miércoles, 30 de mayo de 2012

EL DEDO DE RODRIGO: CHAVES NOGALES Y BELMONTE



   Se ha puesto de moda. Un escritor que permaneció absolutamente olvidado y que sólo era conocido por los taurinos aficionados a la lectura, se ha convertido en el autor imprescindible y hasta se le ha dedicado la Feria del Libro que acaba de clausurarse. Llegamos a Manuel Chaves Nogales por la vía de Triana, no por la taurina; con esto me estoy refiriendo a “Juan Belmonte, matador de toros”, la obra del género taurino más alabada y que fue publicada en el semanario “Estampa” el año 1935, ilustrada con fotos más que interesantes y magníficos dibujos de su también genial amigo, el trianero Andrés Martínez de León. Luego fue convertido en libro varias veces reeditado.

   Hace veinte años, cuando sólo se hablaba de un extremo de la ciudad y del dorado follón que allí se organizaba cada día, al Círculo Rociero se le ocurrió un ciclo de charlas sobre El Pasmo de Triana para celebrar el centenario de su nacimiento. Un cartel de toros con los tres conferenciantes anunció el acontecimiento. Nuestra participación versó en lo que el genial torero contó al avezado periodista y que éste transcribió dorándolo literariamente hasta componer un maravilloso libro de aventuras, género de moda entonces. Triana es el escenario de las “hazañas” del chiquillo del quincallero que vino de la calle Feria, y son trianeros los personajes principales del reparto. Así que había material suficiente para la recreación que pretendíamos.

   Leyendo la admirable obra, uno se da cuenta de lo que Juan oculta, de lo que sugiere, de lo que olvida, de lo que detesta; así que para conseguir nuestro objetivo había que tomar nota de lo que se cuenta y asentar, además, lo que Juan no confiesa porque queda fuera de la intención de su historia o porque huye, todo lo que puede, de la tragedia de su oficio. Chaves Nogales narra la historia en primera persona, como autobiografía, contando con un estilo sorprendente la extraordinaria vida del más revolucionario de los toreros.

   También algunos flamencos descubrieron al escritor sevillano por su obra “El maestro Juan Martínez que estaba allí”, las aventuras de un bailaor en la Rusia de la Revolución. A pesar de estas obras y otra, asimismo muy ensalzada, como es “La Ciudad”, una particular visión de Sevilla, Chaves Nogales andaba por la oscuridad del olvido hasta que...

   En el año 2005 realizamos un programa de la serie “De Calle” para Sevilla Televisión sobre la calle Dueñas, allí donde nació este distinguido reportero, y llamamos a una profesora de Instituto, llamada Maribel Cintas, porque sabíamos que estaba decidida a resucitar la memoria y a proclamar, en toda su extensión, la categoría de este paisano que emigró a Madrid para acabar muriendo prematuramente en un hospital de Londres en 1944. Maribel estaba enamorada de quien para ella era un ser íntimo, extraordinariamente atractivo por su personalidad y su marchamo como escritor y periodista. Pocas veces hemos oído hablar con tanto amor de un personaje, muerto hacía más de sesenta años, y del que sólo alguna vez se nombraba por una obra concreta.

   Nuestro paisano Juan, chiquillo desastrado, obsesivo, anárquico, soñador, alumno de la escuela natural de Tablada, peleado con el mundo menos con Antonio Montes y sus novias que olían a jazmines de los corrales, se convirtió por obra de Chaves Nogales en un personaje legendario más allá de los inmensos méritos de sangre, ingenio y arte contraídos en los ruedos. Así que nos hemos sentidos muy reconfortados paseando este año por la Plaza Nueva sintiendo la mirada del adorado de Maribel desde los carteles anunciadores.

   No sé si alguna vez Juan Belmonte nombró públicamente a su biógrafo ni  en qué términos si acaso lo hizo. Lo cierto es que -deseamos repetirlo- Manuel Chaves Nogales añadió a la inmensa fama ganada por El Pasmo en el amarillo cegador del redondel, la del hombre entre los hombres, en la vida de pobre y de rico, el otro Juan protagonista de una historia de aventuras.

Ángel Vela Nieto

5 comentarios:

  1. Ángel lo has bordao, macho. Efectivamente hay un denominador común en todos los grandes, en vida son anónimos, mueren casi olvidados donde el viento da la vuelta y después cuando no están reconocen su obra que en realidad es lo que queda, lo que se valora y al autor que le den a no ser por algún amor que lo recuerde.Es lo magnífico, lo romántico, lo que huele a cancela y a maceta de aspidistra, a espera delante de un espejo con la cara empolvada por... no me lo cuentes vecina que no me quiero enterar que se ha quedado pajarito frito. Es el olor a jazmín. Tengo el original de la revista Estampa tal y como lo dejó mi bato que lo coleccionó.

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  2. Rafael M.H.31/5/12, 10:59

    ¿y qué es eso que Juan oculta? ¿de qué quiere olvidarse? ¿de qué huye? No nos dejes así, Ángel, ¿cuándo dices que es tu charla sobre Juan Belmonte?

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  3. Chaves Nogales sabía el libro que quería hacer basándose en la vida de Belmonte; los olvidos, las huidas, lo que no se cuenta en la obra bien pudo ser una labor a medias, pactada o no. Rafael Belmonte, el hermano del genio -también genial- me contó en su despacho de la calle Julio César en una de las ocasiones que fui a verle, que él fue testigo de algunas de las entrevistas de Juan con el periodista; eran largas sesiones que, a veces, hacía exclamar a Juan al ver acercarse a su biógrafo: "¡Ojú, ya está aquí otra vé...!".
    La charla (mejor lectura) está programada, dentro de los actos que ya se están celebrando, para el 17 de julio. Queda un rato todavía.
    Gracias a los dos camaradas.

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  4. Precioso texto, Ángel. Soy poco taurino y nulo conocedor de la obra de Nogales, pero dan ganas de ser una cosa y otra.
    Lo que si soy es trianero en la lejanía, mas que nada desde que te conocí.

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  5. Gracias, Paco. Te encantará la obra. Manuel Chaves Nogales es un escritor genial, un reportero al estilo de los más atrayentes, testigo de su tiempo. Y cuando se juntan dos genios es fácil imaginar el resultado.
    En tu Granada o en tu Barcelona, te sentimos cerca del puente de Triana, un barrio para los que, como tú -apasionados de la imagen y la Historia-, aman la belleza.

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