Una de las mejores cosas que tiene Triana es la gran cantidad de comercios, de todo tipo, que hay en sus calles. Bueno, de todo tipo no, porque carece de tiendas de marcas, exceptuando el Lefties de la calle San Jacinto, que, aunque es una marca, es muy barata y asequible. Pero, salvo eso, de todo lo demás hay de sobra. Como no se puede abarcar todo lo que existe, en esta crónica de las compras en Triana me fijaré solamente en aquellas que frecuento, muchas de ellas desde hace muchísimos años. Para empezar, la plaza, o sea, el mercado, porque aquí llaman mercado a lo que en Cádiz llamamos plaza. En San Fernando hay tres plazas, la Nueva, la Vieja y la de San Antonio. Aquí en Triana está el Mercado del Altozano, que está construido sobre los restos del castillo de San Jorge; el Mercado de San Gonzalo y otro pequeño en el núcleo Josefa Ramos. Mi sitio de las compras es el Mercado de San Gonzalo, al que vamos, al menos, una vez por semana. Tenemos allí el puesto fijo de carne y el de pescado, además del de aceitunas y picos. Nuestro frutero es de Bormujos, tiene varios hijos y son todos pelirrojos. Es muy agradable comprar en San Gonzalo, sobre todo en Navidad, porque te regalan papeletas de una rifa y hay muchos adornos y flores de Pascua por todo el recinto.
La ruta de las compras comienza en la plaza donde vivo, pues s en la esquina está el quiosco de periódicos de Juan Gaspar, que lleva tantos años como tiene la urbanización, quince. Luego vienen algunos sitios más modernos, como la confitería-panadería La Flor de Moguer (la nueva de la Ronda de Triana, porque antes íbamos a la de San Vicente de Paúl, que pilla más lejos), el bar el Serranito, la farmacia de Rosana León, la peluquería de Miguel Ángel, en la que trabaja mi peluquera María José que es fantástica (aunque hay tres peluquerías más en la zona), la peluquería Bernal (a la que van los chicos de la familia), la mercería Jacoba, que tiene siempre unos trajes de baño muy bonitos y con buenos precios, la tienda de decoración Tatamba, la librería Novalis (el establecimiento que más frecuento de todos), una ferretería cuyo nombre no recuerdo y una tienda de pinturas, a la que también vamos, la perfumería Aromas y la pizzería Treviso (de quienes somos clientes casi fijos todos los fines de semana, pues vamos allí a buscar nuestras pizzas prosciutto). Todos estos comercios jalonan la Ronda de Triana, que se ha convertido en una arteria muy frecuentada por paseantes, personas que vienen a tomar una copita en sus muchos bares y a comprar en sus tiendas.
Otros lugares de Triana que solemos frecuentar son el MAS del núcleo Santa Ana; La Salmantina de San Jacinto; la tienda de ropas Blanco; la de bolsos que se llama Rosmary; la de juguetes Turia (la de muñecos, juegos y juguetes que habré comprado ahí para mi hijo); la zapatería Alfonso (magníficos zapatos de las mejores marcas); la frutería Brenes, a los que conozco y frecuento desde que llegué a vivir a Triana hace más de treinta años, y la frutería Clemente (ésta última regentada por dos simpáticos hermanos que entretienen a toda la clientela a base de su charla); y algunos comercios más de la calle Santa Cecilia (como Melo, el mejor sitio para los camisones o pijamas, Rebolina, con vestidos y abrigos muy originales o Almacenes Callao, donde hay casi de todo) y de la Calle San Jacinto (Polvillo, con esas tartas de flan tan buenísimas, Calzados San Jacinto, donde compro los Paredes con velcro de mi hijo o Keta, que es una tienda muy pequeñita con unos detalles muy bonitos), que es el camino que seguimos siempre que vamos de compras porque por allí se encuentra casi todo.
La gente que vive en otros barrios, en Nervión, en el centro, en la Palmera, no tiene la ventaja que tenemos nosotros, los que vivimos en Triana, de tanto y tanto comercio a nuestro alcance. En la mayoría de ellos se respira un ambiente muy agradable, pues la gente te conoce, te comenta cosas y hay muchas personas mayores que compran cada día, seguramente porque así tienen un ratito de charla asegurada. Las señoras cruzan las calles con los carros de la compra (a pesar de que las aceras están poco acondicionadas para ello y necesitarían mejoras importantes) y se paran en los escaparates, llenando los carros poco a poco y saludando a sus conocidos, que se sientan en los bares para desayunar o tomar el aperitivo. Los sábados por la mañana es el mejor día, da gusto ver a tanta gente yendo de un lado para otro y sumándose a las compras, incluso por la zona de San Martín de Porres y el comienzo de San Jacinto en su cruce con la Ronda, donde se colocan puestecillos de verduras y de frutas.
