Campito y la plaza de abastos
Dentro de
diez años se cumplirá el tricentenario de nuestra plaza de abastos o lo que
queda de ella, que es casi nada como se sabe desde que se levantó sobre el
histórico solar el nuevo centro comercial en que la quisieron convertir. Nada
de carnes, pescados, verduras y frutas; bueno, esto también, pero más cosas,
tantas como caben en un Hiper. Así que renació bastarda, renunciando a sus
raíces por aquello de la modernidad que nos gobernaba. Nada, por tanto, hay que
celebrar dentro de una década, si acaso recordar el hecho por la importancia
que tuvo para los vecinos que, por fin, veían higienizados los puestos antes
(des)organizados por el Sitio de las Esparterías y la plaza del Altozano.
Nada nos
gustó que ahuecaran la plaza del sol de
Triana para construir el aparcamiento que, decían, demandaba el nuevo
centro comercial. Adiós al Puesto de las
Flores y a la posibilidad de que el parking sirviera al conjunto del
comercio del barrio situándolo, precisamente, bajo el solar que ocupara
provisionalmente la plaza, esto es, entre las calles Alfarería y Pagés del
Corro. Y ahí nos quedó, en todo el corazón del barrio y rompiendo el clásico
paisaje, la oscura y maloliente boca del averno.
Los años
transcurridos y especialmente en estos recientes, aquella plaza de abastos ascendida a centro comercial ha sido, a
su vez, reconvertida en… ¿qué nombre le ponemos? Si Campito, sujeto arquetipo, levantara la cabeza nos gustaría ver la
cara que pone. Hablamos del abuelo de la actriz Paz Vega, un popular vendedor
de plátanos -junto a su esposa- por el centro del antiguo recinto. Campito
entraría por Callao, la calle de la Peña Trianera, y lo haría andando a su
manera, haciendo el paseíllo, porque no hubo un torero más torero sin serlo.
Ya lo
tenemos dentro. La primera sorpresa será cuando vea que se abre la puerta sin
que nadie le dé paso, después todo le parecerá un sueño; una pesadilla más
bien. Bares y más bares, cada uno de un estilo, güisquises por doquier, hasta una ostrería… ¿qué…?; tiendas de
camisetas, de artículos de regalos ¡y un teatro! ¿Pero qué falta le hacía a la
plaza de mis tiempos un teatro, acaso no era suficiente comedia la que se
representaba en cada puesto? ¿Es que no había arte entre los placistas de
cuando Triana era Triana y las marías
amas de casa como Dios manda? Si, de aquellas a las que veíamos todos los días,
que éramos como de la familia; se pregonaba cantando y parecíamos actores de un
feliz musical. Pobres, si, pero sabíamos lo que era reírse sin pagar una
entrada.
¿Y estas
piedras descarnadas? ¿Un Museo ahí abajo? ¿De qué? ¿De la Inquisición, dice?
¡Madre mía, lo que ha cambiao esto! Yo no entro desde luego, conmigo que no
cuenten, que ya llevo bastantes sustos. ¿Y estos puestazos de frutas? Esto sí
que es un museo; hacen por cuatro o cinco del que yo tenía… Mejor será que
salga porque no me fío de algunas caras que reconozco, y es que las veo en
nebulosa, como en una pesadilla de cine; son fantasmas deformados de falsas
sonrisas que sólo pretenden encerrarme en uno de los calabozos de los
inquisidores.
Ya de vuelta
en la Peña nuestro amigo respirará resoplando sin darse cuenta de que está
solo; no es que no vea a ningún conocido, es que no queda nadie; es otra Peña.
Así que lo mejor es que dejemos que regrese a esa Chipiona eterna que le acogió
y por donde sigue haciendo el paseíllo sin sobresaltos.
Ángel Vela Nieto
Muchisimas gracias por tus palabras, un placer ver como hay gente que se acuerda de mi abuelo asi un dia cualquiera y de repente, me ha emocionado mucho. Se lo enseñaré a mi madre, su hija, Carmen, que seguro que suelta alguna lágrima al leerlo, Triana y Chipiona lo echan de menos siempre jejeje igual que yo, mas artista no lo había y mas torero tampoco jajaja y sin serlo, pero quien lo diría. Para todos Campito, para mí, mi abuelo Manuel, que pena que no esté aqui para recogerlo en la Peña o en El Cairo e irnos de tapas por Triana a que nos contara mil historias. Grande mi abuelo. Gracias de corazón.
ResponderEliminarDispensa el título al que le falta el artículo "la" (Campito y la plaza de abastos) lo van a arreglar.
ResponderEliminarCompartí muchos ratos con tu abuelo y siempre me enseñó cosas importantes, por ejemplo a ser feliz con lo justo, como él. Su bagaje era su filosofía de vida. Todo un sabio.
Claro que lo recordamos...
Hola, he entrado aqui buscando alguna referencia de Manuel Campos Campito, pues tanto a él como a su esposa Esperanza los recuerdo con cariño.No puedo olvidar cuando salia al zaguán y con su porte derecho ,su gorra y hasta su vara. inolvidable!! A los niños y niñas que nos sentabamos en el portal nos decia con mucha gracia "¡proscritos!" Me vieron nacer y crecer pues convivimos muchos años en el mismo edificio de la calle Maestro Guerrero.Gracias a estos medios sobre todo nos brindan a mantener vivos los recuerdos.Lástima que en youtube no haya ningun video sobre este hombre de tantas apariciones que tuvo en televisión.Para todos los que lo conocimos seria una gran alegria recuperarlos
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