martes, 26 de abril de 2011

DE CERCA: CALL ME


En uno de esos escasos momentos propicios para el paseo al aire libre que nos ha traído la pasada Semana Santa, recorría yo la Ronda de Triana en ese tiempo del Domingo de Resurrección en el que se confunden el final del tiempo de Pasión con el inicio del ciclo de corridas de toros en la Maestranza. Todo el paisaje humano había cambiado en pocas horas. El Sábado Santo estaba casi desierta la calle y los pocos que paseaban lo hacían con cara de pocos amigos y quejándose de la mala suerte que han tenido casi todas las cofradías este año. Pero, al día siguiente, el Domingo de Resurrección por la mañana, salió el sol y el personal decidió asumir que el pasado era cosa de ayer y que había que mirar de frente. A la feria, se entiende, que comienza la próxima semana y que ya se está notando en los anuncios de los toros, en los turistas que ya se han colocado encima el clavel, en el trasiego en torno a Los Remedios y en mil pequeños detalles (por ejemplo, esos bonitos escaparates trianeros de las tiendas en las que se venden los avíos para los trajes de gitana, al que en Sevilla llaman de flamenca).

Pues bien, paseaba yo, como os digo, por la Ronda para ir a buscar el pan y la chalana de atún que habitualmente compro en la estupenda Flor de Moguer que están junto al Serranito, cuando vi que, en algunas paredes de los pisos y locales que hay en la zona, aparecía un letrero pulcramente escrito a ordenador, en letra grande y mayúscula, que me llamó poderosamente la atención. En el letrero aparecía, aparece, un nombre de mujer (Elvira) y un número de teléfono móvil. Además, y he aquí lo asombroso, esta leyenda: “I love. Call me” O lo que es lo mismo: “Te quiero. Llámame”.

Todos sabemos que el teléfono sirve para lanzar mensajes y lo mismo Internet. Incluso puede uno utilizar a algún amigo para dejar caer nuestro amor o nuestra esperanza hacia a algún chico o chica. Pero es la primera vez que veo convertida las paredes de la Avenida (o de cualquier otra calle) en un anuncio por palabras, en una llamada desesperada, en un grito. Qué fuerte, pensé, emulando las palabras que usan las desabridas tertulianas del corazón. Qué fuerte…

Elvira, hija, llama a este muchacho. No sé si será guapo o feo, alto o bajito. No sé si tendrá posibles o será un mileurista. Pero, lo que es seguro, es que está por ti. Como decía mi amiga Carmen, de Coca de la Piñera, una cosa es “darse a valer” y otra quedarse con dos palmos de  narices. Así que, Elvira, llama al muchacho de una vez y dile, de paso, que quite los carteles de las paredes, que está muy feo ensuciarlas.


Caty León Benítez



2 comentarios:

  1. ¿Resultado de curación milagrosa o de secretario convencido? Mañana me fijaré en estos letreros. La verdad es que sabes sacarle partido a tus paseos trianeros.

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  2. Ligera mejoría. El secretario sigue en sus trece.

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