Una de cal y otra...
En
twitter, una red (social) más por lo que te puede atrapar que por lo que se
expande, dejamos algunos mensajes sobre la primera mesa redonda de las
programadas dedicadas al dúo de oro de la historia del toreo, Joselito y
Belmonte, Sevilla y Triana, lo clásico y lo revolucionario, el torero
predestinado y el que forjó el Altozano... entre ambos el eslabón donde acababa
un siglo y comenzaba otro en el planeta de los toros; con Joselito, la
culminación y perfección del toreo decimonónico; con Juan, la innovación, lo
subversivo, que hizo progresar la Fiesta Nacional. Todo muy interesante como
para que la reunión fuera sustanciosa porque, además, José María Susoni y
Emilio Muñoz, dos diestros de épocas distintas, tenían mucho que regalar al
auditorio. El periodista de ABC, Fernando Carrasco, moderó sabiamente y
servidor puso sobre la mesa el paisaje, el escenario donde el que sería
motejado como El Pasmo de Triana, desarrolló su personalidad reflejo del
suelo que pisaba. Al final, todos salimos toreando como recordamos lo hacía el
último de nuestro Belmonte, Emilio Muñoz, ejemplo de un espíritu
inmortal. Una de esas noches que demuestra que Triana es distinta.
Era la
de cal. La de arena también merece un comentario mucho más allá de los ciento
cuarenta caracteres del recuadrito de twitter. Se trata del reloj del Altozano,
de ese elemento tan necesario como olvidado o, lo que es peor, despreciado por
quienes tienen la responsabilidad de cuidar de este barrio como merece, aunque
sólo sea por lo que renta en las cuentas del bien milagroso que se llama
turismo, industria que gracias a la
Providencia funciona para dar de comer a media Sevilla. Hace muy poco José Luis
Jiménez ponía su rotundo -y bien documentado- acento sobre la historia del
Altozano de la época de la Torre del Reloj y, claro, nos hablaba del otro
reloj, el que recoge el testigo del tiempo de aquel primer bien público en el
corazón del barrio, un corazón que ya palpitaba. Sus disquisiciones, su
rigoroso examen, tuvo reflejo en la red mencionada y, al final, nos
congratulábamos de la pronta reparación del medidor del tiempo del edificio de
El Faro, clásico marcador de estación, la de la compañía de vapores
“Sevilla-Sanlúcar-Mar”, pobre maquinaria condenada a estar más tiempo en siesta
indeseada e ilógica que en orientar y saludar al que entra o sale del barrio.
Desde
1924 luce o deluce ahí, frente a las santas Justa y Rufina y al sereno Marchena
de la Capilla del Carmen, y hemos de recordar que, tras un largo periodo de
abandono, el equipo de Paco Arcas lo recuperó. Al cabo de poco tiempo, de nuevo
se le paró el corazón a la plaza: al parecer molestaba a los clientes del bar
situados en una nueva terraza habilitada justo al lado, también a algún vecino
de los que llegaron de lejos... hasta más lejos de donde vinieron los que
ocuparon después el sillón de la Tenencia de la calle San Jacinto. Y como la
maquinaria se halla en un cuarto que se utiliza como almacén, pues no resultaba
nada complicado anular su compás, sabiendo, además, que nadie del Ayuntamiento,
propietario del reloj, se presentaría con cara de pocos amigos; nadie llegaría
preocupándose por su estado ni mucho menos con intenciones de echarlo a
andar... Pasaron los años y un día visitamos a la delegada Isabel Guerra Librero, la cual nos demostró que ni lo había
mirado. Pero lo importante es que llegó, no sólo a conocerlo bien, sino a la foto
complaciente y casi abrazada por las también sonrientes esferas... Y, tras un
tiempo prudente, ¡zas!, de nuevo al descanso. Las tres legislaturas siguientes
fueron las del mandato del partido de un delegado que en muchos años tampoco lo
miró ni por casualidad; la verdad es que no llegó a enterarse de donde estaba;
uno de esos ejemplos perfectos elegidos en la Plaza Nueva por su absoluta
desvinculación con Triana, y aquí ponemos a la misma altura a los tres partidos
mayoritarios. O sea, problema sin solución posible.
Pero
hemos dicho que estábamos gozosos porque teníamos noticias de que el
Ayuntamiento estaba dispuesto a su recuperación y hasta había presupuesto para
ello. ¿Y saben cuál es la última noticia al respecto? Lo que también hemos
sufrido en esta orilla: la clásica zancadilla partidista: la Autoridad
Portuaria, propietaria del edificio y dependiente del Partido Socialista, ha
paralizado la operación. Preguntar por qué nos resulta ocioso... Porqué va a
ser... Y así hasta que la flamante presidenta de la Junta entre en su barrio
por donde debe y le dé por mirar para arriba y oiga su suplicante
silencio. Todo un prodigio.
Una de
cal y otra de arena, pero ésta nos condena a que los visitantes que llegan por
el puente continúen pensando que un lugar que mantiene un reloj público inútil
en sitio tan a la vista es porque todo él anda como el reloj...
Ángel Vela Nieto
Mucha arena para tan poca cal, Ángel. Una vez más, y ya son demasiadas, anuncian un proyecto que finalmente resulta fallido. Seguiremos sin reloj al igual que seguimos manteniendo a un Distrito inútil, encabezado por un concejal que está deseando que lo destinen a cualquier otro lugar. El reloj, lo mismo que aquellos azulejos de la zapata, o el último MUPI que colocaron en el Altozano, quedarán como el famoso arpa de Becquer. Eso por no hablar del Museo de la Cerámica o de lo que nos cuesta mantener a tantos políticos, ayudantes y asesores puestos a dedos.
ResponderEliminarMucha arena y muchas naranjas para tan poca cal y tan poco respeto a Triana y a los trianeros.