domingo, 23 de marzo de 2014

EL FAROL DE MARCHENA


LOS NEGROS CURROS


Ya hemos comentado ampliamente en este blog acerca de los negros que habitaron nuestro arrabal y que llegaron a constituir la colonia más numerosa de la ciudad en el barrio de Portugalete. A mitad del siglo XVI Sevilla llegó a tener 6500 esclavos negros y otros muchos que ya serían libres y que llegaron a fundar  diversas cofradías, concretamente en Triana bajo la advocación del Rosario fundaron una hermandad que fue la génesis de la actual del Cachorro.

Durante el siglo XVI, una gran parte de los negros esclavos llegaron a vivir en la casa de sus amos y los libres, que vivían de ejercer los oficios más modestos, la picaresca y la delincuencia, habitaban en las viviendas más humildes de los barrios extramuros como  el barrio de la Calzada, Triana y El Arenal; de esta manera, al cierre de las puertas de la ciudad,  se evitaba su indeseable presencia en la misma. Los clérigos y los nobles eran las clases que más esclavos poseían siendo especialmente apreciadas las negras que con frecuencia eran concubinas de sus amos.

La presencia de estos esclavos data de cuando los musulmanes compraban negros en África para venderlos a los mercaderes cristianos y en el siglo XIV procedente de las  incursiones castellanas en las costas africanas, ocurriendo el mayor tráfico  a partir de la segunda mitad del siglo XV con las redadas que los portugueses llevaron a cabo en las costas africanas de Guinea. La mayoría de los esclavos terminaban en Sevilla previo paso por Lisboa. El incremento de la población negra de esclavos sufre un fuerte descenso a partir de  la mitad del siglo XVII, coincidiendo con la epidemia de peste en la que murieron en Sevilla cerca de 60.000 personas, siendo los negros uno  los colectivos que más sufrió dicha mortalidad.

Pero muchos de estos esclavos pasaron desde Sevilla hasta América, inicialmente como sirvientes de los castellanos que embarcaban. En 1501 se produce la primera autorización para introducir en las Indias esclavos negros, pese a que el 22 de junio de 1497 los Reyes Católicos, a instancias de Colón con objeto de poblar La Española, ordenan la deportación a dicha isla de todos los delincuentes condenados a destierro. Igualmente se ordenó un indulto general a todos los condenados , excepto traidores y herejes y algún que otro delincuente, para que quedaran exento de toda pena con la condición de emigrar a la Española y servir allí bajo las ordenes de Colón.  Finalmente se consiguió que la mayoría de los pobladores fueran personajes del hampa sevillana entre los que se encontraban un buen número de negros.

A principios del siglo XX, el antropólogo cubano Fernando Ortiz durante una conferencia titulada “Los Negros Curros”, define a unos característicos habitantes negros del barrio del Manglar, extramuro de La Habana, que desaparecieron a mitad del siglo XIX  y cuya memoria se mantiene viva en La Habana a través del folklore y carnaval. Chaquetillas de terciopelo, camisas blancas de manga ancha con pechera adornada, pañuelos de algodón a la espalda, en la mano, al cuello o sobre el sombrero, pantalones acampanados y floreados. Con un andar lento  y mecido y una forma de hablar donde la zeta predominaba en expresiones del tipo “arremangarse”, “jalarse”, “gachón”  o “zumbarse”, los negros curros  alardeaban y mostraban su vanidad y arrogancia.

De vida criminal, pendencieros, siempre con un cuchillo escondido y temidos retadores; así define Fernando Ortiz a este grupo social que llegó a la Habana desde la Sevilla de extramuros, donde el trianero barrio de Portugalete poseía la mayor población de negros.


José Luis Jiménez

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