sábado, 23 de febrero de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


    Emilio García Ortiz



         Nos acabamos de enterar del fallecimiento de Emilio García Ortiz. Se ha ido tan calladamente como vivió; pocos artistas tan ricos de modestia, pero, ¡Dios mío, cuánto hay que pasar para morirse uno…! Hemos visto, con la honda tristeza de contemplar una injusticia, como su salud le iba abandonando lenta y cruelmente. Y cuando en un barrio como Triana ocurre que se muere alguien querido, admirado, y nadie nos lo avisa por la calle San Jacinto… malo, porque Triana aún presume de esa conexión íntima y pueblerina que nos une a muchos todavía.
         En su recuerdo, reproducimos aquí lo publicado en la revista del barrio correspondiente a la Navidad pasada y con motivo de la que ha resultado su postrera exposición de obras, celebrada en las galerías de la Estación de Armas.
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            Cuando pase, amigo lector, por la calle Antillano Campos, deténgase, aunque ya lo haya hecho en alguna ocasión, ante la hermosa fachada del número 10, la casa-estudio del escultor Emilio García Ortiz, y contémplela con detenimiento. Está fechada en 1940 y la decoración, más el diseño de la portada, es obra del padre del maestro de nombre Emilio García García (1889-1968), que fue un destacado especialista en estructuras arquitectónicas en barro cocido y colaborador de los insignes arquitectos Aníbal González y los hermanos Gómez Millán, además del extraordinario pintor cerámico Antonio Kiernam.
         Emilio García Ortiz, trianero de nacencia (1929) y vecindad, es una persona muy querida, tanto que fue nombrado Trianero de Honor, título que, bien es verdad, se retrasó demasiado. Y es que se trata de un ser de interiores,  sin alardes de medallas en el pecho; queremos decir que la sencillez es su forma de estar y convivir, y en estas condiciones se es poco visible. Ejerció la docencia como profesor titular en la Facultad de Bellas Artes de nuestra ciudad hasta su jubilación, mientras realizaba su vasta y original obra, porque original es el estilo que marcó su personalidad artística. Lo vemos en la muestra que de él tenemos más cercana, el monumento a Fray Bartolomé de las Casas, expuesto desde 1987 frente al Paseo de la O, a espaldas de lo que fue el Barranco del pescado. También en algunas de las glorietas del Parque de María Luisa, aunque lo que al que suscribe le hubiera gustado contemplar es el gigantesto mural (6x6 metros) que realizara para uno de esos acaudalados príncipes árabes y con destino al arco triunfal de su palacio en Riadt.
         Hace unos años tuvimos la oportunidad de entrevistarlo para un programa de televisión y, partiendo de su progenitor, llegamos hasta su hijo, un excelente pintor, cuya obra en cerámica está entre lo mejor que pueda recordar la época  dorada del retablo religioso trianero. Pero la gran figura es ese eslabón intermedio, el hombre de carácter hondamente reservado que ha dejado su sello creador, a mayor gloria de Triana, en lugares, casi todos públicos, cercanos y lejanos.
 
         No hemos querido perder la oportunidad de abrirle espacio en nuestra revista con motivo de una muestra de sus obras en la abierta galería de Estación de Armas, exposición organizada por “El Callejón del Arte”, la activísima asociación que embellece y anima el Paseo de la O los fines de semanas. Nos ha parecido una magnífica iniciativa, porque gran parte de los trabajos de este artista no son conocidos ni considerados como merece. Se trata en esta  ocasión de pequeñas figuras en un conjunto singular fruto de un creador que también ha expuesto, a lo largo de su fructífera carrera, en innumerables ciudades españolas.
 Ángel Vela Nieto       

2 comentarios:

  1. Querido Ángel, yo me enteré a principios de la semana pasada y, es verdad cuanto dices, ¡qué lástima de Emilio! Un abrazo.

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  2. ángel que bueno que el pudiera leerlo creo que diría ángel te has pasado
    yo no me merezco tanto,yo tengo la suerte o la mala suerte de vivir junto
    ha su casa y lo e escuchado en muchas ocasiones de llamar en voz alta ha su familia ya estando muy malíto el pobre y la verdad es que se me ponían carne de gallina,yo creo que como estaba es mejor que esté donde está.
    ángel un abrazo y felicidades.

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