Querida Reina de Triana: Este año, por aquello del problema político que está teniendo el Ateneo de Sevilla con la elección de los Reyes, he preferido dejarle mi carta a usted. Con este gesto colaboro, además, a aumentar la cuota de participación de la mujer en labores que siempre han realizado los hombres, tan acaparadores ellos en todas las materias de la vida pública y hasta bíblica. Hay también un marcado interés en ello, y es que estando usted más cercana siempre habrá más posibilidad de que se cumplan estos deseos que le pido, no para mí, Majestad, sino para el barrio que me vio nacer, crecer y multiplicarme en mis hijos y nietos. Bien sé que con tanto jaleo como tienen en estos días Melchor, Gaspar y Baltasar, es mejor acortar vías. Y quién mejor que usted, Reina Alcaldesa de Triana, para atender mis peticiones y hacerme un hombre feliz, que también los sesentones tenemos siempre la ilusión de que se cumplan nuestros deseos en la mágica noche.
A pesar de la edad le escribo esta carta desde la inocencia, porque quién si no un inocente cree que usted la leerá, le prestará la atención debida, y le traerá esos regalos mínimos aunque totalmente necesarios. Pero también se la escribo desde la esperanza de que será posible. Su Majestad tiene cara de buena gente y sé que no me va a defraudar, porque eso sería quitarle la ilusión a miles y miles de trianeros que somos súbditos de su reinado en la Tenencia.
Pido regalos básicos, sencillos y de poco costo, regalos de los que están repletas sus alforjas y que debe repartirnos con un poquito de buena voluntad. Ya sé que hemos sido un poco malos y que hemos creado este blog para darle un mijita de caña: el pueblo rebelado contra el feudalismo de su partido y su reina. Y eso está mal. Pero tiene que comprender, Majestad, que lo hacemos por el bien de un arrabal cuyo nacimiento se pierde en la memoria de los tiempos; un barrio que ha sido, y es, la mejor "guarda y collación de la Ciudad"; un espacio geográfico singular que ha dado innumerables hijos ilustres en la espada, los descubrimientos, la marinería, la Ciencia, la Literatura, las Bellas Artes, la cerámica, el toreo, la canción, el cine, la política, la ingeniería y la arquitectura; un espacio espiritual y vivencial que ha sido cantado por las mejores plumas de la historia; un barrio laborioso, artesano y trabajador que hizo grande sus célebres huertas y alquerías, que convirtió en milagros las labores de sus fragüas, en oros sus vidriados, y en virtuosismo apreciado los trabajos mareantes; un barrio, no lo olvide, Majestad, que no tiene parangón en el mundo.
Por eso le pido en esta carta de reyes que vuelva su vista al barrio que representa, que hable con su gente, que salga a la calle y conozca sus problemas, que escuche a los que saben de muchas cosas que, aunque usted sea reina, desconoce. ¿Son imposibles estos regalos? Le pido desde la esperanza que haga una reunión con todos los colectivos trianeros y se moje con las diversas propuestas; que acelere el tan traido y llevado Museo de la Cerámica; que se haga realidad el teatro que Triana necesita; que aliente la Cultura en todas sus vertientes; que le devuelva el prestigio perdido a la Velá; que mande quitar urgentemente el alquitrán a la calle Pureza y los bodrios de bancos a la peatonalizada San Jacinto; que preste todo el apoyo posible al cura Azcárate en Santa Ana; que incite a las hermandades, perdidas en sus feudos, a participar en la animosidad del barrio; que aproveche la antigua Casa de Socorro y la antigua Tenencia para el Museo del Flamenco y el Toreo; que de acuerdo con las leyes vigentes en materia de patrimonio no permita los adefesios arquitectónicos que se están permitiendo en las calles más señeras del arrabal...
Como habrá podido leer Su Majestad, no he pedido nada para mí, sino para el reino al que representa. Antes, para la administración de este gobierno municipal, nos enviaban desde la Granja de San Francisco -Paco Robles, dixit- lo peor de lo peor. Pero usted, Majestad, es trianera, y me imagino, desde la inocencia, que no quiere un reino decadente. Desde la esperanza, cada vez más mermada, aún sigo confiando en Su Majestad. Por eso, la noche del día 5, saldré al balcón de mi viejo y querido arrabal, con la ilusión en el alma, al menos para recoger una carta suya, que abriré con tremenda ilusión, en la que pueda leer: "Querido súbdito: Tomo buena nota. Su reina: Esther Gil Martín"
Emilio Jiménez Díaz
A pesar de la edad le escribo esta carta desde la inocencia, porque quién si no un inocente cree que usted la leerá, le prestará la atención debida, y le traerá esos regalos mínimos aunque totalmente necesarios. Pero también se la escribo desde la esperanza de que será posible. Su Majestad tiene cara de buena gente y sé que no me va a defraudar, porque eso sería quitarle la ilusión a miles y miles de trianeros que somos súbditos de su reinado en la Tenencia.
