miércoles, 1 de mayo de 2013

EL DEDO DE RODRIGO



  Juan Pelao


            ¿A qué linaje de gitanos trianeros pertenecían los Pelaos? Lo veremos con claridad. Pérez de Guzmán asegura que eran herreros, pero sólo menciona a Juan como cantaor relacionado con Manuel Cagancho sin asentar sus apellidos. Lo mismo hace Fernando el de Triana en su libro fundamental “Arte y Artistas Flamencos”, sólo que en su sabrosa exposición destaca a Juan como “cantaor de martinetes”. Juan tenía un aspecto bronco, se parecía –asegura Fernando- a un negrito que había pintado en un almacén de hierros del Baratillo… “pero cuando abría la boca y decía: Las mares de toítos los serranos,/ toítas iban al tren;/ y yo como no la tengo/ nadie me venía a ve. Entonces más que al negrito del Baratillo se parecía a un divino serafín…”.

            Sigamos escuchando a Fernando: “Tengan en cuenta que en las reuniones de aquellos gitanos de cara bronceada y alma pura, no penetraba ningún gaché, ni admitían ningún obsequio de nadie; como caso verdaderamente extraordinario alternaba yo, que era un niño, porque yo estaba criadito entre ellos y me tiraba la inclinación”. Nos habla también el de Triana del general Sánchez Mira –uno de los primeros en el arte de escuchar de los que se tienen noticias- que con todos sus galones tenía que quedarse en la puerta de “Casa Rufina”. Un día, por medio del niño Fernando que salía del camarote, solicitó a Juan Pelao que cantara cierto martinete, el que dice: Esgraciaito aquel que come/ er pan por manita ajena,/ siempre mirando a la cara/ si la pone mala o buena”. Y como el militar era fervoroso y reconocido aficionado accedió el gitano formándose una revolución en la calle. Juan Pelao, al que acababan de declarar el rey del cante por martinetes, rechazó un regalo del entusiasmado general y un billete de cien pesetas que al día siguiente le mandó con un ordenanza; cuando el enviado se iba de vuelta con el dinero, la esposa del cantaor le gritó: “Agárralo, Juan Pelao, que no tenemos hoy ni pa comé”.

            Se había escrito que esta figura del cante trianero, una de las fuentes de lo jondo, vivió entre los años 1840 y 1910 en la Cava donde trabajaba en la fragua familiar. Juan era un excepcional intérprete de las tonás, soleares y seguiriyas, además de los martinetes en los que era inalcanzable. En el “Diccionario del Flamenco” se anota -sin créditos- a Utrera como lugar de su nacimiento y consta aquí que es sobrino del Pelao de Utrera, cantaor citado por Demófilo; asimismo se apunta que se casó en Triana y aprendió los cantes de su tío, todo fruto de la llamada tradición oral y de la imaginación particular. Y lo verdaderamente cierto y certificado por Fernando el de Triana quedaba en segundo plano, pero lo más interesante, o sea, la verdad, se leerá a continuación.

            También en este caso hemos  de mencionar a Manolo Bohórquez, quien tras la pista cierta de Los Pelaos manifiesta que ya puede afirmar –reservándose con toda lógica los datos- que se trata de trianeros de hondas raíces, ajenos absolutamente a otros del  mismo sobrenombre de Utrera o de cualquier otra localidad. Y creyendo que descubrimos lo mismo, podemos detallar que escudriñando el padrón de vecindad de 1865, vemos que en el número 110 de la Cava Nueva, y junto a otros herreros en casas inmediatas (varios Rodríguez como los Cagancho), aparecen dos hermanos dedicados también a labores de fragua, José y Juan Filigrana Moreno, hijos de José y Rita, nacidos en Triana y bautizados en Santa Ana. No cabe duda de que por aquí estaba el cante dando sus primeros pasos firmes y que estamos hablando de Los Pelaos. Así que estos cantaores fundamentales llevaban en la sangre una cultura de hondas raíces trianeras, porque a sus padres no se les reconocían otras residencias más que Triana.

            En el censo de 1865 se anota que tiene 58 años de edad y estaba casado con María Ortiz Lérida y tenía un hijo, Manuel, de 15 años. Los datos personales se refrendan en el padrón de 1870 excepto su edad (54) y la de su hijo Manuel (25). Aparece junto a su hermano José avecindados en la casa número 79 de la misma Cava. Como la página del primer censo no estaba muy clara, porque a veces resulta un martirio visual descifrar los trazos y la caligrafía de los asentadores, damos por bueno –también más lógicos por las referencias de Fernando el de Triana- estos últimos datos sobre su edad por lo que podemos fijar el año de su nacimiento: 1816, bastante antes de lo que se suponía.

            Siguiéndole la pista hallamos en el censo de 1875 a su hijo Manuel (Filigrana Ortiz), herrero de 30 años, casado con María de la Bella Serrano. Vivía en el 119 de la Cava. Y en el padrón de 1900 damos con otro hijo de Juan Pelao que no aparece en los padrones anteriores porque estaría emancipado; su nombre, José Filigrana Ortiz, vecino de la calle Puerto, 21, herrero de 57 años, casado con Carmen Rodríguez Bermúdez y padre de dos hijos: Ana de 12 años y Juan de 9. Así que hasta conocemos ahora a nietos del célebre Juan Pelao del que nada sabíamos fuera de la voz de Fernando, porque lo demás ya hemos anotado de dónde procedía.

Ángel Vela Nieto.
(Del libro “Triana, la otra orilla del flamenco”).

1 comentario:

  1. Rafael M.H,1/5/13, 9:44

    ¡Qué hartón de papeles antiguos te metes, Ángel! ¡Qué cantidad de nombres y apellidos, de fechas y referencias, algunas engañosas, otras no! ¡Qué trabajazo y qué amor por tu barrio! Un camino muy duro para desvelar esa TRiana gitana y flamenca.

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