Leímos en ABC hace pocos días una crónica de Alberto García Reyes, un sabio precoz al que ya le colocaron el pedestal periodístico con un prestigioso premio promovido por el mismo medio en el que ha desarrollado su imparable trayectoria profesional. El título, “La Avenida de Rumanía de Sevilla”, nos ponía en guardia sobre uno de los fenómenos sociales más llamativos de los que hemos vividos durante mucho tiempo.
Se apoya, Alberto, en la obrita sobre la gitanería de Triana del misterioso Bachiller Revoltoso, la que nosotros, como trianeros y aficionados al género flamenco, consideramos una milagrosa fuente de información de la época pre-flamenca y de la vida de los gitanos afincados en el arrabal entre los años 1740-1750. En seguida nos llama la atención que nuestro amigo la catalogue como “un brevario sobre el hampa de Serva la Barí”, y que “su descripción de la fauna de pordioseros que habitan el arrabal es impagable por su veracidad”, gente -añade, ya de su pecunio- llegada de la Europa del Este, del Norte de África y, sobre todo, de Portugal y que, por lo tanto, Triana fue el primer barrio de inmigrantes que tuvo Sevilla. “De emigrantes, no; de exiliados”, aclara pronto. “Y estos exiliados colonizaron a Triana hasta convertirse, dos siglos después, en vecinos de una carísima zona residencial de Sevilla”. Y echa de menos otro “Bachiller” que anote en su libreta las cosas que están pasando con los inmigrantes rumanos.
Sabemos lo que significa mantener una sección, columna, recuadro o lo que sea, en un periódico, y esa circunstancia hace que se recurra, a veces, a temas resueltos de memoria o sin echarle el tiempo preciso en su preparación. Alberto, en esta ocasión, parece que tiene intenciones de viajero inglés, porque Triana, a pesar de su permanente estado de abandono que la hicieron imán de gente huida o temerosa de la ley, ha sido en todos los tiempos cuerpo de chimeneas, de hornos, de huertas fértiles, de redes, de muelles activos y de fábricas (jabones, pólvora y, también, la de tabacos de la ciudad, que absorbía -hablamos de mediados del XVIII- bastante mano de obra trianera). Y muchas herrerías gitanas que existían con antigüedad de varias generaciones. Nada tuvo que ver con esa “Avenida de Rumanía” que inventa refiriéndose a los asentamientos de gitanos rumanos. El problema de la inmigración masiva, aparentemente descontrolada y a la que pocos quieren mirar de frente, sin prejuicios políticos o raciales, da para estas cosas y, qué casualidad, Triana tiene que aparecer como ejemplo negativo también cuando el Bachiller Revoltoso tomó sus curiosas notas.
Le dispensamos a Alberto que señale, en una guía oficial del flamenco en Andalucía, que el Altozano es el corazón de la Cava de los civiles y que la calle de Naranjito, Fabié, está en esta misma Cava de los civiles, amén de otros despistes geográficos, pero que no eche leña al fuego (inquisidor) que encendieron y aventaron los viajeros extraños y que, señalando una cierta y negativa circunstancia, desvirtúa la grandeza histórica del arrabal y guarda de Sevilla. El Bachiller escribió lo que le contó un viejo gitano de Triana, Baltasar Montes, así que es inocente de sus méritos y deméritos, y que anote Alberto, para una futura cita con tan peliagudo asunto, que este “Revoltoso” no es Fernando Jerónimo de Alba y Diéguez, como anota en el principio y el fin de su crónica; primero porque entonces no tendría sentido el seudónimo que le parapetaba de las iras de la autoridad; segundo, porque quien firma al final del manuscrito no es él, como es lógico, sino el autor del apéndice y, tercero, porque ese “Fdo.” es abreviatura de “firmado” y no de Fernando.
Recomendamos a Alberto García Reyes, con todo el afecto, que se haga con la historia de Triana de Justino Matute y que, sobre todo, pasee por el barrio más flamenco del mundo.
Ángel Vela Nieto.
Amigo Angel,cada vez que se habla o escribe sobre Triana, se hace con un gran desconocimiento y un mucho de mala leche.
ResponderEliminarYo además de recomendarle la lectura de Justino Matute,le recomendaría la lectura de tus libros y de la revista Triana
Totalmente de acuerdo con Ángel Vela.
ResponderEliminarGracias, Caty.
ResponderEliminarEfectivamente, Ángel; en la colección de la revista "Triana", "la de verdad", está toda la historia de nuestro barrio; en sus páginas han quedado los mejores trabajos para su conocimiento profundo. Algún día se reeditarán.
Algo debe tener Triana, Ángel, cuando una y otra vez hay quienes se entretienen en intentar machacarla. Quizás los trianeros seamos muy creídos, quizás tengamos mil razones para serlos.
ResponderEliminarTriana posee demasiadas cosas como para colmar de orgullo a todos los que se sientan enteramente sevillanos, y lo de "enteramente" va con su intención.
ResponderEliminarLos trianeros no tenemos idea del valor de nuestro barrio, así que por muy creídos que queramos ser siempre nos quedaremos cortos... Pero hay que velar por él, porque si nosotros no somos capaces de abarcarlo hay que imaginar a los que lo miran y sienten desde la distancia.
Soy el primero que reconozco un gran desconocimiento sobre nuestro barrio, porque siempre fue para mí una cuestión más espiritual que real, gran error, porque la esencia, si existe, se basa en hechos, lugares, personas (bueno y un poquito también de árboles, ja ja)
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