miércoles, 19 de junio de 2013

LA "CALLE DE LOS BARES" O EL "PUERTO DE LOS MULOS"

Puerto Camaronero de García Ramos

 Desde tiempo inmemorial, la orilla trianera del río ha sido  lugar frecuentado por pescadores, carpinteros, barqueros, calafates y rederos, entre otros oficios artesanos vinculados a la  ribera fluvial. La construcción del puente de barcas diferenció dos tramos de distinta actividad en esta orilla derecha del Gualdalquivir. El primero, y de mayor actividad, lo constituía el tramo que iba desde las Bandurrias al Altozano y el segundo, desde este a la Cartuja, marcado más por el servicio del río hacia las casas de la calle Castilla y, durante el tiempo de las almonas, como entrada y salida de la materia prima y jabones.

La “Calle del Río”,  “Vera del Río”, “Orilla del Río”, o “Acera del Río”, son los  nombres con los que se ha nombrado a la actual “Betis”, sin dejar de mencionar el  más antiguo conocido que, según M. Macías, fue el de “Calle del Rey”.  La importancia y relevancia del enclave lo demuestra la gran cantidad de inmuebles de interés que se han establecido en el mismo, destacando el Castillo de la Inquisición,  La Universidad y Hospital  de Mareantes, El Convento del Espíritu Santo, La Casa de Socorro,  y diversas casas señoriales. La pérdida del comercio con las Indias en favor de Cádiz supuso el inicio de la decadencia de esta calle que se vio sometida al azote del río y al de la propia  crisis económica. Con objeto de salvar el caserío más expuesto a las grandes avenidas del Guadalquivir se construyó el gran murallón que nuestro actual alcalde estaba dispuesto a alicatar y que  los “salvadores de Triana” - amigos de la cal de Morón- no permitieron; pese al empeño del delegado que lo presentó como un  “proyecto impactante”.

Pero nuestro paseo fluvial, testigo y protagonista de tantísimas Velás de Sant’ Ana, ha seguido soportando crisis, riadas y alcaldes forasteros, sin perder nunca ese carácter especial que le han marcado sus corrales, tabernas y personajes que la han habitado. Y si el paseo por esta orilla es todo un placer que permite conocer gran parte de la historia de Triana, no lo es menos la perspectiva que, desde aquí,  nos ofrece la otra orilla  donde la Maestranza adquiere su mejor perfil artístico y la Giralda hermosea como la más bella sevillana.

Pero tanta esencia de este enclave no ha despertado la imaginación e interés de los últimos alcaldes sevillanos. Zoido y su predecesor han sido los grandes impulsores de los bares y restaurantes, algunos envueltos en grandes adefesios que asoman al río en clara competencia con la Torre del Oro. Pese a que la zona se catalogó como acústicamente saturada - desde Plaza de Cuba hasta Plaza de Armas, incluyendo una  parte de la peatonal  San Jacinto- a nuestro alcalde no se le ocurre otra cosa que proponer un plan para abrir terrazas en el mismo río. No le basta con convertir al Mercado del Altozano en el “Museo de la Tapa”  o a la calle San Jacinto en el “Paseo de los Veladores”, no, ahora pretende bautizar con manzanilla a los mismísimos barbos, en una zona a la que llamarán “Muelle Camaronero” y que suponemos se referirán, por error, al Puerto de Camaroneros.

Desde la zona conocida como las Bandurrias, cercana al Convento de Los Remedios, y en la dirección del Puente de Triana, nos encontramos con los puertos de Triana. El primero el de Las Muelas; por estar repleto de muelas de molinos que permitían la reparación de los barcos a modo de dique de astillero. A continuación se encontraba el Puerto de las Mulas por ser la zona donde existían concentraciones de estos animales que servían como medio de descarga y transporte de la flota fluvial. Y por último el Puerto de Camaroneros, lugar de amarre de los pescadores del típico crustáceo, donde, hasta la construcción del Puente de San Telmo, existió un embarcadero que permitía a las falúas realizar el servicio de transporte desde Triana  a la escalerilla de la Torre del Oro y cuyas clientas principales eran las cigarreras que trabajaban en la Fábrica de Tabacos.

La Falúa

Ante la  falta de cigarreras, de falueros, de pescadores, de carpinteros y demás oficios de  ribera, unido a la  falta de imaginación y excesivos  perisodáctilos nacidos de caballo y burra, terminarán nombrando a la calle Betis como “Calle de los Bares” o “Puerto de los Mulos”.

José Luis Jiménez








2 comentarios:

  1. Rafael M.H.20/6/13, 10:56

    Así es, José Luis, la única forma de impulsar la actividad económica en Sevilla, parece que es mediante bares y mercadillos, por un lado, y congresos y visitas, por otro. El pasado 8 de junio se celebró el primer encuentro de fotógrafos a orillas del Guadalquivir, que tuvo su pasarela en el puente (de evento único terminará convirtiéndose en el pase de modelo de cada mes). Imaginación e ideas las justitas. Y para colmo todavía no se ha enterdo el alcalde que no conviene dragar el río.

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  2. Lo del dragado del río es un tema muy complejo y que merece un análisis detallado. Lo que parece claro es que los expertos en medio ambiente no lo aconsejan;si a esto le sumamos que los arroceros también parecen perjudicados, que otros puertos andaluces parecen molestos y que la inversión, aunque creo que gran parte es de fondos europeos, es excesiva, todo parece indicar, efectivamente, que no conviene dragar el río. Aunque desde el punto de vista económico parece interesante para nuestra ciudad ya que supone un impulso económico para el puerto y favorece la entrada de grandes yates turísticos.

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