domingo, 7 de noviembre de 2010

DE CERCA: SEMÁFORO EN NEGRO


Como en el cuento tradicional, las situaciones de desgracia o de miseria nos obligan a mirar atrás. Y, la mayoría de las veces, encontramos a alguien que está peor que nosotros. La crisis es una realidad en Triana. Podemos verla o mirar para otro lado. Pero está ahí. Basta con acercarse a la puerta del MAS que está en el Núcleo Santa Ana. Allí hay una emigrante que pide mantas cuando llega el invierno. Mantas. Porque hace frío. O estar un poco al día de lo que pasa en la iglesia de Santa Justa y Rufina o en la de la O: la bolsa de caridad llega a familias que no tienen para llegar a fin de mes y que necesitan productos de primera necesidad. Familias anónimas, que no quieren que su rostro, su nombre, aparezca por ningún sitio.
También podemos darnos una vuelta y observar lo que pasa con los contenedores de basura, de papel, de cristal o de ropa, como el que hay en la puerta del DIA de la calle Aracena. Casi no da tiempo a llenarlos, antes de eso vendrán emigrantes rumanos y los despojarán de lo que haya de valor. Esos emigrantes llegan a Triana desde el Charco de la Pava, donde acampan, o desde San Juan, a través de la carretera y de los puentes. Bajan por la avenida de Coria muy temprano, y no vienen solos, sino que traen consigo a sus viejos y a sus niños, montados en desvencijados carritos. Es la cara más clara de la miseria.
Y luego están los jóvenes negros que hacen de gorrillas y los que se sitúan en cada semáforo. Hace unos años eran sudamericanos, luego europeos del Este y ahora africanos. Llevan gorritos de colores, a veces chalecos reflectantes, porque se exponen en medio de los coches para vender un paquete de pañuelos de papel o quizá nada. Un auténtico mercado al por menor de la necesidad diaria.
Esta es la otra cara de Triana. La cara más amarga. Pero existe. Ante esa realidad ya no tengo palabras. Ante esa realidad, quizá parezca frívolo hablar de conferencias, de exposiciones de fotos y de cultura. Quizá parezca superfluo quejarnos de algunas cosas. ¿Qué podemos hacer?


Caty León Benítez
(Fotografía: Emilio Jiménez Díaz)

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