En esos momentos, en esas horas de la compra diaria, Triana parece un pueblo, no da la sensación de que vivimos en una gran ciudad, sino que semeja una pequeña población, un sitio hecho a la medida del hombre, sin nada de anonimato ni de deshumanización. Parece que la gente no llevara prisa al comprar (salvo excepciones, claro) y que tenemos por delante todo el tiempo del mundo para escoger el melón, las naranjas, los zapatos, cualquier cosa… Me encanta pasear por Triana y comprar en esas tiendas. Creo que es importante comprar en ellas y así apoyar al pequeño comercio, que es una de las señas de identidad del barrio.
Caty León Benitez
(Fotografías: E.J.D.)
Como puede verse en la ilustración que ha colocado Emilio, el mercado del Altozano se llama, en realidad, Mercado de Triana. He usado para denominarlo en nombre familiar que le damos y no su nombre real, pero creo que se entiende de qué mercado se trata. Releyendo el artículo me maravillo de la cantidad de tiendas de todo tipo que podemos encontrar aquí y eso que no he citado la de cerámica artesana Rocío, en la que encargo cosas para el Instituto; los almacenes Peñaflor o El Pasaje, en los que se hallan artículos para el hogar o ropa para personas mayores; la tienda de aceitunas que están junto al Lefties en la calle San Jacinto, que también frecuentamos; la casa de fotografías Gasán, estupenda para revelarte las fotos digitales; la óptica Maguilla, que es nuestra óptica de cabecera, en la que hemos gastado muchísimo dinero cuando a mi hijo, más chico, le gustaba jugar con las gafas tirando de las patillas... en fin, muchísimos sitios... y dejo de escribir porque está cayendo ahora mismo una tormenta en Triana, con rayos, truenos, viento y lluvia que está dejando mi plaza como un lodazal... y mi hijo en el Instituto, que no tenían puente y sí un examen de Química... a ver si llega la hora de que salga y se viene a casa, que soy como los antiguos, cuando hace mal tiempo, mejor todos juntos en casa. (Imposible que mis comentarios no den vueltas en torno a otras cosas. Tendría que dejar de pensar para hacerlo. Perdón)
ResponderEliminarPues si, Caty, Triana sigue pareciendo un pueblo, como siempre, aunque sólo sea a algunas horas del día; esas que tu señalas. Sus tiendas son su corazón disperso y sus aceras las arterias por donde fluye la vida, una vida de saludos, de cálidos "hasta luego".
ResponderEliminarEn Triana, como en Cádiz, lo que se empeñaron en que llamáramos "mercado", como para señalar una categoría superior, de toda la vida fue y es para los clásicos, "la plaza", la plaza de abastos. Pero la modernidad oficial impuso lo de "mercado" para que dejáramos de ser "catetos". Y es que, claro, costó mucho dinero y demasiado tiempo convertir "la plaza de Triana" en lo que han visto que no puede ser. Así que, a pesar del "cartelito" que mira a las tres vías de entrada, para nosotros sigue siendo "la plaza". Y no te digo nada de la de San Martín de Porres; esa es una "plaza" en estado puro.
El acto social de la compra debe seguir siendo un nexo familiar para que Triana mantenga su ambiente, el que tanto te atrajo y te retiene tan gustosamente.
Ah, pues no sabía que aquí se decía "plaza". Pensaba que lo llamaban Mercado, aunque nosotros seguimos diciendo "plaza". Un parecido más entre Triana y Cádiz, de los muchos que tienen.
ResponderEliminarEn casa soy el que se encarga de cocinar y comprar los alimentos, tareas que me encanta hacer. Charlar mientras compras, siempre con una mijita de guasa, bien con el vendedor, bien con los que esperan, se ha transformado en una de mis necesidades matutinas.
ResponderEliminarEsa es una característica que también he observado en Triana y no sé si da en otros sitios: hay muchos hombres haciendo la compra en todos los sitios. Puede ser que se deba a que cada vez hay más mujeres que trabajan y así se reparten las tareas, pero lo he observado y no solamente en la plaza sino en las tiendas. En mi casa, también es Antonio el principal encargado de comprar. Esto daría para un estudio sociológico que tiene mucho que ver con la forma de comprar y vender en Triana, algo que no se conserva en muchos sitios. ¿Sabéis que todavía se despachan ropas "a vista"? ¿Sabéis que se conserva el pagar "a dita" en algunos comercios? En fin, son aspectos que me parecen muy interesantes y una muestra palpable en que aquí se mantienen vivas costumbres que ya han desaparecido en toda Sevilla. Habría que preguntarse porqué ocurre así.
ResponderEliminarFé de erratas: En lugar de "no sé si da", debe decir "no sé si se da".
ResponderEliminarEn lugar de decir "una muestra palpable en que aquí", debe decir "una muestra palpable de que aquí".
