sábado, 9 de noviembre de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


Una de cal y otra...


         En twitter, una red (social) más por lo que te puede atrapar que por lo que se expande, dejamos algunos mensajes sobre la primera mesa redonda de las programadas dedicadas al dúo de oro de la historia del toreo, Joselito y Belmonte, Sevilla y Triana, lo clásico y lo revolucionario, el torero predestinado y el que forjó el Altozano... entre ambos el eslabón donde acababa un siglo y comenzaba otro en el planeta de los toros; con Joselito, la culminación y perfección del toreo decimonónico; con Juan, la innovación, lo subversivo, que hizo progresar la Fiesta Nacional. Todo muy interesante como para que la reunión fuera sustanciosa porque, además, José María Susoni y Emilio Muñoz, dos diestros de épocas distintas, tenían mucho que regalar al auditorio. El periodista de ABC, Fernando Carrasco, moderó sabiamente y servidor puso sobre la mesa el paisaje, el escenario donde el que sería motejado como El Pasmo de Triana, desarrolló su personalidad reflejo del suelo que pisaba. Al final, todos salimos toreando como recordamos lo hacía el último de nuestro Belmonte, Emilio Muñoz, ejemplo de un espíritu inmortal. Una de esas noches que demuestra que Triana es distinta.

         Era la de cal. La de arena también merece un comentario mucho más allá de los ciento cuarenta caracteres del recuadrito de twitter. Se trata del reloj del Altozano, de ese elemento tan necesario como olvidado o, lo que es peor, despreciado por quienes tienen la responsabilidad de cuidar de este barrio como merece, aunque sólo sea por lo que renta en las cuentas del bien milagroso que se llama turismo, industria que  gracias a la Providencia funciona para dar de comer a media Sevilla. Hace muy poco José Luis Jiménez ponía su rotundo -y bien documentado- acento sobre la historia del Altozano de la época de la Torre del Reloj y, claro, nos hablaba del otro reloj, el que recoge el testigo del tiempo de aquel primer bien público en el corazón del barrio, un corazón que ya palpitaba. Sus disquisiciones, su rigoroso examen, tuvo reflejo en la red mencionada y, al final, nos congratulábamos de la pronta reparación del medidor del tiempo del edificio de El Faro, clásico marcador de estación, la de la compañía de vapores “Sevilla-Sanlúcar-Mar”, pobre maquinaria condenada a estar más tiempo en siesta indeseada e ilógica que en orientar y saludar al que entra o sale del barrio.

         Desde 1924 luce o deluce ahí, frente a las santas Justa y Rufina y al sereno Marchena de la Capilla del Carmen, y hemos de recordar que, tras un largo periodo de abandono, el equipo de Paco Arcas lo recuperó. Al cabo de poco tiempo, de nuevo se le paró el corazón a la plaza: al parecer molestaba a los clientes del bar situados en una nueva terraza habilitada justo al lado, también a algún vecino de los que llegaron de lejos... hasta más lejos de donde vinieron los que ocuparon después el sillón de la Tenencia de la calle San Jacinto. Y como la maquinaria se halla en un cuarto que se utiliza como almacén, pues no resultaba nada complicado anular su compás, sabiendo, además, que nadie del Ayuntamiento, propietario del reloj, se presentaría con cara de pocos amigos; nadie llegaría preocupándose por su estado ni mucho menos con intenciones de echarlo a andar... Pasaron los años y un día visitamos a la delegada Isabel Guerra  Librero, la cual nos demostró que ni lo había mirado. Pero lo importante es que llegó, no sólo a conocerlo bien, sino a la foto complaciente y casi abrazada por las también sonrientes esferas... Y, tras un tiempo prudente, ¡zas!, de nuevo al descanso. Las tres legislaturas siguientes fueron las del mandato del partido de un delegado que en muchos años tampoco lo miró ni por casualidad; la verdad es que no llegó a enterarse de donde estaba; uno de esos ejemplos perfectos elegidos en la Plaza Nueva por su absoluta desvinculación con Triana, y aquí ponemos a la misma altura a los tres partidos mayoritarios. O sea, problema sin solución posible.

         Pero hemos dicho que estábamos gozosos porque teníamos noticias de que el Ayuntamiento estaba dispuesto a su recuperación y hasta había presupuesto para ello. ¿Y saben cuál es la última noticia al respecto? Lo que también hemos sufrido en esta orilla: la clásica zancadilla partidista: la Autoridad Portuaria, propietaria del edificio y dependiente del Partido Socialista, ha paralizado la operación. Preguntar por qué nos resulta ocioso... Porqué va a ser... Y así hasta que la flamante presidenta de la Junta entre en su barrio por donde debe y le dé por mirar para arriba y oiga su suplicante silencio. Todo un prodigio.

         Una de cal y otra de arena, pero ésta nos condena a que los visitantes que llegan por el puente continúen pensando que un lugar que mantiene un reloj público inútil en sitio tan a la vista es porque todo él anda como el reloj...


Ángel Vela Nieto      

1 comentario:

  1. Mucha arena para tan poca cal, Ángel. Una vez más, y ya son demasiadas, anuncian un proyecto que finalmente resulta fallido. Seguiremos sin reloj al igual que seguimos manteniendo a un Distrito inútil, encabezado por un concejal que está deseando que lo destinen a cualquier otro lugar. El reloj, lo mismo que aquellos azulejos de la zapata, o el último MUPI que colocaron en el Altozano, quedarán como el famoso arpa de Becquer. Eso por no hablar del Museo de la Cerámica o de lo que nos cuesta mantener a tantos políticos, ayudantes y asesores puestos a dedos.
    Mucha arena y muchas naranjas para tan poca cal y tan poco respeto a Triana y a los trianeros.

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