miércoles, 24 de agosto de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: "DOBLE CRIMEN"


                                 La mayoría de los políticos confían en nuestra mala memoria, y con tal esperanza prometen reparaciones o compensaciones a largo plazo cuando hacen algo a contracorriente del interés general. Es el caso del siempre recordado cine Avenida de verano. Se ha cumplido una década desde que el mandante municipal, en este caso la mandante (Soledad Becerril, si no ella alguien de su equipo del que era responsable), no opuso resistencia al cierre de una terraza cinematográfica que por historia y, muy especialmente, por el servicio terapéutico que daba a una comunidad necesitada, tendría que haberse protegido como un bien cultural o etnológico.
         Una constructora había adquirido el solar. Ya tenemos al malo de la película y pronto tendríamos al compinche adecuado. Hubo un fuerte movimiento de resistencia; recuerdo una jornada de la que se creía su última cartelera que se convirtió en sonora protesta... “El cine Avenida no se cierra”, se había escrito sobre el mismo telón, mientras una fina lluvia caía para refrescar (era septiembre)  nuestras candentes ideas. Pues al cabo de todo se cerró, pero eso si, con la foto y promesa oficial de que en el complejo de viviendas o urbanización habría una zona ajardinada que en su época del año sería “il nuovo Avenida” (Cinema Paradiso). Y qué contento quedó el de Urbanismo de la señora Becerril, o ella misma, no recuerdo quien nos bendijo con aquella vacua promesa.
         Invito a todo el que no haya contemplado la dichosa urbanización a que la vea ya acabada después de ocho años de abandono... y sin cine, claro. Las fachadas son un auténtico horror del que ya nos hemos quejado alguna vez; vaya construcción en plena Cava histórica por la que transita, desorientado, el bus turístico... Pues ya se puede visitar también “la zona ajardinada”, lo que ocurre es que nadie la verá. Pero a quién pedimos explicaciones ahora, ¿a la señora Becerril?, ¿a quien fuera su delegado de la cosa? Dónde vamos en  busca de la promesa del nuevo Avenida... Ni aquellos lo recuerdan ya, como ocurre con todo lo que se dice pensando lo contrario, ni los que desde hace poco gobiernan el Ayuntamiento sabrán nada del asunto.
         Por lo visto, nadie de allí ni nadie de aquí; nadie de la prensa -que sólo entiende de las prisas del hoy- ni entre los cinéfilos veraniegos recuerda ya al que fuera el más popular de los cines al fresco; el más disfrutado y el último en la ciudad entre los clásicos con vocación de superviviente. Mas llegó el “malo” con sus mortíferas maquinarias de matar ilusiones y lo arrasó. Quedaba la promesa política... Si, si. Nosotros ya escribimos en su momento que no creíamos en ella, y que de ser cierta no sería un cine como el Avenida, sino un frío sucedáneo. Pues ni una ni otra.
         ¡Ah, las promesas de los representantes del pueblo! Y cómo nos falla la retentiva a todos. Nos quedamos sin el cine Avenida y nos endosan, además, el más terrorífico de los edificios. ¿Que cómo se llama la película de hoy... vuelvan a leer el título.   

Ángel Vela Nieto


5 comentarios:

  1. Rafael M.H.24/8/11, 19:40

    Ya hemos dejado atrás las tierras del Sena y estamos bajo el pesado sol de agosto, mis noches en el cine Avenida las recuerdo de la transición, con los primeros tímidos destapes y muchas risas con las películas de Pajares y compañía, la mayoría de las veces por los comentarios del público, noches de botellín y plato de tomate al entrar, desconocía esas promesas que has contado, pero como en las películas de indios, siempre pierden los mismos, igual que en el fútbol y si pa colmo el cachorro no sale...
    Siempre nos quedará El Ancla

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  2. ¡Ya era hora! Bienvenido.
    Podía haber titulado el comentario con otro título de película, por ejemplo, "Falsa promesa", pero tratándose de políticos no tiene nada de original...

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  3. Juan Luis Franco25/8/11, 13:50

    Se me ocurren algunos más: "Lo que el viento se llevó"; "Verano del 42"; "Mentiroso(s)compulsivo(s); "Atraco a las tres"...Lo triste es que se llevan nuestros sentimientos más nobles mientras asistimos embobados a las andanzas de Belén Esteban. Si desfallecemos los "Últimos de Filipina" todo estará irremediablemnte perdido. Un fuerte abrazo.

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  4. Sí, amigo Juan Luis; no hay que desfallecer. Siempre nos quedará el derecho al pataleo con la esperanza de que se les destaponen los oídos y abran su corazón... porque son humanos, ¿no?

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  5. Yo le pondría el título de la gran novela -casi única- de Carmen Laforet: NADA. Todo lo que dicen y hablan los políticos es para tener delante a un notario..., y que la prueba sirviese para algo.

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