lunes, 2 de mayo de 2011

TRAS LAS RAÍCES DE TRIANA: EL ÁRBOL DEL FUEGO

Es terreno de palomas que no saben comer de las manos de los niños, palomas que vuelan muy bajo y se agrupan desafiantes en ese triángulo rodeado de nerviosos coches, junto a una antigua vía del tranvía, palomas que se alzan en un feo y alto latón gastado, una fuente dicen, desde donde observan hacia un lado, las calesitas de Luis, la plaza y el centro de salud, hacia el otro, muchas personas mayores que van y vienen, casi siempre con una extraña sensación de prisa, de llegar tarde a la compra del pan o de los medicamentos, pero que se paran a saludar a esos otros conocidos que están sentados en los bancos, entre máquinas de gimnasia, que muchos nietos usan para distraerse, artilugios modernos que en vez de aliviar artrosis y otros dolores de la vida, se encargan de estirar pequeños músculos incansables, más allá, en la esquina un hombre amable y de palabra fácil abre sobre el suelo una maleta para vender música de segunda mano, películas que venían de regalo en algún periódico y libros leídos, cargados de anotaciones anónimas, ejemplares dedicados y olvidados, enfrente aparecen de vez en cuando en torno a La Estrellita, personas con el rostro desvaído o de andares lastimosos y perdidos solicitando un café, una pequeña porción azucarada de vida en sociedad, más tarde llegan por allí los adolescentes de los institutos cercanos, se sientan sobre el respaldar de los bancos y plantan sus pies sobre el asiento, forman grupos que chillan y ríen, se comportan como niños y esconden su responsabilidad tras enormes bolsas de chuches y latas de refrescos, la publicidad los ha convertido en reyes con la principal función de divertirse y ellos se cuelgan del alcohol, como único entretenimiento, se ha hecho de la juventud el tiempo anhelado por todos, mientras la sabiduría de los mayores, tan cercanos, no parece servir para estos tiempos de técnica y adelantos.

Plaza de San Martín de Porres, tres hermosos árboles de fuego muestran los destellos amarillentos y naranjas de sus flores, que agrupadas en filas destacan entre el verde follaje y los negruzcos frutos abiertos y vacíos que permanecen desde el año pasado. Las hojas, compuestas, están formadas por foliolos de picos estrechos que se levantan como el crepitar de las llamas y aparece el envés cubierto de una pelusa blanquecina, cada árbol es un mar de verdes y espuma, mil soles de fuego, que se dejan dulcemente contemplar.


Las flores están cargadas de néctar, que gotea fuera de los cortos pétalos que tiene, alimento que en su tierra de origen buscan aves y mamíferos australianos, encargados de realizar la polinización. El largo tubo, que al principio está curvado es el estilo, más tarde se estirará y con el extremo pegajoso atrapará los granos de polen, células reproductoras masculinas que bajarán hasta el ovario para unirse al único óvulo que hay, por eso los frutos que se formarán sólo contendrán una semilla.  Es suficiente. 


Rafael Martín Holgado.

6 comentarios:

  1. Le has puesto nombre -el suyo- a lo único que se puede contemplar en el corazón de la plaza de San Martín de Porres; el triángulo infecto de las palomas con "la fuente de latón" que mencionas, conforman una demostración más de la cultura histórica local de nuestros políticos y su delicado gusto estético. Tanta culpa tiene el que dio el visto bueno a su construcción como los que, veinte años después, no han sido capaces de hacer borrón y monumento nuevo. Si no fuera por la trianerísima imagen de María Auxiliadora, arrinconada en un vértice de la plaza, a ver quien certifica que estamos en un lugar universal de marcada identidad, esa que esperan contemplar nuestros visitantes.
    El corto tramo de rail de tranvía esconde otra decepción: la colocación de un vagón que iba a servir como punto de información turística. Esto era lo pensado y ya vemos lo que se hizo. No sé cómo no pasa el bus de la extraña admiración por aquí; la cantidad de fotos que harían los viajeros...

    ResponderEliminar
  2. José Manuel Holgado Brenes3/5/11, 0:31

    Queridos Rafael y Ábgel vuestros textos son, como siempre, extraordinarios, os sale la poesía por los poros. Bendita sea la Sentaita por iluminar de tal modo vuestras mentes prodigiosas.
    Al "menumento", que decía mi querida suegra Rosario, debo añadir que un buen amigo mío, otro ángel, éste Manuel Ángel Lara, compañero de obligaciones jurídicas telefónicas, lo calificó acertadamente como "monumento al verdulero", cuando tenía aquella extraña reja que lo prolongaba hacia el infinito inutilmente.

    ResponderEliminar
  3. Una belleza, amigo José Manuel. También hay que recordar la lucha de Gasán por la existencia del tranvía sobre los railes inútiles.

    ResponderEliminar
  4. Como en los buenos tiempos volvemos a estar de guasa. No sé si agradecerte lo de ángel, teniendo en cuenta que el demonio también es un ángel, bastante chungo, eso si.
    Merecidísimos los comentarios e impresionante "Residuos Urbanos"; esa no la conocía. Sí conozco muchas de las que tienes guardadas y deberían salir a la luz para que todos conozcan tu fina ironía y sentido del humor. Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. Estupendo Rafa.
    Te informo que, en el jardín aromático que he plantado en mi nueva casa de Bormujos, ya tengo hierbabuena, menta, romero, perejil, y unas pocas de plantas más que son parecidas. Cuando están crecidas las corto y preparo un centro de hojas que queda monísimo en la cocina y huele muy bien.

    ResponderEliminar
  6. Rafael M.H.4/5/11, 14:50

    Es verdad, lo de la reja que falta y creo que antes de montarla, decían de la fuente que era tan moderna que no se estropearía con el agua. Cosas. Sí que se me olvidó citar la imagen de María Auxiliadora y eso que casi siempre que paso desvío la mirada hacia la melena que tiene.

    ResponderEliminar

*/