domingo, 2 de octubre de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: EL MIMBRE


Se han cumplido diez años del fallecimiento de Manuel Corrales El Mimbre, y si no recordamos en estas circunstancias a quienes fueron grandes artistas y grandes trianeros cuándo lo vamos a hacer... Como miembro del club más entusiasta, el que agrupa y hermana a los que, de pronto, tenemos por delante el apéndice de vida, me entristece el olvido al que estamos condenados después de ser noticia, al lado de extraños compañeros, en una esquela de ABC que paga el seguro de defunción. Y si esto le ocurre a los que fueron famosos qué espesa negrura nos espera a los del común...
         Pues eso, que un triste día de junio del 2001 nos dejó uno de los más diestros bailaores que ha dado este barrio, cuna, escuela -también escenario callejero y tabernario- de inmensos artífices del baile, entre los que están sus hermanas y su cuñado,  Matilde, Pepa y Rafael. El  despiadado enemigo que se lo llevó lo hizo cuando, liberado de una profunda crisis existencial y reconocido -al fin- por la crítica en toda la dimensión de su calidad artística, hacía planes de retirada: “Pondré una tienda de perfumería o algo así y compraré una casita frente al mar y escucharé música clásica...”. Tuvimos la fortuna de hacerle una entrevista -quizás la última- en un medio de comunicación (Triana Universal), lo que nos dio la oportunidad de conocer al ser humano, al hombre sensible, profundo y solitario que se emocionaba repasando algunos capítulos de su vida.
         El Mimbre nació en la plaza de Chapina en 1948, y el niño de la Rubia bailaba en el recreo del colegio mientras sus amiguillos pateaban una pelota. Un día le dijo a su hermana Matilde que quería ser artista y ésta le apretó las clavijas de la responsabilidad, y para que se fuera haciendo una idea se lo llevó al tablao El Guajiro y lo soltó en el complicado mundo al que quería pertenecer. Y sin pensárselo demasiado, y aún adolescente, saltó al escenario inicial de su carrera como profesional aprobando con nota de asombro su ingreso. Con dieciseis años gana el prestigioso Premio Nacional de Córdoba. Luego, Enrique El Cojo lo apadrina ante Manuela Vargas y se inicia en las rutas de los teatros sin límites de fronteras. Premios y reconocimientos en el extranjero, larga y fructífera estancia en México para él inolvidable; allí se relacionó con sus paisanos de barrio Cagancho, Chiquito de Triana y Carmen Florido que lo acercaron a gente como Cantinflas o Jorge Mistral. Repetiría el salto oceánico para, en Argentina, disfrutar de un idilio fugaz con una muchacha a la que nunca olvidaría. Pero no sólo dejó por allí buenos recuerdos, también dejó un hijo, fruto de la historia pasional que referimos y al que sólo vio un día durante la Expo de 1992...
         El Mimbre estuvo en ruta con Lola Flores, supo del trabajo en los tablaos, en los prestigiosos Festivales de España, en la Bienal de su ciudad, enseñó a bailar sevillanas en páginas de ABC y sufrió un accidente de moto del que tardó en recuperarse y que le causó un desánimo profundo; su mente se convirtió en un peligroso enemigo que le hizo pensar en su vida como un fracaso. Pilar López le ayudará a rehacerse implicándole en una coreografía hasta conseguir volver a ser dueño de su existencia, que en lo profesional tuvo el culmen del reconocimiento general tras su exitosa y explosiva actuación en el Festival del Baile de Jerez... “Andaba yo buscando un bailaor que cumpliera con el decálogo de Vicente Pastor, y hete aquí que me lo acabo de topar, un bailaor al que llaman el Mimbre” (Juan de la Plata en página de un periódico jerezano).
         Desde su ático de la Ronda de Triana, paseaba por el barrio con esporádicas paradas en la taberna El Altozano, de José Lérida. Una tarde participamos, junto al crítico Manolo Bohórquez, en un homenaje que se le tributó en la Buhaira, ya luchaba para soltarse de los brazos terribles que trataban de atenazarlo; fue la última vez que lo vimos bailar y lo hizo al abrigo del cante de su más cálido amigo en el flamenco, Curro Fernández.
         “... Mi hermano Manuel era la elegancia personificada bailando, y por sevillanas era mi mejor pareja. No podía bailarse mejor en hombre y no podía hacerse con más arte” (Matilde Coral). Diez años sin El Mimbre. Triana aún se duele hondamente de aquel pellizco en su alma.


Ángel Vela Nieto


5 comentarios:

  1. Emilio Jiménez Díaz2/10/11, 22:28

    La fotografía de Paco Sánchez nos ofrece a un "Mimbre" joven, en plenitud del arte, que compartía en muchas ocasiones con sus hermanas y con su cuñado Rafael. La que cierra tu hermoso artículo y recuerdo. la hice yo en la taberna de Pepe Lérida. Era un Viernes Santo y a Lola y a mí nos acompañaban varios amigos, uno de ellos una joven y excelente cantaora de Huelva que, al mediodía, con la calle llena de gente después de haberse recogido su Esperanza y esperando al Cachorro y la O, no se le ocurrió otra cosa que cantar por saetas. Estábamos fuera, en la barrita que daba a la calle. Y Manuel, en un gesto que nunca olvidaré, comenzó a bailarle la saeta a pie de calle. Recuerdo que pasaba frente un autobús turístico y lo pararon allí para que se bajaran los viajeros, que no dejaban de tomar fotos. Surrealismo puro. Unos momentos antes, le había dicho yo a Manuel que me encantaba su corbata: negra con lunares blancos. Se la quitó y me la regalo con un beso. Él, gran amigo, se fue. Aún recuerdo ese momento cuando tengo esa corbata entre mis manos, corbata que, por supuesto, jamás he utilizado como complemento de mi vestimenta.

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  2. Sólo por este riquísimo comentario ha merecido la pena recordar al extraordinario bailaor trianero. Gracias, Emilio.

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  3. Gracias por recuperar a estos artistas.

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  4. Jiménezjb3/10/11, 19:51

    Bellísimo artículo con un magnífico comentario de Emilio. La última vez que lo ví bailar, pura elegancia, fue en El Alcazar durante un homenaje a Matilde Coral.

    Son infinidad los artistas trianeros olvidados, muertos y vivos, que merecen un reconocimiento y homenaje del barrio que llevaron por todo el mundo. En el último año hemos asistido en Triana a la rotulación de diversas calles con los nombres de los titulares de distintas hermandades, el último hace un par de semanas. Al parecer ya está cubierto el objetivo: todos los cristos y vírgenes de hermandades de Triana tienen una calle con su nombre. Es como si dichos titulares fueran a desaparecer del Barrio y necesitaran estar en el recuerdo permanente por el nombre de una calle.

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  5. ¿Queda algún nombre de hermandades aún? ¡Qué manía y qué ciudad la nuestra! En el largo y desigual curso de la antigua José María Sánchez Arjona, compuesto de varios tramos, se hubiera podido homenajear a más de un trianero ilustre.
    ¡Qué pena de la riqueza de Triana! Y que no podamos hacer nada contra esto...

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