domingo, 7 de noviembre de 2010

TRAS LAS RAÍCES DE TRIANA: EL ÁRBOL DEL CAUCHO


Un río, El río callado, quizás de viejo, el de las aguas guardadas tras un espejo, el que duerme bajo un puente. El puente. Y más allá la plaza del altozano, siempre abierta, desparramada casi hacia las calles que me llevan a casa. Desde lejos se aprecian mucho mejor los cientos de hojas grandes, verdes, lustrosas, que se encaraman sobre el espacio de la plaza desde las ramas que caen de los gruesos troncos.



Todas las plantas tienen unos poros microscópicos en las hojas para coger de la atmósfera los gases que necesitan, y soltar los que ellas mismas producen como desechos. Pero por estos poros se les escapa el agua. Las plantas son tan delicadas que no sudan, transpiran. Unas hojas tan grandes como las de estos ficus nos delatan su procedencia: el trópico, concretamente el asiático, la tierra de la lluvia eterna, donde el agua no es un lujo y no importa perderla. Los árboles de nuestros bosques, como la encina y el alcornoque, por contra, son de hojas pequeñas para guardar las últimas gotas caídas en primavera hasta finales del verano. Hay distintos ficus en nuestro barrio, pero el ficus gomero es fácil de reconocer gracias a las vainas más o menos coloreadas de rojo (en verano presentan un tono más intenso) que protegen a las hojas antes de que se abran.


Se le conoce también como, el árbol del caucho, porque con el tóxico látex que desprenden se fabricaba esta pegajosa sustancia.

Pertenece a la misma familia que la higuera, con la que comparte un peculiar tipo de flor: son flores que se encuentran encerradas en el interior de unas pequeñas bolitas alargadas y amarillentas, que se pueden ver caídas por el suelo junto a hojas viejas. Si las coges y abres sentirás un aroma dulzón, que recuerda al de las algarrobas y verás muchas flores minúsculas adosadas a las paredes internas.




¿Se trata de dos árboles distintos? Quizás, pero ya se han fusionado, están tan juntos, tan acoplados, que ramas y raíces quedan entrelazadas de aquí para allá, imposible ya de separar, como esos candados que los jóvenes amantes dejan colgados en las barandillas del puente. ¡Qué triste símbolo para el amor!
Enormes patas que nunca se mueven, ancladas al suelo como los fósiles, ausentes del tiempo, acero vegetal para elevarse al cielo, tan cerca del mismísimo Belmonte de Venancio Blanco…, un cielo cubierto de amarillo albero.
Parece tan fácil hacer arte en Triana, transformar lo cotidiano en algo asombroso, vivir o torear más allá de la razón, del lógico discurso. Y sin llamar mucho la atención, como este gran ficus, que permanece a un lado de la plaza, solo, ajeno a esta tarde de domingo que con tanta prisa se me está oscureciendo.

Rafael Martín Holgado

10 comentarios:

  1. Me ha encantado este artículo. Es preciosísimo. Tiene, como yo digo, la incomparable poesía de los datos.
    Felicidades, Rafael.

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  2. Emilio Jiménez Díaz7/11/10, 19:45

    De ti vamos a aprender un montón de cosas hermosas: por ejemplo, a levantar los ojos cuando paseemos por nuestro barrio y recordar cada historia de unos árboles a las que vamos a conocer y amar mejor.

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  3. Rafael M.H.7/11/10, 20:23

    Gracias a los dos por vuestros comentarios, así da gusto escribir. Por cierto Emilio, no lo hacía desde hacía tiempo y fue tu hilo de la locura el que me animó a golpear las teclas de nuevo.

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  4. Emilio Jiménez Díaz7/11/10, 21:15

    Pues no sabes cuánto me alegro. Es un placer leer estas páginas refrescantes que nos estás ofreciendo. Ya tengo algo más para decirle a los que me acompañan de visita por el barrio: ¡Mirad, de ese árbol se saca el caucho! Lo que estoy aprendiendo es impagable. ¡Gracias, Rafa!

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  5. Culpable de la existencia de ese árbol fue Aurelio Murillo. Ocurrió poco antes de su muerte, a mediados de los años setenta, y después de la colocación de la estatua de Belmonte con la idea de que no se hallara tan solo en aquel espacio. Él lo plantó con sus manos, mientras su sobrino Luis le advertía divertido: Tú no sabes lo que crece esto...

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  6. Emilio Jiménez Díaz8/11/10, 8:51

    Pues de otra cosa interesante que nos enteramos. Yo desconocía totalmente lo de Aurelio.

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  7. Rafael M.H.8/11/10, 9:16

    Estaba seguro, Ángel, que ibas a darle alma a muchos de los árboles trianeros. Quería comentártelo el otro día antes de hacer mi descripción, pero al final pensé que para eso está el blog. Seguro que mucha gente cree que ese ficus ha estado siempre ahí.
    Gracias por tu colaboración.

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  8. Gracias a ti, Rafael, porque sabes añadir a la belleza de la Naturaleza las palabras adecuadas.

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  9. EL ÁRBOL DEL CAUCHO DEL ALTOZANO FUÉ SEMBRADO POR LUIS FRIAS MARTÍN Y LUIS MANUEL GUERRA BERNAL EN LA REMODELACIÓN QUE SUFRIÓ LA PLACITA, HACE AHORA APROXIMADAMENTE 30 AÑOS. SOY JARDINERO DEL AYTO. DE SEVILLA DESDE HACE 36 AÑOS. NACIDO EN EL TARDÓN-TRIANA Y CRIADO POR LAS CALLES DE TRIANA REPARTIENDO FOTOS DEL "MENA". QUISIERA ACLARAR QUE ES SOLAMENTE UN PIÉ DE ÁRBOL Y NO DOS COMO SE HACE REFERENCIA EN EL ARTÍCULO BOTÁNICO. ESTA PLANTA SE REPRODUJO DE UN ESQUEJE DE DOBLE RAMIFICACIÓN EN SU COMIENZO Y AL CRECER CON LOS AÑOS SE HA IDO DESARROLLANDO EN SU FORMA NATURAL, QUE ES PRECISAMENTE, ABRIENDOSE EN SU TALLO BAJO. FUERON ALGUNOS LOS AÑOS QUE POSTERIORMENTE TUVE EL PLACER DE ESTAR CUIDÁNDOLO Y REGÁNDOLO E INCLUSO VIGILANDO DE QUE ALGUNOS DESALMADOS LO EXPOLIARAN PARA VENDER EN LA PLAZA DE ABASTOS DE TRIANA, SUS RAMAS CORTADAS Y METIDAS, SIN MÁS EN MACETAS. MI EMAIL ES:luisguerrabernal@hotmail.com

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  10. Rafael M.H.9/3/11, 23:16

    Gracias Luis Manuel por tu comentario. Lo que sé de los árboles es aquello que leo y después busco en los distintos ejemplares. Sin embargo, tú los conoces de verdad porque sabes cuidar de ellos.

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