponderEliminarCuando tengo dos días de bonanza después vienen diez de tormenta y no me da tiempo ni de recoger la ropa, Ángel, o sea todo a la carrera. Por eso no pude terminar de contarte lo de las papas en amarillo que las dejé sin el último hervor. Cuando volvía de lo de las entradas que te dije entré en el mercado de lArená y había un cazón -más bien tintorera- que se metía por los ojos, compré cuarto y mitá y se lo eché a las papas e hice cazón con papas en amarillo. Lo bordé, Ángel, palabra de honor.
ResponderEliminarAunque sea por alusiones te diré que en mi comentario al que aludes no hablé solo de flamenco sino del arte en general aunque tú hayas sacado solo al flamenco fuera del canasto.
Los que nombras los conozco a casi todos, de hecho a muchos los llevé a actuar al aula flamenca, hoy cátedra, de la Universidad de Córdoba y a todos los he visto y oido en diferentes espectáculos. Y se de donde vienen y venían.
Pero que curioso Ángel que a esa sucursal o franquicia que nombras no se le añada otra que no desmerece en nada a las Tres Mil, pasa lo mismo que con el barrio de San Bernardo que le llaman el barrio de los toreros cuando creo que no llegaron ni a diez entre mataores y banderilleros -Diego Puerta es del Cerro del Águila- cuando en Triana han nacido la intemerata de profesionales del toro.
Te escribo, Ángel, de unos pisos en San Juan de Aznalfarache junto a la barriada de San José Obrero, que se inauguraron en tiempos de Utrera Molina. De nombre artístico se les llamaba "LOS PISOS DE LOS GITANOS", en esos pisos no cabían más artistas del flamenco -algunos de los que nombras vivían allí- de hecho a la caida de la tarde había que admirarlos cuando cogían los autobuses o coches particulares camino de Sevilla para actuar en los distintos espectáculos. Solo con verlos decías: ¡Ahí va un artista!. No quiero dar nombres para que ninguno crea que nombro a los mejores cuando todos eran extraordinarios. Y casi todos o todos llevaban a Triana en su sangre y en su mente. Pero han pasado casi dos generaciones tanto en una sucursal como en la otra, por eso, creo, que no dije en mi comentario "DE TRIANA" con la preposición "de" sino que lo puse en la forma adverbial "EN TRIANA". O sea que vivan actualmente en el barrio, toreros, cantaores, bailaores y bailaoras, guitarristas....ARTE EN GENERAL, de lo que en el pasado estaba llena TRIANA, y la mayoría de primerísima fila.
Aquí es Las Tres Mil la que pita y canta y, además, a los medios les ha dado por repetir que es Triana trasvasada, y llevan razón en parte. De esa otra "sucursal" que mencionas, creo que sólo tú la tienes bien prendida en la memoria, pero no palpita ya o, al menos, hace poco ruido (o compás). Fue la nueva residencia de muchos refugiados en la Vega, pero la mayoría ya no viven por allí. Es la información que tengo.
ResponderEliminarA los flamencos que no echaron de Triana les dio, como a tantos, por irse a casitas de pueblos cercanos, hablo de los de cierto renombre. Ya sabes que les gusta el espacio abierto; se asfixian en los pisos. Así que los ascensores de Triana quedaron para los forasteros que, por otra parte, pudieron pagarlos.
Y cuando paseemos la calle San Jacinto, de arriaba a bajo, y no saludemos en ese trayecto al menos a dos o tres artistas, Triana habrá dejado de ser Triana. Pero eso no sucederá nunca.