En algunas ocasiones he disfrutado de aparecer en el recuadro de Antonio Burgos y siempre me enteré antes de verlo en el periódico; la causa es sabida, la cantidad de lectores que se asoman a la sabrosa y particular perspectiva de Sevilla que diariamente ofrece uno de los periodistas más leídos de la prensa andaluza. La otra causa, la que suele provocar la mención, es, inequívocamente, Triana. Nuestro orilla ha tenido y tiene en su afilada imaginación un decidido y comprometido defensor. Y esto quiere decir que mantiene sus sentidos abiertos a cuanto ocurre en la otra parte de la ciudad, algo que olvidan (es triste pensar que por falta de interés) populares columnistas de la competencia a los que les cuesta atravesar el puente.
El pasado sábado coincidió una de esas menciones a mi persona -pocas, tampoco vamos a hacer alardes) con la publicación de una carta que hacía algunas fechas había enviado a la redacción de ABC, así que los amigos que me pusieron sobre aviso lo hacían por partida doble... “¡Sardinas vivas! ¡Viva!”, era el título del recuadro que hacía eco a una de las entradas recientes de nuestro blog. Así que por el principal altavoz de los periódicos sevillanos muchos se han enterado de que existe “Triana en la red”, si bien menciona, además, a “Desde mi torre cobalto”, el blog de Emilio Jiménez Díaz, cuando habla de la vigilancia del arrabal y los trianeros de guardia.
Pero la cosa está en que Antonio Burgos, mientras recrea con su atrayente estilo la desaparición de “Los Chorritos”, el clásico chiringuito sardinero, y recuerda con nosotros a Paco Monclova, uno de esos personajes de los que tanto suele disfrutar, aprovecha los resquicios, estando en plena calle Betis, para arremeter, una vez más, contra el proyecto de la cerámica en el murallón. Y con este estruendoso juego de palabras remata su recuadro trianero: “Las sardinas vivas han muerto: ¡vivan las sardinas vivas y muera el alicatado de la Zapata”.
Y lo que son las cosas: más adelante, en la sección “Cartas a Sevilla”, aparece una con este título: “Trianofobia”, firmado por el mismo al que tiene como miembro de la “guardia pretoriana” que él mismo ha nombrado. Lo que hace el firmante -servidor- es mostrar su hartazgo ante tanta virulencia lanzada contra el proyecto que en su primera parte, que es la que ya se ha encargado, comprende sólo un gran letrero con el nombre de TRIANA, así, para que se vea bien desde la otra orilla. Siendo lector -imaginamos que esporádico- de “Triana en la red”, sabrá bien Antonio Burgos cómo pensamos los que lo alimentamos de palabras, especialmente el que suscribe, autor de más de una entrada sobre “el letrerito ese” que tanto molesta.
Es fácil entender que nuestro hondo enfado no va contra los que no comprenden Sevilla sin Triana, pero de corazón, no amparados en nombres de extrañas -y tan extrañas- plataformas que, desde el más absoluto olvido histórico vienen ahora a salvarnos. ¿Salvarnos de qué? Lo único claro es que no quieren ver cómo el barrio clama su nombre desde su propio umbral con un “TRIANA” que es como decir BIENVENIDO AL BARRIO UNIVERSAL.
Así que ya sabía el cronista de Sevilla (y Triana) que en esto no estamos de acuerdo. Ahora bien, gritamos lo mismo contra la horrible torre, también protagonista de mi carta. Ahí sí que tenemos un enemigo común de cuidado, ese monstruo que roza la sombra del Cachorro sin que le tiemble una planta y que nos tiene ya entre sus colmillos. Ahí si que tendrían tarea nuestros nuevos e incansables “salvadores”.
En nombre de “Triana en la red”, muchas gracias, maestro, cronista de Sevilla, de toda Sevilla. Y ya verá cómo le gusta el letrero cuando luzca.
Ángel Vela Nieto
"Por alusiones", muchas gracias, Angel. Y que conste que soy lector DIARIO del blog. - Antonio Burgos
ResponderEliminarLas gracias hemos de darlas nosotros. Queda más que demostrado cuanto decimos en la primera parte del texto.
ResponderEliminar¡Vivan las sardinas vivas y vivan los cronistas de la ciudad con dos... orillas!
Muy bueno el artículo. Me habría gustado conocer el chiringuito de las sardinas. Y te digo que vaya horror de torre, un petardo le ponía yo, que cosa más horrorosa. En cambio la cerámica con el nombre de Triana, queda muy bonito, me gusta. Un abrazo.
ResponderEliminarViviendo fuera, te han faltado paseos por tu Triana, Esperanza. Ahora puedes ponerte al corriente. De lo pasado ya te irás enterando por este altavoz o por el de nuestra "Torre cobalto".
ResponderEliminarAsí que esperamos verte mucho por aquí: Por Triana y por "su red".
He votado en la encuesta de Rafaé que el cuadro de azulejos que presentan con el nombre de Triana, según lo veo en tu artículo, me parece una horterada por su concepción de casa de nuevo rico, como dije en otro comentario, todo enmoquetao y todo enniquelao, con esas ramitas de lauré acompañando a restos de ruedas de calentitos de los que quedan en la bandeja fríos y a los dos palos para freirlos en el peró, eso sí todo militarizado, parece el escudo de portada para un cuartel de infantería. ¿Quién lo ha diseñado?. Además marcando frontera cuando todo er mundo sabe donde está Triana -es como decí subí parriba o bajá pabajo- no habíamos kedado que las puertas de las murallas se denominaban según la zona que estaba fuera de ellas saliendo de la ciudad,porque las puertas eran para entrar en la city. Que no me entero. Entonces desde el lArená hasta los aledaños de la estacíón de Córdoba, que huelen a Triana y a torería antigua -¡Ay! Los Gabrieles- como no se puede aguantá, que las dejamos en terrenos de naide. Pues que las juntas de vecinos reivindiquen la segregación.
ResponderEliminarEn cuanto a la torre Pelli, según la ilustración de tu artículo y según la perspectiva de la fotografía donde se ve la capillita del Carmen como si estuviera en Liliput, a mi, desde ese encuadre, la torre Pelli me parece un mojón, un gran mojón, pero no de carretera sino la giñaura de un Gulliver, un Godzilla o un King-Kong que después de haberse rilao nos hubiese dejado el regalo allí, como un perro callejero cualquiera. Y a los mojones manguera que te crió.
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