miércoles, 24 de noviembre de 2010

DE CERCA: UNA CENITA MUY PROVECHOSA (DE CÓMO LA NUEVA COCINA HA LLEGADO A TRIANA)

 

           Iban todos muy arreglados (ya empezamos… ¿todos?). Rectifico: Iban todos lo más arreglados que podían ir, dadas las circunstancias. Empecemos por las damas: tras un continuo ir y venir entre el vestidor y el tocador, se decidieron por algo chic, ni muy arreglado, ni informal, ni vanguardista, ni clásico, un toque de distinción, la charme, ya se sabe:

            Loly de negro total, salvo por esa faldita que, oh fortuna, consiguió por cuatro euros de nada en una de esas tiendas minimal que visita. La Pepa, de Anita Obregón, fantastic minivestido con leggins y taconazo. Inma, de portada de Vogue: el traje sastre siempre favorece. Caty, como no tiene nada que ponerse la pobre, estrenó una chaquetita roja de Elogy,  discreta como ella misma.

            ¿Y los caballeros? A decir verdad, el único caballero era Eduardo: chaqueta clásica y corbata. Los otros a lo suyo. Alejandro de heredero de la revolución cubana; Juan Edu, look de pedir aguinaldo (ya sabemos, jerseycito para el frío) y Velasco…inenarrable.

            ¡Qué sitio tan agradable ¡ exclaman todos, prometiéndoselas muy felices. Qué armaritos tan monos, con libros, parece una casita de cuento. Qué detalle las mesas, con manteles de hilos, servilletas de verdad y platitos blancos. ¿Y el maître? Supereducado, atento, qué gran noche nos espera…

            No sé por qué cuando llegó la carta nos dio mala espina. Un formato tan grande y tan pomposo, pocos platos y algunos nombres imposibles. Así, el desfile de couché, cochons, petit, capuchino, capuletti, fifí, fefé, oh, la, la (leer tout en française, s´il vous plaît).

            Dios mío de mi vida, ¿dónde están las patatas panaderas, el pollito en jengibre, la caldereta, la ensaladilla rusa, la tortillita de patatas, el revuelto de la casa, las croquetas de jamón?... En fin, vamos a seguir la estela de la Pepa que parece muy acostumbrada a estos ambientes (no en vano su marido es empresario) y nos recomienda algunas cosas. El caso es que, con esfuerzo y ayuda del maître (aquí comenzó este hombre su calvario) completamos la comanda (que aquí no debe llamarse comanda sino peticioné…)

            Ay, qué hambre tenemos. Sin merendar, corriendo para completar los invisibles, venga ducha y lavado de cabeza, arreglo, colita de caballo, medias, calcetines, tacones, fuera tacones. Ay, qué hambre, Dios mío.

            Vamos a mojar el pan en aceite (pero no con tanto brío, Velasco, que ya te has manchado la camisa). Vamos a probar el pan de amapola, a masticar despacito los picos (los picos eran picos, eso sí). Vamos a beber, que eso cunde mucho. A ver si riéndonos nos olvidamos del hambre. Pero, mira, ha llegado una bandejita de aperitivos de la casa, unas graciosas galletitas con paté, nos toca una, bueno, peor es nada. Sobra la de Velasco (que come de caprichos) pero su Adjunto raudo y veloz se la zampa, sin encomendarse a nadie (este Adjunto es así, siempre al quite). Luego llegan las copitas con líquido rojo y otro líquido más en otro vasito y otra cucharita y no sé cuántos cubiertos y recipientes más (ya sé dónde echa esta gente el dinero que cobra: en lavavajillas).

            Después, el jamón. Eso sí, jamón, ay qué alegría, una cara conocida, el jamón, como el jamón de mi casa, el jamón de bocata de jamón, el jamón del cerdo de Jabugo, venga, pilla el pan y menos cháchara, que el jamón va a durar bien poco con estos caníbales. ¿Y si me pongo un bocadillito de jamón con el pan de la amapola?

            Pero, ay ilusión perdida, esto es sólo un respiro, un engañabobos. La nueva cocina está de nuevo aquí: todo nuevo, para nuevos estómagos. El hojaldrito, la endibia, la alboronía, todo minúsculo, pequeñito, un bocadito, los jugos gástricos, la leche…

            No importa, nos resarciremos con el plato individual. Porque una presa tiene que ser una presa y el atún tiene que ser atún y la dorada, será dorada, digo yo.

            Bien, sí, desde luego, aunque claro, los matices… La dorada es una hijita de dorada, una doradita infantil. La presa es una esquina redondita de presa, presita, en fin, menos mal que lleva una patata. El atún (a todo esto, a la Pepa le parece todo bien), bueno atún es, desde luego…

            Los postres, que lleguen los postres, los postres son cosas dulces que llenan el estómago y seguro que en eso no hay trampa ni cartón (en esto acertamos, lo único)

            Tras este marasmo de menú longue et droite, de acordarnos de los antepasados y descendientes del maître, de preguntar ¿a quién se le ocurrió este sitio?... Ni que decir tiene que el interfecto callaba y callaba, con aire culpable, pero claro, las defensoras de la verdad tuvimos que estar al quite: Fue Edu, fue Edu…, llegaron los versitos en prosa de Caty (bien bonitos, la verdad, y nada de en francés, en cristiano, como Dios manda) y luego los regalitos y más risas y a ver quién me ha regalado y unos pensando vaya tela este qué poco se ha gastado y el otro qué falta de imaginación y otra vez el collarcito y…y…y…

            Vámonos p´casa que me voy a tomar un tazón de chocolate con magdalenas migadas que no se lo va a saltar un gitano y queden en paz los de la nueva cocina que con mis fogones de siempre yo me apaño.