Pienso que se debe, no sólo a que las mujeres trabajan en la calle y hay que repartir las tareas, sino en que cada vez existen más hombres solos, divorciados o separados (también están los solteros veteranos, esos "listos"). La dita surge en los tiempos malos, y estos lo son. Volveremos a viejas costumbres; la situación económica nos empuja hacia atrás.
ResponderEliminarRecuerdo esa plaza, porque aqui siempre ha sido plaza de San Martín de Porres hace 40 años. No estaba tan cuidada como ahora, pero parecía más plaza de pueblo. Quedaba un poco lejos de la Barriada del Carmen, pero era el más cercano, ya que ir a la plaza de Triana era ya demasiado. Recuerdo de ir 2 o 3 veces en semana con mi madre, ya que "las neveras" (qué nombre mas bonito, mucho más entrañable que "frigorífico) eran más pequeñas y había que hacer las compras más a menudo. Recuerdo el puesto de la gandinga (otro nombre para rescatar) al final de la plaza, con Antonio con ese mandil tan blanco que dañaba a la vista. Parecia que vendía flores en vez de "asadura". No se manchaba nunca y te cortaba los filetes - finitos, que son pal niño, decía mi madre- con una delicadeza que parecía que cortaba papel. Su mujer, detrás , cobraba. Y su hijo, hoy Hermano Mayor de los Gitanos, miraba y recogía toda la sabiduria que derramaba su padre en la atención a sus clientes. Era serio, pero amable, siempre correcto.
ResponderEliminarPero lo que de verdad me atraía de mi visita al mercado con mi madre era al salir y montarme en los cacharritos de fuera. ¿Cuántos de los que estamos aquí, en este blog y en Triana nos hemos montado en esos "cacharritos" de Luis, que los tenía como los chorros del oro?. Un viajecito na más, que vale una peseta, decia mi madre. Había que conformarse, y si no me compraba un cochecito en el puestecillo que había al lado. Esa era una de mis debilidades, los coches, y me ponía a hacerlos rodar, y cómo tuviera en alguna rueda con un piquito de plástico -imaginaros la terminación de esos juquetes- lo rechazaba una y otra vez. La cara del kiosquero supongo que me taladraría cada vez que yo decía: Este no rueda, este no rueda. Y a sacar otro y otro, hasta que alguno me convencía.
Son recuerdos de niñez, que quedan grabados, que van con uno y que marcan para siempre los sentimientos de cada persona.
Y para terminar, os habeis fijado en el canto a Triana y a su Semana Santa que hay en la entrada de la plaza. Las clientas-Virgenes de este barrio están, en ese azulejo,( Esperanza, Patrocinio, Estrella , Maria de la O, como tantas "madres" que van a comprar, pero me quedo con el final: .... Y tu Salud, pídeme lo que quieras , que el mercado es tuyo. (perdonad si no es literal, pero dice algo parecido).
Un abrazo trianero de la Barriada del Carmen
Precioso comentario el de Paquito Gonzalo con referencia a la plaza de San Martín de Porres y los cacharritos de Luis León.
ResponderEliminarSi ves la plaza en la puerta de San Jorge o la que da al inicio de Castilla, pone "Plaza de Abastos". Había, no sé si sigue existiendo, una concejalía de "Abastecimiento".
ResponderEliminarClaro ¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarPlaza viene de ahí, Plaza de Abastos. No había caído hasta ahora.
Antonio Burgos lo escribe siempre como "plazabastos". Lo de tu sorpresa parece guasa gaditana.
ResponderEliminarNo, no es guasa. A veces no cae uno en lo obvio, pero no es guasa. En el tema del abastecimiento a Sevilla a través de Triana hay muchas cosas que se podían comentar. Pero eso no viene a cuento aquí, así que chitón. Esto tampoco es guasa...
ResponderEliminarMe alegra, aunque también me encantan los divertimentos gaditanos, gente y tierra a la las que quiero mucho. ¡Chitón!
ResponderEliminarTriana tiene muchas características similares a las de un pueblo. Además del trato de las personas que llevan la Plaza de Abastos, en los comercios de Triana encuentras la misma cercanía, la cercanía de tu "tendero" de toda la vida.
ResponderEliminarEso no lo encuentras en muchos lugares de Sevilla, las personas que hemos crecido en un pueblo, al llegar a la ciudad vivimos una especie de extasis de "libertad". De repente eres un desconocido para todo el mundo, y eso te da cierta "vidilla".
Pero al pasar un tiempo echamos de menos esa cercanía de tu vecino, tu frutero, tu charcutero, tu puestecito de carne o pescado donde conocen como te gustan las cosas y te guardan un poco de aquello que tanto te gusta y que viene pocas veces...
Entonces te das cuenta de que o te vuelves a tu pueblo... o te vienes a Triana.