miércoles, 2 de marzo de 2011

DE CERCA: REVELADOR PASEO DE DOMINGO


Esta es una de esas mañanas de domingo en las que la ciudad se muestra especialmente amable, gozosa, porque el frío parece haberse marchado y la gente busca en la calle su hábitat natural: los sevillanos queremos estar al aire libre, quizá porque la ciudad lo merece. He cruzado el puente del Cachorro y, en sus orillas, he contemplado con tristeza la suciedad, la dejadez, las pintadas inmundas y el escaso cuidado con que, aquí, en este espacio de tránsito, se desenvuelve el final de Triana antes de llegar a Sevilla. He llegado a la Plaza de Armas, la estación a un lado, el espacio abierto del centro comercial, ahora ocupado por atracciones infantiles que convierten el inmenso atrio en un parque de atracciones. El fondo de tierra dorada de la antigua estación se confunde con el rosa, el amarillo chicle, el verde, el lila, de los artilugios que acogen a la chiquillería. Extraños contrastes de una ciudad difícil. Al llegar a la calle Marqués de Paradas, justo al lado del ambulatorio, se amontona la suciedad: restos de botellas, de comida, de envases, restos esparcidos por toda la acera, delante de un establecimiento de comida y bebida, suciedad que se ve también en las paredes de los edificios que están abandonados, enormes inmuebles vacíos, con las puertas cruzadas por vigas de madera, con las ventanas ciegas…

Doblando a la derecha me encamino al Museo de Bellas Artes. Delante de sus puertas abiertas, la abigarrada galería al aire libre muestra la obra de los artistas que no cuelgan sus cuadros, sino que los sitúan cuidadosamente apoyados en una fuente, en una esquina del acerado, sobre el suelo… Artistas que estos días de crisis apenas venden, pinturas de todos los estilos, hiperrealistas cuadros de vistosos colores, arte pop, vistas clásicas de Sevilla, otras vistas de Cádiz, del Balneario de la Palma y de la Caleta, retratos, bodegones, un espectacular lienzo con macetas rojas formando una original hilera y, al final, el cuadro que me llevo, el que he comprado: una mirada al Puente de Triana muy sutil, muy sencilla.

Subiendo Alfonso XII vuelve la soledad, el gentío se ha quedado atrás, con los artistas al aire libre del Museo. La pequeña capilla precede a los grandes almacenes que ya tienen en sus escaparates el tiempo nuevo, la primavera, en un permanente anuncio que no podemos dejar de mirar con interés: ¿qué vamos a ponernos cuando llegue la Feria o la Semana Santa? Luego, el entorno de Sierpes, los veladores repletos y la subida hacia la Encarnación: vamos a ver las setas. Qué cosa más horrible, a quién se le ha ocurrido, cómo se puede cortar en dos la calle con esa aberración, ese panal de abejas que, en otro sitio, quizá en Sevilla Este, podría ser un icono de los tiempos modernos, pero aquí, en pleno centro, en una calle estrecha, qué cosa más horrible, qué destrozo imposible de evitar ahora que ya está hecho… Y lo peor, me cruzo, cuando ya voy de nuevo deshaciendo el camino, con un tipo de chándal que dice en voz muy alta: “Qué superchulo, tío, esto es la mar de guay…”

Me vuelvo hacia Triana, cruzando por el Puente, mirando desde lejos el Paseo del Arte, sus artistas, sus cuadros, y llego al Altozano, y entro por San Jacinto, todos los veladores atestados, los niños chicos que corren y que saltan… Y luego, el otro tramo, el de los coches que no pueden pasar, y pienso, de nuevo, como antes con las setas, qué cosa tan mala habrá hecho esta ciudad para que la maltraten tanto. 


Caty León Benítez

2 comentarios:

  1. Han conseguido desfigurar la ciudad, una ciudad como Sevilla. Esta mañana he visto, frente al Ayuntamiento un tinglado expositor de esa "maravilla" de la que tenemos que estar altamente felices y agradecidos a quienes la han hecho posible. Me refiero a las dichosas y costosísimas setas, claro. Más gastos: Enorme maqueta, azafata y folletos miles. Desde luego, son insaciables. Tanto lo son que en un bar cercano uno de nuestros celosos representantes municipales, rodeado de gozosos partidarios, daban cuenta de un suculento aperitivo. Y era la una de la tarde... ¡Cuánto trabajan por nosotros!
    (Estupendo tu artículo, Caty).

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  2. Totalmente de acuerdo con Caty León (aunque me duela y me averguence).
    Esta ciudad y sus ciudadanos no lo merecen, pero tristemente es así.
    Felicitar a Caty porque lo ha clavado.

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