Pido regalos básicos, sencillos y de poco costo, regalos de los que están repletas sus alforjas y que debe repartirnos con un poquito de buena voluntad. Ya sé que hemos sido un poco malos y que hemos creado este blog para darle un mijita de caña: el pueblo rebelado contra el feudalismo de su partido y su reina. Y eso está mal. Pero tiene que comprender, Majestad, que lo hacemos por el bien de un arrabal cuyo nacimiento se pierde en la memoria de los tiempos; un barrio que ha sido, y es, la mejor "guarda y collación de la Ciudad"; un espacio geográfico singular que ha dado innumerables hijos ilustres en la espada, los descubrimientos, la marinería, la Ciencia, la Literatura, las Bellas Artes, la cerámica, el toreo, la canción, el cine, la política, la ingeniería y la arquitectura; un espacio espiritual y vivencial que ha sido cantado por las mejores plumas de la historia; un barrio laborioso, artesano y trabajador que hizo grande sus célebres huertas y alquerías, que convirtió en milagros las labores de sus fragüas, en oros sus vidriados, y en virtuosismo apreciado los trabajos mareantes; un barrio, no lo olvide, Majestad, que no tiene parangón en el mundo.
Por eso le pido en esta carta de reyes que vuelva su vista al barrio que representa, que hable con su gente, que salga a la calle y conozca sus problemas, que escuche a los que saben de muchas cosas que, aunque usted sea reina, desconoce. ¿Son imposibles estos regalos? Le pido desde la esperanza que haga una reunión con todos los colectivos trianeros y se moje con las diversas propuestas; que acelere el tan traido y llevado Museo de la Cerámica; que se haga realidad el teatro que Triana necesita; que aliente la Cultura en todas sus vertientes; que le devuelva el prestigio perdido a la Velá; que mande quitar urgentemente el alquitrán a la calle Pureza y los bodrios de bancos a la peatonalizada San Jacinto; que preste todo el apoyo posible al cura Azcárate en Santa Ana; que incite a las hermandades, perdidas en sus feudos, a participar en la animosidad del barrio; que aproveche la antigua Casa de Socorro y la antigua Tenencia para el Museo del Flamenco y el Toreo; que de acuerdo con las leyes vigentes en materia de patrimonio no permita los adefesios arquitectónicos que se están permitiendo en las calles más señeras del arrabal...
Como habrá podido leer Su Majestad, no he pedido nada para mí, sino para el reino al que representa. Antes, para la administración de este gobierno municipal, nos enviaban desde la Granja de San Francisco -Paco Robles, dixit- lo peor de lo peor. Pero usted, Majestad, es trianera, y me imagino, desde la inocencia, que no quiere un reino decadente. Desde la esperanza, cada vez más mermada, aún sigo confiando en Su Majestad. Por eso, la noche del día 5, saldré al balcón de mi viejo y querido arrabal, con la ilusión en el alma, al menos para recoger una carta suya, que abriré con tremenda ilusión, en la que pueda leer: "Querido súbdito: Tomo buena nota. Su reina: Esther Gil Martín"
Emilio Jiménez Díaz
Soy capaz de creer en los Reyes Magos, para eso no soy mayor... pero sí para esperar milagros. Y mira que la carta es persuasiva...
ResponderEliminarHay que tener un poco de esperanza. Es lo único que nos queda. Al menos que llegue nuestra protesta a la Tenencia.
ResponderEliminarAhora están metido en lo único que les interesa, una cabalgata que cuesta un perraje y no sirve nada más que de propaganda política, para crear una estúpida competencia, de motivo de juerga para demasiados jóvenes pintarraqueados y para ensuciar las calles. Es la cabalgata de Reyes con menos niños de espectadores; ver uno es casi un milagro. Ya digo, una auténtica juerga para mayores sin ningún sentido positivo.
ResponderEliminar¡Si José María Izquierdo levantase la cabeza...!
