viernes, 17 de agosto de 2012

EL DEDO DE RODRIGO: ¡DIOS PROTEJA A LOS NIÑOS!




    Siempre me he sentido en deuda con esta fotografía; es una las imágenes que más me han conmovido de tantas como vio quien se confiesa devoto del valor de ellas sobre las palabras. He visto varias veces la película “Canciones para después de una guerra”, de Basilio Martín Patino, ese cineasta  escuálido de carnes, pero generoso de corazón, que está entre los más destacados  directores nacionales. Y, al fin, el mismo pensamiento: los políticos deberían ver alguna escena de esta película antes de salir de su casa cada día. Porque, señores, cuánto sufrimiento para llegar a esto...

    Nuestro sabio amigo Emilio Jiménez Díaz en su muy recomendable blog,(“Desde mi torre cobalto”), nos está avisando de lo que está por llegar con una serie de grises y temblorosas estampas de la posguerra española. A todos estos tristes documentos de aquel interminable “año de la hambre” que el pueblo que lo vivió -o lo rozó- no olvida (los políticos, en su mayoría, son una excepción), queremos añadir esta muestra que nos deja, cada vez que la contemplamos, un profundo vacío y una inevitable sensación de culpa. Sí, de culpa, porque no pudimos acercarnos a ese hombre derrotado, a su desolación, a su mirada temerosa, dura y resentida, para preguntarle cómo podíamos ayudarle... Porque me duele mucho su vida joven, rota y sin esperanzas; y no puedo siquiera fijarme en los ojos de los dos niños a los que trata de proteger bajo la manta que alguien habrá echado sobre sus espaldas. ¿Y la niña, la pobre niña, que no quiere mirar ni que la miren...? ¡Dios mío...!

    Y está lloviendo, ¿no, señora? Si, usted, la de negro, que se ha parado para  distraer su luto ante un escaparate. Su actitud  no nos deja pensar que, dos pasos adelante, también se parará para tratar de ayudar a ese pobre padre que no tiene más horizonte que la pared en la que se apoya... Tampoco esperamos nada de los trajeados que pisan la misma acera sin querer ver la España derrotada y que van a lo suyo, matando el tiempo mientras llega la hora de comer. Seguramente la foto tiene un autor famoso, pero  nunca me he preocupado de saber su nombre, porque no me interesa a quien mira este hombre de alma despreciada con tres inocentes apéndices de su desamparo, ni tampoco es necesario leer ningún pie de foto. Es la miseria de la guerra, los despojos del odio; aquí están las dos España, siempre las dos España... Pero esta herida, tan descarnadamente expuesta, duele demasiado.

    A lo mejor es lo que quiso reflejar el fotógrafo, la miseria del derrotado, la verdad de la España Grande y Libre del insensible general y sus pedestales. No creo que la censura permitiera esta imagen en ningún medio nacional. Pero ahora, vista la situación política y económica, unida al descrédito de la clase que ha de dirigir los designios del pueblo, de nuestro pueblo, puede servirnos para que, debidamente aumentada y enmarcada entre los dorados de los despachos oficiales, se les revuelvan las tripas a sus ocupantes y se sientan culpables, bien culpables, de la profunda tristeza de este hombre que, seguro, no luchó con los antidemocráticos -auto llamados nacionales- y que les obligue la conciencia que les quede a estrechar su fría e incrédula mano y a besar a los niños con tanto amor que los haga sonreír.

    Cómo duele España envuelta en una luz de cine que refleja el frío, el hambre y el miedo.


Ángel Vela Nieto

2 comentarios:

  1. Qué miedo, Ángel. La fotografía merece una reflexión de toda la sociedad en general pero desde luego deberían ser los políticos los más conmovidos. ¿Qué tendremos que esperar de estos nuevos gobernantes del PP tan cargados de valores espirituales que a veces parece que también hablan en nombre de Dios como aquel caudillo? ¿Y de estos banqueros sin piedad que están mandando a la calle a familias enteras con niños y ancianos enfermos? Mal asunto cuando las noticias nos recuerdan cada día los actos de caridad cristiana de organizaciones como Caritas o como en el reciente acto de Sevilla donde el Alcalde inauguró una estatua de un papa de más de 4 metros y con la Banda Municipal de por medio.
    Y mientras tanto, ¿qué podemos hacer? ¿Realmente está tan loco Sánchez Gordilllo?

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  2. Sencillamente escalofriante. Da miedo. Aunque por defender a mis nietos de estos nuevos hombres de la "guerra de clases" no me temblaría la mano a la hora de tener que hacer una locura, esa a la que nos están provocando.
    ¡Terrible imagen que no debe repetirse mientras haya hombres en la tierra!

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