Están
estos días para quedarse en casa, bien tranquilo, mirando a través de las
ventanas el agua que cae, ese fondo gris de cielo por el que no pasan las
horas, sentado en la copa con un viejo libro en las manos, para ir releyendo
sin orden, los párrafos que al azar se abren, sobre la mesa otra copa, pero de
generoso y de fondo una música de las que duelen, una vieja garganta gitana y rota
que te araña en los sentíos, están estos días para evocar recuerdos, para
revivir viejas hazañas de juventud, paseos adolescentes con las calles mojadas,
como hoy, esquivando los charcos y la lluvia bajo los soportales, las manos en
los bolsillos para que el futuro no se escape, ni los sueños, andando deprisa,
no te das cuenta del frío húmedo, ni entiendes que tus padres quieran
convencerte de que no está el día para estar en la calle, pero ese rato de
charla con tus amigos significa tanto para ti…
Son
días de copa, es verdad, de pensar en todas esas simples cosas que pueden
hacerte feliz, de cerrar los ojos y sentir el calor y el sabor de aquellas
tostá de manteca colorá que te preparaba tu abuela pa merendar, mirar de reojo
las botas de agua que te esperan para seguir conociendo el mundo.
Rafael
Martín Holgado
Tanto tiempo sin saber de ti no es bueno, amigo Rafa. Has bajado de la copa de los árboles a la de latón de nuestras abuelas.
ResponderEliminarMis copas, este fin de semana, serán de cazalla compartidas con la de la baraja española. Aunque en estos tiempos pintan bastos, siempre me gusto el rey de copas; que precisamente, y aunque lo parezca, no es Juan Carlos, que más bien es el de oros y Urdangarín la sota de lo mismo.
Tu comentario no tiene desperdicio, lo has copado todo, esta vez has superado a la entrada, vaya cartas que has desplegado, efectivamente para los de siempre pintan bastos y para uno pocos oros, así que lo mejor es apostar por el rey de copas
EliminarY nos faltó la mejor de todas: la que nuestro equipo volverá a ganar este año y que tú y yo lo volvamos a ver juntos.
ResponderEliminarPo no había caío en eso, fíjate, pero esta vez tengo que arrastrar a mi cuñao a donde vayamos.
ResponderEliminarA esa copa me apunto, ojalá que nuestro equipo la gane. Aquella otra, la añoro... ¡Cuántas vivencias a sus pies, y cuánto aprendimos, de amistad, de solidaridad, de flamenco! Hoy, a esta otra del cable y los botones y a la que me resisto a dejar de llamar copa, me caliento en la melancolía de aquel tiempo perdido, porque sólo alumbra clausura y soledad, ésas a las que nos hemos acostumbrado/acomodado. Enhorabuena, Rafael.
ResponderEliminar¿Destino?,¿azar?,¿casualidad?...Y ese mismo viernes llamé a tu casa para comunicarte que el pequeño libro viejo -¿adolescente?- de pastas verdes volvió a estar entre mis manos pues salió de la barriga de una caja(de mi eterna mudanza)en la que sesteaba junto con otros libros.¡Ya lo tenemos!.Un gran abrazo,amigo.El que nunca hemos dejado de darnos. Ah y a ver si me arrastras a mí también para la otra copa."À tut à leg".
ResponderEliminarOjú, nos vamos a juntar tela de gente pa saborear esa "copa". Nada, nos dejaremos arrastrar por el "ilustre". Y para ti, Rafael M.R. un fuerte abrazo del cuñao. ¡ cuánto tiempo sin darte un abrazo ! A ver si esa copa nos acerca.
Eliminar¡Qué bueno saber de tí! Ya queda un día menos para darnos ese abrazo. ¡Qué alegría q-ñao!. Me alegra que el tiempo nos haya cuidado hasta este momento. Muchos recuerdos desde la capital de la Cuenca Minera de la "Cuna del fútbol".
EliminarPues nada, caravana de amigos camino de la final. Si que es casualidad, Rafael, que bien vendría ese libro de pastas verdes, imagino que el color lo elegí por hacer un poco de mimetismo con la facultad, para los días tontos de lluvia. Un abrazo pa tos los que pululan por tu hogar.
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