lunes, 21 de abril de 2014

EL DEDO DE RODRIGO


El Cañaveral

  
Tuvo el bar El Cañaveral, en la calle San Jacinto, larga vida flamenca. En tiempos en que sólo era una tasquita, parada y respiro de carreros y transeúntes, se originó una riña y hasta hubo un muerto. Pero este accidente, que pudo ocurrir en cualquier otro lugar, no estigmatizó a sitio de pacífica y muy adicta clientela que con el tiempo se convertiría en un primoroso local, moderno y de exquisito tapeo. Eran los años cincuenta y allí el Papa y Huevo lucía con su baile preñado de gracia llegado el momento. En El Cañaveral, que fue sede de peña rociera, se celebraron las reuniones flamencas quincenales organizadas para el programa radiofónico de Rafael Belmonte, en las que se contaba con la guitarra de Antonio Sanlúcar que no tenía más que andar unos metros para llegar desde su casa.

Luis Caballero estuvo entre los protagonistas principales de lo que él mismo consideró la primera peña flamenca, al menos de Sevilla. Un amigo del inolvidable teórico y cantaor, don Juan Friede, polaco-alemán nacionalizado en Colombia, investigador en el Archivo de Indias, fue el organizador –aunque parezca insólito- de la tertulia de El Cañaveral. Más allá del cruce de la Cava, junto a La Hispano Aviación, se teorizó y se cantó con entrega de románticos enamorados. El establecimiento, ejemplo de clase e identidad, no pudo tener un continuador de Pepe Romero, su celoso propietario, cuando éste decidió jubilarse, y tras el fracaso del sucesor, se convirtió en una sala de juegos. La casa de doble planta y de arquitectura clásica sevillana fue derribada en la década de los ochenta sin que sepamos dónde fueron a parar los tres hermosos cuadros pintados por el maestro de la cerámica Enrique Orce que decoraban el patio.

Luis Caballero recuerda aquellas reuniones: “Mi amigo el judío dirigía los programas, llevaba a los flamencos y grababa los cantes. Aquello no era una juerga, sino una planificación cultural. Pagábamos al guitarrista y lo consumido. Allí cantó mucho Oliver, Paco El Pintor y recitó Gabriela Ortega con su jonda declamación”.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)". 

6 comentarios:

  1. El lugar tenía muy buena pinta. Hoy en día siguen existiendo locales en Triana con las mismas hechuras que el Cañaveral y que podrían convertirse en lugares de encuentros para disfrutar de tertulianas culturales en general de las que tanto echamos en falta.

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  2. Elisa Santos23/4/14, 14:26

    Para eso, José Luis hace falta algo más que tener el sitio.
    En Triana, hay lugares que son y no lo son las personas que los regentan, hay otros que ni son los lugares ni las personas que los llevan, están los que casi casi pero se hacen de una clientela que los acaba contaminando, y lo que menos hay de todo, son navegantes como los de antes, y sin tripulantes, navegantes ni pasajeros... "po ná de ná.
    Será porque ahora los barcos ya no son los que eran, aquellos románticos barcos de vela....

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  3. No sé si antes se hacía mejor uso de los bares de este tipo aunque pienso que si, que los vecinos le sacaban un mayor partido para encontrarse y hablar de sus cosas. Es cierto: faltan tertulias culturales y artísticas en un barrio del que hay tanto que contar.

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  4. Elisa Santos25/4/14, 18:13

    Cuando llegué a Triana lo hice de una de las mejores manos que podía llegar, de un amante de su barrio. Conocí después a Emilio, Ricardo y Pepa, Rafa Martín y a ti Ángel, después he tenido el placer de ir conociendo a otras personas como nuestro amigo Juan C., Antonio Fdez de Cachero y Amparo, la maestra Matilde Coral.... Todos vosotros me habéis dado y me dais y espero me sigáis dando muchos años con vuestros escritos, vuestras anécdotas, vuestras conversaciones en las que siempre me siento perdida (por desconocimiento y tal vez porque la diferencia en la edad es un grado que suma a vuestro favor), lecciones sobre Triana, que ya quisieran poder disfrutar algunos vecinos de Triana que no conocen el barrio que habitan.
    Sin embargo a lo largo del tiempo, mi concepción sobre este barrio ha ido evolucionando. Cuando llegué lo idealicé partiendo precisamente del amor y la veneración que vosotros en cierto modo me habíais contagiado. Sentí curiosidad y fui observando (aún sigo observando). Mi concepción hoy es que en Triana lo que faltan son trianeros que de verdad quieran a su barrio. Lo que faltan son aficionados al Flamenco, que protejan y defiendan las raíces y la fuente a la que tantos vinieron a beber, lo que faltan son personas que quieran a su barrio no para decir "soy de Triana" que todavía viste mucho, sino para cuando llegan a Hollywood o al otro lado del Puente de San Telmo, sigan demostrando que son de Triana.
    A veces me pregunto por qué hay cosas que me duelen tanto si yo no soy de Triana....

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  5. Interesantes tus cavilaciones, Elisa. Triana es un concepto que se nos va de las manos porque es inabarcable; una vida es insuficiente para que sepas todo de ella (Triana siempre en femenino). Así que sólo podemos hablar de algunos aspectos. Lo único seguro es que cuanto más sepas de este barrio más te enganchará. Y es que su riqueza es inmensa.
    Lo más importante es que existan vecinos como tu; nacidos o no en Triana; nada importa eso porque su historia está adornada de trianeros que llegaron de lejos.

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