martes, 30 de agosto de 2011

DESDE EL MONTE PIROLO: S.O.S.


No es que me quiera matricular en un curso de patinaje artístico sobre hielo, ni de saltos de trampolín o de natación sincronizada, ni a la ruta del Quetzal con Miguel de la Cuadra-Salcedo o curso intensivo de monopatín de competición y pida saber los teléfonos de las oficinas de la matriculación, no, no es eso, es otra cosa. 


                                  Mi bata de siempre ha sido muy de ella hasta el punto que cuando vivíamos en Triana tenía cerrado con llave los cajones de la cómoda. Cuando varias veces nos mudamos además de los cajones de la cómoda tenía cerrado los del aparador y cuando nos fuimos a Monte Pirolo la única habitación cerrada con llave era la suya y no había manera de entrar, ella se encargaba personalmente de asearla. Subía cosas, almanaques con santos, estampitas, hojas de periódicos con fotografías de Semana Santa, retratos. ¿Tendrá el síndrome de Diógenes?, pensaba yo, pero por otra parte me tranquilizaba  porque  ha sido y es más limpia que los chorros del oro.
Siempre en todas las mudanzas nos acompañaba una cruz arbórea que ya era por mí conocida desde que tenía uso de razón, pero solo la cruz  sin el Cristo, la pregunta era siempre contestada: “Esa cruz la tenía tu agüela con un Cachorro y me la regaló cuando me casé, se le partió un brazo porque pesaba mucho y se lo pegué, pero un día limpiándole el polvo se cayó y se destrozó y me quedé con la cruz, siempre la llevo conmigo”. Dentro de cuatro años, mi bata, cumple un siglo, con los aplomos hechos polvo -impedida- pero con la cabeza perfecta.        
Al entrar en su cuarto entre sus cosas había una caja de zapatos y dentro, entre algodones amarillentos por el paso del tiempo, estaba el Cachorro totalmente fracturado, brazos, piernas y torso, incluso parte de la ropa  que lo cubría. Es de barro cocido y hueco. Lo he restaurado con muchísimo mimo, lo he puesto en la cruz, pero no sé su historia ni su autor y me gustaría saberla.


         El stipe o estaca que se clavaba en tierra mide 80 cms y el patibulum o crucero que  es, como le pasó a Jesús, el madero que  obligaban a algunos  reos a llevarlo a cuesta desde el lugar de la condena hasta el sitio de la ejecución, mide 52 cms,. El Cachorro de mano a mano son 39cms y de la cabeza a los pies 41 cms.,  para un crucificado casero las medidas son extremadamente grandes.





         Podéis observar lo detalles anatómicos que  están cuidadísimos y muy semejantes a la imagen procesional, tanto en el rostro, torso, brazos, manos, piernas y pies, incluso la ropa está muy bien conseguida. Sé de otro nada más pero tampoco el propietario -Eugenio Gil, trianero nacido en la calle Fabié y actualmente en las oficinas de la empresa Pagés donde en su despacho lo tiene colgado- sabe nada de la historia, dice que le han dicho que los hacía por encargo un ceramista llamado Paco García que vivía en el Corral de los Carros de la calle Pureza. Igual que yo también lo ha tenido que restaurar y no  sabe la edad aproximada que pueda tener el conjunto. Son casi iguales, con las mismas medidas, pero les varía el gesto y la coló, incluso la   cruz y la cartela son distintas, en la suya constan las palabras latinas de Iesus Nazarenus Rex Iodeorum y en la  que yo tengo solo las iniciales, I.N.R.I. ¿Sería posible saber la historia?

                                                                  A. Fernández de Cachero M.



2 comentarios:

  1. No será por falta de datos, Antonio, pero parece tarea cuasi imposible de rematar felizmente. Tú sabes que en Triana, tierra de barros y de artistas, siempre hubo manos hábiles y buen gusto -y sin haber pasado por escuela de Arte alguna- para modelar figuras religiosas o profanas, por afición o profesión.
    Y sólo por tu entusiasmo por lo taurino te recuerdo que las mejores cabezas de toros han salido del barro azul de nuestros tejares, obra de autores que, en muchos casos no sabían ni dibujar. Y hasta llegaron a ponerse de moda.

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  2. Desde el principio me suponía que al puzzle de la historia le faltarían piezas para rematarlo, llevas toda la razón Ángel, pero como la esperanza es lo último que se pierde, a veces surgen cosas que nadie las espera y son las que rematan la faena, por hablar en taurino.

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