martes, 19 de febrero de 2013

EL DEDO DE RODRIGO


  
Los Callejones y Portugalete

      (1740-1800)


              Numerosas familias gitanas moraban casas de los Callejones, lugar recóndito, más allá del arco de la Cava, y que según el plano de Padura (1891), partía del final de Febo siguiendo un recto curso entre huertas (la de las Cañas y la Polvoreta, principalmente). Los Callejones, paso entre formaciones de focos suburbiales, tapias y linderos de huertas, tejares y desmontes de barro, se hicieron tristemente célebres en el siglo XVIII cuando comenzó a ser refugio de individuos perseguidos por la justicia. Más allá, el camino llamado de los Gordales que conducía a San Juan de Aznalfarache. Se colige que ni los guardias se atrevían a penetrar en estos extremos  idóneos para el escondite o para perderse por mil caminos. Edgard Neville, escritor y director de cine, uno de los señoritos que pasaron el puente mal orientados, desdice del mito trianero en una supuesta guía turística editada por él en 1952, donde ofrece un recital de desconocimiento de Sevilla, proclamando –Dios sabría con qué intenciones- lo “horroroso” de las calles de Triana y lo inmediato que se encuentran de la plaza del Altozano los mal afamados callejones (¡!). Recordemos sus nombres:


Callejón el Asno.- Así se conocía a la calle Cisne.

Callejón de los Enamorados.- Desapareció en 1865. Por su escondida situación fue escenario propicio para las efusiones amorosas.

Callejón del Fantasma.- En las inmediaciones de la  calle María Niño, actual Farmaceutico Murillo Herrera. Nombre popular del principio del XIX que recuerda una leyenda que tiene como protagonistas a una mujer que por amor ocultó en su casa a su amante, un soldado francés prófugo. Para que nadie curioseara por allí hizo creer que un espíritu pululaba por la cercanía.

Callejón de Marianillo.- Origen de la calle María Niño.

Callejón de los Mártires.- Lugar donde rendía curso el callejón de Marianillo, en las inmediaciones de la antigua ermita de los Mártires.

Callejón de san Miguel.- Se llamó en principios callejón de la Rubia. En el siglo XVIII conectaba con la calle San Juan (Evangelista). Vivían en este callejón nada menos que veintiuna familias gitanas dedicadas a la forja ocupando las trece casas que componían el curso. Manuel Macías señala que se conoció a este callejón con el nombre de Caleta durante un corto periodo de tiempo. Desapareció con las reformas de 1808.

Callejón de los Tramposos.- En este sitio desaguaba uno de los caños de las zanjas con las que los árabes liberaban la Vega de las inundaciones. Justino Matute lo menciona en su biblia trianera.

Callejón del Turco.- Primitiva barreduela de la actual calle San Jacinto, antes Santo Domingo, donde se refiere que vivían unos ceramistas amigos del maestro Niculoso Pisano (s. XVII).

Callejón de las Escopetas.- Discurrió por terrenos que hoy ocupa el Barrio Voluntad.           

            (Mercedes La Serneta cantaba con profundo sentimiento esta soleá: Viene por los Callejones/ la madre de Carlos Puerto/ el que parte corazones. Y Manuel Cagancho aquello de… estando en el Altozano/ comiéndome unos piñones/ oí una voz que decía:/ tira pa los Callejones).
 
         Sobre Portugalete, con el de San Sebastián el más antiguo barrio satélite de Triana, nos ofrece suculentas noticias Juan José Antequera Luengo que amplía bajo el prisma e interés de un historiador de Camas, los datos –digamos básicos- que Manuel Macías publicó en la revista “Triana”. Se asentaba este núcleo vecinal por el entorno de la llamada Alcantarilla de los Ciegos, el puentecillo que había que salvar a la altura de la actual Chapina para atravesar el foso que abrazaba a la vieja Triana y cuyo curso se corresponde con el de las calles Clara de Jesús Montero y Pagés del Corro. Este amplio espacio estaba tan alejado del Altozano que a principios del siglo XVII pertenecía a la administración de Camas. Sin embargo, los muchos gitanos que moraban por allí tenían más que entretenido al aguacil de Triana. Son los ascendientes de los gitanos de los que nos da noticias, por sucesos concretos, El Bachiller Revoltoso a mediados del XVIII. Portugalete, como los Callejones, se hacía ideal para cobijo y escondite y, en el peor de los casos, para salir pitando por distintos caminos. Dos importantes huertas, la de Martín de Cabrera y la de Diego Bázquez (con b) existían en la zona que habitaban un total de 797 vecinos, según el censo de 1639, muchos de ellos trabajadores del campo. Apenas quedaba entonces algún descendiente de la primitiva colonia portuguesa que se asentó aquí.

Ángel Vela Nieto
(Del libro “Triana, la otra orilla del flamenco”).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

*/