ResponderEliminarUn comentario muy valiente el tuyo, Ángel, que comparto por completo. Pero desgraciadamente la cultura de la pandereta tiene tantos seguidores que es difícil ir en contra de ella. El fin de las fiestas es siempre el mismo: cierto empacho de comidas y reuniones, miles de caramelos tirados por los suelos, los contenedores de basura hasta arriba de cartones y envoltorios de regalos y cartas inocentes, como esta de Emilio, que nunca encuentran destinatario.
ResponderEliminarCreo que Esther Gil no se va a molestar en leerla, y la la lee se reirá y la echará en el cesto de los olvidos.
ResponderEliminarPierde toda esperanza, Emilio; ni siquiera sabrán que existe este blog; ellos va a lo suyo...
ResponderEliminarEn cuanto al comentario de Rafael he de añadir que todos los años me voy a la esquina del bar "Blanca Paloma" y contemplo el ambiente del paso de la cabalgata. Los "negritos", todo un ejército, copan el mostrador para "repostar", entre risas y puro cachondeo juvenil. Y si veo un niño que no vaya en una carroza es como ver un milagro de Reyes. No falta en "los tronos" el torero forastero ni la artista del barrio; este año han elegido a Isabel Fayo. (¡Vamos, qué se cree Sevilla...!). Ya veis "el orgullo" trianero (y el dinero -se habla de más de veinte millones de pesetas-) en qué forma se emplea...
Me voy a tener que quedar con la Esperanza de la calle Pureza. Ella me echará más cuenta.
ResponderEliminarRecordarás el soneto que el año pasado le dediqué a la "Cabalgata trianera" cuando estaba Moriñas. Estoy por publicarlo en este blog.
Emilio como bien decías en tu comentario al articulo de angel vela,los políticos ni saben ni quieren saber, pues eso.
ResponderEliminarLa cabalgata cuesta algo más de 25 millones de las antiguas pesetas.y no solo los beduinos van dejando un reguero por todos los bares del recorrido,sino incluso un rey a sido visto en su trono bebiendo a morro las cervezas que sus colegas le iban suministrando.Y lo que chorrea sangre que durante todo el año no queda presupuesto para realizar actividades culturales.
Deberíais sacar fotografías de esa "fantochada" para ponerlas en el blog. Son las cosas que hay que denunciar sobre la marcha.
ResponderEliminarA los políticos estos les interesa que Triana sea puro cachondeo; y por lo visto la señorita que se dice "alcaldesa" (?) no piensa dejar "en mal lugar" a su antecesor... ¿Sirve de algo que sean de un sitio u otro? ¿Que sean hombres o mujeres? ¿Qué fue de la sensibilidad femenina...? La política los iguala a todos, así que otra esperanza perdida.
ResponderEliminarYa fue una payasada la cabalgata del pasado año a cargo del ínclito Moriñas, al que le dediqué un soneto cachondo para disfrute particular. ¡25 millones de pelas para un bodrio! ¿Cuántos actos culturales haríamos en Triana con ese dinero? ¿Cuántas exposiciones podríamos montar? ¿Cuántos ciclos de conferencias?... No, no, 25 millones de los contribuyentes para diversión de cuatro payasos. ¿La sensibilidad femenina? Ya hace mucho tiempo que dejó de oler la rosa.
ResponderEliminarDe oler la rosa y de sonar el acordeón...
ResponderEliminarNo hay sensibilidad ni femenina ni masculina.
Sacaremos fotos a la mencionada cabalgata, que nunca ví antes y de la que por tanto no puedo emitir opinión y la comentaremos junto con tu poema del año pasado Emilio, que creo debe aparteder en este blog.
Hablando de exposiciones,tengo el ofrecimiento de 14 cuadros de Antonio Kiernan,pertenecientes a colecciones privadas,para poder montar una gran exposición en Triana,que se completaría con fondos de Enrique Orce.
ResponderEliminarLas diferentes administraciones no se han tomado la molestia ni de contestar a mi propuesta.
Podemos pedir oficialmente la Casa de las Columnas, que para eso es el Centro Cívico del barrio.
ResponderEliminarPues yo veo todos los años la cabalgata de Triana. Cada año se desperdician montones de caramelos que terminan aplastados y todas las calles llenas de sustancias pegajosas, que casi se cae uno. Si fuera una cosa verdaderamente del barrio y de la gente, pues no estaría mal, pero suele servir para dar publicidad a los que quieren ser reyes por un día, como dice hoy Paco Robles en el ABC, que está sembrao.
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