sábado, 12 de octubre de 2013

EL FAROL DE MARCHENA


EL ALTOZANO: NUESTRA ESPERANZA


Ya hemos dado cuenta en este blog de la importancia de aquellos “Sucesos” que Francisco de Ariño nos relataba desde el corazón del Altozano que quedaron recogidos en el libro “Sucesos de Sevilla de 1592 a 1604”. Relatos para todos los gustos: nacimientos, bautizos, necrológicas, desbordamientos del río, autos de fe, asesinatos y otras noticias de interés general que ocurrían en aquella ciudad en pleno apogeo donde las leyes se anunciaban  a soniquete de trompetas y las penas se ejecutaban en las plazas a la vista de los ciudadanos.   
El Altozano, desde tiempo inmemorial, siempre ha sido el auténtico ágora de Triana. Lugar de mercadeo, de tratos, de juegos y durante mucho tiempo única entrada al arrabal desde Sevilla y que en tiempos de Ariño gozaba de la impresionante silueta del Castillo que por esos años se había constituido en  la sede de la temible Inquisición.

El Altozano actual sigue manteniendo esa función de gran plaza pública y de salida o entrada principal del Barrio.  Espacio fundamental durante la Velá, punto de paso obligatorio de las procesiones y gran recibidor trianero que acoge a dos monumentos esenciales y representativos de dos vertientes artísticas fundamentales: el monumento al torero representado por Juan Belmonte y el monumento al Arte Flamenco que  Jesús Gavira representó a través de la flamenca con guitarra en mano  y pie apoyado en un  yunque.

Pues este Altozano, cargado de recuerdos en forma de placas cerámicas o de edificios ya centenarios, como la Casa de D. Aurelio Murillo o la Capilla del Carmen, celebra este domingo, a las 10.30 h en el reloj de la Plaza Nueva, una misa en conmemoración del doscientos aniversario de la fundación de la Hermandad del Rocio de Triana; 1250 sillas y resto de parafernalia necesaria para que tenga lugar el acto en cuestión que como trianeros nos llena de orgullo.

Sin embargo, sin dejar de restarle importancia al acto descrito del próximo domingo, el Altozano tiene que acoger mucho más actos culturales a la vez que debe convertirse en la gran plaza donde se manifiesten los verdaderos problemas actuales del Barrio y, llegado el caso, se terminen juzgando públicamente, como en los tiempos de Ariño, a tantos políticos que nos esquilman o a esos sindicalistas que, no conformes con el estado de derecho, siguen pidiendo libertad para seguir robando.


José Luis Jiménez 

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