domingo, 31 de julio de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: RONDA DEL VERANEO

    
         Empieza agosto, el maravilloso agosto trianero. Por nada del mundo me iría de Triana este mes. Cuando estaba en activo, quiero decir en otras actividades más descansadas (esto de la jubilación es como ir diariamente a un gimnasio), procuraba dejar para septiembre los días de vacaciones por lo mismo, por esa apasionada atracción agosteña.
         Estos primeros agostos de mi “libertad” laboral no han hecho más que aumentar mi devoción por disfrutarlo día a día. Y este verano de manera especial porque lo estoy compartiendo con quien me acompaña a todo lados: mi nietecito; dos añitos de presión sobre mi mano y dos palmos sobre el suelo para que disfrutemos de un doble plano de visión de esta Triana paradisíaca.
         Me he llevado todo el año señalándole el semáforo y diciéndole que hasta que no se encienda el muñequito verde no se puede atravesar, y si está el rojo hay que esperar (mi nietecito se cruza de brazos y espera... “¡Ya abu...!”.). Hoy nos hemos colocado frente al semáforo, él bracitos cruzados y ni un coche circulando... Me ha mirado después de observar al muñequito rojo y de ver a la gente pasar tranquilamente como diciendo: “Abu, que todo el mundo atraviesa y no vienen coches...”. Y el verde apagado... Y le explico que los coches andan por las playas y que los muñequitos es como si también estuvieran de vacaciones.
         Como no hay ni un parque infantil a la sombra, son todos “parques de invierno”, me libro de hacer cola para el columpio o la resbalaera, también de absurdas y entrecortadas conversaciones con otros “abus” igual de enriñonaos que yo. Lo peor es que alguno se desahogue contigo y empiece a hablarte de una hija separada que está destinada en Jerez y que les deja la criatura (o criaturas) a las siete de la mañana hasta que ella regresa; y cuando regresa es para cenar en la casa paterna; que sólo disfrutan de una hora de respiro y que caen en la cama desmayados. “Esta juventud está loca perdía”, suele lamentarse el estresado abu mientras grita a la pobre criatura a pique de batacazo...
         “Mira, Ramoncito: ni un niño”, le avisé ante un parquecillo a la vista. Y pasamos de largo. Así que nos fuimos a la Ronda por la acera de la sombra, claro, y elegí dónde tomar el café de media mañana; nos conocen en todos los bares. En “El Serranito” le llaman “el torero”, porque entra y se va flechado para las dos cabezas de toros que adornan (por decirlo así) el comedor. Entramos y todo el bar para nosotros, no tengo que buscar un resquicio donde poder sentarlo. Disfrutó como siempre, echándome la azúcar en el café y donde caiga, y al fin lo degusté mientras él masticaba su galletita de regalo. Salimos dispuestos a dar uno de nuestros largos y sosegados paseos y, también por costumbre, nos paramos ante el escaparate de una tienda de electricidad donde han colocado como reclamo un gato mecánico que  antes saludaba al paseante, pero que desde hace días está -como casi todo el mundo- parado. Nos asomamos y vemos al hombre -antes atareado- con cara de aburrido esperando el día quince (quince diítas y gracias), así que pudimos preguntarle qué le pasa al gatito. Ni se había fijado. Lo cogió, le cambió las pilas y a saludar. Todo el día se llevó mi nietecillo explicando en su idioma el gran suceso de la mañana.
         Qué maravilla de mañanas nos espera. ¿Calor? ¿Acaso no lo hace en Chipiona o se está todo el día dentro del agua, del metro cúbico de agua que corresponde a cada bañista? Nosotros, gorrita, bar refrigerado, agua fresquita, café con sabor a gloria, los periódicos sin repelentes manchas de aceite y toda Triana de regalo. Y cuando nos cansamos, a casa a ver la tele en exclusiva a veinticuatro grados de a gusto, y a comer sin los vapores de barrigudos en movimientos de rotación sobre tu plato. Luego, la siesta y soñando con el paseo de la tarde y el cafelito correspondiente...
         Con el sol ya algo cansado de fastidiar volvemos a salir... “Holaaaa, Ramoncitoooo...”. Para nosotros toda la sonrisa de la linda camarera de la nueva cafetería de la esquina. ¡Viva agosto!, ¿verdad, Ramoncito?
  
Ángel Vela Nieto


8 comentarios:

  1. Juan Luis Franco Pelayo2/8/11, 9:32

    Admirable y compartible todo cuanto aquí nos relatas. Pasear con tu nieto de la mano (¿quién llevará a quién?) por Triana posiblemente sea de las coas más hermosas que te han pasado. Yo me estrené en esos gratificantes menesteres hace poco y es de las experiencias más bellas que nunca me ocurrieron. En ellos y su inocencia estará siempre lo mejor de nosotros. Gracias por llenar nuestras vidas con las cosas de belleza imperecedera. Un fuerte abrazo.