                                                        
Texto y fotografía: Caty León Benítez

16 comentarios:

  1. Pues si, Caty. Con nuestro común amigo, Luis Caballero, fuimos un día, ya lejano, a comer con el director del Centro Andaluz de Flamenco de Jerez, después de la presentación allí de un libro del maestro. Y nos llevaron a un sitio de esos... El autor andaba tras los platos cuadrados y casi vacíos, explicándonos esas tonterías que llaman "nueva cocina" como si nos hablara de poesía... Uno, dos, tres platitos y cada vez con más hambre -y ya cerca de las cuatro de la tarde-. Así que en la siguiente visita del "artista" Luis, hablando por todos, le preguntó: ¡Oiga! ¿Y el cocido con su pringá, cuándo...? Nunca, claro; allí no se entendía de vulgaridades. Luis hubiera disfrutado con tu historia, y es posible que, como a mi, le hubiera recordado aquella tarde jerezana.

    ResponderEliminar
  2. A ver si adivinas en qué restaurante de Triana tuvo lugar.
    Aunque la foto es de la cena de nochevieja con mi familia, no del restaurante.

    ResponderEliminar
  3. Si es el Abades de la calle Betis es lo único que me falta por probar de él para tenerle una manía mayor. No hay derecho a lo que han hecho alli, por el horrible edificio y por el ataque frontal a los intereses de la ciudad. Por supuesto que no tengo gana alguna de "disfrutar" del paisaje, que pertenece a todos, frente a uno de esos ridículos platitos.

    ResponderEliminar
  4. No, no es el ABADES de la calle Betis. Es otro sitio y en lugar más emblemático. No daré más pistas de momento.
    En el ABADES de la calle Betis almorzamos el día de Reyes, que es el santo de Antonio y siempre vamos a algún restaurante. Medianamente satisfechos.

    ResponderEliminar
  5. ¿Lugar más emblemático que la calle Betis? Pues aunque no haya acertado me encuentro igualmente satisfecho con lo dicho.
    Nos harás un servicio a todos desvelando la incógnita.

    ResponderEliminar
  6. Muy cerca de la Cava de los gitanos. Muy cerca del colegio Reina Victoria. Muy cerca del convento de San Jacinto.

    ResponderEliminar
  7. No, no es La Albahaca.... pero te estás acercando. Para quien lo acierte, hay cerveza con tapita en Paladares de premio.

    ResponderEliminar
  8. Pues bien pudo ser en el Hotel Zenit.

    ResponderEliminar
  9. No. En el Zenit he comido varias veces por motivos de trabajo y no es que tengan "nueva cocina" es que tienen una cocina malísima. No,no.

    ResponderEliminar
  10. Por cercanía al Albahaca....
    ¿ El Alboroque ?

    ResponderEliminar
  11. Rafael M.H.25/11/10, 22:37

    Toi de acuerdo contigo Paco León, tiene toda la pinta de ser ese.

    ResponderEliminar
  12. ¿Desvelará Caty algún día el final? Creo que lo malo de estos comentarios es que siempre hablamos de lo efímero, de lo que el autor del artículo no habla, o es lo menos importante.

    ResponderEliminar
  13. En este caso es la autora la "culpable"; además no creo que nos hayamos desviados demasiado. Sí no es "El Alboroque", porque no creo que Albahaca haya cambiado tanto, debe ser uno que ha mudado de empresa, y creo que de también, y se halla en la calle Victoria, frente a uno de los laterales del edificio del Reina Victoria. ¡Que lo aclare la "interfecta"!

    ResponderEliminar
  14. ...que de nombre también...

    ResponderEliminar
  15. Bueno, creo que es el momento de desvelar el nombre de ese sitio en el que mi equipo directivo y yo compartimos una de nuestras cenas previas a la Navidad. Para que todo no sea negativo, diré que nos reímos muchísimo, más que nada, porque llegó un momento en que ningún camarero nos quería atender, porque de la risa no se podía ni hablar. Pensarían que éramos un puñado de catetos y no se equivocaban, porque la nueva cocina nos dejó "esmayaítos".
    Pues bien, os habéis acercado mucho. El restaurante en cuestión está en una calle que habéis citado y se llama, o se llamaba...no, no puedo decir el nombre, pero, como estamos en época navideña y Emilio es experto en villancicos lo haré a modo de acertijo:
    Es un nombre que tiene dos palabras: la segunda es el toponímico del mejor barrio de Sevilla; la primera es el nombre de un tipo que sale en la Biblia y que se lavó las manos cuando tenía que haber dado la cara.

    ResponderEliminar

*/