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  2. Aprovéchate, todo lo que puedas. Cuando el tiempo pase y tenga edad de salir con pandillas de amigos a lo peor te da la mano y dice: "Encantado de conocerle". ¡Niño que soy tu agüelo!.Pasa que las ciencias adelantan que es una barbaridá, que dos tetas pueden más que una carreta y no encuentran tiempo para visitar a los mayores.

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  3. ... y gracias a ti, Juan Luis Franco, por tu "toma de horas", modélica página sevillana. Hemos debutado como "abus" hermosísimo y penúltimo título en esta vida.

    Mira, Antonio: Yo sólo quiero ser niño mientras Ramoncito lo sea; he echado mis cuentas y son esas: los dos dejaremos de ser niños a la par...

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  4. jimenezjb3/8/11, 21:16

    Cada vez que te veo con Ramoncito sale de ti ese halo de felicidad propio de los abuelos. Elena, mi hija, cuando te ve no te reconoce por Ángel sino por el abuelo de Ramoncito. Tendremos que quedar con más frecuencia para pasear juntos en compañía de estos dos trianeritos.

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  5. Ángel, ni tu nieto, ni el mío, ni tú, ni yo, ni creo que nadie que haya tenido una infancia rodeada de cariño deja en su vida de ser niño.Lo llevamos dentro. Lo peor es que la vida te deja sacarlo muy pocas veces.Y es una pena.

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  6. ¿Y Ramoncito?, pregunta siempre Elena. Claro que tenemos que hacerlos pasear juntos, José Luis.
    La vida, los viajes, el trabajo, las letras en definitiva, no nos dejaron disfrutar como Dios manda de nuestros hijos, por eso esta pasión abuelil. Tú aprovéchate ahora como padre.

    Claro, Antonio, nunca dejamos de ser niños, pero qué poco se le nota al mundo... Siempre queremos regresar a "la patria del hombre", la infancia, pero es ahora cuando disponemos del mejor vehículo. Cuando acabe el trabajo que ahora me ocupa, pienso dedicar un año a la lectura de tebeos, sólo tebeos, y con mi nietecito deletreando los bocadillos de "El Hombre de Piedra" o de "El Espadachín enmascarado". Eso será vivir...

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  7. Hace días que por la premura no los saludo, Ángel,pero los tengo en mi minibiblioteca del cuarto de baño porque sé que a ellos les gusta oler a Heno de Pravia y a colonia, te hablo de Babali y el amito Mosilón, la familia Ulises, el Dr. Frank de Copenhage, Zipi y Zape,las Hnas. Gilda, Carpanta, Bartolo as de los vagos,Dª Urraca, Anacleto y ya más modernos Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio y tantos...nunca me han gustado los tebeos bélicos -quizás Pantera Negra pero perdí los que tenía en una riada- ni a mi hijo y ahora que mi nieto sabe leer prefiere los personajes antiguos.¿Que magia tendrán? porque nos reimos tres generaciones. Mi mujer y mi hija también, de cuando en cuando, me lo despistan. Creo que todos necesitamos limpiar el cerebro casi a diario de tanta intoxicación informativa, de películas y programas ramplones,del acoso postal de las administraciones, publicidad y de bancos y financieras.Además hace lo menos quince años que no le pegaba patadas a una pelota y ahora no te veas los boleones que pego, no te lo puedes ni creer.En fin, los nietos, y yo ahora por partida doble y los dos con la misma edad.uuuuuffff.

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  8. En los tebeos aprendimos a leer; nos gustaban todos, desde Roberto Alcázar y El Guerrero a Pumby, pasando por Pulgarcito y el TBO. Además eran moneda de juegos... nos lo jugábamos a los tejos, a las cartas. Constituyeron el eje "ilustrado" de nuestra infancia.
    Veo que eres todo un experto, Antonio. Efectivamente, nuestros tebeos eran y serán por siempre mágicos, de ahí su atracción. Fueron la catapulta que nos lanzaban a Mallorquí, Verne, Lafuente Estefanía, a las novelas "negras" y las de misterio ya en el umbral de los grandes novelistas universales...
    Nunca me expliqué la mala prensa de los tebeos si no es por desconocimiento.
    Nuestra relación con los nietos es un intercambio de beneficios, ¿verdad, Antonio? Nosotros le regalamos nuestro pasado y ellos nos dan la aternidad.

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